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第九章 ─ 𝐬𝐮𝐞𝐧̃𝐨𝐬 𝐲 𝐩𝐞𝐬𝐚𝐝𝐢𝐥𝐥𝐚𝐬

ɴᴜᴇᴠᴇ
       
       

Aquella mañana frígida le regaló al joven horas de lamentos, y se halló embelesado por un tiempo por la lluvia que inundaba las calles. Las horas de reflexión en solitario eran duras, sin nadie que pudiese detener a los intrusos dañinos que se dedicaban a despedazar la poca cordura que aún poseía, temía por el dolor que venía con la desgracia. Pero esta vez fue diferente, alguien lo acompañó de principio a fin por ese camino de abatimiento, y afortunadamente, su madre no estaba allí para impedir que sus lágrimas fueran desperdiciadas para volverse parte de un pedazo de tela.
     
          

No había cadenas que le impidieran abrazar a su querido tío, hasta ahogarse en sus propias lágrimas melancólicas. El alivio fue una sensación que pocas veces experimentaba, y hoy fue una de esas afortunadas ocasiones. Pero como si fuese una jugarreta del destino, las pesadillas se encargaron de someter a ese escaso alivio a la mísera nada.
      
         

Durante sus cortos años de vida, extraños accidentes lo han rodeado, envueltos en tragedia cuando se trataba de los más cercanos a su corazón. Siendo del clan Abrahel, las lágrimas mezcladas con la sangre de tus enemigos solo eran parte de un escenario ordinario. Pero no importaba las veces que su madre lo obligara a ser el artífice de las muertes que teñían el suelo de carmín, él se veía incapaz de dañar a otros, y aún así, otros eran dañados debido a él. La culpa era como una ráfaga fría que lo despertaba cada mañana, incluso si no era explícitamente culpable, era cómplice del silencio. Las cicatrices que fueron dibujadas en su piel con anterioridad, no son castigo suficiente, y su remordimiento apenas lo dejaba dormir.
     
        

El recuerdo de sus amigos más cercanos, calcinados hasta la muerte, aplastados por las rocas de los edificios destruídos, colgados en la vía pública, asesinados cruelmente por ser poseedores de la verdad, torturados, y siendo víctimas de un mundo donde la muerte era más una bendición que algo digno del terror, era el último recurso de su mente atemorizada por hacerlo entrar en razón, y negar las sabias palabras de su tío: «Eres libre». Mientras esos recuerdos existan, las cadenas que rodean su corazón no van a desaparecer.
     
        

Su piel ___________ acumulaba una invisible capa de sudor, su pecho subía y bajaba con rapidez mientras dormía. Sus ojos han de estar malditos, pues ha visto las muertes pesadillezcas que asolaban su mundo. Esos recuerdos lo agitaban, lo que sucedió y aún sucede en su tierra natal lo persigue. Pero no es eso lo más aterrador, son los demonios que susurran su nombre, y aunque sólo fuera cosa de su mente, juraba sentir un aliento gélido como la misma muerte detrás de su oreja. Sus lágrimas volvían a escaparse de sus ojos, una costumbre de todas las noches. El horripilante recuerdo de una enorme explosión lo asustó lo suficiente para hacerlo despertar, y al abrir sus ojos, su mente le propuso una idea insólita: Buscar al demonio, el único que podía protegerlo de los terrores nocturnos.
     
        

Se inclinó con brusquedad, y lo buscó con la mirada. Se percató inmediatamente que estaba en su habitación; el demonio se hizo cargo de llevarlo mientras dormía. Se levantó de la cama con rapidez, y salió de su habitación para correr escaleras abajo, sin darse cuenta, terminaría chocando con su tío.
     
         

Juan acomodó sus lentes, y detuvo a _________________ tomándolo de los hombros.
     
       

─No tan rápido, ¿a dónde crees que vas? ─cuestionó el castaño─. Recibí una llamada de la directora, te escapaste de la escuela.
     
        

El de cabellos __________ recordó lo sucedido; la escuela, Frank, los monstruos, sus palabras. ________________, eres pendejo, súper pendejo, el más pendejo de todo tu mundo, este, y los que siguen en la lista, se dijo a sí mismo desde los adentros de su mente.
    
       

Sus pómulos adquirieron un color rojo, su rostro se sentía acalorado de la vergüenza, y optó por cubrir su rostro como si eso lo ayudara a olvidar lo sucedido. La pesadilla reciente había quedado en el olvido gracias a Juan.
     
      

─Aaay, tío ─masculló apenado, para darle un abrazo y restregar su cabeza contra su pecho─. Hice algo muy estúpido.
      
             

Frank no tuvo que haber visto esos momentos de debilidad, o haber escuchado sus palabras, la carga de sus propios pesares era solo suya. Debió aclarar simplemente que no podía seguir al lado de esos monstruos por otras razones, y sin llorar.
        
           

¿Y si la tierra me traga ahora mismo? Nadie hace tanto drama como yo, agradecería unos momentos de privacidad seis metros bajo tierra, pensaba absolutamente avergonzado.
       
        

Juan lo notó afligido, y sus brazos lo rodearon para darle palmadas suaves en la espalda, ese chiquillo rara vez confesaba sus más internos pesares, hoy esperaba tener suerte, después de todo era un gran oyente.
      
        

─¿Qué sucedió? ¿Quieres contarme? ─le preguntó suavemente.
      
        

No es que _________________ no confiara en Juan, de hecho, él siempre estuvo presente en su vida, se aseguraba de traerle regalos en cada contada ocasión que tenían para verse. Pero le aterraba lo parecido que era a su madre. Blair y Juan, mellizos con personalidades completamente opuestas, pero poseedores de una apariencia tan similar que confundía a los más observadores incluso. A veces pretendía que su tío era la versión de su madre que anhelaba tanto, pero ese era un secreto que guardaba muy en lo profundo.
     
        

El de ojos _________ negó con la cabeza lentamente, indicando que no deseaba recordar tal cosa en ese momento. Juan comprendió, lo hablarían después.
    
       

─Sucedió además que... Tuve una pesadilla ─cambió el tema abruptamente.
    
       

Juan sudó frío, ¿una pesadilla? Ese era un tema serio, se dice que los sueños son la expresión más profunda de tus deseos ocultos, las pesadillas, por otro lado, siguen siendo un terreno misterioso. No obstante, para los Abrahel, un mal sueño que atormenta las noches es símbolo de un mal presagio. Llevó su mano a su rostro, donde encontró los lentes que escondían sus ojos rojos, los bajó discretamente, para escanear a su sobrino con la mirada. Había pequeñas criaturas oscuras a su alrededor, los devoradores de sueños, les llamaban; seres diminutos con la apariencia de un hámster, y la cabeza de un elefante, eran solo la versión en miniatura de los bakú.
     
         

─Parece que tu pesadilla atrajo a estos pequeñines a la casa ─señaló, tomando a una de las criaturas, que era más pequeña que su mano.
    
        

_________________ se sorprendió, se levantó con tanta rapidez que ni siquiera se había percatado de los impíos que se aferraban a su cabeza y hombros, como avecillas amistosas. No reconoció a las criaturas, era la primera vez que las veía, así que poder admirar a Juan tratando con espíritus le parecía emocionante.
    
       

─¿Qué son esos? ¿No son peligrosos? Madre dice que debo ignorar a las criaturas, si ellos notan que puedes ver, entonces también te verán ─comentó, sin poder apartar la mirada de la pequeña criatura.
    
        

Juan sonrió, y con uno de sus dedos acarició el lomo del hámster demoníaco, quería mostrarle que era inofensivo. Este mismo, que lucía como una bola pequeña de pelos oscuros, se volteó, mostrándole la panza al mayor.
    
       

─Filii somnii comedentis, o simplemente los «hijos de Bakú», se alimentan de las pesadillas, y son muy amigables ─explicó Juan, acariciando el vientre del pequeño que descansaba en su mano, este mismo respondería moviendo una de sus patitas, indicando que le gustaban los mimos.
    
        

Sus ojos _________ se dedicaron a ver con asombro lo que Juan era capaz de hacer. Sin duda es un nerd, pensaba. Juan Abrahel era un gran erudito, según su madre, su especialidad eran las joyas, y todo lo relacionado a la geología, su habilidad para identificar piedras preciosas no decepcionaba el apellido. Suponía que su convivencia constante con Amón lo llenó de conocimientos sobre la vida que habitaba en el abismo, vivían juntos después de todo, en las tierras del Gran Marqués.
     
       

─Creí que todo lo salido del infierno era... Infernal ─confesó, para tomar entre sus dedos a las criaturas que aún descansaban sobre él.
    
       

─El infierno no es como tu madre lo describe ─respondió con seriedad, acomodando sus lentes, para así perder de vista a las criaturas del más allá─. No le corresponde a la humanidad juzgar lo que hay en el cielo ni en el infierno, su mentalidad es tan simple que para ellos solo existen dos colores desbalanceados. Que los temas entre dioses y demonios se quedan entre demonios y dioses.
      
       

«El infierno no es como tu madre lo describe», últimamente nada es como su madre lo ha descrito. Dejó a las criaturas atrás, y siguió la caminata de Juan por la gran casa.
       
        

─Lo sé, sé que Madre a veces exagera... Pero lo hace para protegerme, creo... ─murmuró, y levantó la mirada del suelo─. Por cierto, ¿y papá?
    
        

Buscó a Amón con la mirada, recién recordaba que lo estaba buscando. En los labios de Juan se formó una sonrisa de satisfacción tan enorme que solo avergonzó al menor.
      
        

─Que adorable, ¿te cayó tan bien Amón que ya lo aceptaste como tu padre? ─expresó alegremente, dándole palmadas en los hombros─. Me da gusto que se lleven tan bien.
     
         

─¿Qué traes? ¿Los Bakú orinaron sobre tu cerebro antes de irse? ─gruñó en respuesta, como un gatito malcriado que rechazó una muestra de cariño, y luego amenazó─: Amón sabrá sobre tu comportamiento.
      
        

─Ah, las primeras veces lo dejé pasar, pero resulta que eres muy mal hablado ─dijo pretendiendo estar molesto─. ¿Con esa boquita besas a tu madre?
      
        

─Con esa boquita ve y besale la cola a Amón ─contestó con tono de burla, y se fue corriendo como todo un cobarde después de sacarle la lengua.
       
         

Juan sonrió, con una expresión que indicaba que ya lo había hecho aquella mañana, como todo un ganador.
    
         

_________________ llegó corriendo hacia la sala, donde Amón estaba sentado leyendo papeleo. Al encontrarlo, ni siquiera esperó a que Juan tratara de alcanzarlo, se apresuró para llegar al sillón y ocultarse entre sus brazos.
    
         

─Escóndeme, mi tío me está molestando ─lo acusó discretamente, buscando un poco de su ayuda.
    
       

Amón sonrió, y lo ocultó con su alargada capa. Juan llegó en ese momento, buscando a su sobrino con una mirada repleta de gracia.
     
       

─Juan, te lo advierto, deja en paz al mocoso ─lo amenazó Amón, dándole un golpecito en la cabeza con su alargada cola; se lo merecía por molestar a su hijo.
    
      

─Mmm, recordaré esto, _________________ ─devolvió la amenaza, para acomodar sus lentes─. Oh, claro, casi lo olvido, pensaba decirlo más tarde, pero como ________________ llegó antes de la escuela, eso cambia los planes, ¿qué tal si pasamos un poco de tiempo en familia?
    
        

Amón y __________________ ladearon la cabeza confundidos, no estaban seguros de lo que significaba el «tiempo en familia», pues nunca lo habían experimentado.
     
       

─¿Qué? ─musitaron al unísono.
     
        

─Bueno, a ________________ le faltan muchas cosas, necesita más ropa, zapatos, libretas, mochilas... Quizá juguetes ─mencionó, sin decirle que recordaba las palabras de su sobrino cuando este le dijo sin escrúpulos: «mi única prenda de ropa...».
      
         

Sabía que erró en el momento que decidió confiar en las palabras del chiquillo, cada vez que le preguntaba, afirmaba que no necesitaba nada, pero esa solo era su mala costumbre de mentir acerca de sus verdaderas necesidades. Revisó su armario después de que se fue a la escuela, justo como supuso, no tenía otra prenda además de la que siempre usaba como su ropa y pijama —sin mencionar el traje ceremonial, evidentemente no saldría de la casa vestido así, al menos no en ese mundo—, recordaba a la perfección haber obsequiado distintas prendas a lo largo de su crecimiento, ninguna estaba en el armario, a excepción de las que el mismo _______________ usaba.
    
        

El jóven se sumergió en sus pensamientos, inseguro sobre si debía corresponder o no las intenciones de Juan. Temía que, como todo regalo que provenía de él, las cosas nuevas resultaran como dinero desperdiciado.
      
         

─Te lo agradezco, tío, pero no ─se negó rotundamente, y su expresión de cachorro mojado regresó─. Es mucho dinero, preferiría que lo gasten en algo más, y no en mí… Causé muchos problemas ya ─afirmó, sintiéndose apenado por los gastos que Juan tuvo que costear debido a él─. Además… Si Madre lo viera…
    
       

No tuvo el valor de continuar esa frase, se sentía avergonzado por no decir la verdad, ¿pero qué tal si se molestaban? ______________ fue criado para decir mentiras, lo que conocían los demás sobre él no era más que la superficie áspera de una máscara sinuosa, acostumbrado a engañar a quiénes lo rodeaban por su propia supervivencia, aprendió que hablar con la verdad era solo cosa de personas estúpidamente valientes, o suicidas. Decir la verdad ante su madre fue obligatorio, pero parecía ser que las mentiras aumentaban entre ellos, era grandioso cuando no lo notaba, terriblemente aterrador cuando se percataba. Lo cierto es, que para un niño que fue golpeado por decir la verdad, no le queda otra opción que vivir en una mentira superficial.
      
         

Juan mordió la cara interna de su mejilla, oír esas palabras solo confirmaron sus sospechas. No podía esperar menos de Blair, la hija favorita de su madre. Incluso si Juan contenía sus emociones, ese no era el caso de Amón, que con cada palabras que ______________ dejaba salir, los objetos del salón reaccionaban con él, temblorosos de ira.
     
         

─Que no te mortifique lo que piense esa… Tacaña ─no supo de qué otra forma insultarla sin incomodar a su sobrino, por lo que tuvo que forzarse a sonreír─. En fin, no tienes de qué preocuparte… Algo se nos ocurrirá… Le decimos que… ¡Lo tengo! Le diremos que esa es la ropa de Amón.
       
        

Objetos variados comenzaban a levitar, no era nada sorprendente para ninguno de los Abrahel, que conviven con lo sobrenatural como si se tratase de respirar. Juan tuvo que estirar una mano, pues tendría que interrumpir el enojo de su pareja antes de que este pudiese quemar toda la habitación.
     
         

─Amor, mi jarrón ─murmuró Juan, para hacerlo reaccionar.
     
        

Amón parpadeó, y cuando las cosas parecieron calmarse, los objetos que levitaban cayeron al suelo, excepto el jarrón de Juan, que ahora estaba a salvo en sus manos. El castaño lo acomodó perfectamente en el suelo, y después miró al demonio con seriedad; nadie se metía con su colección de jarrones malditos.
     
       

─Pero, ¿y el costo…? ─balbuceó inquieto el joven de ojos ________.
      
       

─Ya, ya, no te preocupes ─lo interrumpió, para luego insistir─. Me sobra el dinero, lo juro.

Convencerlo para ir de compras fue una tarea que terminó por tornarse un tanto dificultosa, respecto a su estado de ánimo, planeaban consentirlo el resto del día; tras verlo llorar desconsoladamente, Amón no permitiría que las cosas terminaran solo con unas palmaditas de consuelo. En cambio, Juan negoció con él, por dejarse consentir, le permitirían faltar un día más a la escuela, de esa forma tendría largos días de descanso.
    
        

Ahora mismo, los tres se acurrucaron en las acolchadas almohadas del sofá, y su entretenimiento era una película para niños.
      
        

Para _______________ este era un sueño hecho realidad, nunca le prestó atención a la televisión, pues pocas veces interactuó con una, temía saturarse la cabeza de información indeseable; los programas de noticias en su mundo, un verdadero espanto. Sus recuerdos lo volvieron a atacar, las noticias alimentaron su ansiedad. Hubo una época donde se crió entre las cuatro paredes de un pequeño baúl, otra guerra había estallado, y su madre lo había abandonado a su suerte en ese búnker solitario, la televisión se encendía por voluntad propia, imágenes que le mostraban lo que ocurría en el exterior, gritos, súplicas, alaridos y el sonido de las temibles armas que inventó el espécimen de los sapiens. Tomaba las capas de su madre, para ponérselas a montones, como si fuera un niño jugando a imitar a un adulto —incluso si ese no era el caso—, era su único consuelo, lo más cercano a un manto maternal que tenía disponible, y se hundía en su pánico, entre sus lágrimas y sollozos silenciosos que rogaban con desesperación que todo terminase pronto.
    
        

Contempla la gran transformación de sus propias circunstancias; ahora puede disfrutar enormemente la noche, la oscuridad de la habitación no era fría, era más bien gentil. Quizá sus acompañantes eran los responsables. Amón, con ternura, arropa a sus dos amados mortales bajo el abrazo de su capa, mientras degustan una delicia peculiar bautizada por Juan como Monstruopalomitas. Las risas se tejen con calidez, desterrando cualquier pensamiento espeluznante de su cabeza. ______________, envuelto en confusión, ve cómo sus dos mundos comienzan a colisionar. No es que no disfrute de ese momento, son sus memorias del pasado que se aventuran a perturbar su presente el principal de sus problemas.
     
         

¿Merezco ser tratado con tanta calidez? Se preguntaba sombrío.
      
        

─¡Mira, _____________! Se va a transformar ─exclamó Juan, con una falsa sorpresa.
       
          

─¿Qué? ¿Quién? ¿Cómo? ─Sus ojos fueron hacia la pantalla, la imagen de una hermosa transformación de una bestia a un hombre lo hizo olvidar por completo sus propias preocupaciones.
    
        

Cuando el personaje de la pantalla miró cara a cara a la bella protagonista, la expresión de ______________ se moldeó a una de sorpresa desagradable.
     
        

─Ewww ─dijeron los tres al unísono, desaprobando por completo la apariencia verdadera del príncipe.
    
       

─¿Qué diablos le pasó? ¿Dónde quedó la sensualidad de Bestia? Ahora parece… ─ni siquiera pudo terminar, no se le ocurrió una palabra para describir al hombre que estaba en la pantalla.
     
        

─Puto ─sentenció Amón, con una cara de asco, causando las risitas de ______________.
    
       

─Amón, esa boquita ─lo regañó Juan; no le gustaría que su sobrino repitiese ese vocabulario.
       
         

─Genuinamente sí parece puto ─le dio la razón el más joven de ellos, mientras se reía.
      
       

Juan ahogó un jadeo, y no pudo evitar mencionar el nombre de su sobrino sorprendido, un audible: _________________.
     
        

─¿Qué? Lo parece ─afirmó, señalando la pantalla con sus dedos, como si ese fuera un argumento irrefutable.
    
        

─A mí me parece que ya es muy tarde, ¿y cuándo es tarde, es la hora de…? ─Juan apagó el televisor, levantándose del sillón para mirar con seriedad a los dos, esperando una respuesta adecuada, extendiendo su mano hacia el joven _________________.
     
        

─¿La hora de…? ─Amón trató de hacerlo continuar, ladeando la cabeza con extrañeza, a Juan parecían gustarle las adivinanzas.
       
       

Juan miró a su sobrino, esperando que él pudiese entender a lo que se refería, pero de tal palo, tal astilla, el de cabellos _________ también ladeó la cabeza a la misma dirección que su padre, con una mirada desconcertada. Sus ojos _________ viajaron a la mano extendida de Juan, luego a su rostro, y viceversa. El chico palmeó su mano contra la de su tío, como si esa fuera la respuesta que él quería recibir. Juan soltó una carcajada, y luego estrechó su mano gentilmente, para ayudarlo a levantarse.
    
        

─La hora de dormir ─sentenció Juan, con obviedad.
     
       

─No inventes, tío Juan ─dijo ______________, poniendo los ojos en blanco─. Es temprano, apenas llega la media… ─Un bostezo lo interrumpió, estaba exhausto, justo como Juan predijo─. Medianoche.
    
        

─¿Ah sí? ¿Entonces no tienes sueño? ─cuestionó Amón con un tono burlón, pues era evidente que estaba cansado.
   
       

─No, yo soy el señor de la noche, nunca duermo… ─Su mentira se le estaba yendo de las manos, sus ojos se cerraban de forma involuntaria.
    
       

─Pues los adultos ya se quieren dormir. ─El hombre de lentes no le dio opción, prácticamente lo empujaron a caminar escaleras arriba, en dirección a su habitación.
    
       

Para _______________, su habitación lucía inusualmente acogedora, en las condiciones perfectas para dormir cómodamente esa noche. Las cobijas levitaron por encima de la cama —obra del demonio, sin indagar más—, el joven aprovechó para meterse por debajo, y acomodar su cuerpo hasta sentirse satisfecho, la cobija bajó suavemente, entonces Juan se encargó de arropar al adolescente, asegurándose de que la colcha quedara perfectamente extendida y lisa, como si eso pudiera influir en la calidad de sus sueños, y con eso en mente, fue cuidadoso incluso al acomodar pliegues invisibles para el resto.
    
       

_______________ tomó una de las almohadas más alargadas mientras tanto, para abrazarla con piernas y brazos, recargando su cabeza, cual pequeña cría aferrándose a los brazos de su madre.
       
       

Juan levantó sus lentes por unos segundos, y se aseguró de que el ambiente fuera inofensivo para su sobrino; hijos de Bakú, criaturas de hollín, pececillos del Somnus, fantasmas y espectros pequeños como pelotas de béisbol, nada peligroso. Una vez realizada su labor, decidió aventurarse a la oscuridad de los pasillos, en busca de algún posible espectro malhechor que pudiera arruinar el sueño de su sobrino. Amón, por su lado, estuvo a punto de retirarse con su pareja, pero el de ojos __________ lo detuvo jaloneando su capa. Hicieron contacto visual, hubo un silencio ligeramente incómodo.
    
       

─¿Es tarde para… ─El joven carraspeó la garganta, desviando la mirada─… para pedirte un beso de las buenas noches? ─cuestionó en un susurro, tímidamente, como si temiera por una negativa.
    
      

El corazón de Amón se llenó de júbilo. La confianza y el valor que había mostrado al hacer esa pregunta eran indicios claros de que, poco a poco, estaban forjando un lazo más estrecho; su relación estaba floreciendo. Se acercó con cuidado, arrodillándose frente a su cama. Observó su rostro adormilado, y notó cómo aquellos ojos _________, que otrora los miraban con indiferencia, ahora estaban llenos de esperanza, eran inocentes e ingenuos. Amón pensó que añoraba, con todo su ser, que esa mirada mantuviera siempre su brillo de inocencia, que lo impuro jamás lograse perturbar esos ojos ingenuos. Con una ternura infinita, posó su mano cálida sobre sus ojos, casi cubriendo su pequeño rostro. Sus garras apartaron con suavidad su flequillo, y sus labios, con un amor profundo y sincero, depositaron un beso lleno de sus deseos; que su hijo nunca tuviera que experimentar el dolor otra vez, que su vida estuviera llena de felicidad, que su sonrisa alegre nunca desapareciera incluso en los días lluviosos, y que el tormentoso pasado que lo acechaba cada noche, se desvaneciera.
       
          

─Buenas noches, descansen y tengan sueños demoníacos ─balbuceó exhausto, ya ni siquiera siendo capaz de mantener los ojos abiertos, pero en sus labios había una sonrisa de oreja a oreja; feliz por haber recibido por primera vez una muestra de afecto paternal.
     
       

Amón sintió que su cuerpo era contagiado por esa alegría, se levantó y caminó hacia la puerta.
    
       

─Buenas noches, hijo ─dijo con amor, antes de cerrar la puerta.

Incluso si un demonio poderoso lo deseaba, las pesadillas nunca lo abandonarían. En su mente atormentada, susurros maliciosos le advertían de una calamidad venidera. Colosales relojes de arena, de proporciones titánicas que podrían rivalizar con los rascacielos metropolitanos, medían con precisión los lustros de su existencia, haciéndole saber que su tiempo era finito, un deprimente recordatorio de su condición itinerante. Sus ojos, atrapados en aquel espacio onírico, se cerraban involuntariamente, como si su cuerpo conspirase para borrar los males que acechaban su propio mundo. Un cansancio aplastante lo envolvía, una fatiga que parecía acumularse por años de insomnio, y su fuerza de voluntad libraba una batalla desesperada contra el insidioso deseo de caer en los brazos del demonio del sueño.
          
         

Podría cerrar los ojos y perder la batalla, o abrirlos y desentrañar el mensaje, pero el proceso intermedio le pareció insoportable; ceder a la primera opción resultaba tentador. Escuchaba voces, y cada palabra de los incesantes murmullos se sentía como algo crucial, pero el significado escapaba de su propia comprensión. Entonces, los susurros comenzaron a ser más tenues, y uno de ellos llamó su atención. «Trae el libro, el libro te dirá lo que necesitas saber», era una voz inquietantemente familiar, tanto que no pudo evitar sentir escalofríos.
       
       

Sus pensamientos lo llevaron a hurgar entre los rincones de sus recuerdos: ¿Un libro le daría las respuestas? ¿Realmente existirá un libro como ese? Trató de llegar al fondo del abismo, pero en cada intento, las manos desagradables de sus propios traumas lo detenían abruptamente, eran advertencias silenciosas de que no debería seguir, una insinuación de que ni siquiera esos espectros del pasado podrían protegerlo de una verdad que aún no podía asimilar. Esos dedos insidiosos lo hacían sentir impuro, garras serpentinas que buscaban dejar marcas pecaminosas en su piel, deseando penetrar más allá de su superficie. Las manos se hundieron con fuerza, uñas afiladas desgarrando su carne como cuchillas sobre papel fino. Cada roce era una tortura agonizante.     
        
        

No se contentaron con ser simples dedos; ahora eran dientes hambrientos, ansiosos por saborear su carne. La pesadilla adquirió una extraña familiaridad, rozando el borde de la nostalgia. Reconocía la sensación, un recuerdo que se repetía como un viejo disco rayado, dejando cicatrices en los mismos lugares, sólo para desvanecerse minutos después de despertar.
      
       

Su espalda se contorsionó involuntariamente, respondiendo al fuego que crepitaba cerca de sus omóplatos y zona lumbar, mientras sus manos ascendían hacia su cabeza. Sentía punzadas agudas en su frente, en dos puntos elevados sobre los ojos. Deseó con desesperación que la pesadilla se terminara, que alguien lo despertara.
      
        

─¡_______________! ─vociferó una voz llena de angustia, que consiguió sacarlo de su tormento.
        
         

Sus párpados se abrieron de par en par, con la misma rapidez con la que se levantó, su cuerpo, sudoroso y ensangrentado, temblaba de terror; el pánico por poco lo hacía sudar a mares, y la extraña pesadilla logró su cometido, traspasar la barrera de sus sueños hacia la realidad. Su piel estaba repleta de arañazos y mordidas. Giró la cabeza, y se encontró con la mirada consternada de Amón, quien sostenía su mano, él jadeó de vuelta, y antes de que ambos pudiesen reaccionar, Juan le lanzó un puñado de sal a su sobrino.
    
     

─¡Ahhh! ¡Me pica! ¡Hijo de su…! ¡Mmmhh! ¡Culero! ¡Ah! ─gritó adolorido, cubriéndose la cara para que la sal no pudiese entrarle a los ojos─. ¡No soy ensalada para que me sazonen!
      
        

________________ trató de apartar la mano de Amón con indignación, sin embargo, el demonio no lo soltó, para firmemente estrechar su mano, debía mantenerlo quiero para cuando Juan tomara la cubeta.
      
        

─No te alteres, cálmate, tu tío también consiguió agua bendita. ─Esa era otra razón válida para alterarse, y Amón solo se la proporcionó.
     
         

─¿Agua bendita? ¿Cómo para qué? ─lo interrogó completamente desorientado─. Yo no necesit-
    
        

─Shhhh, tranquilo, estarás bien ─interrumpió Juan, colocando un dedo índice sobre sus labios, para luego arrojar algo de sal debajo de la cama.
      
        

_______________ se llevó una mano a la cabeza, para desordenar sus cabellos ________ con el ceño fruncido, en una muestra de su inquietud. Había tenido tantas pesadillas similares a lo largo de su vida, él nunca hizo gran cosa al respecto, ni su madre, simplemente seguía con su día como si nada hubiese pasado. Naturalmente se preguntaba: ¿Por qué sus tíos llegaban a ese extremo por una sola pesadilla?
    
         

Antes de que pudiese reaccionar, recibió un cubetazo de agua fría, ni siquiera tuvo tiempo para reclamar, el agua sobre su piel tuvo un efecto demasiado extraño, le quemaba como si se tratase de ácido. Su piel desprende un extraño vapor, y el sonido de algo quemándose lentamente causó que los tres hombres ahogaran jadeos de sorpresa.
    
       

─M-Me quema ─dijo con incredulidad, y posteriormente corrió con rapidez desesperada hacia el baño─. ¡Quema! ¡Quema! ¡Quema!

Juan observaba a su sobrino, quien evidentemente estaba muy molesto, ser despertado por un cubetazo de agua enfadaría a cualquiera. Caminaban juntos en esas calles desoladas, los monstruos habían decidido retirarse ante la presencia de dos normies, solo unos pocos se quedaron, completamente desinteresados; tenían cosas que hacer, unos humanos caminando por ahí no iban a interrumpir sus responsabilidades.
     
         

─Ya, ______________, no te pongas así, quita esa cara de enojado ─le dijo, dándole una palmadita en la espalda.
   
      

─¡Ah! ─exclamó, estremeciéndose ante el contacto─. No estoy enojado, es solo que mi piel se siente sensible, y la ropa me está rozando… Es como cuando te quemas la lengua con comida caliente, así me siento.
    
        

Tenía sentido, durante todo el viaje permaneció encogido de hombros, evitando movimientos bruscos que causaran fricciones desagradables de su piel con la tela de su ropa.
    
        

─Oh, mira esa tienda, es de ropa más juvenil ─señaló Juan, deteniéndose a mirar.
   
       

______________ lo imitó, pero inmediatamente hizo una mueca, los gustos de Juan eran horribles. Según él, ropa juvenil eran camisetas con estampados raros. Negó varias veces, no le había gustado esa tienda —obviamente—. No obstante, su mirada se perdió en el reflejo del escaparate, su cabello estaba algo largo y despeinado, habían mechones disparejos, lo que le hizo pensar que primero necesitaba un nuevo corte.
    
       

¿Dónde estaba Amón? Oculto en las sombras de los dos normies, se hallaba completamente ajeno a la situación, perdido en sus pensamientos. Su mente repetía una y otra vez la misma escena: ______________ estaba empapado con agua bendita, ¿la intención? Expulsar a las criaturas malignas que trataron de adueñarse de su mente mientras dormía, un baño de agua bendita sería suficiente para que las pesadillas cesaran, pero eso no fue lo que sucedió. Su piel, al entrar en contacto con el agua más pura, humeaba mientras se quemaba, a su vez, su piel ________ comenzaba a adquirir un tono rojizo, producto de las quemaduras. Eso no debió suceder, los seres humanos no debían tener esa reacción al agua bendita.
    
        

El agua bendita solo puede dañar a los seres de oscuridad, a toda criatura proveniente del infierno. No tenía explicación, y la misma pregunta rondaba por su mente: ¿Qué le sucede a ______________?
    
       

Amón emergió de las sombras, fijando su mirada en el joven normie con una seriedad que transformó el ambiente alegre en un paraje gélido.
        
        

─______________, ¿por qué tu cuerpo reaccionó así al agua bendita? ─interrogó directo, su preocupación por ese tema era genuina.
   
       

─¿No se los dije? Soy alérgico ─respondió como si no fuera nada─. Siempre he sido alérgico.
        
         

─Qué extraña alergia, nunca había escuchado nada igual… ─mencionó Juan, con una expresión sombría y angustiada.
    
         

─Tengo que… Tengo trabajo que hacer, papeleo… Disfruten su día ─se excusó, y nadie pudo impedir que se fuera, pues tras terminar su frase ya había desaparecido.
         
           

Juan entendía la reacción de su pareja; lo más probable es que se haya ido a investigar su caso directamente, con la ansiedad carcomiendo sus seis corazones era imposible pasarla bien. Era un ser frío, incapaz de mostrar sus emociones o de intentar expresarlas, por lo que Juan tuvo que ingeniárselas para descifrar qué lo había impulsado a huir al infierno con tanta desesperación. Durante años, ambos habían ignorado la presencia de Blair, olvidando un detalle crucial: los Abrahel estaban destinados a criar a un heredero. La existencia de ______________ permaneció oculta durante mucho tiempo.
      
        

Había tantas explicaciones desagradables que se les pasaron por la cabeza, quizá su reacción alérgica se debía a algo que las brujas lo hicieron desarrollar por mera experimentación, o quizá sí estaba siendo poseído por una entidad que era experta ocultándose.
       
          

Juan se percató de algo inquietante, un pensamiento aplastante en la periferia de su conciencia que trató de ignorar por considerarlo inverosímil, pero la verdad era incuestionable: _______________ era el discípulo de una bruja. No obstante, no lograba entender cómo podía ser eso posible. El clan Abrahel había perpetuado la misma costumbre a lo largo de las pasadas generaciones: una tradición sanguinaria e inescrupulosa, el sacrificio de los hombres y la herencia para las mujeres. En su linaje sólo había brujas femeninas; la brujería, en cualquier otra circunstancia, estaba reservada exclusivamente para las mujeres, nunca para los hombres. Juan sabía por experiencia propia que la magia no fluía por sus venas; quizás era una peculiaridad de su herencia genética, pero ningún hombre había sido capaz de conjurar hechizos. La paradoja de un hombre capaz de realizar brujería rompía las normas ancestrales de los Abrahel, desafiando lo previamente establecido.
     
        

______________ era el hijo bastardo de una bruja devota a las antiguas tradiciones, pero él no había sido sacrificado como era la costumbre; en cambio, se había convertido en su aprendiz. Rechazó su naturaleza intrínseca y siguió los pasos arcanos de su madre. ¿Habría llevado a cabo ya su ceremonia de mayoría de edad? La certeza lo carcomía. Ese ritual enigmático seguiría siendo un completo misterio incluso para él.
      
       

Solo conocía la versión de Amón, testigo de una de aquellas veladas, la noche fatídica en que conoció a la madre de ______________.
       
          

Juan y Amón, ambos estaban aterrados, el joven robaba comida de la basura, se callaba sus necesidades, nunca pedía algo para sí mismo, escondía sus emociones, mentía constantemente para evitar que ellos se preocupen, y luego estaban esas enigmáticas marcas sobre su piel, cicatrices que sus miradas llenas de culpa y pesar apenas podían comprender. Todavía quedaban tantos misterios para desentrañar sobre _____________, cada revelación añadiendo una carga a sus corazones ya sobrecargados de remordimiento. Lamentaban no haberlo llevado consigo años atrás, no haberlo arrancado de las garras de Blair cuando tuvieron la oportunidad. Pero su ingenuidad los convirtió en cómplices, conscientes de los horrores que los Abrahel eran capaces de infligir a sus propios hijos.
       
        

Blair, ¿qué fue lo que le hiciste? Se preguntaban, pero esa pesarosa reflexión los hizo cambiar de pensar. ¿Qué fue lo que le hicimos? Se dijeron, castigándose a sí mismos por no haber hecho nada para sacarlo de allí. Guardaron silencio, su inacción fue suficiente para llevarlos al infierno.
      
       

¿Cuántos males enfrentó en completa soledad? Sin un padre existente, y una madre ausente, vivió los horrores que su mundo le trajo repentinamente. Los jinetes del Apocalipsis paseaban por su mundo; La guerra, la peste, la hambruna y la muerte. Ese mundo se había convertido en el verdadero infierno en la tierra, y la humanidad que luchaba para sobrevivir y añoraba la purificación de su mundo, se halló perdida desde el momento en el que creyeron que su propia negligencia tenía arreglo. ¿Creían que con su presencia destructiva lograrían una convivencia armoniosa con el gigante azulado? Simple egocentrismo humano, pensamientos simplistas generalizados. ¿Creían que su forma de vivir no tendría consecuencias? Ese tipo de esperanza nunca fue tan asquerosa como hoy. Entonces, ¿qué sucederá primero? ¿El ser humano desarrollará la tecnología para irse a otro lugar para destruir sin siquiera pasárseles por la cabeza cambiar su accionar? ¿Quizá logrará arreglar los males que ellos causaron en primer lugar? ¿O la naturaleza se encargará de exterminar a esos parásitos antes de que puedan arrepentirse al respecto? La naturaleza existió antes que la humanidad, y seguirá estando allí cuando se pudran entre los restos de su basura pretenciosa, la vida continuará, pero la humanidad no lo hará.
    
         

______________ Abrahel era solo un observador más, perteneciente a la generación jóven que vio con sus propios ojos como los arrogantes ancianos que se encargaron de destruir todo atisbo de un futuro prometedor, eran incapaces de asimilar que fue su propia codicia la que terminó con la humanidad, y no la supuesta pereza de los jóvenes. Así entonces, presenció su reflejo, su propia imagen lo avergonzaba, las marcas invisibles de sus propios traumas lo llevaban a alucinar como su cuerpo se deformaba. Que horripilante ser hay ante mí, pero ese ser soy yo, la pobre juventud se volvió loca, sumergidos en alucinaciones, en la dismorfia.
       
         

Tengo el peinado follador, ja… ¡Tengo el jodido peinado follador! ¿Por qué nadie me lo dijo? ¡Debo haber parecido un idiota! Pensó ________________, llevándose las manos a la cabeza tratando de ocultar la vergüenza. Lo único que su pobre cabeza pudo hacer para ayudarse a sí mismo, fue añadir una pizca de humor.
         
         

─Tío, no te ofendas pero… Tienes gustos de señor ─confesó el joven, desviando la mirada de su reflejo, solo para encontrarse con la expresión deprimida de Juan─. A lo que me refiero, es que eso no es lo que usan los adolescentes de aquí… No es que te vistas mal, de hecho, te vistes como…
    
       

_______________ no tuvo idea de como arreglar esta situación, Juan vestía como un absoluto sabelotodo, dejando de lado que para él existía una vestimenta que distinguía a los nerds, solo tuvo que ojear su ropa una sola vez para pensar en el emoticon amarillo con lentes y dientes sobresalientes. Su cabello castaño peinado con una cantidad humilde de vaselina —un producto que solo un señor usaría—, camiseta blanca, un moño horrible color rojo, pantalones a cuadros marrón y avellana, sus zapatos elegantes, y un reloj. Todo estaría bien, no se vería tan mal, de no ser por la combinación de sus enormes gafas y los tirantes que sostenían sus pantalones. Verdaderamente era un nerd, hecho y derecho.
   
       

─Luces como todo un… Erudito, cuando te veo pienso en… ─no pudo continuar, su mente arrojó esa imagen del emoticon con lentes y dientes sobresalientes.
      
        

Pero Juan no pensaba en lo mismo que su sobrino, su desánimo se debía a otros factores que no hacía falta volver a mencionar. Por el bien del ambiente, él le sonrió al joven de cabellos __________, y le dio una palmada en el hombro.
     
       

─Está bien, _______________, no te preocupes, sé que tengo gustos terribles, la moda nunca fue mi fuerte… Ese es el fuerte de Amón ─comentó, pero incluso si tenía los mismos gustos que un rinoceronte con tutú, era alguien muy observador.
   
        

Ambos charlaron normalmente después de eso, hasta que se quedaron sin tema de conversación, y simplemente se dedicaron a mirar de reojo las tiendas. Las calles eran inmensamente largas, y los establecimientos no se acababan, pero no encontraron algo apropiado para usar. La moda de los monstruos tenía una gigantesca variedad de estilos, y sobre todo tallas, pero los sitios con los que se cruzaban solo contaban con las medidas de un gigante de estatura promedio, y nada más. Juan comenzaba a cansarse, y consideraría preguntar por indicaciones, ¿pero qué sucede cuando un normie adulto se acerca amistosamente a un monstruo a pedir instrucciones?
        
         

─Oiga, disculpe, ¿podría decirnos dónd…  ─Juan fue interrumpido por el grito del monstruo, el cual salió huyendo del dúo.
     
        

________________ hizo lo que cualquier adolescente haría en esa situación. Burlarse.
     
        

─JAJAJAJAJA ─carcajadas largas y profundas, incluso recogió con su dedo una pequeña lágrima que se deslizó de uno de sus ojos─. Tienes el encanto de una cucaracha, todos huyen de ti.
    
         

─¿Apoco sí, sobrinito? A ver, pregunta tú si eres tan encantador ─respondió, cruzándose de brazos.
     
         

_______________ esperó pacientemente la llegada de un monstruo, y cuando lo vio, se acercó con la más gentil de sus sonrisas. ¿Pero qué sucede cuando un joven normie se acerca amistosamente a un monstruo para pedir instrucciones?
       
        

─Hola, disculpe, ¿usted sabría decirnos dónd… ─________________ fue interrumpido por otro grito desgarrador, mismo que se desvaneció cuando el mismo monstruo que lo produjo huyó despavorido.
     
         

Juan hizo lo que cualquier adulto haría en esa situación. Burlarse.
     
         

─JAJAJAJAJA ─no ocultó sus carcajadas, señalando con un dedo al joven mientras sentía que lágrimas se escapaban de sus ojos─. Eres tan encantador como una rata, mientras más grandes más agudo es el grito de terror.
    
            

─Ya, ya, mijo, ya ─detuvo sus risas, dándole unas palmadas en la espalda a su tío, pues se estaba ahogando─. Esto es malo para nosotros, los malditos nos tratan como si fuéramos los jinetes del apocalipsis, o peor, como plagas.
     
      

─Tampoco seas tan cruel contigo, nos tratan como si fuéramos cobradores de Coppel o Elektra ─mencionó Juan, colocando una mano en su cintura.
    
        

─Ay, tampoco exageres ─dijo _____________, cruzándose de brazos─. ¿Y qué hacemos ahora? ¿Tienes algún plan de sabelotodo oculto bajo la manga?
    
       

─Bueno, si no podemos ir por algo de ropa, haremos que la ropa venga a nosotros. ─Ajustó sus gafas, cuyos cristales se iluminaban por el reflejo de la luz.
     
        

─Ahh, compras en línea, excelente idea. ─El normie lo aprobó.
    
        

El dúo se mantuvo en silencio, no era que su compañía les resultase incómoda para volverlos reacios a poder explorar algún tema de conversación, más bien, se sintieron cómodos con el silencio. Los Abrahel, entre ellos, no acostumbraban a tener grandes conversaciones, ¿qué grandiosa charla podrían tener un tío, que fue abandonado el mismo día de su nacimiento inescrupulosamente en las llamas de Moloch, y su sobrino, un bastardo marginado cuyo propósito era ser esclavizado cruelmente en cuerpo y alma? Sentían que habían sido salpicados por el pecado, y vergonzosamente callaban sus vivencias. Conocían las cualidades del otro, pero se guardaban aquello que los aterrorizaba para ellos mismos. Así que decidieron escuchar; el gorjeo de las aves, el silbido del viento, el movimiento de los árboles, el cuchicheo de dos jóvenes monstruos que debatían sobre si era prudente acercarse al dúo de normies para brindar su ayuda o no.
     
         

─Vamos, Clawdeen, yo creo que necesitan nuestra ayuda ─insistió el vampiro, haciendo la mejor cara de murciélago atropellado que pudo.
     
        

El lobo cruzaba sus brazos, como siempre, era temor común que se le quedaran pegados eventualmente. Su ceño fruncido hacía lucir intimidantes esos ojos ámbar, su cola peluda se mantuvo tensa, no quería acercarse al normie. Lawrence supo la razón, brevemente pudo escuchar lo que pensaba: Ahora son dos, es más peligroso, además fui grosero con uno de ellos, eso es peor.
    
       

─Sigamos con nuestros asuntos, que ellos se las arreglen solos ─respondió Clawdeen, dando una media vuelta sin esperar una respuesta de su amigo─. Vámonos, Lawrence… ¿Lawrence?
    
          

Ya que no recibió respuesta, y percibió que su olor se alejaba lentamente, volteó la cabeza, y pudo ver el momento exacto en el que el vampiro se acercaba con una sonrisa hacia el dúo problemático.
      
        

─¡________________! ¡Hola! ─saludó el de ojos purpúreos, agitando su mano gentilmente─. Qué coincidencia verte por aquí, ¿viniste a pasear por la ciudad?
    
         

Me ha escuchado el reino de los cielos, y me han enviado un angelito, pensaba ________________ tras encontrarse a Lawrence, el pequeño vampiro. El hombre de castaños cabellos miró a su sobrino, su expresión se iluminó.
    
       

─Lawrence, hola ─dijo con sorpresa, y por su mente pasó el recuerdo de haberle causado un desmayo a la pobre criatura─. Oye, perdón por…
   
       

─Ay, ni lo menciones, fue un accidente ─lo interrumpió, y le dedicó una dulce sonrisa, con esos labios que parecían tener brillo rosado.
     
         

Ambos se miraron, y _______________ recordó que su tío vino junto a él. Las mejillas de Lawrence enrojecieron, y tímidamente saludó al mayor con su mano, Juan le devolvió el saludo al jovencito, con una gran sonrisa.
    
        

─Ah sí, tío Juan, él es Lawrence, es mi… Compañero… De la escuela. ─El corazón del normie se encogió, quiso presentarlo como su nuevo amigo, pero sintió que no era adecuado─. Lawrence, él es mi tío, Juan.
      
         

─Juan Abrahel vir Amun, es un placer conocerte, Lawrence. ─Al castaño incluso le cambió la cara, brillaba como un querubín.
    
       

Juan Abrahel vir Amun, que cursi me saliste, tío, pensó _______________.
       
         

─El gusto es mío, señor. ─La actitud de Juan era contagiosa, y Lawrence también brilló como un angelito alegre.
    
       

Lawrence, ese vampiro que llevaba un hermoso parasol de colores rosados y volantes blanquecinos, se sentía afortunado por haberse encontrado con el normie, no tuvo la oportunidad de agradecerle por darle una de sus pocas prendas de vestir porque estaba preocupado por él, no todos tenían ese detalle. Pero incluso si Lawrence se sentía agradecido, _______________ sentía arrepentimiento, a veces le avergonzaba su propio vocabulario. Juan, por otro lado, estaba feliz, pensaba que su sobrino finalmente había conseguido un amigo, y uno muy educado.
    
        

Clawdeen estaba de los nervios, observando desde detrás de un poste de luz como el vampiro conversaba alegremente con los normies, haciendo que uno de sus pies golpeara el suelo en repetidas ocasiones, y con cada pisotón, su paciencia avanzaba hacia su límite.
    
       

─¿Entonces vinieron de compras? Oh, ya veo porque están perdidos ─comentó el vampiro─. Es que esta zona es solo para gigantes, pueden atenderlos, pero dudo que encuentren algo adecuado… ¡Ya sé! Yo podría guiarlos, resulta que yo también vine de compras.
     
        

─Eso es muy amable de tu parte, muchas gracias, jovencito ─respondió Juan─. ¿Hay alguna tienda que recomiendes para mi sobrino? No tengo un muy buen sentido de la moda.
      
        

Lawrence se detuvo a pensar, _______________ tenía el cabello __________ y los ojos _______, había muchas tiendas de ropa, pero no todos los estilos le quedan a un jóven con dichas características. Quizá si Clawdeen lo ayudara, podría elegir una tienda adecuada, pero el lobo actuaba como un completo «Yak» de vez en cuando.
      
       

─Mmm, quizás «Cripta chic» sea una buena opción ─dijo Lawrence, después de todo él siempre compraba allí, y tenía experiencia con aquella tienda.
    
       

Clawdeen escuchó su respuesta, e inmediatamente estuvo en desacuerdo, tanto que se acercó caminando con una expresión irritada.
    
      

─Nuh huh, «Cripta chic» solo vende ropa elegante, es buena, pero no creo que sea lo que buscan ─lo corrigió, no había mejor experto que Clawdeen cuando se trataba de la moda, y sus impulsos lo empujaron a salir de su escondite, ya no había vuelta atrás, así que con una expresión apática decidió preguntar─. ¿Qué tipo de ropa es su estilo?
     
       

_______________ quedó boquiabierto, porque Clawdeen apareció de la nada, seguramente vino con el vampiro.
    
      

─Pues… No sé, algo como lo que llevo puesto. ─No tenía claro cuál era su estilo, la razón era simple: Su única prenda era la que llevaba puesta, nunca supo sobre moda, de hecho, era horrible con la ropa.
     
          

Clawdeen bajó las orejas, claramente estaba disgustado. Lawrence le sonrió, satisfecho porque finalmente se dignó a aparecer.
      
       

─Ah, por cierto, él es mi amigo Clawdeen, disculpe que no se presentó, él es un poco… Tímido ─susurró Lawrence a Juan.
    
        

─Ja ja ja, ¿estás bromeando? No te ofendas, pero lo holgado y lo roto están pasados de moda, además, estamos en primavera, ese estilo solo funciona en otoño. ─Clawdeen sabía de lo que hablaba, las estaciones influyen en la moda también─. Síganme, conozco la tienda ideal.
       
       

Y así comenzó su aventura, dos normies y dos monstruos, uno de ellos se va a endeudar, y el resto solo va a disfrutar. Permanecieron juntos solo durante el recorrido, Clawdeen hizo sus recomendaciones, les habló del tipo de ropa adecuada que podría utilizar, fue muy breve y conciso, ambos agradecen el detalle. Después los jóvenes se fueron por su propio camino.
    
        

¿Qué había en las tiendas recomendadas por Clawdeen? Ropa única, precios económicos, y una calidad excelsa. Juan estaba sumamente feliz, pues ________________ tuvo la oportunidad de elegir algo que le gustara. En esos momentos, descubrió que su color favorito era el ________, Juan comenzaba a conocer a su sobrino, en lugar de ir tras él en todas las tiendas, decidió dejarlo ir libremente hasta que encontrase lo que sea que le gustara, que eligiera sin presiones. Lo miró caminar de aquí para allá, probando pantalones, camisas, camisetas, cinturones, calcetines, zapatos, vaya, todo lo que encontrara.
     
         

Pasó demasiado tiempo, el suficiente para que Amón apareciera nuevamente.
    
       

─Llegas tarde ─reprocha Juan, sin apartar la mirada de su querido sobrino; no tuvo que mirar a su esposo para saber que estaba presente, sintió su aura desde lejos.
       
        

─Lo siento, me ocupé investigando algunas cosas… ─se excusó el demonio, peinando sus cabellos negros hacia atrás.
    
        

─No te disculpes conmigo, discúlpate con tu hijo… Le prometimos una salida familiar, y te fuiste a investigar no sé qué cosa. ─No era un regaño, era más bien un comentario que incitaba a la reflexión, o eso pensaba Juan─. ¿Encontraste información útil sobre su alergia?
   
      

─Nada útil, parece ser algo común en las brujas… ─respondió Amón, perdiendo la mirada en la nada─. Es como cualquier otra alergia… Pero esa información no me convence…
    
        

─Lo suponía ─murmuró Juan.
    
       

________________ salió del probador por… Se ha metido tantas veces a probarse atuendos que se desconoce la cifra exacta, pero finalmente parecía satisfecho con su elección. Juan supo que era su momento de brillar, metió su mano en su bolsillo, y sacó su billetera con una sonrisa radiante.
    
        

─Habla con tu hijo ─le recordó el castaño, antes de acercarse a la caja para pagar.
      
        

Amón no lo vio venir, paseó la mirada por la tienda entera, pero no encontró al joven. Por un momento se alarmó, ¿dónde pudo meterse la pequeña criatura? Fue entonces que sintió como alguien saltó para abrazarlo por la espalda. Ahí estás, pensó Amón.
     
        

─¡Al fin llegas! ¿Qué hacías, anciano? Te tardaste siglos ─exclamó _______________, escalando para llegar a sus hombros como si fuese un chango.
      
         

─No es de tu incumbencia, mono loco ─gruñó de vuelta, cruzándose de brazos con una mirada llena de desdén.
    
         

_______________ se mantuvo en silencio. Algo anda mal, le dijo su consciencia, y pudo notar los ojos tristes del demonio.
     
         

─¿Qué tienes, pa? ─le preguntó preocupado, recargando su barbilla sobre su hombro, rodeando su cuello con sus brazos, casi pareciendo que lo ahorcaba desde atrás.
     
       

─¿Eres emo? ─cambió el tema repentinamente, con una seriedad inusual.
     
        

─No soy emo ─respondió con el ceño fruncido, y luego exageró su tono de molestia─. ¡Que no soy emo!
    
        

Eso Amón, ahora ponte fleco y defiéndeme de los skaters, pensaba el normie, bajando de su espalda para encarar a su anciano padre.
     
        

─Pues córtate el pelo emo ─le dijo, tomando uno de sus mechones largos de cabello.
    
       

─Tú córtate el pelo gay ─bromeó el joven, aunque no parecía broma.
      
         

Juan los interrumpió, pero no parecía él mismo, lucía como un montón de bolsas de ropa y cajas de zapatos, con voz de sabelotodo. Amón chasqueó los dedos, y los artículos recién comprados levitaron detrás de ellos.
       
         

─Esa es una buena idea, vayan a un salón de belleza o algo, yo iré a dejar las cosas al auto… Claro que, primero tengo que recordar en donde lo dejé… ─dijo eso último en un murmullo, llevando sus dedos a sus labios─. Les dejo dinero, no lo gasten todo, me devuelven el cambio.
     
       

Juan se fue. ¿Debería ______________ obedecer su instrucción de «no gastar todo y devolver el cambio»?
     
        

─¿Nos lo gastamos todo en prostitu…? ─Amón adivinó lo que diría, y lo interrumpió con una palmada en su espalda─. Era broma, no te pongas así.
     
       

El demonio no dijo palabra alguna, sus ojos se posaron en otra tienda mientras deambulaban por la avenida. En el escaparate relucía una mochila de sublime calidad. Amón, inmerso en pensamientos, concibió una idea, aunque la duda se instaló en su mente, cuestionando si merecería la pena dejar a _______________ solo nuevamente. Su mochila es muy vieja, está hecha pedazos… Necesita una nueva.
      
        

─Ve tú solo, tengo algo que hacer, te alcanzo después ─murmuró Amón, decidido, dándole un empujón amigable hacia el salón de belleza más cercano, para después irse caminando a la tienda que le llamó la atención.
     
        

Me dejaron solo, pensaba _______________, y luego miró el billete que Juan le dio. Pero no estaba solo, una sensación de compañía lo envolvía, pese a la ausencia de aquellos seres queridos. Cada una de sus acciones, decisiones, y palabras eran destinadas exclusivamente a él. Dedicaron todo su ser solo para él. La calidez inundó su corazón, haciéndolo esbozar una sonrisa en los labios. Los sueños vencieron a las pesadillas.
     
        

Ya no estoy solo.
    
       

Ingresó al salón de belleza, provocando el tintineo de la pequeña campanilla que anunciaba la llegada de los clientes. Una mujer de aspecto felino, encargada de la caja, lo observó con apatía; seguramente había tenido un día arduo como para inquietarse por la presencia de un normie.
     
         

________________ respiró profundo, y se armó de valor.
    
        

─Disculpe, ¿aquí cortan el pelo?

8673palabras
(ᴇsᴛᴇ ᴄᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ
ғᴜᴇ ᴇᴅɪᴛᴀᴅᴏ) 

Ahora es cuando:
02, ¿qué pedo con el
lore de la mamá?
¿Acaso nos quieres
confundir?

Y la respuesta es:

En fin, nos adentraremos un
poco más en el mundo de
los humanos de esta historia,
y al fin se podrán aclarar las
diferencias abismales entre
ese y nuestro LATAM 😭👍

Also- se me ocurrió tremenda
idea para otra historia, solo
diré que:

Tampoco hay que
presumir, Cabo.jpg

Ahre, nada que ver.

Me puse re loca, seguro es
la pubertad.

En fin, ¿les gustó?

Yo espero que sí, como
siempre me mato escribiendo
cuando algo me apasiona ✋

Sin más, nos vemos en
el próximo capítulo.
     

ATTE⨾ Shakira loca ~

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