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Alfa, necesito tu ayuda

A pesar de sus aspectos que rodeaban los 50 años, todos los líderes de secta que estaban tranquilamente sentados unos frente a otros pasaban con creces los 90 años. Todos habían alargado su vida a través de su vasto cultivo por lo que nadie sabía realmente su edad real.

Kansel era un buen ejemplo de aquello. Secretamente rondaba los 200 años naturales pero eso era algo que guardaba muy en secreto. Su mirada en ese momento estaba fija en la hermosa mujer que tomaba té sin ser perturbada. Dilraba, líder de la sexta Flor Escarlata había llegado aproximadamente a mitad del festival y después de un simple saludo solo había sentado sin mediar muchas palabras a pesar de los diversos esfuerzos de los demás de sacarle tema de conversación.

-Dilraba- Kansel la llamó con una leve sonrisa en sus labios. Esta alzó la mirada apartándola de su taza de té- Hoy hemos conocido a su hijo, es realmente impresionante-

Dilraba bajó la taza mostrando una inclinación en sus labios.

-Asule es el mejor omega de toda mi secta, por supuesto que es impresionante- dijo sin ningún recato.

Kansel inclinó la cabeza entrecerrando los ojos.

-Me encantaría saber quién es el padre de ese prometedor hijo-

La espalda de Dilraba se puso tensa pero no lo reflejó.

-Alguien sin importancia Kansel- le respondió lentamente- Asule es mi hijo y solo pienso en su futuro, el pasado es algo que se debe dejar enterrado-

-En ese caso de seguro ya tiene a alguien en mente para que sea su pareja- otro de los líderes le preguntó intrigado.

Ella asintió con la cabeza.

-Sí, tengo a alguien en mente ya que para mi hijo solo busco lo mejor. Muy pocos pueden estar a la altura de él- miró a Kansel- Judhar, su hijo mayor es un buen candidato y le gustó mi hijo aquella vez que estuvo en mi secta.

El ceño de Kansel se frunció marcadamente aunque se mantuvo en silencio. Unir a su hijo con aquel omega, no era una mala idea y el resto de los líderes no parecían que les molestara esto. Todo sería de maravillo si él no tuviera una sospecha que le había quitado el sueño desde la última vez que se había encontrado en secreto con Dilraba cuando ella había caído misteriosamente en celo años atrás aunque las cuentas se desfasaban un poco si analizaba la edad de Asule, pero no era de los que descartaba las posibilidades tan fácil.

-Veo que está muy interesada en mi hijo- dijo midiendo sus palabras- me gustaría hablarlo bien con Judhar después de todo no me ha comentado nada sobre el tema- sonrió agarrando con fuerza la taza de su mano. Y no era lo único que tendría que explicar, sino también la razón de cómo había llegado a parar a aquella secta.

Dilraba abrió los labios para hablar cuando el sonido de la explosión en el cielo de un talismán anunció la culminación del Festiva y pronto en el horizonte se vieron las diferentes siluetas de todos los participantes volviendo de regreso.

-Continuemos esta interesante conversación después- Kansel se levantó y caminó hacia el borde de la tarima con los brazos detrás de su espalda. No faltó mucho para que todos los participantes se fueran agrupando y muchos de ellos comentaban y mostraban las piedras que habían ganado tras derrotar a las diferentes presas.

Pudo ver como su hijo mayor se retorcijaba mostrando una inmensa piedra de color azul claro de alto nivel mientras, al otro lado de la plaza Ishaia estaba con los brazos cruzados muy tranquilo, como si no quisiera intercambiar con nadie. Thorent por su parte estaba junto a Zachaly no muy lejos y ambos se enseñaban algunas piedras de menor nivel que habían obtenidos.

Pero no fue eso lo que le llamó la atención. De todas las personas la única que no estaba presente era aquella que resaltaba con creces por encima de todos. Asule no había vuelto.

Alzó la mirada para ver si venía pero en cambio una gruesa silueta oscura y deforme se acercaba con tanta velocidad que para cuando reaccionó ya estaba sobre ellos.

-¿Qué demonios es eso?- uno de los discípulos gritó tapándose los ojos ante las inmensas ráfagas de aire que eran impulsadas por las bestias sobre sus cabeza.

Con inmensas alas, un cuerpo robusto, un largo cuello y una similitud con los antiguos dibujos a dragones demonios, la criatura sobre ellos era realmente una amenaza. Los líderes de secta se levantaron todos y dos de ellos conjuraron un hechizo comenzando a levantar una barrera pero con un rugido hizo que esta se quebrara.

-Es inútil- gritó Kansel- los hechizos no funcionan con los demonios de ese nivel- el alfa buscó la empuñadura de su espalda- Protejan a los discípulos yo me encargo-

Sabía que lo que tenía delante era lo que se llamaba un guardián del infierno. Demonios que habían nacido ante la locura de millones de humanos. Estaban tan contaminados de energía resentida que aquel que fuera herido por alguna de sus alas moriría para convertirse en un cadáver sin derecho al descanso eterno.

No era algo que se debía tomar a la ligera, y con tantas personas y si ser efectivos los hechizos de talismanes como que la situación se tornaba bastante desfavorecedora.

Pero antes de que terminara su frase el cuerpo del demonio se estrelló con fuerza en el medio de la plaza levantando polvo y escombros por todos lados. Gracias a las barreras que habían creado los líderes de secta nadie fue herido peor muchos estuvieron tosiendo ante el desastre.

-¿Qué demonios?- Kansel exclamó blandiendo la mano delante de él para disipar la bruma cuando vio sobre todos ellos algo que lo conmocionó.

La imperiosa túnica roja se ondeaba con calma junto a la persona que volaba sobre la espada traslúcida. Asule miraba hacia abajo, como el demonio se revolvía entre el escombro y solo extendió la mano. Sus labios se movieron ligeramente y debajo del demonio se dibujó un enorme sello pateado que pasó incluso por debajo de los pies de los discípulos que habían notado su presencia.

Antes de que pudieran decir algo del círculo de hechizo se materializaron largas y gruesas cadenas que rápidamente buscaron amarrarse al cuerpo de la bestia. Esta rugió tan fuerte que los oídos de algunos sangraron más Asule se mantuvo impasible mientras apretaba los grilletes sobre el demonio. Solo necesitaba darle un golpe con Meihua y se desharía rápido de él, no quería mostrar mucho poder y ya con el sello que había invocado estaba revelando bastante de su potencial ya que esas cadenas solo podían atar aquellos que estuvieran por debajo del rango de él.

-No se puede mover- uno de los discípulos gritó.

-Podemos matarlo- otro le siguió.

-Aprovechemos para matarlo, es un guardián del infierno-

-El que lo mate ganará la competencia-

Y así comenzaron los murmullos entre los discípulos que solo se aprovecharon de la oportunidad cobardemente. Asule abrió los ojos cuando más de 50 se lanzaron sobre la bestia a pesar de que el grito del alfa sobre la tarima les ordenaba detenerse, pero fue demasiado tarde.

-Imbéciles- Asule chasqueó la lengua.

Ante sus ojos los cuerpos de los discípulos se hizo polvo en cuanto la bestia los detectó y la energía salió de su cuerpo convirtiéndolos en polvo. La leve bruma que salió de ellos fue absorbida por el demonio. Eso era lo que quería evitar el omega. Las cadenas solo retenían su movimiento por tiempo limitado dado el tamaño y el poder de la bestia, no minimizaba sus habilidades y no era por gusto conocidos por los guardianes del infierno. Su capacidad de absorber el alma de sus víctimas y usarlas para fortalecerse era muy conocida y habían sido 50 de una sola vez.

La única conclusión. Estaban en serios problemas.

Y lo supo cuando las cadenas se destruyeron como si fueran simples hilos. Ahora aquel demonio era más fuerte que antes. Enfurecido como estaba desplegó sus alas y las ondeó con tanta fuerza que levantó el viento a su alrededor tirando de los presentes en diferentes direcciones. Las barreras de los líderes hasta se cuartearon ya algunos discípulos no les dio tiempo a reaccionar estrellándose contra el piso o los árboles las más lejanos.

A pesar de estar en el aire Asule fue empujado por la hondonada más fuerte que fue dirigía hacia él y a pesar de que Meihua logró mantenerse lo más estable posible fue empujado con fuerza hacia atrás hasta estrellarse con algo que lo detuvo y lo mantuvo. Un olor a alfa estuvo detrás de él pero la fuerza del viento era demasiado fuerte y solo podía cubrirse los ojos con sus mangas a pesar de la barrera que había levantado.

La persona detrás de él alzó su mano a un lado de su cabeza y reforzó la barrera del omega permitiendo que el viento fuera sacudido hacia los costados.

Asule miró por encima del hombro, un hilo de sangre bajaba por el costado de su boca, no supo cuando pasó pero de seguro era por el impacto del viento que había sido mandado directo a su persona.

Unos dedos recorrieron sus mejillas hasta llegar a la sangre y limpiarla medianamente.

-¿Estás bien?-

Asule sonrió a pesar de la situación.

-Es impresionante como últimamente cada vez que me encuentro con un alfa, esa es la forma en que entablan una conversación conmigo- enfocó su atención al frente tras pasar la bestia por delante en dirección al cielo, su intención no era escapar, era prepararse para atacar- pero si estoy bien alfa, gracias por salvarme de nuevo-

Ishaia se llevó los dedos a sus labios saboreando los restos de sangre que estaban allí y el sabor era sin dudas más dulce de lo que se imaginaba, lástima que la situación no era la adecuada para poder establecer una conversación con el omega que acababa hipotéticamente de salvar. Lo que no se esperó fue lo que vino después.

-Alfa necesito tu ayuda- Asule se giró completamente hacia él- Préstame tu fuerza, necesito encargarme de eso-

Ishaia frunció el ceño ante el enemigo ante ellos pero de igual forma asintió con la cabeza. Asule sonrió y saltó hacia la espada del menor agarrando la suya entre sus manos.

-Llevame hacia él-

Ishaia no sabía que tenía en mente el omega, quizás era mejor esperar a su padre y hermano menor que se acercaban a ellos sobre sus espadas pero en cambio rodeó con fuerza la cintura del omega desde atrás pegándolo a su cuerpo y ascendió hacia la boca del demonio.

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