23
En el bar, ambientado para la ocasión, se podían ver a varios grupos amontonándose en torno a la barra de tragos, deambulando alrededor de los sillones bajos y también, algunos de pie. La música estaba fuerte y la máquina de humo operaba a menudo. Tosí apenas entré.
Mani me tomó de la mano con miedo, apretándola con fuerza.
― Es un cumpleaños nomás. ¿Dónde está la Mani audaz y jugada a la que le chupa un huevo la opinión de los demás? –le pregunté antes de meternos con la manada. Ella respiró profundo y me dio un beso en la mejilla.
― Tenés mucha razón.
Mezclándonos entre los presentes, finalmente llegamos hasta la homenajeada; Zoe agradeció la asistencia y al momento de las presentaciones, se vio sorprendida.
― ¿Un amigo, nomás? –la chica subió su ceja, dudando. Sujetó su vaso alto y sorbió de su contenido.
― Sí, un amigo... –confirmó Mani e intuí que nadie estaba al tanto de su elección sexual.
― Voy por un trago. ¿O preferís una cerveza? –le susurré a mi amiga, aún nerviosa.
― Un trago. El que vos quieras –ella se quedó hablando con un grupito de tres chicas más.
Esquivando otros piratas, algunos capitanes Garfio con periquito en hombro y muchachas con faldas acampanadas y corsé ajustados, llegué al sector del bar.
Pedí dos tragos, dulces, para animarnos un poco.
Mientras esperaba, algunas chicas vivaces se pusieron a mi lado intentando llamarme la atención. Otros muchachos se les acercaron para atraparlas. Un par, se fueron a bailar con ellos, excepto por dos, que se sentaron junto a mí.
― Hola.... –la morena batió sus pestañas efusivamente.
― Hola –un saludo no se le niega a nadie.
― Soy Jordana. Amiga de Zoe.
Fruncí el ceño, recapitulando quién demonios era Zoe.
― ¡Ah, sí! Zoe. La del cumple.
― Sí, ella misma. ¿De dónde la conocés? Nunca me mencionó que tenía un amigo tan lindo –expresó sin ruborizarse.
― Vine a acompañar a alguien.
― ... ¿y a quién?
― A Mani, Manuela. ¿La conocés?
― Claro que sí, voy al curso de los sábados con ella. ¿Sos su novio? –mostró descontento.
― ¿Por qué lo preguntas? –para entonces, yo ya tenía los dos vasos en mi poder.
― Porque nunca habla de novios, ni de parejas. Hace ocho meses que compartimos el curso y sabemos poco y nada de su vida privada.
Me costaba reconocer esa faceta de Mani. Ella solía ser espontánea y animada, distinta a lo que esta chica planteaba. Evidentemente su sexualidad era un tema que aún le costaba abordar ante la gente. La sociedad no estaba preparada para su verdad ni ella, para blanquearla.
― Hola Jordana, ¿cómo estás? –apareció mi amiga, buscando su trago.
En un arrebato, queriendo salvarla de un tonto prejuicio, le rodeé la cintura con mis manos y la atraje hacia mí. Con hambre inusitado recorrí su boca roja con la mirada; ella no entendía el por qué de mi accionar, pero no se movía. Estaba con su pecho pegado al mío.
― Vos seguíme el carro –le susurré al oído y la estela de su perfume dulce me respondió que sí.
Acaricié la vena de su cuello con la punta de ella nariz; ella largó una risita divertida y exagerada.
Jordana tosió, miró la escena unos segundos másy se retiró. Y yo, me gané unos puntos con mi amiga...¿o no?
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