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Sirviendo al omega

Asule estaba en la biblioteca general, como la mayoría del tiempo, leyendo diversos libros. Hacerlo ayudaba a que su mente divagara y no pensara en su realidad. Pero la tranquilidad no duró mucho. Afuera había varios discípulos murmurando entre ellos. Su ceño se frunció y se levantó a ver qué ocurría.

-Joven señor- uno de los discípulos se alarmó cuando lo vio salir. El resto lo copió haciendo una reverencia.

-¿Qué sucede?- la voz del omega como siempre era melodiosa y no dejaba en evidencia sus verdaderos sentimientos.

-Joven señor, la verdad es que…

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Tanto Ishaia como Zachaly no podían creer que eso estuviera ocurriendo. ¿Por qué demonios su padre los había enviado a ellos en lugar a su hermano Judhar. La excusa de que ellos eran los mejores para cumplir el castigo sin dejar aún más en ridículo a la secta, era tan absurda que solo hizo rabiar a los dos alfas.

Ellos no habían tenido nada que ver con los actos atroces de su hermano. Pero como siempre les tocaba pagar los platos rotos. A saber que les harían en aquella secta. La suya había mancillado al mejor omega de a generación y el castigo por eso no sería pequeño.

Y eso era lo que se reflejaba en los orbes de Dilraba sentada en su asiento mientras ellos dos se mantenían arrodillados con sus manos sujetas a su espalda.

-En serio Kansel está jugando conmigo- ella gruñó desfigurando su hermoso rostro- Mandar a sus dos hijos menores y además alfas- soltó una carcajada -De verdad desea verlos muertos-

Nada más lejos de la realidad. Quien demonios mandaba a dos alfas jóvenes y con un cuerpo ferviente a un nido de omegas. Pues Kansel por supuesto. Alegaba que su entrenamiento para mantener el control sobre si mismos era su mejor arma. Pero eso era una cosa y otra muy diferente la situación actual.

-Bueno, no importa- ella se levantó en todos sus centímetros dándole a entender quién era la que mandaba- Una vez que pusieron un pie en este lugar están bajo mi jurisdicción. No se preocupen, haré que paguen toda la vergüenza a nuestra secta- alzó la cabeza- Sáquenlos afuera y denles 20 azotes a cada uno en la espalda. Que sufran por dañar a la pieza maestra de todo este lugar. Y este es solo el inicio-

Tanto Ishaia como Zacha quisieron gruñir y opacar a la omega con sus fuertes feromonas pero los collares en sus cuellos mantenían su parte más salvaje suprimida totalmente. Resultado, solo su fuerza, sus alargados colmillos y su marcado cuerpo era lo único que los diferenciaba de un beta. Incluso la mitad de su cultivo había sido sellado.

Ambos sintieron cuando fueron levantados para sacarlos al exterior cuando una voz irrumpió.

-Esperen-

Asule pasó con paso ligero por su lado y se detuvo delante de ellos. Los alfas se quedaron mirando la hermosa curva de la espalda del omega enfundado en una ajustada y simple túnica de color claro que se fundía con su piel de porcelana. Había pasado tiempo desde que lo habían visto por última vez pero aun así podía cautivarlos solo con su imagen.

-Asule ¿qué pretendes?- la voz de Dilraba era baja.

El omega bajó la cabeza he hizo una leve reverencia.

-Madre, te pido que me dejes a estos dos alfas a mí-

La petición impactó a más de uno pero por la seguridad que la había soltado el omega se notaba que no estaba jugando. Ishaia y Zacha fueron los más conmocionados.

-¿A qué se debe esto Asule?-

El nombrado no cedió.

-Usted puede golpearlos, encerrarlos, pero ellos son alfas, su orgullo está diseñado para que eso no les afecte lo suficiente. Pero puede imaginarse como se sentirían si tuvieran que servir a un omega y más alguien con mi rango- el silencio en la sala era mortal- Eso sería su mayor humillación.

Si los alfas, antes habían sentido algo de emoción por volver a ver y oler al omega, ahora esta se había difuminada siendo reemplazada por la rabia. Su intención no era ayudarlos, era hundirlos más de lo que ya estaban.

Los segundos en los que Dilraba se mantuvo pensativa fueron eternos, pero después una sonrisa cruzó su rostro.

-Asule, mi hermoso hijo, se nota que saliste de mis entrañas- se sentó nuevamente- Haz como quieras. Que sean tus perros y destruye el brillo de sus ojos. Qué sepan que los omegas no somos seres que pueden aplastar como les venga en gana.

-Sí, madre- Asule hizo una nueva reverencia y se dio media vuelta- Tráiganlos conmigo a mi pabellón- ordenó a los betas que pronto estuvieron levantando a los alfas y empujándolos fuera.

Asule caminaba con las manos detrás de su espalda. Su paso era tranquilo a pesar de que era evidente la tensión en sus hombros. En ningún momento los miró. Era como si los tratara como completos extraños, como si nada de lo ocurrido entre ellos tres hubiera sido real. Y eso era frustrante tanto para Zachaly como para Ishaia. No habían sido ellos los que habían dado los primeros pasos en sus encuentros. Aunque de que se les había ido la mano sobre el omega, como que eso no se mencionaba. Podían recordar la expresión de pánica iluminaba por la luz de la luna, de aquella noche.

En su camino hacia el pabellón del omega que se encontraba alejado de los concurridos salones centrales, se encontraron tantos omegas y betas que se alejaban ante la presencia intimidante de los alfas. Ellos les sacaban con creces una cabeza a cualquiera de allí. Su genética era buena después de todo. Pero lo que más les impresionó fue el respeto hacia Asule. A pesar del miedo que podían tenerles a ellos dos, mantenían la etiqueta y saludaban al omega.

Llegaron al pabellón minutos después y las puertas fueron abiertas. Dentro de los altos muros cubiertos de hiedra se encontraban un complejo de edificaciones que rodeaban un gran jardín con un estanque. En aquel lugar estaba todo lo que el Asule necesitara. Una cocina, una biblioteca más personal, un salón de entrenamiento, un estudio, una habitación vacía y la que le pertenecía a él que se encontraba en la construcción más grande y al lado, el baño con un pequeño espejo de agua detrás, apenas visible. Era una vista magnifica y elegante.

-Pueden soltarlos- les ordenó a los dos guardias que vacilaron al inicio pero los dejaron libres tras la mirada del omega. Acto seguido dieron media vuelta y salieron.

-Joven señor- un chico se acercó corriendo hacia él. No debía tener más de 17 años. Era delgado, con el cabello corto, algo rizado y de color zanahoria claro. Sus ojos eran marrones y muy risueños. Dio una marcada reverencia en cuanto llegó y después se quedó con la boca abierta al enfocar a los recién llegados. Nunca se imaginó que tendría la oportunidad de tener al frente a las dos personas más rumoreadas en la secta.

-Riki, a partir de hoy ellos serán mis sirvientes. Enséñales la etiqueta y el comportamiento que deben tener en este lugar- fue lo único que dijo Asule aun sin mirarlos y caminó hacia su estudio dejándolos junto al beta.

El chico con una sonrisa despidió a su señor y se giró hacia los alfas. Ishaia fruncía el ceño y Zacha mostraba sus colmillos. Se notaba que estaban molestos.

-Hubiera preferido que me hubieran partido el culo a golpes antes de ser un sirviente- Zacha murmuró. A su lado Ishaia chasqueó la lengua pero no estaba en desacuerdo con su hermano.

-Ustedes…realmente son afortunados- exclamó el pequeño beta con una sonrisa.

Los ojos de Ishaia se entrecerraron.

-¿Afortunados dices? Nos acaban de convertir en sirvientes-

-Y deberías agradecer por eso. Ahora están bajo la protección del joven señor Asule- su sonrisa se hizo más amplia- No pudieron pedir nada mejor-

Los hermanos se quedaron atónicos. Riki se revolvió el cabello.

-Para ser alfas pueden ser un poco lentos- levantó las manos en son de paz cuando estos le gruñeron por la ofensa- A ver, como les explico. Este lugar…no es tan perfecto como se aparenta. ¿Por qué creen que el joven señor vive apartado? Es para tener tranquilidad. Si él no hubiera intervenido estoy seguro que estarían dentro de una celda recibiendo tantos castigos físicos que ni siquiera ustedes, con esos cuerpazos los hubieran podido soportar. Aquí hay algunos que tienen cierto rencor a los alfas-

-¿Estás diciendo que debemos tragarnos nuestro orgullo siendo tratados como perros?-

Riki resopló.

-Ustedes. Se nota que no conocen al señor Asule. A pesar de aparentar ser frío es alguien muy bueno. Soy prueba viviente de su bondad, a mí me acosaban aquí por ser bastante pequeño y sin habilidad para cultivar. Además no suele castigar y siempre que sigas el protocolo no es exigente y sobra el tiempo para dedicárselo a uno mismo. Él es bastante independiente. Les digo, si este es su castigo lo sentirán más como unas vacaciones-

Ishaia miró a Zacha y no supo que pensar. El chico tenía razón pero no conocían a Asule tanto como para predecir que iba a hacer. Por el momento la rabia que estaba en su cuerpo por la humillación solo mermó ligeramente.

-Bueno chicos, les voy a decir cómo deben actuar- les indicó que lo siguieran- En primera, deben llamarlo Joven señor, o Joven señor Asule, nunca su nombre a secas. Aquí en la secta el status es muy importante y el que podía sufrir las consecuencias sería él por no reprender bien a sus sirvientes. Nunca deben interrumpirlo cuando está refinando a menos que se los pida, debe tener una concentración divina para su trabajo. Nunca entren en su habitación a menos que se les diga o yo lo permita. Se baña con agua caliente que tengas hojas aromáticas. Su té siempre debe estar en la temperatura adecuada para que sus labios no se quemen. Nunca se le debe servir carne en la comida, ni alimentos con grasa, ni dulces. Están estrictamente prohibidos por la líder de la secta, eso puede hacer que engorde. Su mesa debe estar servida a las horas indicadas y cero bocadillos nocturnos, al igual que el alcohol. El lugar siempre tiene que estar limpio. Sus túnicas deben estar impecables para cuando desee usarlas. Algo más que se me olvide. A sí. No hacer ruido cada vez que vuelva de refinar, ni perturbarlo. Siempre gasta mucha energía cuando lo hace y necesita descansar el resto del día. Si me acuerdo de algo más les diré-

Zacha alzó una ceja.

-Para ser alguien que no es muy exigente hay bastantes reglas en este lugar-

Riki se giró y puso las manos sobre su cintura encarándolos.

-Mientras la vida del señor Asule pueda ser más fácil, no importa si se le malcría aún más. La mayoría las he puesto yo, aunque ya que soy el único aquí y el que más experiencia tiene de los tres eso me pone como su supervisor. Y no soy un jefe fácil. Espero poco de ustedes-

Y eso dejó descolocado a los dos alfas.

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