Capítulo 9
Capítulo 9
–Tranquilo.
El espejo que tenían al frente, no era como la de las salas de baile de los ídolos que se veían en los vídeos de prácticas, pero estaba bastante bien para sus propósitos. Kyungsoo estaba temblando de emoción y felicidad. Tenía a Jongin justo detrás de él, con ropa deportiva, sin la bata de hospital, y estaban bailando juntos. El médico le había recomendado hacer actividad física para mantener su buen ánimo y Kyungsoo se había apuntado a unas clases de baile privadas ofrecidas por el siempre talentoso joven.
–Toma mis manos– Jongin tenía rostro pegado a su mejilla derecha, encorvado para estar a su altura y mirándolo a los ojos, pero no directamente, sino a través del espejo. Kyungsoo obedeció. Se sentía tan bien tenerlo pegado a su cuerpo, dando las explicaciones en susurros, tan cerca de su oído que no podía evitar sonrojarse.
–Mírame, no te fijes en tus pies– le explicó Jongin en voz baja, entrelazando sus dedos para guiarlo junto a la música. –Tienes que moverte por lo que escuchas y sientes, no por lo que ves. Si lo haces así te equivocarás más.
–¿En serio?– el chico intentó imitar sus movimientos, pero se veía un poco torpe.
–Cierra tus ojos– le pidió el bailarín y Kyungsoo dudó antes de hacerlo, pero terminó obedeciendo al pedido.
–No tengas miedo, Kyungsoo. Baila conmigo, lo máximo que puede pasar es que te caigas y yo estaré ahí para ayudarte.
Como ya se sabían parte de los pasos después de tantos intentos, Kyungsoo intentó bailar sin mirar lo que hacía, sintiendo y moviéndose tal como le había dicho, dejándose llevar por la música y la guía de la persona que lo sostenía.
–Respira, respira correctamente– le aconsejó Jongin, porque no sabía que sus nervios no eran a causa del baile, sino por tenerlo tan cerca. Estaba tan agitado, que no se daba cuenta como abría la boca y se cansaba más aún. –Da un paso, ahora vas a ser tú quien me guíe, ¿si? No pasa nada, yo te ayudaré si algo falla. Nadie te verá aquí.
–¿Lo estoy haciendo bien?– Jongin en ese momento se dio cuenta que Kyungsoo no había abierto los ojos aún. Eso dibujó una bonita sonrisa en su rostro.
–Es tan afortunado el hecho de habernos conocido– comentó, mientras sutilmente se acercaba más y más, logrando llegar a estar frente al otro chico, quien apretó sus ojos con más fuerza al percibir la cercanía. –Soy tan feliz, sólo por hoy, por ser capaz de estar así contigo.
–También lo pienso– susurró Kyungsoo con un hilo de voz, abriendo lentamente sus ojos, esperando poder encontrar la mirada de Jongin, y sorprendiéndose al tenerla mucho más cerca de lo que esperaba. Eso lo hizo sobresaltarse por la impresión.
–Estoy feliz, porque regresaste. Has cumplido tu promesa, y aunque no vuelvas otra vez, incluso si nuestro camino se acaba aquí, si sigues con tu vida y sin querer me dejas en mi silencio, igual voy a estar agradecido por estos momentos.
Kyungsoo escuchó aquellas dolorosas palabras sin decir nada, hubiera podido disfrutarlas si no supiera lo que implicaban. Era doloroso, porque recordaba que Jongin era poeta, tal vez era su forma de expresarse, pero no: le dolía. De todas formas, se sintió halagado porque el chico estaba demostrando interés por él.
–Yo cumplo mis promesas, Jongin. No debes dudarlo.
–Por eso te admiro tanto, Kyungsoo, porque yo no lo hago.
Se quedó callado, no se atrevió a preguntar el por qué de esa afirmación. Por esta vez, pensó que sería mejor si lo dejaba pasar y mejoraba el ambiente. Invitó a Jongin a tomar un descanso, habían estado practicando baile en un cuarto desocupado del hospital, cortesía de una de las enfermeras, para que pasaran tiempo juntos. No es como si estuvieran haciendo algo malo, ya que los mismos médicos le habían recomendado pasar tiempo con sus amigos, algo que estaba mostrando un gran avance en su estado de ánimo. Camino a la habitación 88 de psiquiatría, Kyungsoo se veía exageradamente alegre, entusiasta, incluso hiperactivo. La idea era contagiar a Jongin de todos esos sentimientos y en parte lo consigue. Intenta no ser muy ruidoso, de todas formas están en un hospital, pero no deja de hablar y de comentar cualquier cosa que se le venga a la mente.
–Te ves feliz– Jongin lo miró de reojo, como si no pudiera disfrutar del todo el estado de ánimo de su amigo.
–Es porque estoy aquí, me encanta cuando pasamos tiempo juntos.
Esta vez, Kyungsoo fue capaz de ver claramente el sonrojo inmediato que atrapó las mejillas de Jongin sin que este pudiera siquiera intentar disimular. Con ganas de recuperar un poco su orgullo, empezó a caminar rápidamente para no dejar ver su caliente rostro avergonzado. Al llegar finalmente al cuarto, intentó buscar cualquier cosa para distraer la atención de su invitado, éste no parecía estar en lo más mínimo afectado por su reacción, así que se tranquilizó un poco.
–Hay algo que has estado ocultando de mí, Jongin– la melodiosa voz del mayor resonó en sus oídos cuando se escuchó tan cerca, pero sus palabras lo asustaron. Jongin tenía muchos secretos que no quería que fueran descubiertos.
–¿Ocultando algo?– Sus intentos de parecer tranquilo eran lastimosamente delatados por manos ansiosas que temblaban un poco a causa del miedo de que alguna verdad horrible sobre su vida haya llegado a los oídos de Kyungsoo.
–Sí, las enfermeras me lo han comentado y estoy tan decepcionado que no me lo hayas confiado desde un principio– el chico más bajo cruzó los brazos e hizo una mueca con la boca, fingiendo su supuesta indignación.
No sabía lo que había causado. El mundo de Jongin se vino abajo pensando que las enfermeras le habían dicho a Kyungsoo que estaba loco y que su enfermedad no tenía una cura como las demás. Su expresión lo decía todo, ni siquiera fue capaz de defenderse o decir algo, estaba tan aterrado que se sentó en su cama y ni siquiera hizo contacto visual. Kyungsoo entró en pánico al darse cuenta del cambio tan gigante de humor y se acercó preocupadísimo para asegurarse de que estaba bien.
–¿Ya lo sabes?– Jongin formuló la pregunta con tanta seriedad y desesperanza que hizo darle cuenta al chico que había cometido un error con la forma de decir las cosas y era una prioridad arreglarlo.
–Sí– respondió Kyungsoo con seguridad. –Me has mostrado todos tus talentos, pero nunca me has dejado leer o escuchar tu poesía.
Sus miradas se encontraron de inmediato, Jongin recuperó el color en sus mejilla y sus ojos brillaron. Habían un recordatorio latente en su expresión que se llenaba de ánimo: nunca, jamás, Kyungsoo podía contarle que sabía sobre su enfermedad, eso empeoraría todo lo que él intentaba mejorar.
–No soy tan bueno en eso. No me gusta alardear de cosas en las que no me destaco precisamente– como por arte de magia, el chico ahora parecía estar más tranquilo y hasta era capaz de hacer una broma.
–Bueno, estoy aquí para juzgar si eso es cierto. También dijiste que estabas "mejorando" en tu baile, y en realidad eres el mejor.
–No soy el mejor– negó Jongin, moviendo sus manos rápidamente frente a él.
–¿No quieres compartir tu poesía conmigo?– El puchero encantador, las manos juntas y los ojos suplicantes hicieron que el enfermo suspirara resignado. No podía luchar ante semejante ataque de ternura a traición.
–Pero tendrás que leerlo por tu cuenta, me da mucha vergüenza hacerlo en voz alta– pidió el muchacho y Kyungsoo entrecerró los ojos.
–¿Por qué?– Se quejó infantilmente su invitado. –Lo haces para las enfermeras, ¿pero no para mí?
–Ellas no tienen nada mejor que hacer, a veces me hace compañía mientras escribo. Tú... vendrías a ser mi primer público real. Es un poco difícil para mi.
–Entonces...– Kyungsoo extendió sus manos para recibir el cuaderno– Lo leeré por mi cuenta.
Cuando recibió el cuaderno, empezó a buscar las páginas al azar y decidió que el último poema debería ser el escogido, porque seguramente representaba sus sentimientos más cercanos.
"A veces, me resulta delicioso ver cómo el pétalo de una rosa cae, deslizándose por el aire y, en un instante, la flor queda deshojada mientras sus partes se marchitan a su alrededor. Aquello tan natural que pasa ante nuestros ojos, no es nada más que la belleza de la muerte."
Kyungsoo sintió como sus manos temblaban, estremecidas por las palabras escritas con tinta sobre ese pedazo de papel. Aquellas palabras poéticas no expresaban otra cosa que el miedo más grande que tenía el chico en esos momentos: descubrir que Jongin deseaba ya no estar más en este mundo. Su mirada se alza y encuentra al autor, rascándose la nuca, como esperando un mal comentario de su parte.
–Es tan hermoso como triste, Jongin– comentó finalmente, el muchacho cierra los ojos y respira hondo.
–Tengo mis momentos– admitió todavía avergonzado, no esperaba tanto entusiasmo.
–Entonces buscaré algo más alegre– respondió Kyungsoo guiñándole un ojo. Revisó las hojas con curiosidad y encuentró un poema mucho más largo, con tinta azul y no negra.
"Puedes tomar todo lo que queda de mí, porque no seré nada de lo que era jamás. He cambiado ahora, tal vez cuando ya es demasiado tarde. No eres capaz de ver los colores que me haces sentir. Oh, no lo sabes, pero besar tu corazón es lo único que anhelo, incluso si es algo que no debes saber. Me gustaría saber que puedo curar tus heridas y endulzar tus sueños infantiles. La música con los más hermosos instrumentos resuenan cuando entras, pero tú no los escuchas porque estás en la realidad, esa a la que yo no puedo llegar. Mis gritos son para ti como susurros, no eres capaz de escucharlos y aún así... soy feliz"
–Jongin...– el chico le retiró el cuaderno con brusquedad cuando escuchó su nombre ser dicho de esa forma.
–Oh, no, no, no. No es para tanto, son solamente los versos de un pobre loco. Dejémoslo así, mejor vamos a dibujar, eso si lo hago bien.
–¡Pero es hermoso! No sabía que realmente podías escribir los poemas más hermosos y sentidos– Kyungsoo quiso recuperar el cuaderno, pero Jongin era más alto y, ante la desesperación, más ágil, así que no se lo permite.
–Exageras– el chico abrazó posesivamente sus poemas, evitando que esos enormes ojos y esa menta curiosa pudieran verlos y, de alguna manera, sospechar todo lo que quería decir.
–Tal vez no comprendo, en su totalidad, no sé lo que pasaba por tu mente para que te hayas inspirado para eso, pero cada sonrisa que sacas con esas rimas va a valer la pena. En serio, es hermoso.
Sin que se lo espere, el chico más bajo se acerca y lo abraza. Realmente lo rodea y lo llena con su calor, aprieta sus cuerpos para que estén más juntos, al punto de ser capaz de sentir sus alocados latidos. Kyungsoo lo ignoraba por completo en ese momento, no sabía que le estaba entregando la seguridad del amor. A pesar de que su razón era diferente a la de Jongin, hay cosas que no sólo se expresan con palabras. No lo sabía aún, que no debía temer porque Jongin se estaba entregando por completo. Lo esperaría todos los días y se alegraría cuando llegue, sería el maravilloso sol en cada uno de sus días oscuros. Kyungsoo de ahora en adelante estaría en todos los sueños de Jongin. Tal vez el mayor no lograría entenderlo nunca, pero él era la inspiración que iluminaría al chico.
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