Después de tanta insistencia, Error había aceptado ir a la heladería que le fascinaba a Ink, una cercana donde trabajaba el mayor. Quería compartir la experiencia del mejor sabor artesanal de la ciudad.

Ink compró doble bola, una de piña arriba del de chocolate mientras el moreno se quedó contento con un aliado de chocolate normal y otro fuerte; comiendo los dos se fueron a un sector menos concurrido para comer con calma y conversar. 

— ¿Dónde vives exactamente, Error? —Preguntó Ink mientras lamía su helado despreocupado de la vida.

— Desgraciadamente vivo a dos estaciones de acá.

— ¿Vives en un departamento? ¿Solo?

— Sí, ¿Algún problema? 

— Es que me cuentas tanto de tu hermano que pensaba que vivían juntos.

— Tsk... Él está casado y respeté su privacidad pese me disguste su pareja.

— ¿Por qué?

— Ama comer como bestia frente a mí, ensuciar todo, ser un cerdo.

Ink casi se atraganta recordando la conversación que tuvo hace meses con su amigo Stave, enhorabuena le hizo caso en comer como se debía; no obstante, ante el silencio que hizo el azabache, el albino le miró de soslayo notando que Error le miraba fijamente frunciendo un poco el ceño.

Al principio pensó que se había descuidado en comer helado, mas, Error usando una servilleta que guardó anteriormente le limpió la mejilla y se inclinó para besar al albino, este no se lo esperó, correspondiendo titubeante cuando un movimiento de mandíbulas surgió. 

Una sensación cálida, encantadora e intensa, compartir esos besos con el moreno eran increíbles, nunca había experimentado algo así. Cuando se separaron, Error siguió comiendo su helado hablando casi indiferente.

— Tenías algo en la boca.

Un escalofrío recorrió a Ink y volvió a comer, ido por todo el calor de sus mejillas.