Planeta Perdido
Vinieron de lo profundo.
Con furia, angustia y disgusto salieron de los océanos a atacar nuestras ciudades. Las costas fueron las primeras en caer. Al final, demostraron su superioridad tecnológica y nos conquistaron como si no fuéramos nada más que cucarachas.
El Homo sapiens ya no era el tope de la cadena alimenticia. Ellos lo eran.
Sirenas. Nereidas. Hombres pez... Les dimos muchos nombres en nuestras leyendas, pero la verdad era muy diferente al mito.
Los Laicqerianos, como se llamaban a sí mismos, nunca habrían molestado a la humanidad si no fuera por nuestras formas contaminantes y destructivas.
Para el año 2030, los océanos y los mares de nuestra Tierra estaban tan llenos de todo tipo de objetos plásticos que la gente no podía nadar en ellos sin encontrar, al menos, diez botellas o bolsas. La lista de especies en peligro de extinción llegó a ser casi infinita por la inclusión de cada forma de vida marina aún existente. Todos los días se podían encontrar animales muriendo en las playas debido al plástico dentro de sus estómagos o al estrangulamiento de sus cuerpos. Para el año 2030 estábamos a un paso de matar, de una vez y por todas, nuestros océanos.
Fue entonces cuando llegaron los Laicqerianos y esto marcó el final de nuestro reinado tiránico sobre nuestro planeta azul. Tratados como esclavos y criminales, fuimos divididos en dos grupos: los encargados de limpiar nuestro lío y los que ayudaban a criar a las nuevas generaciones marinas.
Los cuidadores eran un grupo selecto que vivía alrededor de los mares interiores creados artificialmente con el propósito de ser criaderos. Siendo antiguos ecologistas y amantes de la naturaleza, ellos eran los seres humanos más mimados en el nuevo orden mundial. Pero no todos teníamos tanta suerte.
Yo, como el resto de los limpiadores, tenía que trabajar día a día limpiando las playas y las aguas que nosotros, y tantas otras generaciones antes, contaminamos. No importaba si éramos demasiado mayores, estabamos enfermos o embarazadas, como en mi caso, teníamos que rompernos la espalda trabajando para el futuro bienestar del planeta o simplemente se desharían de nosotros.
Mi futuro sería morir recogiendo la basura de otros, pero al menos mi bebé no compartiría mi destino. Los Laicqerianos se llevarían a mi hijo en el momento de su nacimiento para que fuera criado como uno de los suyos, lejos de la corrupción de la humanidad. Al menos él sería mimado como lo eran los cuidadores.
Vivir bajo el gobierno de los hombres pez era difícil, pero no estaba enojada con ellos; ni con mi tan próxima pérdida ni con lo mal que nos trataban. ¿Por qué? Sabía que estaban tomando la justicia en sus manos. Igual que en el pasado teníamos leyes que castigaban la intención de asesinato contra otro ser humano, merecíamos ser castigados por matar lentamente nuestro hogar. Ellos tenían razón: no éramos nada más que criminales y destructores.
Merecíamos nuestra extinción.
La pequeña, pero repentina patada de mi hijo me sacó de mis pensamientos.
--No te preocupes, mi pequeña estrella --le dije, acariciando mi barriga hinchada--. Mamá seguirá trabajando para que puedas vivir en un planeta mejor.
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N/A: Traducción de mi entrada al concurso #PlanetOrPlastic organizado por NationalGeographic. Espero que les guste y no olviden votar y comentar 😘😍🧜♀️🧜♂️.
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