Capítulo 3
-Si quieres te presento unos amigos- me susurró Adam, sacándome de mi sorpresa al ver el gran jaleo que se estaba formando al fondo en la piscina.
-No gracias, ya tengo mis propios amigos- dije cortante, obviamente eran chicos atractivos, pero no quería tener nada que ver con chicos como los de esta fiesta. Tan rebeldes y fiesteros.
-Bueno, como quieras- sonrió mientras alzaba las manos como signo de inocencia y se alejaba unos pasos de mí.
Holly fue a por unas bebidas, y yo no sabía dónde meterme, desencajada totalmente en esta fiesta. Decidí esperarla sentada en las escaleras que subían al piso superior, donde seguramente estarían las habitaciones llenas de gente haciendo sabe dios que, y cuando me dispuse a poner cara de asco por la imagen que apareció en mi mente, Holly hizo acto de presencia con las bebidas y gritando como loca.
No sabía exactamente que le pasaba, pero no era nada malo, ya que no podía explicarse y eso solo le pasaba cuando era por algo bueno. Intentando descifrar sus gestos, toda una masa de chicos y chicas se dirigieron a la piscina, definitivamente estaba ocurriendo algo en el jardín, y algo gordo. Holly me agarró del brazo casi tirándome la bebida, y una vez que salimos al jardín ya se había formado una piña de gente gritando y saltando alrededor de alguien.
Pocos minutos después todos se dirigieron a la piscina, rodeando esta. En ese momento pude observar a un grupo de chicos en trapos menores, por decir algo. ¿Qué mierda estaban haciendo?, no entendía nada.
-Holly ¿Qué hacen sin ropa?
-Se están preparando para saltar a la piscina, es algo que hacen habitualmente por lo que me contó Adam. - se dirigió a mi sin apartar la vista de esos chicos. Los cuales parecían haber abandonado el asunto de saltar, se adentraban dentro de casa.
- ¿No saltan? - le pregunte a Holly dudosa.
-Claro que sí, ¿cómo pretendes que salten si no entran a casa? - me miro, y al ver que estaba más confundida que antes, continuó - Ely saltan de la terraza del segundo piso- gritó entusiasmada por el hecho. Deberían estar locos saltando de una segunda planta.
Sin saber porque tuve una necesidad enorme de salir de allí. No podía ver como esos chicos ponían en riesgo sus vidas.
-Holly, voy a entrar a casa, no puedo ver a esos tontos tirarse de la terraza como si nada- dije furiosa por el hecho.
Me asintió, por lo cual sin dudarlo un segundo me encamine al interior de la casa de Louis. Dentro había muy poca gente, todos estaban pendiente del salto a la piscina. Di dos vueltas a la casa, cuando tuve la necesidad de ir al baño. Busqué en la planta baja, pero no encontré ningún baño. Eso me condujo a las escaleras donde hace veinte minutos estaba sentada, subiría a la segunda planta en busca del baño.
Esta planta era preciosa, un tono crema en las paredes, y toda una pared de cristalera por las cuales se veía todo el jardín, y a lo lejos la ciudad. Conte al menos cuatro habitaciones, cuando por fin al fondo del pasillo estaba el baño. Entre tan deprisa por la necesidad de expulsar la bebida, que no me percaté de que estaba ocupado. En cuanto vi una silueta masculina pegué un pequeño grito y salí aún más rápido de lo que entré. Cerré inmediatamente la puerta al salir, y escuché una pequeña risa al otro lado.
Al menos, dos minutos después, abrieron la puerta del baño desde dentro. Me puse tensa como nunca, a quien fuera que interrumpí en el baño estaba a punto de salir, me iba a morir de vergüenza en menos de tres segundos. De pronto unos ojos azul agua se pusieron enfrente de los míos. No puede dejar el pensamiento de que esos ojos eran tremendamente preciosos, azules por no decir transparentes, con siluetas oscuras cerca del iris. Conforme iba fijándome en cada detalle de ese rostro, vi una mandíbula ancha, con una barba incipiente y unos labios carnosos a la perfección.
-Ya puedes entrar al baño- se dirigió a mí, al mismo tiempo que apartó su mirada de la mía y se fue escaleras abajo.
Segundos después, salí de mi shock repentino, sacudí la cabeza y entre al baño. Al instante percibí un aroma exquisito, un aroma masculino que se había quedado entre estas cuatro paredes, y seguramente del chico que acababa de salir. Minutos después, y sin saber cómo, llegué al salón. Ya todos estaban dentro por lo que supuse que los saltos habían acabado.
Me acerqué a Holly que estaba con algunas chicas, y comencé a entablar conversación con ellas.
Estuvimos al menos media hora hablando de temas triviales, cuando llamaron a Holly a su móvil.
-Ely, lo siento me tengo que ir, mi padre se dio cuenta de la hora que es y me exigió que fuese ya a casa- dijo apenada por tener que marcharse.
-Vale tranquila, mañana hablamos Holly- le di un abrazo de despedida, y me volví para seguir conversando con las chicas.
Poco a poco, la casa se iba vaciando. La fiesta parecía terminar, por lo que me despedí de las chicas, Tami y Susan. Las había conocido esa noche y ya me caían genial, incluso nos intercambiamos los números. Salí de la casa, encontrándome en la entrada principal donde aún quedaban coches aparcados de los miembros de la fiesta.
"¿Seré idiota?" Holly se había marchado hará cosa de dos horas, y ella es la que me trajo a la fiesta. Estaba sin coche en la otra punta de la ciudad. Me di la vuelta para entrar de nuevo a la casa y pedirles a las chicas si alguna podría llevarme de vuelta a casa, cuando choque con algo y caí de espalda.
- ¿Estas bien? - escuché decir a una voz masculina, una voz madura.
- ¿Que?
-Perdón, debí mirar al frente- era el mismo chico del baño, no sabía cómo actuar ahora mismo, estaba avergonzada por las dos situaciones con las que me encontré con él.
-Tranquilo estoy bien.
-Deja que te ayude- dirigió una mano había mí, para ayudarme a levantar del suelo. Y sin pensarlo dos veces se la cedí.
-Gracias- avergonzada pero agradecida.
-Un placer- me dirigió una sonrisa plena.
-Bueno me voy, necesito buscar a alguien- quise marcharme de esa situación lo más rápido posible.
- ¿Necesitas ayuda?, ya se fueron todos- efectivamente la casa estaba vacía, solo percibí a Louis con una chica y un grupo de chicos terminando las botellas de alcohol.
-Joder- pura frustración salió de mí, no sabía cómo volver a casa.
- ¿Hola? - sonrió - ¿Necesitas algo?
-Un coche, mis amigas se marcharon y no tengo como llegar a casa- dije con cierta sonrisa avergonzada.
-Bien tranquila, yo te llevo- se quedó observándome, mi cara tuvo que ser un poema, estaba estupefacta por su propuesta, no me conocía de nada.
-De acuerdo- pero qué coño acaba de soltar mi boca, no le conocía, ¿Y si era un loco o un pervertido? Mi cuerpo se puso tremendamente rígido.
-Perfecto, vamos.
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