7 Solos
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Ese día no quise levantarme temprano. Ya estaba harta del molesto sonido de la alarma así que la apagué y me quedé acostada un rato más, mirando el techo blanco de la habitación y pensando en la primera vez que hablé con Kian en este mismo lugar. Su olor varonil aún seguía impregnado en la almohada, el rastro de sus dedos hojeando las páginas de mi libro había dejado marcas permanentes en él, el eco de aquella primera conversación entre nosotros se había quedado guardado en mi memoria.
En ratos lo odiaba y en ratos lo... extrañaba. Sí, extrañaba sus comentarios molestos y su actitud arrogante y fastidiosa.
Había días en que venía a ver a Lau y me saludaba, ya fuera con un leve movimiento de cabeza o un simple hola, le devolvía el saludo por Lauren, no porque realmente quisiera saludarlo. Sí, ya lo sé, ni yo misma me lo creo.
Además, siempre que él venía, Lauren lo llevaba directo a su habitación a hacer lo que sea que uno puede imaginar, yo no quería siquiera pensarlo, me daban náuseas y deseaba con todas mis fuerzas reprimir ese sentimiento de disgusto y rabia que crecía dentro de mí cuando los veía entrar entre risas a la habitación de al lado. En fin, así era mi día a día. Kian y Lauren, y yo sola esperando que él dejara de venir cada mañana a fastidiarlo todo, con la esperanza de que quizá si no vuelve a venir podré olvidarme de él, como les sucede a las chicas en las novelas románticas.
El tono de llamada de mi celular me saca del trance en el que me encontraba inmersa. Tomo el celular de la mesita de noche y respondo sin mirar quien llama.
—Hola cielo, ¿estás ocupada? —escucho la voz de mi madre al otro lado de la línea. Suspiro un poco decepcionada, por un momento pensé que... ¿que qué?
«¿En serio esperabas que fuera el estúpido de Kian? Por dios, él no te va a llamar Eider, entiéndelo YA».
—No estoy ocupada, mamá —le respondo tranquilamente apoyando la cabeza contra la cabecera de mi cama.
—Quise llamarte antes de que fueras a clases porque he planeado algo para este fin de semana —comienza a explicarme y yo me pongo en alerta, siempre que mi madre planea algo o se propone algo no para hasta que lo consigue.
—¿Lo cuál es? —le pregunto pasándome las manos por los mechones enredados del cabello, que en estos momentos está hecho un desastre. De tanto pensar en Kian hasta me he olvidado de trenzarme el cabello como lo hago todas las noches.
«Este chico me tiene mal, necesito urgentemente un psiquiatra».
—Un día de campo en casa, tú, tu padre, la familia Roller y... —al escuchar el apellido de sus queridos invitados se me revuelve el estómago. ¿En serio los ha invitado a ellos? ¿por qué?
—Otra vez los Roller, me dijiste que tomarías mi opinión en cuenta, y yo te dije que el tal León es un buen chico, no es justo que quieras utilizarlo para ampliar tu sector de empresas —le repetí tranquilamente—. No lo haré, no saldré con él.
—Vale cielo, yo nunca dije que tenían que salir tan precipitadamente, quizá con el tiempo ustedes comiencen algo serio. Y no me dejaste terminar, además de su familia podrías invitar a tus amigas y así no te sentirás tan sola, ¿estás de acuerdo?
A eso me refería, siempre haya la manera de convencerme, esta vez ha usado a mis amigas como arnés y lo ha conseguido, ha dado en el blanco.
—Está bien, las invitaré a venir, pero no te garantizo que vayan a ir conmigo —le aclaro e imagino su sonrisa de boca cerrada cuando me escucha decir eso, a veces es un poco predecible.
—Confío en que vendrán, puedes invitar a otros amigos si quieres, así nos divertiremos mucho más —me dice sonando emocionada—. Tú tranquila que yo organizaré todo, nos veremos el sábado cariño. Besos.
—Besos —sonrío y cortamos la llamada al mismo tiempo.
Espero que las chicas no tengan planes para el sábado, son mi única esperanza de volver con vida la próxima semana, ya que por obvias razones no quiero pasar el fin conversando con León Roller sobre la economía mundial y sus repercusiones en distintos campos del área de producción.
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Después de buscarlas un cuarto de hora por todos lados, encuentro a mis amigas en la cafetería, pero no están solas, los chicos están con ellas. La verdad ya no me sorprende, era de esperarse, últimamente esos tres parecen mueganos, las persiguen a todos lados.
—Hey —las saludo a lo lejos y me detengo a su lado. Todas las sillas están ocupadas, excepto una, y esta se encuentra al lado de Kian, pero no me apetece sentarme al lado de él, así que me quedo parada.
—Hey, hace mucho que no te apareces por aquí gruñona —me dice el rubio amigablemente, no sé si notan mi sarcasmo, porque evidentemente lo dije con sarcasmo.
Mery se acurruca a su lado, pegando su espalda al torso de él como chicle y yo hago mi mayor esfuerzo para no vomitar ante esa escena.
—Hace mucho que no escuchaba tus comentarios sin sentido —le digo a la defensiva y el rubio pone mala cara. «Touche One».
—Aquí hay un asiento libre, nena —esta vez habla Kian, con esa voz ronca y ardiente que me derrite el corazón. Claro está que unas pocas semanas no me han servido para sacarlo de mi mente, al contrario, solamente han servido para que mis sentimientos se hicieran más fuertes y profundos.
—No la llames así, Kian —le reclama Jack Jake tensando su mandíbula. Nunca lo había visto tan molesto, me sorprende que me haya defendido, pero al mismo tiempo me siento satisfecha de que haya alguien que ponga a Kian en su lugar.
—Puedes sentarte, Eid.
—Gracias Jake, que amable —le respondo agradecida y él me sonríe amablemente. A decir verdad, tiene una bonita sonrisa, pero no se compara con las sonrisas de Kian, nadie se compara a él.
Dejando de lado la incomodidad, me siento al lado de Kian, él aprieta los labios mirando a Jack Jake y después a mí, se nota tenso, incluso tiene los puños apretados. ¿Qué le pasa?
—¿Por qué de pronto te has puesto tan serio? —le pregunta Lau a Kian, colocando su mano pálida sobre la mano de él.
—No es nada —exclama cortante fijando la mirada en cualquier sitio menos en ella.
Para aliviar el ambiente comienzo a hablar:
—Chicas, he venido a decirles algo importante...
Kian me interrumpe carraspeando la garganta y atrae la atención de todos los presentes, yo incluida.
—Comienzas a ser aburrida, porque no te específicas de una vez por todas —reprocha el pelinegro mirándome de reojo.
Ignoro su comentario y miro a los demás.
—Mi madre está organizando una comida este fin de semana en mi casa, me dijo que podía invitar a mis amigas —las chicas se inclinan sobre la mesa entusiasmadas con la idea—. y también pensé en invitarlos ustedes —dije con la mirada fija en Jack Jake y su amigo rubio (y desagradable). Evidentemente no me apetecía mucho invitar al rubio engreído, pero era el novio de Mery y estaba obligada a hacerlo, aunque, honestamente quería hacer una excepción y no invitar al chico que tenía a mi lado.
—Mola, yo me apunto —exclama el rubio sonriéndome por primera vez desde que nos conocemos.
«Oh cielos, ha ocurrido un milagroso milagro. Va a llover hoy».
—Tú podrías ir también, Jack Jake. Si te apetece, si estás ocupado no hay... —comencé a divagar, nerviosa y ansiosa. En parte quería invitarlo delante de Kian para ver su reacción, pero no lo estaba utilizando del todo, Jack Jake era un chico agradable y me caía bien, de verdad deseaba que nos acompañara.
—Claro que quiero ser tu acompañante especial, Eid —responde él muy deprisa, visiblemente emocionando con la invitación.
—Ok —le digo sonriente, sintiendo la mirada pesada de Kian a mi lado, intento ignorarlo y no le presto demasiada atención a sus ojos azules que aún siguen sobre mí.
—¿Y yo estoy pintando o qué? —pregunta Kian señalándose a sí mismo con ambas manos, atrayendo la atención de todos en la mesa—. No puedo creer que me dejen fuera de esto —cruza los brazos y los apoya sobre la mesa, fingiendo estar indignado.
—Vamos Ki, Eid también te está invitando a ti, ¿a qué no? —exclama Lau divertida enrollando sus manos alrededor del brazo de Kian.
Ese apodo absurdo me recuerda el día que Kian estaba coqueteando con una chica en el campus y ella lo llamo Ki, seguro ese recuerdo también pasa por su mente porque en ese momento voltea a verme y me mira con complicidad.
—Ah sí, lo olvidaba —digo vagamente y lo miro por encima de mi hombro—. También estás invitado, Ki.
Él se tensa un poco al escuchar que lo llamo Ki, pero no tarda en aparecer en sus rosados labios su sonrisita cínica de siempre.
Seguimos conversando de diversos temas, yo estoy escuchando atentamente una de las tantas experiencias bobas de los chicos, cuando repentinamente Kian se inclina hacia enfrente para atarse los cordones de los zapatos. Su antebrazo roza mi rodilla accidentalmente, causándome escalofríos por todo el cuerpo.
Lauren está mirando la pantalla del celular de Mery, concentrada en lo que sea que la castaña le está mostrando. Kian aprovecha su distracción, se incorpora y se inclina disimuladamente hacia mi oído para susurrarme:
—Sabes... habría ido a la reunión de cualquier modo, no me perdería una tarde en tu casa por nada del mundo.
Me hice a un lado para separarme de su peligrosa cercanía y miré hacia enfrente, Jack Jake nos estaba mirando con atención, me miraba con atención. ¿Tenía algo en la cara tan vez? ¿Se había dado cuenta de todo? Y si era así, ¿qué era todo?
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Los días pasaron volando, ya era sábado, medio día. Las chicas le dijeron a Jared que él era el elegido, y no me refiero a que era el elegido para acabar con Voldemort, sino para conducir camino a mi casa.
Todos nos iremos juntos en la camioneta de Mery. Ya casi hemos llegado todos, solamente estamos esperando al único ser de este universo que no parece entender el significado de la puntualidad, y sí, estoy hablando del tarado de Kian.
Tras unos minutos de eterna espera, él aparece, se ha puesto una sudadera roja y un pantalón de mezclilla azul que le hacen verse menos rebelde de lo habitual. Gracias al cielo no se ha vestido como vagabundo esta vez.
—Al fin llegas, amor —grita Lauren aturdiéndonos a todos. Ella salta a los brazos de su amado y le da besos por toda la cara, yo desvío la mirada e intento tranquilizar mi furia interior pensando en la existencia de los dinosaurios hace millones de años.
«Sí, pobres terodactilos. Pobre de mí».
—Ya estamos todos —dice Jack Jake parándose a lado mío, rodeándome los hombros con su brazo. Mi espalda choca contra su torso y su olor a menta fresca y colonia se apodera de mis cinco sentidos. Enseguida siento mariposas volando dentro de mi estómago y avispas disipándose en mi cabeza.
Todos notan su repentino acercamiento, absolutamente todos, pero creo que a Kian le cae como balde de agua helada, porque se pone extremadamente tenso y se exaltan las venas de su cuello mientras nos mira.
—Sí, vámonos antes de que anochezca —bromea Jared subiendo al lugar del conductor.
Mery se sienta en el asiento del copiloto para estar junto a él, en la parte de atrás Jack Jake se sube primero, después yo, Kian y al final Lauren. Es decir, estoy atrapada entre dos chicos que me atraen de maneras diferentes.
«¡Fantástico!».
En el camino Mery, Lauren y Jack Jake se quedaron dormidos. ¡Pues claro! para ellos era fácil dormir la siesta, los tres se encontraban junto a la ventana, pero yo estaba en un verdadero dilema, sentada al lado de Kian.
¿Por qué no había pedido un lugar junto a la ventana? Seguramente Jack Jake no habría tenido problema de quedar en medio, era tan cordial que me lo habría concedido sin dudarlo.
El brazo de Kian rozaba el mío cuando la camioneta daba vuelta en las curvas de la carretera, lo cual sucedía cada cinco minutos y ese ligero contacto entre nosotros ya me estaba desesperando.
Kian también estaba a nada de dormirse, tenía los ojos cerrados y el cabello le caía sobre la frente, dándole un toque adorable y tierno a sus facciones de chico rebelde.
De un segundo a otro sentí el peso de su cabeza en mi brazo, intenté apartarlo, pero no se movió, ya estaba dormido. Decir que no me afectó ese acercamiento sería una mentira muy grande, porque probablemente ese insignificante contacto sería lo más cerca que podría estar de él en esta vida.
Cerré los ojos y no tardó en invadirme un sueño profundo donde mi vida no era tan complicada y el amor tampoco.
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Despierto al escuchar un par de silbidos de la camioneta, gruño molesta y me paso las manos por la cara. Mi cabeza está recostada en un cómodo cojín que huele a ¿hierbabuena? Un momento, ¿desde cuando mis almohadas tienen ese olor tan refrescante? Allí caigo en cuenta de que no es una almohada, es el regazo de Kian.
«¡Maldición! Me he pasado medio viaje dormida sobre su regazo. ¡Que embarazoso!».
Y eso no es todo, su brazo me rodea el cuello y su mano acaricia mi mentón con delicadeza. Él sigue dormido, sus ojos están cerrados y su boca entreabierta. Me quedo mirándolo como tonta, deseando despertarlo con un beso.
Cuando veo que Lauren se frota los ojos con las yemas de los dedos, me levanto de golpe y mi cabeza choca con el respaldo del asiento. Jack Jake y Kian también despiertan y miran a su alrededor desorientados.
—Vaya, este ha sido el viaje en carretera más largo de la historia —admite Jack Jake abiertamente estirando los brazos con cuidado para no golpear a nadie.
—Sí, pensé que vivías a la vuelta de la esquina —me dice Jared en el asiento de enfrente, sorprendentemente parece estar de buen humor y no parece tener intención de molestarme, por ahora—. Durante el trayecto todos parecían bellas durmientes.
Kian mira su amigo rubio con mala cara.
—No empieces... —le advierte amenazante, frotándose los ojos.
—¿Alguien ha visto la hora? —pregunta Jack Jake abriendo la puerta del auto para bajarse.
Yo bajo de la camioneta enseguida y una vez afuera respiro profundamente, aliviada de tener espacio para respirar, al fin.
«Cuánto te extrañaba aire fresco, nunca vuelvas a abandonarme».
Después bajan los demás y se quedan viendo la impresionante casa rodeada de amplios jardines y áreas verdes, las fuentes de mármol a ambos lados de la entrada y los grandes árboles coloridos que rodean la casa.
—Me gusta tu casa —confiesa Jared inspeccionando los alrededores con perplejidad, parece ansioso de entrar.
—Gracias —le respondo agradecida. No es fácil decir gracias a un chico que nunca se ha comportado amable contigo, así que debería considerarlo un milagro.
—Vamos, mis padres están del otro lado —les digo y todos me siguen.
Comienzo a imaginarme la expresión en la cara de mis padres cuando vean que vengo acompañada de mis amigas y otros tres chicos que nunca han visto en sus vidas.
Mamá los odiará, papá los juzgará, no cabe duda que será así, pero me da igual, lo hacen una y otra vez siempre que les presento amigos nuevos, salvo que esta vez, ellos no son mis amigos, solo son los novios de mis amigas.
Cuando llegamos al patio trasero de la casa mi madre es la primera en saludarnos, se ha puesto un vestido rojo que se amolda a su delgado cuerpo y tiene suelto su rubio cabello dorado, el cual le cae a ambos lados de los hombros.
—Cielo, ya has llegado y vienes con tus amigos —dice lo último con amargura y muestra la mejor de sus sonrisas mirándonos a todos. De ella aprendí como fingir una sonrisa y de papá a reprimirlas cuando es necesario.
Se acerca a nosotros, me abraza a mí primero y después a las chicas, cuando se aparta observa a los chicos con desaprobación total, no lo disimula siquiera un poco.
«Gracias por tu consideración mamá, se nota que los adoras», quise decirle con ironía.
—Cielo, ¿Piensas presentarme a tus... compañeros? —me pregunta arqueando una ceja, aún sin borrar su generosa y falsa sonrisa.
Estoy a punto de presentarle a cada uno de ellos cuando Kian de la nada da un paso hacia ella y le tiende la mano.
—Es un placer conocerla señora Clarke —dice él amablemente—. Yo soy Kian, ellos son Jack y Jared, mis mejores amigos. Nos alegra que su hija nos haya invitado.
Mi mamá estrecha su mano con la de él y les dirige una sonrisa más falsa que las promesas de mi ex, y eso que él era pésimo mintiendo.
—Pasen muchachos, están en su casa —obviamente no lo dice en serio. Que va, seguramente quiso decir: «Espero jamás vuelvan a mi casa».
Las chicas me rodean del brazo y caminan junto conmigo, los chicos caminan detrás de nosotras hablando entre susurros.
—Han llegado a tiempo a la hora de la comida —les dice mi madre y los invita a sentarse en las sillas que rodean la mesa.
Todos tomamos asiento, Jack Jake y Jared se sientan al lado de mí, Mery se sienta en uno de los extremos de la mesa, Lauren y Kian toman asiento del otro lado de mesa. Kian queda frente a frente conmigo, la mesa es lo único que nos separa, pero aun así su mirada es directa, fija y desconcertante.
—Tu padre ha salido a resolver un problema que surgió en el trabajo, y los Roller han tenido que atender un asunto familiar y no podrán venir, solo seremos nosotros —me explica mi madre apenada.
«Genial, esto será aún más incómodo si estamos solos».
—Estamos encantadas de que nos haya invitado señora Clarke —comienza a decir Mery—. Hace mucho que no la veíamos.
—Trabajo todos los días, apenas tengo tiempo para descansar —le explica mi madre y Mery asiente. Toda mi tranquilidad se esfuma cuando veo su mirada fija en los chicos.
«¡Oh no, no ahora! Por favor, ten piedad de tu hija mamá, no lo digas, no lo di...».
—Y ustedes chicos, ¿trabajan? ¿estudian? ¿Ocupan su tiempo en algo productivo?
En pocas palabras quiso decir: «¿Seguirán estudiando o se pasarán el resto de la vida viviendo en casa de sus padres?».
—Mamá —quise advertirle, para que dejara el tema, pero no me escuchó, igual que siempre.
—¿Y bien? —cuestiona con insistencia mirándolos a los tres.
Kian es el primero en hablar, para mi más lamentable desgracia.
—No señora Clarke, mis amigos y yo no trabajamos, pero teníamos una banda hace poco, ahora mismo nos estamos tomando un tiempo, pero... —mi madre lo interrumpe, sabía que lo haría en cualquier momento.
—¿Tenían? ¿quieres decir que han probado suerte con la música, pero lo han dejado? Supongo que ahora se enfocarán por completo en su carrera y se dejarán de juegos, ¿no?
Sabía que diría eso, lo sabía, ¿por qué los invité a venir? ¿en qué demonios pensaba cuando lo hice?
«Maldición Eider, eres una tonta».
—Ellos están terminando el último año de universidad mamá, no hace falta que los bombardees con preguntas —le digo en voz baja mirando mi plato, sin apetito.
—En realidad... —escucho claramente la voz ronca y sensual de Kian. «¿Puedes concentrarte un segundo cerebro?». El chico continúa hablando—. Nos tomamos un año libre y estamos comenzando el tercer año de universidad, ¿y qué? No cumplimos las altas expectativas que usted tiene con su hija, pero sabemos lo que queremos, hacemos lo que nos apasiona y eso es más que suficiente.
«Touche».
Todos lo miramos perplejos, nadie nunca se había atrevido a contradecir a mi madre, a enfrentarla directamente, y hoy Kian la ha dejado sin palabras.
—Eider, tienes unos amigos muy interesantes —dice mi madre mirándome con inquietud. Conozco esa expresión, está molesta, muy molesta, no le ha agradado Kian en absoluto.
«Lo único que me faltaba, que ella odie al único chico que me gusta y con el que nunca podré estar por razones obvias».
Nadie dijo nada después de eso, Mery y Jared bromeaban juntos, Jack Jake me hacía sonreír con sus anécdotas, Lauren reía a carcajadas al escucharlo y Kian tenía una expresión neutral, al igual que la de mi madre.
Cuando terminamos de comer mi madre les ordenó a sus asistentes que recogieran todo. Al final de la tarde todos terminamos en la sala principal, sentados en los sillones y viendo películas. Mi madre había desaparecido desde hacía ya un rato, dijo que tenía dolor de cabeza y subiría a descansar.
Mery y Jared fueron a la cocina a preparar unos emparedados, así que solamente estamos nosotros cuatro. Lauren está sentada en uno de los sillones sobre el regazo de Kian. Jack Jake y yo en el otro sofá.
El silencio en la estancia comienza a sentirse extremadamente incómodo, o quizá solamente yo lo siento así.
Kian y ella no han parado de besarse en lo que lleva la película, Jack Jake y yo los miramos de reojo, y en ocasiones, él me mira a mí y yo a él.
—Eid, iré a retocarme el maquillaje —dice ella con voz chillona, mira a Kian y le da un corto beso en los labios antes de levantarse y desaparecer en el pasillo.
Jack Jake pasa lentamente (y cautelosamente) su brazo por detrás de mis hombros, al ver que yo no me aparto ni le digo nada me sonríe y le devuelvo la sonrisa. Kian no dice nada y no hace nada para separarnos, solo se queda allí, observándonos con los ojos bien abiertos. Yo ni siquiera lo miro, no tiene caso.
Sin pensarlo, me acurruco en los brazos de Jack y descanso mi cabeza en su hombro esperando alguna reacción de Kian, pero él no hace nada. Nada.
—Me gustan las películas que tienen un buen final, cuando los protagonistas se enfrentan a distintas situaciones y las superan juntos, cuando se dan una oportunidad de estar juntos —exclama Kian con la vista fija en nosotros, no en la película.
«Demonios».
No entiendo si está hablando de la película, de Lauren y él o... de nosotros. De cualquier forma, prefiero no saberlo.
—Sí, concuerdo contigo —le dice Jack Jake asintiendo con la cabeza—. A veces debemos arriesgarnos para no quedarnos con la duda de lo que pudo ser.
No sé si lo dice por la película o por él y por mí, pero me hago la disimulada y me alejo de él inmediatamente. Tomo el control de la mesita para subirle el volumen a la película y así no tener que escuchar lo que Kian dirá a continuación.
—Uno nunca sabe lo que pude suceder —exclama Kian tranquilamente, con la mirada fija en mí.
—Los chicos ya han tardado demasiado tiempo, iré a ver si aún no han quemado la cocina —comenta Jack Jake en broma y se incorpora del sillón, alejándose hacia la cocina, dejándonos solos a Kian y a mí.
«Triple demonios».
Deseo con todas mis fuerzas que alguien aparezca en la sala, pero no entra nadie, no llega nadie.
Kian se incorpora del sillón, estira los brazos y mira hacia el pasillo donde han desaparecido todos.
—¿Qué se supone que haces? —le pregunto recargando la mano en el borde del sofá y suspirando con aburrimiento.
—Me aseguro de que no venga nadie —responde del todo despreocupado, después se acerca, pasa por mi lado y rodea el sofá. Siento su mirada a mis espaldas. Repentinamente él se inclina hacia enfrente y apoya los codos en los cojines, a ambos lados de mis hombros. Siento su aliento en mi oído, su cabello acariciando mi mejilla, sus labios acercándose peligrosamente.
Se acerca un poco más a mí para susurrarme con voz ronca:
—Ustedes dos no se verían bien juntos —su respiración acaricia mi piel como una ola de calor cálida, y el aroma de su perfume me embriaga en tan solo segundos. Al ver que no le respondo murmura a mi oído—. ¿Sabes por qué?
—No, yo pienso que haríamos linda pareja —confesé sin apartar la vista de la pantalla.
Él se ríe abiertamente aún cerca de mi oído, y aunque no lo estoy viendo directamente, su risa me hace estremecer al tan solo escucharla.
—Te equivocas —me dice con una sonrisita cínica. Su mano acaricia mi mentón y me hace levantar la mirada hacia él.
—¿Y por qué me equivoco según tú? ¿por qué él es tu mejor amigo? —le pregunto mirando fijamente sus ojos azules, tan profundos como el abismo.
Pone sus manos sobre mis hombros, el contacto de sus dedos es frío, pero yo siento que me quema como los rayos del sol al atardecer.
—No, no se verían bien juntos por una simple razón —se inclina hacia mí hasta que nuestras caras están a solo unos centímetros de distancia y murmura sobre mis labios—. Porque Jack no puede remplazarme, nadie puede y lo sabes Eid. El único que te gusta soy yo, me quieres a mí, no a él.
De repente me sentí acalorada, nerviosa y ansiosa. Si alguno de nuestros amigos entraba y nos veía así, malinterpretarían la situación.
Kian se inclinó un poco más, sus labios estaban tan cerca, demasiado cerca, nuestras bocas estaban a punto de tocarse, pero eso estaba mal, que me dijera eso estaba mal, querer besarlo estaba mal, desear todo lo que deseaba hacer en ese momento estaba terriblemente mal.
En un movimiento rápido me solté de su agarre y me incorporé lo más rápido que pude para alejarme de su alcance.
—¡Déjame en paz!
Kian soltó una maldición por lo bajo y se quedó mirándome aún con los brazos apoyados en el sillón.
Él iba a decirme algo, pero en ese momento todos regresaron de la cocina y volvieron a sentarse en los mismos lugares que ocupaban antes.
—Kian, acércate amor, te he preparado una malteada —le grita Lauren a mis espaldas con voz empalagosa.
Fulmino a Kian con la mirada y vuelvo a sentarme al lado de Jack Jake, dejando cierta distancia entre los dos. Kian resopla y se deja caer en el sofá individual ignorando completamente a Lauren.
Él toma el control de la mesita, recuesta la cabeza en el sofá y apoya su mano en el cojín, y antes de darle PLAY murmura:
—Odio esta película.
No lo digo en voz alta, pero pienso lo mismo que él, odio la película, al final todo se soluciona y los protagonistas terminan enamorados. Los finales felices están sobrevalorados, no entiendo porque la mayoría de las películas proyectan un final perfecto si en la vida real nunca es así, aquí solo puedes arriesgarte, lo demás depende del destino.
«Ese es mi punto y final en el asunto».
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