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Entre Realidad y Fantasía

Sudando y con la cara roja por limpiar su apartamento a mil por hora, Eunice se sentó frente a su computadora con una sonrisa en sus labios. Por fin podía jugar Mortal Sacrilege, el MMORPG que la tenía enamorada. Seis meses atrás tuvo la oportunidad de jugar el demo, cual finalizó en tres días, y desde ese entonces había estado ansiosa por la fecha de lanzamiento del juego completo.

Mortal Sacrilege era un mundo abierto donde siete razas habitaban el mismo continente. La misión del jugador era poner fin a la guerra religiosa entre los Ángelus y los Daemonus para evitar que terminaran destruyendo todo a su alrededor. Sin embargo, como todo juego con un mundo abierto, las decenas de misiones secundarias siempre distraían a sus jugadores de las principales; y aunque Eunice amaba saber la historia de los juegos, como ella lo llamaba, muchas veces las misiones secundarias captaban tanto su atención que se olvidaba de las principales.

La pantalla de inicio finalmente apareció en su monitor y presionó para continuar. Automáticamente cambió a otro menú donde se mostraba el avatar de Eunice, una daemonus de hielo, con un paisaje ártico de fondo. La hermosa diabla de piel azul cielo, largo cabello rubio cenizo y cuernos como de cristal que se curvaban hacia arriba, lucía un taparrabo negro con cráneos de pájaros adornándolo, un brasier hecho por lo que parecían costillas de un animal pequeño y mangas negras en forma de campana atadas al brasier por delgados huesos. Su personaje se veía sensual, pero peligrosa.

Presionando la palabra cargar, Eunice inició el juego.

No bien Nize, su avatar, apareció en la plaza de FireLake, la ciudad de los elementales de fuego, se le acercó su NPC acompañante e interés romántico.

Eunice suspiró y acercó la cámara sobre Idal. El daemonus de piel verde y violeta era una hermosura masculina. De rostro perfilado, ojos negros con brillantes irises esmeralda, cabello negro y dos pares de cuernos negros en forma de "n" con puntas verdes, Idal estaba justo como se lo recetó el doctor, pero lamentablemente no era real.

-Si lo fuera, lo ataría a mi cama y no lo dejaría salir jamás -dijo la joven con una sonrisa boba en sus labios mientras aceptaba la misión que su amor platónico le ofrecía.

Luego de cuatro largas misiones que la obligaron a recolectar plantas y objetos mientras batallaba con monstruos a lo largo del mapa, Idal comenzó a profesar su amor por Nize. Eunice se sacó un grito y dio un brinquito en su silla mientras sus ojos brillaban con emoción. Por fin había alcanzado la misión de matrimonio, una de las cosas que le había llamado la atención cuando compró el juego.

Todo consistía en pasar una "prueba de habilidad", como lo llamó Idal, lo cual era en realidad una batalla que demostraría si Nize era lo suficientemente fuerte para ser la esposa de un soldado, pues su acompañante era un poderoso capitán en el ejército daemonus. Sin embargo, Eunice había investigado la misión con anterioridad en el internet y se había preparado para lo que se enfrentaría. El verdadero problema para superar a su enemigo no serían los objetos o armas mágicas necesarias, sino la rapidez con que sus dedos presionaban los botones del control, ya que la batalla requería agilidad y precisión.

Una vez llegaron a un claro en medio del Bosque de la Muerte, llamado así por los numerosos monstruos de alto nivel que lo habitaban, Eunice respiró hondo y exhaló. El altar flanqueado por dos ángelus de piedra de nueve pies de altura se veía abandonado con enredaderas tratando de reclamar la estructura, mas no evitaba que las estatuas movieran la cabeza siguiendo cada paso que daba la daemonus azul.

Bajo la atenta mirada de los gigantes de roca, Nize colocó los objetos y plantas recolectadas en las misiones anteriores sobre el altar y, en respuesta, la tierra comenzó a temblar. Las enormes estatuas se movieron de sus posiciones mientras la piedra caía en pedazos al suelo, como cuando se quita la cáscara de una fruta para revelar la jugosa pulpa en su interior. En un destello de luz, las estatuas perdieron el resto de su cubierta de roca, revelando piel luminosa, y levantaron sus armas al aire antes de embestir contra Nize.

La batalla era una de las más arduas en Mortal Sacrilege. No solo eran dos enemigos a la vez dotados de gran velocidad, sino que cada vez que Eunice lograba tumbar a uno al suelo, el otro hacía un ataque de área que la obligaba a huir al límite de la zona de combate para protegerse. Para cuando ella se acercaba de nuevo, el ángelus herido ya estaba volando y le lanzaba una lluvia de plumas tan filosas como espadas que debía esquivar para atacar al celestial que se hallaba aún en el suelo.

Era un ciclo que debía repetirse hasta agotar la vitalidad de ambos ángelus.

Las manos de Eunice le dolían y hasta temblaban cuando la barra de vida de sus enemigos alados finalmente bajó a un octavo. Con el segundo celestial en el aire esperando que su ataque aéreo se recargara, la chica se lanzó al ataque del primero y dio un grito de emoción al ver cargarse todos los ataques especiales de su avatar. Eunice no pensó dos veces para activarlos uno tras otro. Mientras la diabla azul movía su espada encantada en una danza mortal, la vitalidad del ángelus bajó hasta que desapareció por completo.

Eunice volvió a gritar al tiempo que se enderezaba en su silla.

Con la adrenalina corriendo por sus venas y el corazón latiendo emocionado, la chica atacó al enemigo restante con todo lo que le quedaba en su arsenal. En tan solo tres minutos las habilidades especiales de Nize volvieron a cargarse y Eunice sonrió malévolamente tras su monitor.

Una tormenta de hielo envolvió al ángelus, luego fue tajeado un centenar de veces y por último un esqueleto con largos colmillos y vestimenta de príncipe medieval surgió del suelo para empalar al celestial en su lanza. La vitalidad del ángelus bajó a cero de sopetón, convirtiéndolo en polvo de oro que desapareció con el viento.

-¡Ahí tienes, cabrón! -gritó Eunice, levantándose de la silla y manoteando hacia la pantalla de la computadora-. Eso te pasa por acabarme todas mis pociones de vida.

La chica todavía no había retomado su asiento cuando la escena de batalla cambió a un "cutscene" romántico entre Nize e Idal. Los personajes intercambiaron líneas que la hicieron suspirar, se dieron un beso apasionado y comenzaron a quitarse la ropa. Sin embargo, antes de que la escena se volviera porno, la pantalla de la computadora se fue en negro, haciendo que Eunice rodara los ojos.

-El juego es para adultos, pero ni siquiera pueden darnos un poquito de acción en la cama. Típico.

El repentino cantar de gallos atrajo la atención de Eunice hacia la ventana a su lado. Aún estaba oscuro, pero el primer resplandor mañanero ya blanqueaba el manto de la noche, tornando el horizonte en un tono lavanda.

Su atención regresó al juego cuando el monitor volvió a iluminarse. Eunice halló a Idal mirando a su avatar con una deslumbrante sonrisa mientras le entregaba una pulsera de ópalo con adornos en oro por cumplir la misión. La pulsera era el símbolo de su matrimonio, mas no era inútil, le otorgaba a Nize una habilidad de largo alcance que mataba a todos los enemigos en un radio de veinte metros cuando la vitalidad de Idal bajaba a un treinta por ciento.

La chica silbó alegremente mientras la daemonus azul dijo una línea que no se molestó en leer y fue entonces que su amor platónico hizo algo muy peculiar.

-No te preocupes, te veré al otro lado, Nize -dijo Idal, lanzándole un guiño.

Eunice arrugó el ceño sin quitarle la mirada al NPC. Le resultaron extrañas sus palabras y su comportamiento, los cuales parecían dirigidos hacia ella, pero luego se echó a reír y salió del juego. Después de todo, las manos le dolían así que debía descansar, aunque solo fuera por unas horas.

El resplandor del día se colaba por las rendijas de las ventanas cuando Eunice abrió los ojos. Su cuerpo y sus párpados aún se sentían pesados por el sueño, pero algo la había despertado y no sabía qué o por qué lo hizo. Con lentitud, echó una hojeada a su habitación solo para hallarla en orden. Sin embargo, se percibía algo extraño en el aire, casi como un elemento sofocante que le producía una presión en el pecho. Extrañada, Eunice se sentó en la cama y fue entonces cuando un susurro sensual llegó a sus oídos.

-Nize. Vine por ti, mi hermosa Nize.

Un escalofrío le descendió por la columna, erizándole los vellos y urgiéndole a frotarse los brazos en un intento por erradicar la sensación de peligro. Miró a todos lados con la respiración agitada, mas solo halló las familiares siluetas de su mobiliario.

Los segundos parecieron eternos mientras esperaba que la voz regresara, pero cuando pasó el tiempo y no lo hizo, la chica volvió a acostarse. No sin un poco de recelo, claro está.

Eunice se cubrió con sus frisas y se acomodó de costado, siguiendo el anhelo de volver a perderse en el mundo de los sueños. Sus ojos se cerraron y su respiración fue poco a poco calmándose cuando sintió la cama hundirse con el peso de alguien más. Sus ojos se abrieron de golpe y sus latidos se desbocaron una vez más mientras un aliento tibio le acarició el cuello.

-¿Por qué me temes, Nize? Soy yo, Idal.

Ella se volteó de inmediato para encontrarse frente a frente con dos irises esmeralda brillando en la oscuridad de la habitación. Sus propios ojos se agrandaron y sus labios intentaron articular palabras que no salían de éstos.

La criatura que le devolvía la mirada tenía un rostro perfilado color verde, cuatro cuernos con puntas de un esmeralda que brillaba en la oscuridad con la misma intensidad de sus irises, y hebras azabaches que no lograban cubrir del todo las puntiagudas orejas adornadas con joyería dorada.

Eunice cerró los ojos y agitó la cabeza de un lado a otro.

-No, esto es solo un sueño. No es posible, no eres real.

-Soy tan real como tú, mi amada Eunice -afirmó esa voz de seda mientras dedos con largas garras le acariciaban el rostro.

-¿Cómo sabes mi nombre? -preguntó la chica, abriendo los ojos nuevamente.

La risa entre dientes del ser sonó burlona antes que sus mortales dedos le aferraran la mandíbula y la acercaran a él. Ambos quedaron a un pelo de que sus labios se tocaran.

-Igual que supe donde vives, por medio de nuestro querido Mortal Sacrilege -El aliento caliente de él despedía un aroma a café y chocolate que le provocó lamerse los labios-. Obtener tu información personal de tu computadora fue muy fácil.

Eunice intentó apartarse, pero los dedos y la cola que se enroscó alrededor de su cintura en aquel momento eran como cadenas atándola a él.

-¿Qué, ahora viviré dentro del juego contigo?

El ceño del supuesto Idal se arrugó ante el sarcasmo que ella demostró y su voz se tornó severa.

-Mortal Sacrilege fue diseñado basado en mi planeta con el motivo de ayudar a mi raza a encontrar parejas que ayuden a salvarnos de la extinción -Antes de que su explicación terminara, todas las cortinas del cuarto de Eunice se abrieron de sopetón, inundando la habitación con el sol de mediodía.

La ira que emitían aquellas esmeraldas la hizo tragar en seco, mas no por miedo. Eunice no podía dejar de notar lo hermoso que su invasor se veía enojado. Sin embargo, no fue solo esa realización lo que hizo que su corazón se acelerara con emoción y deseo. Ese extraño que había invadido su cama era una copia exacta del NPC que la seguía a todas partes y con quién ella se había casado dentro del juego.

-No puede ser... Esto debe ser un sueño.

-¿Quieres que sea cliché y te pellizque para que entiendas que no estás soñando? -Ni siquiera le dio tiempo a abrir la boca cuando él mismo respondió su pregunta-. No, haré algo mejor.

Los labios de Idal cubrieron los suyos con rudeza, intentando hacer un castigo del beso. Sin embargo, su brusquedad solo logró que la piel de Eunice hormigueara y ondas de placer viajaran directo a su centro. Sus manos le rodearon el cuello, siguiendo las órdenes del deseo que encendía sus nervios y fue recompensada por un gruñido de apreciación. Esa respuesta en él fue como darle luz verde a sus fantasías.

Eunice profundizó el beso, deslizando su lengua dentro de la boca de Idal y tirando de la túnica que él vestía. Éste captó el mensaje y sus garras destrozaron el pijama de ella en segundos para luego liberar su miembro erecto de sus confines. Los colores le subieron al rostro de la chica y gimió en el momento en que sus cuerpos se tocaron sin ningún tipo de barrera. Idal gruñó contra la mandíbula de ella y le agarró la pierna izquierda para que la enganchara alrededor de la cintura de él. Cuando estuvo seguro de que ella no se movería de posición, comenzó a frotarle el pene entre sus labios vaginales. Eunice estaba tan mojada que el daemonus no necesitaba lubricación para deslizarse dentro y fuera.

Mierda. Incluso sin penetración se siente deliciosamente perfecto.

Eunice gimió y movió sus caderas al compás de su querido diablo. Aquellos orbes esmeraldas rodeados por ónix brillaron con más intensidad. Con un gruñido animal, Idal agarró su gruesa longitud y la guió hasta la boca del necesitado centro de Eunice, gimiendo cuando se deslizó dentro.

Él no le tuvo piedad alguna, aumentando la velocidad de sus vaivenes hasta que ambos jadearon por las sensaciones que el otro creaba. Sus miradas se encontraron bajo la luz del mediodía y fue entonces que Eunice se convenció de la realidad de su situación. Ningún sueño o alucinación podía ser tan poderosa como para llenarla de tal pasión y euforia como lo hacía el ser sobre ella.

Cerró los ojos y se dejó llevar por la alegría de poder vivir su fantasía.

Idal rugió y le dio una última estocada profunda que la hizo gemir, saltando al abismo junto a su compañero. El fuego bajo su piel se extendió, quemando cada centímetro a su paso hasta que las llamas se extinguieron, dejándola agotada y débil. Todavía podía sentirlo descargando semen en ella, sus fluidos uniéndose en su interior, y una sonrisa se dibujó en su rostro.

Cuando él se deslizó fuera de su cuerpo, sus miradas se encontraron de nuevo.

-¿Ahora me crees, esposa? -preguntó Idal con una negra ceja alzada y una media sonrisa en sus labios.

Ella se limitó a asentir.

Satisfecho, él abandonó la cama, se reacomodó la túnica que lo identificaba como un mago guerrero y le tendió una mano.

-¿Lista para comenzar una nueva aventura a mi lado, querida Nize? -No bien terminó la pregunta, un tubo de luz amarilla apareció a espaldas de Idal. Parecía una de esas luces que la gente mencionaba en las historias de aducciones alienígenas.

-Sabes que nunca huyo de los retos, mucho menos uno que tú ofreces -dijo Eunice mientras su daemonus le colocaba una especie de reloj futurístico en su muñeca izquierda. Intrigada, se quedó observando el objeto-. ¿Qué hace?

-Cambia tu ADN para que te conviertas en un daemonus -respondió él mientras la guiaba hacia la luz-. Lo calibré para que te veas como tu avatar en el juego. Aunque no tienes que cambiar si no lo deseas, solo es una opción -se apresuró a añadir como si temiera que ella se enojara.

Su aprensión la hizo reír.

-Lo tendré en cuenta.

Eunice miró por última vez a su habitación, sonrió y entró en la luz junto a Idal.

¿FIN?

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