Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

3 Mala suerte

๑♡๑♡๑♡๑♡๑♡๑♡๑♡๑♡๑♡๑♡๑♡

Al llegar a casa de mis padres, bajo del auto y sigo el camino de piedras que va dirigido hacia la entrada de la casa, cuando abro la puerta blanca lo primero que veo es la espaciosa área del living y a mi precioso gato Espuma caminando con sus diminutas patitas en mi dirección. Espuma es un gatito angora que me obsequió Lauren hace un par de años, y desde entonces se convirtió en la mejor mascota de la galaxia. Su pelaje es blanco, tan suave y esponjoso que le hace parecer un peluche de algodón, su diminuta nariz rosada le da un toque aún más adorable, y sus ojitos son azules al igual que su pequeña placa, que tiene escrito su nombre en cursiva.

Espuma maúlla y pone sus patitas sobre mis tenis. Me agacho y le acaricio la cabeza con delicadeza.

—Hola hermoso, ¿qué tal te ha ido por aquí? —vuelve a maullar y se deja caer en la alfombra, yo sigo acariciando su cabecita durante los siguientes minutos.

Escucho pasos detrás de mí, cada vez más cerca, no necesito ser adivina para darme cuenta que es mi mamá quien se detiene a mi lado.

—Eider, te exijo que lleves a ese gato peludo a cualquier otro lado, no lo quiero aquí, no lo soporto más, se atraviesa por todos lados, deja bolas de pelo en los sillones y en las alfombras que trajo tu padre de Noruega, además, me gruñe cada que le grito, es tan fastidioso, no sé cómo lo puedes querer, ¡es intolerante!

—Yo también me alegro de verte mamá —le digo irónicamente, visto que no se ha tomado la molestia de saludarme antes de iniciar su discurso de reclamos—. Espuma es el mejor gato del mundo y no pienso regalarlo, ¿qué quieres que haga con él?

—Llevarlo contigo a tu residencia, por ejemplo, si quieres hablo con los supervisores para que te autoricen tenerlo, pero en serio hija, llévatelo.

—Ok, lo haré, aunque no creo que me dejen llevarlo a una residencia estudiantil.

—Así será, no lo dudes, de eso me encargo yo —mamá tiene muchas influencias en la universidad, realmente no dudo que convenza a los directivos. Ella suspira aliviada y cambia de tema preguntando lo que suele preguntarme cada fin de semana—. ¿Todo va bien en el colegio?

—Mmmh, sí, no ha ocurrido nada del otro mundo, he estudiado mucho y he pasado tiempo con mis amigas, aunque estos días han estado ocupadas, ya que está semana volvieron a conseguir pareja —confieso con naturalidad resumiendo los últimos días con esas palabras. Mamá me mira fijamente mientras yo acaricio a mi pequeña mascota aún hincada en el suelo.

—Deberías aprender de ellas cielo, podrías salir con un chico de tu clase o con Leonardo, él es elegante, educado, amable y responsable.

—Mantenido por sus padres —añado a su impecable descripción y ella me mira con expresión molesta—. Madre, no creo que quieras que me relacione con los novios de mis amigas, ya sabes, son chicos desastrosos, con tatuajes, de esos que usan ropa oscura y se meten en líos constantemente. Son súper distintos a nuestro mundo —le explico, cambiando de tema. Mi madre me mira horrorizada, como si el tan solo escucharlo le resultará repugnante.

—No lo dirás en serio, si es así te prohíbo juntarte con esa gente, mantente alejada de esos jóvenes maleducados y altaneros, esas personas no deben mezclarse con nosotros.

—Lo sé mamá, no permitiré que se acerquen a mí —asiento, segura de mí misma y de mis palabras.

«Antes muerta que relacionarme con alguno de ellos, especialmente con el estúpido de Kian».

Si el chico fresa me critica tanto y me llama ordinaria cada vez que tiene oportunidad de hacerlo, no merece la pena hablar con él o con alguno de sus amigos.

—Ya mismo hablaré a la residencia para que autoricen lo que te dije —me informa alejándose hacia la cocina—. y respecto al otro tema, no quiero enterarme que te juntas con esos jóvenes vagos, te lo digo en serio Eider, por tu propio bien aléjate de esa clase de gente.

—Te aseguro que no lo haré, nunca pasará, no me juntare con ellos.

Sin embargo, lo que sucedió ese mismo día al anochecer fue una total catástrofe, vaya que lo fue.

| | |

Algunas horas después estoy en la sala principal de mi casa leyendo un libro. Mi mamá se acerca y toma asiento en el sofá individual ubicado al lado de la ventana.

—Me dijeron los guardias que no hay problema —comenta y suspira con alivio—. Sin embargo, tendrás que meter a tu bestia a escondidas a la residencia para que nadie se dé cuenta.

—¡Espuma no es ninguna bestia! —le aclaro por centésima vez.

—Como sea, ahora empaca su casa y todo lo le pertenezca y sácalo de esta casa ya mismo. Ve a la residencia que ya es tarde y tienes mucho que estudiar —dicho esto se incorpora y se aleja hacia las escaleras hasta que desaparece de mi campo de visión.

—Si mamá, también me dio gusto verte —exclamo irónicamente.

Media hora más tarde salgo de mi casa con las pertenencias de mi gato y con Espuma en mis brazos. Camino hacia mi coche, guardo sus pocas cosas en el asiento trasero y lo meto dentro del coche.

—Bien amigo, solo somos tú y yo de ahora en adelante —le digo mostrándome sonriente mientras me pongo el cinturón de seguridad—. Será complicado meterte dentro de la residencia sin que nadie nos vea, mi habitación se encuentra en el segundo piso, pero no hay misión imposible para Eider Clarke —Espuma maúlla un par de veces y se acomoda en el asiento, enrollándose para tomar una larga siesta.

Le lanzo un beso por el espejo retrovisor, pongo mi estación de radio favorita, enciendo el motor del auto y me pongo en marcha.

| | |

Al llegar a mi lugar de destino, estaciono mi auto en el sitio de siempre. Miro cautelosamente hacia todos lados, asegurándome de que nadie se dé cuenta de lo que hago.

Bajo del auto y meto a Espuma dentro de mi bolso, mientras lo hago siento la presencia oscura de alguien que se encuentra parado al lado de mi coche.

—Te han dicho que eres rara —exclama ese alguien a mis espaldas. Volteo y veo a nada más y nada menos que Kian mirándome con el ceño fruncido y los brazos cruzados.

«¡Maldición!».

Me sobresalto del susto. —Otra vez tú, ya cómprate una vida y deja de molestarme, no tengo tiempo para discutir contigo —paso por su lado y camino a prisa hacia la residencia, desafortunadamente él camina detrás de mí, siguiéndome el paso—. ¿en serio no tienes otra cosa que hacer?

—Déjame pensarlo... no —lo miro con fastidio y avanzo a través del solitario pasillo a pasos rápidos mirando en todas direcciones. Mis pasos y los de Kian hacen eco en los pasillos, irritándome aún más. Todo parecía tranquilo, no había ruido, me sentía aliviada de eso, pero de la nada escucho voces acercándose y me detengo bruscamente a medio pasillo.

—¡Oh, mierda! —veo sombras aparecer al fondo de un pasillo, definitivamente Kian me da mala suerte—. ¡Demonios! —abro un cuarto oscuro y me meto dentro del mismo, y ya que sería sospechoso que él este solo por aquí, le sujeto de la chamarra y lo meto junto conmigo cerrando la puerta para que no nos vean.

—Pero, ¿qué crees que haces? —me reclama él molesto. Escucho los pasos cada vez más cerca, poniéndome los nervios de punta.

—Silencio —coloco mi mano sobre su boca para que no hable más, algo que, si me permiten aclarar, habría preferido no hacer jamás.

El pelinegro se queda mirándome por un momento que me parece eterno y yo también lo miro a él, enfrentando directamente las llamas que reflejan sus ojos. De la nada coloca su mano sobre la mía y aparta mi mano de su boca como si le hubiera quemado. Yo retrocedo un paso, busco el apagador y al encontrarlo enciendo la luz del pequeño cuarto de servicio.

—¿Por qué me metiste aquí? —cuestiona confundido, con el ceño fruncido. Yo debería ser quien esté confundida, él aún no ha soltado mi mano ni se ha apartado lejos de mí.

Lo miro con disgusto y le respondo su pregunta con otra pregunta.

—¿Por qué no dejas de hacer preguntas sin sentido?

Me suelta la mano y pasa por mi lado. —Como sea, ¡yo me largo! —coloca su mano sobre el pomo de la puerta dispuesto a salir de aquí, al instante le doy un empujón y él choca contra la pared golpeándose la cabeza con una escoba.

—Tú no te vas de aquí hasta que no estemos seguros que nadie está afuera, podrían malinterpretar la situación.

Kian se soba la cabeza y una sonrisita divertida se forma en las comisuras de sus labios.

—¿Qué? ¿Crees que pensarán que estábamos juntos en un armario liándonos o algo por el estilo? —me pregunta dirigiéndome una mirada pícara e indiscreta.

—¡Claro que no quise decir eso, imbécil! Además, yo no te dije sígueme.

—Y yo no te dije enciérrame, pero lo hiciste, añadiendo a eso las palabras que pronuncias con tu linda boca, no sabía que las nerds tenían en su vocabulario las palabras; mierda, imbécil, joder o estúpido —dice del todo irónico.

«De verdad quisiera darle un puñetazo en la nariz y después salir corriendo».

—Estoy en un asunto importante ahora mismo, así que cierra la boca, ¿quieres?

—Ahora has dicho que cierre la boca —me reclama ofendido cruzándose de brazos, yo disimulo mi sonrisa al escucharlo—. dices que estás haciendo algo importante, dime ¿qué puede ser más importante que ir a una fiesta con mi chica? Ya claro, déjame que responda eso, que su amiga nerd me impida salir de un armario, dicho así parece una total locura.

—Locura la de mi amiga por querer salir con un chico como tú.

—¿Qué? ¿acaso los chicos como yo no son dignos de tu amor? Eso quieres decir, ¿Crees que es fácil para mí fingir una sonrisa cuando tengo una vida de mierda detrás mío? —grita a pocos centímetros de mi rostro, molesto por alguna razón que no entiendo.

Me pongo nerviosa por su cercanía y evado su pregunta.

—No te pedí que empezaras a seguirme, ¿o sí?

—Lau me pidió que te esperara y te llevara conmigo a la fiesta, lo cual me parece ilógico porque a ti no te va ese ambiente.

—Lo más ilógico es que siendo tú su novio te haya dejado a cargo de su amiga la nerd, ¿no crees? —confieso con una sonrisa burlona—. A lo mejor se dio cuenta que no vales la pena y quiso deshacerse de ti está noche.

—¿Insinúas que ella no me soporta? —su cara parece todo un poema en este momento, su rostro está rojo de furia y sus ojos parecen un láser a punto de disparar a su objetivo.

—Claro que no —respondo irónica—. insinúo que si eres su novio deberías estar allá con ella, no conmigo.

—Lo hizo... porque se lo pedí — admite por lo bajo, casi sin querer hacerlo.

—Tú... ¿se lo pediste?

—Sí, ¿te molesta? —me pregunta algo enfadado o quizá nervioso.

«¡Concéntrate, Eid! ¿Nervioso de qué? deja de imaginar cosas donde no las hay, lo único que este chico pretende es sacarte de tus casillas y volverte loca».

Nos miramos fijamente, él se agacha a mi altura y en ese instante siento mi corazón dar un vuelco.

Sentí su mano rozar la mía suavemente y justo cuando pensé que ocurriría algo entre nosotros, Espuma saltó de mi bolso y le rasguñó el brazo a Kian.

—¡Ah, mierda! —maldice furioso agarrándose el brazo—. ¿esa cosa es tuya?

—No es una cosa, es mi gato Espuma —repito lo mismo que le dije a mi madre.

«¿Por qué nadie llama a mi gato por su nombre? Siempre le dicen bestia, bola de pelos o cosa. Que frustrante».

Kian nos fulmina a mí y al gato con la mirada.

—Así que intentabas meter esa cosa a la residencia sin que nadie se diera cuenta —exclama con el ceño fruncido mirando el rasguño sangrante en su brazo.

—¡No te incumbe saberlo! —lo empujo con fuerza y salgo del armario de limpieza, meto a Espuma dentro de mi bolso de nuevo, entro al elevador y lo cierro antes de que Kian vuelva a alcanzarme.

Veo que intenta llegar a tiempo para entrar al elevador, pero este se cierra en el segundo indicado, yo sonrío victoriosa para mis adentros.

«Hasta la vista idiota».

Al llegar arriba se abren las puertas del elevador, me emociono al no ver rastro de él alrededor. Camino dos pasos e inesperadamente siento que una mano me sujeta del brazo.

Kian me hace retroceder y mirarle de frente.

—¿Con que a eso jugamos, Eid?

—¿No tenías que irte a la fiesta esa? —expreso con cansancio, soltándome de su agarre, por un momento pensé que ya se había ido y me dejaría tranquila.

«Ja ja, como si eso fuera posible».

—No pienses que esto se quedará así —señala su brazo, que está sangrando donde el gato le rasguñó.

—¿Quién te manda a meterte donde no te llaman? —abro la puerta de la habitación y dejo a Espuma en el suelo.

—Nadie, fui yo quien quiso quedarse, aunque me tuviera que cruzar con la amiga ordinaria de mi novia.

Volteo a verlo fulminante. —No me llames ordinaria, solo soy distinta —alzo los hombros restándole importancia—. y para que te vayas enterando, mientras a mí me guste ser quien soy, la opinión de los demás me vale un cuerno, incluida la tuya.

Voy a mi cuarto, busco el estuche de primeros auxilios, al encontrarlo saco el agua oxigenada, un algodón y regreso a la pequeña sala.

—Y bien, ¿dejarás que te cure? — le pregunto sin mirarlo a los ojos. Él me observa sin parpadear, parado al otro lado de la puerta, yo rodeo los ojos, me acerco y lo empujo hacia adentro cerrando la puerta—. No tengo toda la noche —le digo que se siente en el sillón y él solo se queda mirándome.

«¿Qué demonios le pasa? ¿Los extraterrestres me han escuchado y se habrán apoderado de su cerebro? Si es así les estoy muy agradecida».

Suspiro, agotada, lo obligo a sentarse en el sillón y me siento a su lado, manteniendo cierta distancia entre los dos.

Comienzo a pasar el algodón sobre el rasguño de su brazo. Delicadamente sostengo su mano con mi mano izquierda y no me atrevo a mirarlo a los ojos, porque, aunque sea difícil para mí admitirlo, su mirada fija me intimida.

—Lamento que Espuma te haya rasguñado, nunca lo hace, ¡salvo cuando se cruza con almas desquiciadas! —sonrío por mi comentario.

—No dudo que tenga mal carácter como su dueña —exclama risueño lamiéndose los labios de forma sexy.

«¡Calla ahora cerebro! ¡Concéntrate!».

Lo miro en ese momento y siento una corriente de electricidad recorrer mi cuerpo al cruzar mis ojos con los suyos, ante esa sensación se me borra por completo la sonrisa y a él igual.

Kian se pasa la mano libre por la nuca y se aclara la garganta antes de decir con voz ronca:

—¡Debería irme! —se levanta rápidamente del sillón y yo asiento con la cabeza—. Se hace tarde y por lo visto no irás a la fiesta.

—Iré a la próxima, ahora tengo que ideármelas para que nadie descubra que tengo a Espuma aquí.

—Bien, adiós Eidnaria.

Lo miro mal, diciéndole «¿es en serio?» con el pensamiento.

«Este chico es un especialista en arruinar los buenos momentos».

—Ya vete, Kian —al escucharme alza los hombros y sale del dormitorio ocultando su sonrisa.

Respiro al fin con tranquilidad, con él aquí el aire y el ambiente se sienten pesados, todo se siente pesado.

«Y maldita sea, su actitud conmigo sigue resultándome inquietante, muy inquietante, a decir verdad».

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro