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La noche estaba acabando lentamente, fue una hora y media divertida pero ya era tarde, Cato tenía algo se sueño aun si lo negaba rotundamente, lo que sus padres notaron. Obviamente no fueron a acostarlo a la fuerza para que duerma sus 8 horas diarias, luchaban contra un enano diabolico, la siesta era lo de menos. Sin embargo, su intención tampoco era ignorar al niño, por lo que ambos se miraron compartiendo el pensamiento.
Con la música en volumen bajo y la gente a su alrededor volviendo poco a poco a sus rutinas, se separaron mirando el ventanal unos minutos más mientras llevaban una conversación calmada.
— La verdad... — Comenzó Avocato. — No fue tan malo. — Sus palabras salían sin que quitará la mirada del espacio infinito, siendo una vista hermosa a ojos del rubio. — Una proxima vez no suena como una mala idea. — Sinceró cruzando sus brazos, sonrió al ver el salto que daba su amigo.
— ¡Ja! No pudiste resistir mis encantos. — Celebró orgulloso de si mismo el ex prisionero tomando su propia cintura sintiendo que habia hecho un gran progreso, algo bastante ingenuo, pues no se daba cuenta que ya tenía más que atención por parte de su enamorado.
No necesitaba planes para conquistarlo, Avocato ya pensaba en él siempre sin necesidad de todas las tonterias forzadas que decía y hacia Gary, pero tampoco abriría la boca. Pues a Avocato le gustaba esa atencion, aun si lo ocultaba o si la vergüenza era más fuerte, porque tampoco es como si el rubio fuera discreto, algo que sacaba canas verdes al pobre gato que afirmaba no ser un gato; disfrutaba de sus tonterías.
— Como sea, Pequeño Cato no dormirá hasta que se lo diga yo mismo, no ha cambiado desde que es un niño. — Comentó mientras masajeaba su cuello con agotamiento. — De hecho yo también necesito un descanso, siento que muero.
— Bien, bien...
[. . .]
— ¿Papá?
Avocato volteo a ver a su hijo, estaba a punto de irse de la habitación luego de haberle deseado las "buenas noches" a Pequeño Cato. Este estaba sentado mirándolo con una sonrisa algo divertida pero sobre todo enternecida.
— ¿Sí?
— ¿Cuándo le pedirás a Gary salir?. — Fue directo al grano, propio de él.
El ventrexiano mayor parpadeó un par de veces, procesando la pregunta para luego volverse un tomate. Volteo hacia el menor completamente de forma brusca ante la pregunta tan privada y repentina. Tartamudeo por unos segundos, aturdido y sin saber como actuar mientras que sus manos se movían con duda, vacilando entre si responder con sinceridad o negarlo todo, hasta que sacudió su cabeza tratando de volver en si.
Tenía más de cuarenta años, ¿Qué demonios era esa reacción?
— ¿A que te refieres, campeón? Yo no-
— Papá.
La cara de "¿en serio?" de su hijo lo volvió a callar, se sentía regañado por el adolescente al que cuidó toda su vida, sobre todo por esa mirada decepcionada y hasta irritada.
Que frustrante.
— ¿Qué quieres que te diga? — Caminó hasta volver a sentarse en la cama donde estaba su hijo. Su vista se perdió en el suelo, pensativo. — Esas cosas no estan en mis planes, en este momento lo más importante para mi eres tú, lo demás puede esperar. — Miro a su pequeño, quien desvió la mirada inconforme con esa respuesta.
— ... ¿Por qué no puedes preocuparte por ti, al menos una vez?
El tono angustiado y molesto que escuchó lo sorprendio, pocas veces escuchaba a su hijo hablar así de una manera tan profunda. Fue una mezcla de molestia y tristeza, estaba irritado, y es que su rostro lo decía todo.
Pequeño Cato entendía las palabras y emociones de su padre. Toda su vida se había basado en sobrevivir, guerras y conflictos uno tras otro, sabía que las veces que su padre fue feliz todo se le fue arrebatado rápidamente. No lo culpaba por sentirse así y sabía que eran las heridas de su corazón las que hablaban, pero tampoco no podía evitar sentirse culpable y molesto. Avocato siempre lo ponía por sobre todo, olvidándose o directamente sin importarle lo demás, no se dejaba ser feliz a si mismo y era algo que Cato no soportaba. Amaba a su padre, y ver a alguien que amaba hacerse daño de ese modo era lo peor.
El mayor suspiró.
— Me odiaras por decir esto, pero... Son cosas de adultos. — Le miro a los ojos, formando una expresión de rendición que trató de disimular. — Yo—
— No. — Lo interrumpió. — No son cosas de adultos, es una estupidez. — Antes de que su padre respondiera volvió a alzar la voz. Cato apretó los bordes de las sábanas en sus manos. — ¡Podemos morir mañana, en una hora o en segundos! ¿Cuál es el sentido de hablar sobre tu responsabilidad y dejarlo para despues? Papá tu... — Las lágrimas se asomaron por sus ojos y sus manos ahora se apretaron contra su pecho. — Ya te vi morir una vez, y se perfectamente que se puede repetir... Quiero que seas feliz porque no se lo que sucederá mañana. — Frunció el ceño, sacando su rabia completamente de una manera triste y melancólica. — Estoy harto de que me pongas antes que a cualquier cosa, me molesta, papá, me molesta que me sonrias como un idiota pensando que con eso estaré tranquilo, cuando sé que ni siquiera tú lo estás.
El de pelaje azul parpadeo atonito, se preguntó en qué momento su pequeño creció tanto como para gritarle verdades como esas en la cara. Bajó ligeramente sus orejas.
— ...
—Gary piensa igual, aun si no dice nada... ¿Por qué crees que desde que recobraste la memoria no se despega de ti? — Lo miró con desesperación, curvando sus cejas con angustia pura y pánico. — ¡Él no quiere—
La mano de su padre sobre tu cabeza detuvo el sollozo que estaba a punto de escapar de su boca. Sin dejarle volver a hablar, lo acercó de un tirón y antes de darse cuenta estaba siendo abrazado por el mayor. Sus labios temblaron por un momento, hasta que correspondió la muestra de afecto que no sabía había necesitado y escondió su rostro en su pecho, restregandose y ronroneando levemente.
— Respira. — Hablo suave, acariciando la cabeza de su hijo. — Sabes que cuando comienzas no paras.
Cato no respondió, sólo se acomodó y recostó enredando su cola en su propia cintura, acurrucandose tal cual como un gato, diría Gary. Se sintió pequeño entre los brazos de su papá, y no fue una mala sensación.
Sin detener las caricias, Avocato observó las orejas inclinadas de su pequeño, hace unos segundos le estaba gritando y ahora era una bola de pelos tímida que buscaba esconder cada vez mas su cabeza.
A pesar de todo, seguia actuando como el pequeño bebé que recogió ese trágico dia.
— Tienes razón, lo siento. — Comenzó, mirando como las orejas del menor se movían reaccionando a su voz. — Cielos, es vergonzoso que me regañes así, ¿en que momento perdí tu respeto? — Bromeó, despeinnado la cabellera turquesa de su hijo. — ¿En que momento creciste tanto?
— ... Perdón.
— No te disculpes, hijo, está bien. — Avocato negó con una sonrisa. — Repito, tienes razon, soy un idiota... Es sólo que, no sé qué haría si llego a perder a tu padre... A Gary. — Se corrigió.
Aun no se acostumbraba a usar frases como esas, era como si fueran una pareja de casados o llevarán años como familia. Decidió dejar esos pensamientos de lado, no era el momento.
— ¿Y qué harías si algo pasa y jamás llegaste a siquiera tenerlo?
— Wow. — Soltó una risa que contagió a Cato. — Deberias considerar escribir ¿no crees?
— Ya, en serio... — Sonrió de lado aun si su rostro no era visible.
— Lo siento, lo siento. — Se encogió de hombros. — No es correcto hablarte de mis problemas, digas lo que digas, debería ser al reves, pero te hare caso por esta única vez. — Pequeño Cato se alejo finalmente para sentarse a un lado, miró a su progenitor atentamente mientras limpiaba los rastros de lágrimas con sus puños. — Siempre que pienso que puedo dar un paso con Gary, pienso en lo obvio.
— ¿"Si algo llega a pasar"...?
Avocato no quiso terminar la oración.
Suspiró.
— De acuerdo, a dormir. — Se levantó de un salto cortando el ambiente de forma brusca, Cato cayó de cara sobre las sábanas.
— ¡¿Pero- ¡Papá!
— Lo pensaré, ¿si? — Tomo las sábanas y recostó al de pelaje naranja, quien lo miraba preocupado. — Quita esa cara, estaré bien. — Acomodo su cabello celeste quitandolo de su frente y dedicandole una mirada serena. Acercó los bordes de las mantas al cuello de su hijo. — Estaremos bien.
Se levantó y se acerco a la puerta, esta vez dispuesto a irse de una vez por todas. Volteo una última vez.
Cato parpadeó con curiosidad.
— Soy afortunado de tenerte como hijo.
[. . .]
Ni siquiera considero dormir, no luego de esa charla.
Se adentró a la cocina yendo directo a la nevera de donde sacó una caja de leche, le dio un buen trago y posteriormente suspiró al haber contenido el aire. Se recosto en la mesada con la mirada baja, incapaz de alzarla, como si pesara hacerlo porque no tenía ánimos para nada.
Cielos, le habia dicho todo eso al menor pero en realidad no tenía idea de que hacer.
Sentia que su pensamiento tenia sentido, pero su hijo tenía un buen punto. En realidad jamás volvió a amar ni relacionarse de esa forma con nadie más después del fallecimiento de la madre de su primer y único hijo, tampoco es que pensara tanto en ella, cosa de lo cual se sentía culpable.
Significó mucho para él y fue su primera esperanza en una mejor vida, en una vida normal. Pero jamás fueron el uno para el otro, no se sentía como con Gary.
Con Gary era alguien diferente, lo sacaba de quicio pero también hacia salir su lado más idiota y actuaba como un adolescente imprudente, se dejaba llevar y todo el tiempo la imagen del rubio estaba en sus pensamientos. Sus ojos, su risa, su rostro, su cuerpo, su estúpida personalidad infantil y esa sonrisa que lo hacia sentir seguro y en casa. Santo cielo, jamas se sentía a salvo en ningún lugar pero cada vez que Gary lo miraba sus hombros se relajaban y sólo podía pensar "quédate, por favor" porque sabía que su presencia allí le daba el confort que necesitaba para vivir otro día y dormir otra noche.
Sus pensamientos fueron interrumpidos por pasos que ingresaron a la misma habitación.
Que oportuno.
— ¿Avocato? Son las 3 y media de la madrugada, ¿qué haces despierto? — Se acercó y formó pequeña sonrisa al ver la caja en su mano. Cruzó sus brazos. — Bueno, creo que es madrugada, ya sabes, el tema de estar rodeados por un espacio infinito confunde un poco...
Avocato no respondió, sólo volteo la mirada con una expresion seria. El de chaqueta aun con su sonrisa lo miro confundido, ¿había dicho algo malo?
— Hey, ¿estas bien? — Preguntó colocando una mano en el hombro ajeno, pero no hubo reacción. El ventrexiano siguió sin responder hasta que la mente del humano llegó a una conclusión. — ¡Ah! Lo siento. — Alejó su mano con rapidez. — ¿Te incomodó lo de hoy? Quiero decir, no te veías molesto pero no lo sé, quizas te arrepentiste. — Comenzó a reir nervioso, hasta podría decirse con miedo, mientras hablaba en voz alta y dejaba que sus pensamientos brotarán sin filtros. — No fue mi intención, jamas haria algo para ponerte incomodo, ¡Lo juro! — Se trató de explicar moviendo sus manos tratando de "salvar la situación".
— No es eso, Gary. — Contestó bajando la mirada mientras dejaba su bebida a un lado y llevaba una mano a su frente. — No me arrepiento, estoy seguro de eso. — Quiso sonreír pero se contuvo.
Dudoso, miró al humano quien lo veía sin entender que sucedía. Si era sincero, Avocato lo confundía todo el tiempo. A veces aceptaba sus coqueteos e incluso los seguia, correspondía sus muestras de afecto como los abrazos y toqueteos como el apoyarse uno sobre el otro o juntar sus rodillas o codos al estar uno junto al otro, el contacto físico que aparentemente ambos disfrutaban porque era cómodo compartirlo, hablaban del futuro y hasta incluso durmieron juntos en más de una ocasión por más que se trataran de casos excepcionales. Avocato le decís mucho sin decir nada, pero luego se alejaba, no le sonreía y se contradecía en sus palabras cuando actuaba como si nada hubiera pasado.
Creyó que era incomodidad o timidez, pero nada concordaba al final del día.
— Entonces... ¿qué pasa Avocato? — Una mirada de preocupación se posó en su rostro al pensar que su amado se encontraba mal, quería ayudarlo, protegerlo. Incluso si a veces sentís que jugaba con él, el humano jamás dejaría de preocuparse por quienes amaba.
Eran quienes lo mantenían cuerdo.
— ... Gary, si yo... Si tu...
— ¿S-Sí? — Comenzaba a pensar lo peor.
— ¿Por qué te esfuerzas? — Finalmente dijo, alzando la voz y mirandolo a los ojos, afligido y dolido. — ¿Por qué insistes en esto? ¿Cuál es el punto, el beneficio?
— ¿De qué estás-
— No quiero amarte si algún dia voy a tener que dejarte ir.
...
Gary parpadeó perplejo, Avocato lo veía casi desesperado, aterrado, se veía tan fragil. Como un niño asustado que sólo buscaba un poco de seguridad, estaba perdido y confundido.
Había miedo en sus ojos.
Un miedo que logró reconocer.
— Yo... — Vaciló por unos segundos. — Si te soy sincero, si pensé en eso. — Sonrió nervioso, sintiéndose decaído. — No es sólo un pensamiento al fin y al cabo, es una realidad. — Se sentía observado, cosa que lo inquieto un poco, metió sus manos en los bolsillos de su chaqueta a la vez que desviaba la mirada a un lugar cualquiera. Avocato bajo sus orejas, era la respuesta que sabía recibiría pero que aun así tenia esperanza sea diferente, hasta que el más alto siguió.— No quiero sentir ese vacio del cual no se si saldré, quiero decir, ¿qué será de mí? Literalmente no tengo nada, perderlos ahora sería mi fin, Avocato. — Rió con una Margot sentimiento de dolor, disimulando una seguridad que era obvio no poseía, pues no estaba mejor que el hombre herido frente a él. Volvió a sumergirse en el silencio unos segundos antes de continuar. — Pero tampoco quiero vivir arrepentido de no haber amado al hombre de mis sueños, sabiendo perfectamente que me corresponde.
— ¿No crees... Que es mejor ahorrartelo?
Negó con la cabeza y arrugó su expresión con incredulidad. — ¿Por que negarme ser feliz? Mi vida es una mierda Avocato, que más da. — Rió.— Si puedo al menos, ser tu amigo, es suficiente. Aun si te pierdo o te alejas voluntariamente, los momentos que habré vivido contigo me darán consuelo.
"Al menos, hasta que ni eso sea suficiente".
— ... Junto a Pequeño Cato, eres lo mejor que me ha pasado... — Gary lo rodeó en un cómodo abrazo que no esperó, carajo, como es que sabia que lo necesitaba justo en ese momento. — Después de la guerra, todo perdió sentido excepto por Pequeño Cato, vivía únicamente por él, alguien más seria una distraccion.— Se aferró a la chaqueta del ajeno, cerrando sus ojos y sintiendo el nudo en su garganta. Su voz salió rota. — Tengo miedo Gary, no quiero perder a nadie mas, no sabré como seguir.
— Lo sé... — Acaricio su pelaje con suavidad y cuidado, pasando por sus orejas hasta sus peludas mejillas. — Lo sé perfectamente, Avocato...
— ...
— Elegí arriesgarme, como siempre desde que tengo memoria, pero es la primera vez en que estoy tan seguro de mi decision. — Se alejó y le sonrió.— Por experiencia, y creo que es algo que ya sabes... Este miedo no se ira jamás, viviremos con esto toda la vida. — Besó su frente. — Pero podre vivir con la consciencia tranquila, habre amado como nunca a la persona mas increíble del universo... Y jamás me arrepentire de eso.
— ... Yo tampoco. — Rodeo la cintura de su contrario y se unieron en un abrazo que ambos necesitaron. Sus cuerpos encajaban a la perfeccion, el peso de los brazos ajenos se sentía tan natural, sentían calidez y armonia, un ambiente tan romántico y a la vez trágico. — Te amo, Gary... Realmente te amo.
El nombrado no pudo evitar sonreír emocionado de por fin escucharlo, sus ojitos brillaron como estrellas mientras daba pequeños saltos.
— Finalmente puedo presumir que salgo con el hombre más sexy del universo. — Sonrió, con intenciones coquetas aún que su rostro más que lujuria expresaba felicidad, una genuina. — Te hiciste de rogar, cielo.
Gary dijo eso con un tono más lento tomando el mentón ajeno y golpeandolo suavemente con su dedo indice por debajo.
— En ese caso. — Tomó su mano y le dio un pequeño beso en la palma. — Me alegra poder presumir lo mismo.
— ¡Eh!
Se quedaron allí por el resto de la noche, se sentaron en el suelo por el sueño que comenzaba a hacerse presente pero nunca se separaron, rieron y se besaron durante horas, hablaron y lloraron, jurandose amor.
Ninguno espero quedarse dormidos en medio del suelo acurrucados uno sobre el otro.
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"Je, mi ritual de apareamiento si funcionó."
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