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― ¿Y cómo se conocieron? —copa de vino a medio beber, Vanesa curioseó.
― Es una larga historia —resumió Mani, ostensiblemente callada.
― Tengo tiempo —Vanesa no estaba dispuesta a ceder su trono. ¿Acaso sospechaba que habíamos tenido sexo una semana atrás? Yo tenía el culo sucio y cualquier chispa parecía prender la mecha de la bomba.
― Nos conocimos en el viaje de egresados a Bariloche —comenzó a relatar mi amiga, apaciguando las aguas.
― ¿Eran compañeros de curso? —interrumpió la invitada.
― No, coincidimos nomás. Casualidad —aclaró Mani y prosiguió —: él estaba medio en pedo en la puerta del boliche a punto de trenzarse a piñas con un pibe igual de pasado de alcohol que él. Yo me interpuse, salvándolo de una trompada. El flaco le llevaba como tres cuerpos de ventaja —victoriosa, contó la parte que la dejaba mejor parada. Omitió de hecho, nuestros besos de madrugada frente al lago Nahuel Huapi y alguna que otra mano prohibida en uno de los bancos de madera del Centro Cívico.
― Así que ella fue tu guardaespaldas —la rubia elevó una ceja, con sarcasmo. Estaba en pie de guerra.
― Algo así... lamentablemente cuenta con la ventaja de que yo no me acuerdo mucho de ese día —completé. Mi amiga y yo reímos con la complicidad lógica de conocernos en todos los sentidos. En todos, literalmente.
Y más que nunca.
Vanesa se mantuvo distante, escuchando alguna que otra anécdota sin interferir. Sonriendo forzadamente, poco hablaba.
Intercambiando opiniones con respecto a las películas después de varios tópicos, descubrieron sus divergencias como también sus similitudes: a ambas les gustaba el look de Brad Pitt en la película "Troya".
― Pero...¿vos no sos...? —Vanesa la expuso, permitiéndose dudar como toda la noche.
― ¿Lesbiana? Eso no significa que no reconozca la belleza en una persona, sin importar el sexo que tenga. Y él, es muy lindo —astuta, esquivó la bala de plata.
La velada continuó un rato más, hasta que llamé a un radio taxi para Vanesa, quien sabiendo que tomaría vino, no había conducido hasta casa. En la puerta del complejo de departamentos, mientras esperábamos el coche, jugueteó con el cuello de mi camisa.
― Yo no me trago eso de que nunca estuvieron juntos de otro modo o no son algo más que amigos —finalmente, lo largó.
― No seas tonta, Vane. Somos como hermanos...—tragué fuerte tras la mentira.
Vanesa era una buena mujer y no merecía hacerla parte de mi confusión. Sin embargo, creí que era momento de crecer como hombre y dar un paso más, dejando atrás mi noche con Mani.
El taxi tocó bocina y estacionó con las luces parpadeantes esperando por su pasajera.
― Te aviso cuando llegue —me dio un beso suave en los labios y se despegó de mí para cuándo la tome de la mano.
― Vane...estuve pensando...y...quizás podemos probar....vivir juntos.
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