
Give Me More Time
Flynn
—Aún no entiendo cómo fue que terminaste así —intenté no ahogarme con mis propias carcajadas— mirate, ni siquiera Tocino se ve tan asqueroso como tú.
Collin me asesinó con la mirada.
—Graciosa la nena —ironizó— ¡Esto es tú culpa!
—¿Mi culpa? —levanté mis cejas— ¿Acaso te dije: Collin, arrojate por la resbaladilla que está en reconstrucción? ¿Verdad que no?
—¿Virdid qui ni? —me arremedó— déjame ya.
Volví a soltar una carcajada.
—Nena, deja ya a la Cosa de tu hermano —me advirtió Jefazo— ¿A quién engaño? —soltó una carcajada— ¡Debiste ver tu cara cuando te levantaste de la piscina!
—¡Jefazo! —Collin se quejó desde su asiento.
—Chicos, necesito un martillo y un cincel, en serio ya no siento el pene —exigió Klaus entre dientes.
—¿Quién te manda a imitar a tu hermano? —Jefazo siguió burlándose— la próxima vez sólo llevaré de paseo a Tocino.
Las Cosas soltaron un bufido. Yo aún no podía cesar mi risa, ésta había sido una increíble tarde.
¿Qué había ocurrido? Pues, les cuento:
Las Cosas se habían presentado ésta mañana en la puerta de mi habitación y no pararon de tocar tan sonoramente hasta que saliera, no me sorprendería que hubiesen despertado a los residentes de todo el piso. Con suerte alcancé a lavarme los dientes y tomar una muy corta ducha antes de que me sacaran del edificio a rastras. Me había llevado una gran sorpresa de que Jefazo esperaba estacionado en la entrada con Chandler en sus brazos, toda esta alocada salida había sido idea de él, a Jefazo a veces le daban estos ataques de convivencia familiar cuando tenía un día libre y eso me encantaba, amaba pasar tiempo con ellos porque desgraciadamente los veía por un tiempo determinado.
Habíamos ido a desayunar comida chatarra en JD's McFunnigan porque así lo habíamos pedido nosotros, al principio Jefazo les había reprochado a las Cosas porque como atletas que son, debían mantener una dieta saludable y como el Coach profesional que él era, debía recordarselos, así que terminando con el sermón, él mismo fue a ordenar una gran torre de nachos y dos hamburguesas con papatas para cada uno.
Luego de casi traernos arrastrados a Klaus y a Chandler del parque de juegos infantiles de JD's McFunnigan, fuimos a la zona Sur de la ciudad, ¿Lugar en específico? Malibu. Pero no fuimos a la playa, sino al parque acuático que estaba cerca de ahí. Pasamos toda la tarde chapoteando en las múltiples piscinas, cayendo por las altas resbaladillas cerradas e incluso Jefazo casi fue a dar por accidente en el foso de los delfines por no haber saltado a tiempo del arnés que le daba todo un recorrido en el aire por todo el lugar. Almorzamos deditos de pescado frito en un restaurante del lugar y después decidimos buscar alguna atracción a la que no hubiésemos subido ya que estuviese cerca del chapoteadero para niños donde Jefazo estaba jugando con Chandler.
De tanto buscar, subimos a la torre más alta de las resbaladillas del parque. Notamos que había una de las resbaladillas que no habíamos probado y Collin tuvo la brillante idea de lanzarse por ella y por supuesto que a cada idiotez que Collin hiciera, Klaus lo haría con él por lo que el idiota ése también se arrojó por la resbaladilla. Yo, al ver la lejanía del suelo y haciendo cálculos de toda el agua que había tragado ya por haberme lanzado en las otras resbaladillas, preferí no hacerlo ésta vez. Las Cosas por su parte saltaron, pero ninguno había notado el cartel de «Fuera de servicio. En construcción» sino hasta después del accidente.
Collin y Klaus pensaron que iban a parar en la enorme piscina que estaba bajo nosotros pero en realidad no fue así. Terminaron cayendo por uno de los agujeros de la resbaladilla y aterrizaron en una zona de cemento fresco.
Ahora todos veníamos en la Van de Jefazo de vuelta a las instalaciones de Google con un Klaus que tenía el trasero y las piernas enyesadas y un Collin con casi todo el torso y el rostro de la misma forma.
Definitivamente una de las mejores tardes. O al menos para mí y mi buena suerte.
—Vamos, Cosa #1 —intenté animarlo— quita esa cara larga, Klaus quedó en las mismas condiciones que tú y él no anda quejándose.
—Eso es porque está tan concentrado en no pensar en eso porque su maldito pene también tiene cemento encima —contraatacó— aún me duele la espalda.
Reprimi una carcajada y Collin me miró mal.
Jefazo se detuvo en el estacionamiento de Google.
—Okay, ya. Te propongo algo para que no sigas enfadado conmigo, ¿Va?
Él me dio una mirada no muy confiada mientras se cruzaba de brazos.
—Te escucho...
—Subimos todos a mi residencia, dejo a Chandler durmiendo en mi cama y Klaus y tú pueden darse una ducha mientras voy con Jefazo a presentarle a unos amigos.
Collin pareció pensarlo unos segundos antes de mirar a Klaus.
—¿Tú qué opinas, Cosa #2? —le preguntó.
—¡Cómo sea! —chilló— quiero sacarme esto ya.
—Pero no tenemos algo para ponernos —se excusó Collin— no podemos usar esto de vuelta, está sucio y no pienso ponerme uno de tus vestidos.
Klaus se asomó entre nuestros asientos.
—Pero en un caso de que sí tuvieramos que hacerlo... ¿Me prestarias tu vestido celeste? Me quedaría fabuloso.
Rodé los ojos.
Collin tras escuchar eso le asestó un golpe a la cabeza haciendo que Klaus soltara un quejido mientras preguntaba el porqué de su acción.
—Tú —señalé a Klaus— ni en tus sueños. Y tú —señalé a Collin— te recuerdo que la mitad de tu closet y el de la Cosa #2 estaba empacado en mi maleta cuando me tiraron aquí al principio del verano.
Collin frunció el ceño pero al final logró recordar.
—Ah, cierto —dijo— de acuerdo, vamos.
Los McAllister salimos del McVan y caminamos hasta mi edificio ayudando a Klaus a caminar sin dejar los dientes en el suelo. Saqué las llaves de mi habitación cuando estuvimos frente a la puerta y con dificultad logré abrirla.
—¡Pido la ducha! —gritó Collin corriendo por toda mi habitación en busca del baño.
—¡Oye! —gritó Klaus devuelta— ¡Eso no es justo!
Intentó moverse en su sitio para alcanzar al tramposo de Collin pero lo único que pudo lograr fue arrastrar sus pies en su mismo sitio.
—Muy lento, hermano —se burló mi mellizo antes de cerrar la puerta del baño tras de si.
Klaus se quejó.
—Jamás había visto a tus hermanos tan entusiasmados por tomar un baño —se burló Jefazo.
—¡Oye! —se quejó Klaus en voz alta produciendo que con su estúpido grito, Chandler se despertara y empezara a llorar— ups...
Lo miré mal.
—Idiota —lo regañé. Empecé a mecer al niño en mis brazos pero sus ojos ya estaban abiertos— genial, ahora por tu culpa Chandler ya no dormirá su siesta.
—Que la duerma regreso a casa, así no solamente Collin y yo debamos aguantar las historias de amores fallidos de Jefazo.
Jefazo lo miró indignado.
—¡Oye!
Klaus lo miró con diversión
—Sigue burlandote, viejo.
Jefazo lo señaló.
—Te estás ganando que cancele una de tus tarjetas de crédito, jovencito —le advirtió.
Klaus inmediatamente abrió los ojos asustado.
—¿Qué? ¡Oh, vamos! —chilló— Papi, no lo hagas, por favor.
Klaus empezó a hacerle un berrinche a Jefazo mientras él se burlaba de él. Él definitivamente no tenía moral para exigirle madurez a Las Cosas.
Rodé los ojos y justo antes de que Chandler volviera a arrancar a llorar, saqué a Jefazo arrastrado de ahí.
—¿Qué diablos sucede contigo? —le pregunté mientras salíamos de mi habitación.
—¡Él empezó!—Acusó a Klaus mientras señalaba mi puerta.
Suspire pesadamente.
—A veces pienso que entre tú y yo el de 17 años eres tú.
Jefazo calló unos segundos analizando mis palabras, incluso, cualquiera pensaría que hubiese tomado consciencia...
...Pero mi papá no era una persona normal.
—¿En serio parezco de 17 años? —sonrió coquetamente inflando su ego— digo, esos 32 años no se hacen notar mucho físicamente. Me veo fabuloso.
Puse los ojos en blanco.
Miré a Chandler.
—Espero tú sí sepas escuchar, ¿Oiste? —le hablé al bebé pero él ni siquiera me entendía, simplemente dejó salir una adorable risa— andando Jefazo, los chicos deben estar en la cafetería.
—¿Chicos? —frunció el ceño— ¿Cuáles chicos?
—Mis amigos, quiero presentartelos.
Me miró fingiendo impresión.
—¿Tienes amigos?
Lo miré mal.
—Gracioso el viejo, sigue así y yo misma me pondré en adopción.
Jefazo soltó una sonora carcajada mientras regresabamos al ascensor. Salimos del edificio y empezamos a caminar por todo el campus mientras él me contaba que el tío Ron ya había vuelto a los entrenamientos con los Lakers, sí, Ron Baker, el jugador de baloncesto. Las Cosas y yo acostumbrabamos a llamarles así porque les habíamos cogido cariño tanto a él como al resto del equipo de jirafas, Jefazo los consideraba parte de la família.
—¿Volvió tan pronto? —le pregunté pasando las puertas de la cafetería.
—Si, ya sabes cómo es Ron —rió Jefazo— no soporta estar tanto tiempo separado de nosotros.
—... O quizás no soportaba las constantes llamadas que le dejaban al buzón del móvil mientras él estaba de vacaciones en Fiyi.
Jefazo silbó distraidamente dándome la razón.
Lo miré.
—Okay, deja de mirarme así —dijo— me intimidan tus ojos poderosos y fabulosos.
Levanté una ceja con diversión.
—¿Tan fabulosos como los tuyos?
—No, tampoco es para tanto —le di un pequeño golpe en el brazo haciéndolo reír— es broma, ¡Es broma! —me quitó a Chandler y lo levantó sobre su cabeza haciendo que el pequeño soltara una carcajada— la mocosa de tu hermana es una cascarrabias, ¿A que sí? ¿A que sí, verdad?
—No soy una cascarrabias.
—Si, si lo eres —se burló Jefazo.
—Eres tan infantil para ser un anciano.
—Y tú tan gruñona para ser sólo una adolescente —me atrajo a él y me dio un sonoro beso en la mejilla— Te quiero, cariño.
—También te quiero, papi.
Me sonrió y juntos fuimos a la barra para merendar.
—Hola Tristán —saludé al castaño rizado
—¡Princesa! Ya se me hacía extraño que en todo el día no hubieses pasado por aquí —me sonrió— ¿Qué puedo ofrecerles?
—Un par de batidos de chocolate, tres de esos muffins y que dejes de coquetearle tan descaradamente a mi hija —Jefazo le sonrió.
Me sonroje en cuanto Jefazo dijo aquello.
—¡Papá!
—Ah, lo siento —recordó algo— olvidé decir Por favor.
Miré mal a Jefazo pero él simplemente sacó sus lentes de sol que colgaban del bolsillo de su playera floreada favorita y se los colocó.
—Yo... yo... —Tristán, igual de rojo que yo, titubeó— lo siento, señor. En seguida.
Y el pobre muchacho sin decir otra palabra, nos fue a preparar la orden. Cuando nos la entregó, Chandler hizo ademanes de salirse de los brazos de Jefazo con el propósito de tomar uno de los enormes muffins de vainilla de la bandeja que estaba en mis manos así que para que dejara de removerse le alcancé uno para que lo mordisqueara, sabía que no iba a acabarselo todo pero siempre le dabamos el gusto.
—¿Cuánto dices que te debo? —le preguntó Jefazo a Tristán sacando su billetera.
—Es gratis, todo es gratis.
Jefazo bajó un poco sus lentes para mirarlo con incredulidad.
—¿En serio? —Tristán asintió frenéticamente ante su pregunta. Jefazo me miró— ni una palabra de esto a tus hermanos, sino tendré que llevarmelos a rastras luego.
—Fue lo primero que me vino a la mente cuando pisé el lugar por primera vez —concordé con él.
Le dio una última mirada a Tristán antes de hacerle una seña con los dedos de Te estoy vigilando mientras me seguía para salir conmigo de ahí.
Hice que me siguiera escaleras arriba hasta llegar a nuestra oficina. Le pedí que abriera la puerta por mí y así lo hizo. En efecto, ahí estaban los chicos practicando para el reto del jueves.
Lyle, quien era el único que estaba caminando en círculos ocupando un auricular inalámbrico para comunicarse con los demás, notó mi presencia y la de mi papá antes que los chicos.
—¡Ahí estás! —exclamó sacándose el auricular— ¿Dónde estuviste todo el día? Con los chicos estuvimos buscándote por todas partes.
—Se podría decir que mi família me secuestró toda la mañana y parte de la tarde —sonreí ligeramente mientras recorría el lugar con la mirada buscando disimuladamente a Stuart. Ahí estaba, ocupaba un ordenador junto al mío. Levantó la vista y me sonrió ligeramente— siento la tardanza.
—Me declaro culpable, oficial —Jefazo confesó.
—Chicos, él es...
—No. Puede. Ser… —Nick quedó ligeramente pálido— Billy, amigo. Dime que esto es un sueño, ¡Dime que no estoy viendo a mi héroe parado junto a la pequeña sombría!
—No, amigo... —respondió Billy de la misma forma— ése es Calum McAllister...
—En vivo y en directo —Jefazo se elogió a sí mismo.
Él amaba que le subieran el ego.
Nick y Billy al escuchar las palabras de Jefazo soltaron un pequeño chillido antes de salir de la silla de sus ordenadores para venir a presentarse con papá.
—Oh Dios, es todo un placer conocerlo, señor McAllister —Nick tomó la mano de Jefazo y la empezó a sacudir frenéticamente— mi nombre es Nick Campbell y soy un gran admirador de su trabajo y de los Lakers...
—Al igual que yo, señor McAllister —Billy lo hizo a un lado de golpe para sacudir ésta vez la mano de papá frenéticamente casi al igual que Nick— Me llamo Billy... Billy... Oh Dios, estoy tan nervioso que ya hasta no recuerdo mi propio apellido —rió nerviosamente.
—Eh... gracias. Oye, sigue así y me sacarás el brazo de su sitio, amigo —Jefazo se safó discretamente de la mano de Billy.
—Amigo... ¡Amigo! —casi gritó Billy— ¿Has escuchado eso, Nick? ¡Soy amigo de Calum McAllister!
—Agarrame que ya estoy viendo borroso... —Nick se sostuvo del hombro de Billy.
Estúpidos.
—Chicos, relajense o harán que papi salga huyendo de aquí —me reí.
Ambos abrieron los ojos de par en par.
—¡¿Él es tu papá?! —gritaron.
—Chicos, todos tenemos timpanos sensibles —Jojo se hizo notar— paren de gritar, joder.
—Calum McAllister, Flynn McAllister —Jojo fue ignorado— Billy, ¿Porqué no nos dimos cuenta antes?
—¿Porqué no mencionaste antes que él era tu papá? —me preguntó Billy.
Me encogi de hombros.
—Nunca me lo preguntaron.
Me miraron indignados.
Jefazo tomó su batido de mi bandeja y lo probó.
—Jojo, Lyle, tú... —miré despectivamente a Neha— él es mi papá, Calum McAllister y el bebé es Chandler, mi hermano. Jefazo, ellos son Jojo, Lyle, la indu es Neha, los gritones estos son Nick y Billy y bueno, ya conoces a Stuart.
Jefazo les sonrió mientras le daba a Chandler a probar un poco del batido.
—Es un pla.... Espera, ¿Stuart, dijiste? —buscó a Stuart con la mirada y cuando lo consiguió casi no me lanza el batido encima antes de ir a darle un abrazo. Sí, un abrazo— ¡Stuart, hijo! ¿Cómo estás?
Stuart lo recibió sin problemas y lo saludó.
—Todo bien. ¿Qué lo trae por aquí, Señor McAllister?
—¿Señor? ¡Por favor, muchacho! Llámame Jefazo, o Calum. Cual prefieras —hizo un ademán restando importancia. Ay sí, los amigos de toda la vida entonces— vine a dejar a Flynn y como los estúpidos de mis hijos tuvieron un... accidente en el parque acuático fueron a tomar una ducha en la residencia de mi niña. Ella insistió en traerme a conocer a todos sus amigos, linda oficina, por cierto.
—Gracias, Jefazo —respondió Stuart sin dejar de levantarle las cejas a Chandler de manera graciosa haciéndolo reír, él hizo ademanes a Stuart pidiendo ser cargado— oh, hola amiguito. ¿De dónde sacaste ése muffin? Se ve delicioso.
Jefazo le dejó cargar a Chandler un poco extrañado, incluso yo me extrañé. Chandler no era un bebé que le gustaba que cualquiera lo cargara, (Aún sigo procesando eso de que pasó todo un día con George Peñalver) y verlo pidiéndole a Stuart que lo hiciera, era algo de lo que mi família podría extrañarse mucho.
Aunque no podía negarlo, se veían adorables juntos.
—Creo que le has agradado —Jefazo sonrió ligeramente.
—Esperen, esperen, esperen —intervino Nick antes de mirar a Stuart— ¿De dónde conoces tú a mi héroe, Stewie?
Stuart buscó mi mirada y yo le hice un asentimiento discreto de que podía decir la verdad... o bueno, hasta donde no me metiera en problemas.
—Una vez acompañé a Flynn a visitar a su família en Sunset Ville y bueno, nos presentó.
Nick al escuchar aquello, contuvo un chillido. Caí en cuenta segundos después del porqué de la reacción de Nick. Le hice una seña fingiendo cortar mi cuello para que no dijera nada.
—Mi Shipp está creciendo poco a poco, que orgullo...
Jefazo levantó una ceja. Golpeé mi frente.
—¿Shipp? ¿Cuál shipp?
—El de Stewie y Flynn, por supuesto.
—¿También los shippeas? ¡Asombroso!
—Es inevitable no hacerlo, son adorables.
—¿Verdad que si? Son tan adorables —Jefazo me miró— te lo dije.
Rodé los ojos.
—Algo me dice que usted y yo vamos a llevarnos muy bien —le dijo Nick a Jefazo.
Maldita sea.
Qué
Diablos
He
Hecho.
(…)
La noche había caído en el campus de las instalaciones de Google al igual que mis esperanzas de que Jefazo y las Cosas abandonaran el lugar cuanto antes y no congeniaran tan bien como lo hacían con los chicos. Era impresionante lo bien que se llevaban, incluso Neha convivía con ellos, bueno, aunque creo que la cara bonita de mi mellizo tenía algo que ver con eso, no me fiaba mucho de ella y si pensaba que podía ligarse a Collin estaba haciendo el ridículo. Si había algo a lo que celaba más que a nada eran mis hermanos. Pregúntenle a la novia de Klaus cuántas veces la he sacado a patadas de la mansión porque yo hace mucho había dejado de contarlas, en serio.
—Hey, hey amor. Eso no se come, es césped —hice que Chandler, quien llevaba un buen rato jugando con el césped, se sentara nuevamente. Balbuceó fastidiado— en serio, Chand. Mejor veamos las estrellas un rato, sé que te gustan.
Lo atraje hacia mí luego de acostarme en el suave césped, él se acurrucó en mi pecho mientras veía todo lo que le señalaba y le hablaba de algunas leyendas acerca de los orígenes de las constelaciones. Sabía que la mayoría de las cosas de las que le hablaba no podía entenderlas pero adoraba ver esa expresión en su rostro de atención y maravilla por cada reacción que mi rostro gesticulaba con mis palabras. Admiración. Daría toda mi parte de la fortuna de los McAllister para conservar esa expresión en su hermosa carita angelical.
—¿No crees que es muy pronto para enseñarle astronomía?
Mi mente reconoció esa voz al instante y mis sentidos empezaron a ponerse fuera de control. No habíamos tenido oportunidad de cruzar palabras en todo lo que quedaba de la tarde e inicios de la noche por el simple hecho de que ambos estábamos tan ocupados al pendiente del control de los comentarios de Jefazo y Nick que ni siquiera tuvimos tiempo para decir Hola.
—Nunca es muy tarde o muy temprano para aprender algo nuevo —comenté— es un chico listo.
Stuart sonrió ligeramente y se sentó con nosotros en el césped.
—A ver, chico listo —tomó de las manitos de Chandler y las alzó un poco para que él mismo estuviese sobre sus propios pies— ¿Crees que puedas mantenerte así un par de segundos?
Lo soltó con un poco de cautela haciendo que mi hermano estuviera de pie mientras él tenía sus manos a ambos lados de él pendiente de que no cayera. Chandler tambaleó al principio pero luego logró estarse de pie unos segundos. Stuart lo hizo balbucear animadamente como si se estuviera divirtiendo por todas las muecas que él hacía hasta que luego de un corto minuto y medio, Chandler se tambaleó un poco más hasta que Stuart lo volviera a tomar haciéndolo sentarse y evitando su corta caída.
—Bien, muy bien amiguito —revolvió su cabello. Me miró— tienes razón, es un chico listo.
Sonreí ligeramente.
—Le agradas —confesé ganándome su mirada— Chandler, quiero decir. Le caes bien.
—Es una ternurita de bebé —acarició su mejilla— ¿Qué hacen solos aquí? Pensé que estabas en tu habitación.
—Lo estaba pero Chand estaba algo inquieto, no le gustan mucho los sitios cerrados así que decidí dar un paseo con él —Dije— ¿Me estabas buscando?
Él intentó ocultar una pequeña sonrisa en sus labios cuando vio levantar mi ceja.
—Eh... si, de hecho sí —admitió— no te veía por ningún sitio y yo... bueno... no lo sé.
—¿No lo sabes? —repetí— o ¿Te preocupaste?
Al escuchar esas palabras salir de mis labios, sus mejillas se encendieron como dos linternas rojas de la vergüenza. Quizo ocultarlo pero le resultó casi imposible.
—Y si digo que sí... ¿Hay algún problema?
Sonreí.
—No. Para nada.
Un silencio nos invadió un buen rato. Trataba de buscar algún tema de conversación para discutirlo con él y acabar con éste silencio pero no se me ocurría absolutamente nada, y eso ya era muy raro para mí porque yo siempre tenía algo para decir. Sólo se escuchaban los balbuceos de Chandler.
Bufe.
—Okay, esto es estúpido —solté.
—¿Qué? —preguntó casi inmediatamente— ¿A qué te refieres?
—Esto —nos señalé a ambos— antes no cerrabamos la boca de tanto discutir y ahora pareciera que el gato nos hubiese comido la lengua. ¿Qué nos pasa?
Él se encogió ligeramente de hombros.
—No lo sé, quizás sólo nos incomoda la presión.
Frunci el ceño.
—¿Presión? ¿Cuál?
—Lo que ocurrirá después, nosotros —nos señaló a ambos— tú, yo, ayer, todos estos días.
Hice una mueca entendiendo a lo que se refería.
—Tienes razón, quizás sea la estúpida idea de dar el siguiente paso, te gusto, tú me gustas... ¿Qué sigue? —me encogi de hombros.
—Yo... no lo sé, es decir, sí sé lo que sigue pero no estoy seguro de...
—¿No estás seguro? —lo interrumpi— ¿No estás seguro de tus sentimientos? Pensé que te gustaba, ayer dijiste que te gustaba, Stuart. ¿Porqué vienes y me dices que ya no...?
Me tapó la boca.
—Hey, hey, hey —shusheó— jamás dije lo contrario. Me gustas, Honey. Tenlo por seguro de que me gustas demasiado y no sabes lo mucho que me jode el orgullo hacerlo pero hace un buen tiempo lo mandé a la mierda... mandé a la mierda mi orgullo por ti —confesó quitando su mano de mi boca. Luego se sentó junto a nosotros— escucha, sólo necesito que me escuches.
—Lo estoy haciendo.
Asintió.
—Seré sincero contigo, ¿Okay? No sé lo que es tener una novia...
Aquello literal, me dejó internamente en shock. Es decir, ¿Cómo mierda con veintiún años de edad jamás en su vida ha tenido una novia? ¡Por Dios! Había que sólo mirarlo para poner en duda sus palabras, Stuart era malditamente atractivo, inteligente (Aunque muy petulante) y si omitieramos su tosca actitud, podrías ver a un chico genial, de buen corazón (Aunque a veces no lo demostrara) y talentoso, joder: escritor, compositor y músico con un muy ridículo parecido a Dylan O'Brien, ¿A qué clase de idiota no le gustaría?
—¿Jamás has tenido una novia? —repetí tratando de disimular bastante la sorpresa— ¿Qué? ¿Porqué?
Se encogió de hombros.
—Nunca me ha parecido algo muy necesario, no es un riñón o un pulmón —que sincero— digo, sí he tenido una que otra chica pero jamás una novia, alguien a quien llamar así.
—¿Porqué? —repetí.
—Honey, vivo rodeado de mujeres con problemas de actitud, con obsesiones de Crush, con problemas de autoestima y si revisaras mi teléfono verías un punto rojo en cada dia del calendario advirtiendome a cual de ellas no acercarme en los próximos cinco días porque su temperamento en esas temporadas es peor que el mío, no quiero ni imaginar cómo sobreviviría con una novia.
Lo miré por unos segundos y luego me eché a reír. Su ceño se frunció ligeramente seguro preguntándose el porqué me estaba burlando de él.
—¿Eres consciente de lo inocente que te oyes diciendo todo eso? —le dije— Stuart, las cosas suceden porque las personas quieren que sucedan. Si tú no estás listo, yo...
Entonces por primera vez en la noche, Stuart tomó mi mano.
—No he dicho eso —dijo por fin— quiero intentarlo, ¿Está bien? Quiero conquistar al mundo así como ambos nos conquistamos el uno al otro. Pero necesito un par de cosas.
—¿Cuáles?
—Tiempo y paciencia —levantó mi barbilla— sólo eso y juro por lo que más ames que haré de ti, la chica más felíz de todo éste jodido mundo, ¿Okay? Lo prometo.
Asenti.
Pude admirar cómo detrás del cristal de sus lentes, su mirada color miel brillaba como el oro y esos pequeños pero notorios lunares competían con la lluvia de estrellas sobre nuestras cabezas para ver cuál de ellos dos no me importaría contar por horas y horas. Y justo cuando pensé que no podía verse aún más hermoso, aquella media sonrisa en sus labios dio a relucir un adorable hoyuelo.
—¿Sería estúpido que te dijera que me besaras justo ahora?
Una pequeña risa escapó de sus labios.
—No. Estúpido sería negarme a hacerlo.
Ambos nos acercamos poco a poco y justo cuando sus labios iban a tocar los míos... Dios, algo dentro de mí se rompió al escuchar a Chandler reír mientras me miraba y balbucear por primera vez...
—Ma...ma.
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Wenaaas! No actualizo hasta la próxima semana, chicas xD disfruten, voten y comenten bastante.
¡Besos! La Yocsy se despide.
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