Los alfas sumisos son lindos
-¿Qué haces alfa?
Esa era una muy buena pregunta. La cual tenía muchas respuestas como:
-besarlo
-violarlo
-golpearlo
-humillarlo
-abrazarlo
-devorarlo
Entre muchas opciones, sobre todo porque el cerebro de Zacha era un total caos en ese mismo momento. ¿Por qué demonios, ese mismo omega que supuestamente los había rebajado a ser simples criados, a ellos, dos alfas, olía tan bien?
Gruñó contra la mano de Asule y sacó su lengua lamiendo su palma de arriba abajo. El mayor, ante esta acción apartó su mano, sorprendido, dejando su rostro al alcance del otro. Y Zacha no se detuvo, se inclinó aún más y buscó sus labios, mordiendo el inferior para mantenerlo quieto cuando el omega quiso retroceder.
Era un gruñido de advertencia. Uno muy fuerte, y ya que sus feromonas no podían ser expulsadas al menos tenía aquello. Sus ojos se dilataron y poco enfocaron el rostro del omega tranquilo que no se movió aun manteniendo el contacto en aquella sensible zona.
Zacha sonrió internamente. En ese momento era su parte más salvaje la que lo había tomado el control. Que decía, desde el momento en que el omega lo había tocado y su delicioso olor había entrado en su nariz había perdido el control de sí mismo. Porque después de todo. Asule hacía gala a ser el omega más cotizado de aquellos tiempos.
Su lobo interior se removió dentro de él al sentir el sabor de los labios del chico. Normalmente Zacha no dejaba que esa parte de él estuviera a la deriva, reconocía que ese ente interno era muy violento, mucho más de lo que creían los demás y si no hacía algo terminaría violando s Asule en aquel lugar.
Pero no podía detenerse. Su mano viajó a lo largo del pecho cubierto por la húmeda túnica hasta llegar a la estrecha cintura y la apretó ligeramente. En aquella zona era donde ese omega cargaría cachorros. Se hincharía después de aparearse con un alfa que lo anudara. De seguro sería realmente lindo verlo así.
El alfa gimió mientras seguía chupando los labios del omega que no se movían a menos que él los forzara. Era un beso húmedo pero no profundo, a pesar de sus avances, el omega no habría sus labios para él.
Esto no le gustó a Zacha. Quería impregnar al omega con su olor de adentro hacia afuera. Sí, eso haría. Dejó salir un poco más sus colmillos para morder el labio del chico y hacerse camino cuando un fuerte dolor recorrió su abdomen. Un dolor cegador como si algo de metal le hubiera atravesado su estómago.
Asustado soltó los deliciosos labios dejándolos levemente rojos y miró hacia abajo.
Esperó encontrar sangre. Aquello había dolido como si hubiera sido apuñalado pero en su lugar encontró a solo centímetros el puño cerrado de Asule que se retiraba envuelto en una leve capa de energía qi. Lo había golpeado con ella, con razón la fuerte pulsada que le hizo darse cuenta entonces que estaba casi paralizado.
-Ya enfriaste tu mente- escuchó la voz de Asule, suave, tranquila, imperturbable y alzó la cabeza encontrando que este sonreía de forma extraña- Escúchame bien, alfa, esta vez permití que me pusieras las manos encima, pero te prometo que la próxima vez no seré tan condescendiente- inclinó la cabeza seductoramente- Si deseas tocarme tienes que esperar a que yo lo permita, no te tomes atribuciones. Estás en mi territorio, y aquí mando yo-
Se inclinó y le dio un sonoro beso en la mejilla aunque había más advertencia en ese beso que sentimientos.
-¿Has entendido alfa?- le dijo suave contra la piel rozándola con los labios aun húmedos de la saliva del alfa.
Zacha se quedó aún más helado de lo que estaba ya. Pero qué demonios era lo que había ocurrido. En qué momento los papeles se habían invertido. Iba protestar forzando su cuerpo a moverse pero solo sintió que algo golpeaba con fuerza su cabeza haciendo que se lazara del cuerpo de Asule y callera hacia el otro lado como un cuerpo pesado sin movimiento.
-¿QUÉ DEMONIOS CREES QUE LE ESTÁS HACIANDO EL JOVEN ASULE- el grito de Riki hizo retumbar hasta los muros.
El pequeño beta venía corriendo con otro de sus zapatos en su mano para lanzárselo relleno con algo que guardaba en ese momento.
-Maldito alfa, ponerle las manos encima al joven señor, como te atreves, como te atreves- Riki estaba tan molesto que lloraba. Su rostro estaba totalmente rojo.
Por su parte Zacha no podía ni siquiera gruñir, cada fibra de su cuerpo estaba paralizada hasta saber cuándo. EL golpe del omega si había sido realmente certero. Su núcleo se vio afectado directamente por lo que de seguro le tomaría más de media hora moverse por sí solo. Ya sabía una de las razones por la que un simple omega no le temía a los alfas o a los más fuertes que él.
-Riki- la voz suave de Asule hizo que el beta se detuviera antes de que hiciera una locura- Cálmate y sírveme el desayuno-
El omega se levantó de forma elegante como si la escena anterior solo hubiera sido una simple historia. Se acomodó un poco su ropa desarreglada y húmeda y se corrió el corto cabello hacia atrás. A pesar de todo se veía perfecto o eso pensó Zacha que no pudo evitar fijar su mirada en él.
-Pero señor Asule- Riki sollozó, el atacado parecía él- Ese alfa, ese alfa…-
La mano del mayor se posó sobre su mejilla con un toque delicado.
-Ya le enseñé algunas cosas- su dedo limpió una de sus lágrimas y le sonrió sin mucha emoción- Acabo de terminar de entrenar, tengo hambre- el tono que empleó aunque fue melodioso, Riki lo conocía bien.
Fin de la discusión.
-Si mi señor- se alejó dando una reverencia y dándose la vuelta para cumplir la orden. Asule no era de los que regañaba, ni era un jefe explotador, pero no era de los que podía provocar sin recibir consecuencias. El alfa tirado en el medio del bajo estanque era prueba de ello.
Cuando corrió hacia la orilla se dio cuenta que había una persona viendo la escena con cara desencajada. Ishaia se había levantado de golpe por el fuerte grito y había salido corriendo preocupado por si algo le había ocurrido al mencionado en esas palabras. Apenas se había puesto las botas y la túnica superior malamente y que en ese momento abrochaba.
Lo que no esperaba era encontrarse a Asule en el suelo, a su hermano a su lado medio aturdido y un beta corriendo como loco hacia allí. Era todo un espectáculo.
Sus ojos se fijaron en el omega una vez que este habló con el beta y pareció controlarlo. El menor estaba muerto en lágrimas. No entendía que había pasado pero algo le decía que no debía hablar o sino…
Una sensación de deja vú lo atravesó cuando su mirada se encontró con la del omega. Este le sonrió y caminó hacia él. Su cuerpo esbelto y lleno de curvas era aún más notorio debido a la tela que se pegaba a él. Ishaia tragó en seco y más cuando el omega se detuvo delante de él.
-Qué bueno que despertaste alfa- alzó una mano y acomodó uno de los mechones del cabello oscuro del alfa que estaba muy mal ubicado de haberse despertado corriendo y ladeó la cabeza hacia el alfa boca arriba en el estanque- Tu hermano no se podrá mover por al menos la próxima hora. Encárgate de él-
Si no fuera por las últimas palabras y de lo que tenía que hacerse cargo hubiera disfrutado del movimiento del omega y de la sensación de que lo tocara, aunque sea su cabello. En cambio su ceño se frunció y gruñó en dirección a su hermano.
Pero a diferencia de su hermano que tenía la lengua suelta, él era de los que se reservaba las cosas más para sí, por lo que se mordió el labio para no soltar una palabrota y molestar más al omega. El olor de este se notaba un poco rancio aunque casi era imperceptible.
Cerró los ojos y asintió con la cabeza. Asule le sonrió y le recorrió la cabeza con la punta de su limada y pulcra uña.
-Si los alfas supieran lo lindo que se ven cuando actúan sumisos quizás no actuaran como lo hacen-
Ishaia abrió los ojos y lo enfocó. En contraste con su tierna caricia, sus palabras eran como espadas que lo atravesaban. Para un alfa actuar sumiso era casi una falta de respeto para sí mismos y más delante de un omega. Su humor se volvió aún más agrio, pero igual, mantuvo la boca callada.
No importaba lo mucho que Asule dijera o los pudiera humillar, había algo dentro de él que de alguna forma pedía su sumisión. Una vez que el omega estuvo consiente que el alfa había entendido enderezó su espalda y siguió caminando en dirección al baño. Tenía que cambiarse primero.
Ishaia entró al estanque con pasos pesados y se detuvo delante de Zacha que lo miró desde abajo con una mueca en los labios.
-Hola hermanito, siento joderte el sueño-
Ishaia apretó sus manos.
- Vaya momento para dejar salir tus instintos - le gruñó en voz baja- En estos momentos tengo ganas de dejarte aquí mismo-
-Alguien te ordenó que no lo hicieras- Zacha lo provocó pero después cerró los labios. Conociendo a su hermano, de seguro le daría la espalda y se iría, y eso no era bueno.
Sobre ellos el cielo comenzaba a nublarse. Pronto comenzaría a llover.
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