Capítulo 5
El sábado, Jongin estuvo en terapia todo el día, al menos eso fue lo que le dijeron las enfermeras para no asustarlo. A pesar de sus preguntas, el chico tampoco dio señales de vida en la tarde. Kyungsoo estaba sufriendo anticipadamente. El domingo, antes de las cinco de la tarde, iba a ser dado de alta y no quería irse sin despedirse. Las encargadas de psiquiatría no le dieron esperanzas cuando lo vieron llegar el sábado también. El muchacho empezó a angustiarse, temía que algo le hubiera pasado a Jongin y no quisieran decírselo.
El domingo de mañana regresó para un nuevo intento, pero sólo recibió más y más negativas de las enfermeras. Sus amigos y familiares llegarían para llevarlo a su campus, que afortunadamente no estaba muy lejos, más o menos a las cuatro de la tarde y le parecía horrible irse sin decir adiós después de todas las promesas que había hecho. Preparado para lo peor, Kyungsoo se pasó gran parte de la mañana escribiéndole una carta con todas las cosas lindas que conservaría en su mente y que quería que Jongin supiera. De todas formas, conservaba la esperanza de encontrarlo y entregársela personalmente en una emotiva despedida.
Fue una gran decepción encontrar la puerta de la habitación 88 cerrada como siempre. Y eso sólo podía significar una cosa: Jongin no quería despedirse, ya que le había mandado el mensaje que estaba por irse. Kyungsoo no perdía las esperanzas. Baekhyun y Chanyeol esperaron pacientemente en su habitación y sus padres estaban por llegar. Quería intentarlo por última vez.
–Iré a despedirme de algunos amigos, ¿si? Avísenme si llegan mis papás, llevaré mi celular conmigo– Baekhyun cruzó los brazos y alzó una ceja, curioso de la actitud tan misteriosa de su amigo.
–¿Por qué no vienen ellos a verte a ti?– la pregunta y el tono en el que fue hecha puso en alerta a Kyungsoo.
–Porque ellos están enfermos y yo estoy siendo dado de alta. ¿No te parece rudo de mi parte esperar que vengan a verme en vez de despedirme?– El chico estaba de salida, cuando se le acercó una de las personas que lo atendieron durante su estadía.
–¡Pero si es nuestro Kyungsoo-ah! Me enteré que serás dado de alta y estoy feliz por ti. Estudia mucho como siempre y conserva esa beca que tanto te ha costado conseguir, debes sentirte muy orgulloso por ayudar a tus padres pagando tus estudios con tu esfuerzo, a pesar de los momentos difíciles. Eres un jovencito maravilloso ¡Ven a visitarnos con frecuencia!
Los tres chicos sonrieron e hicieron reverencias educadas a la mujer y el aludido agradeció totalmente sonrojado. La enfermera se veía complacida ante esos educados muchachitos y volvió a elogiarlos. Chanyeol se acercó y se inclinó disimuladamente hacia el oído de Kyungsoo.
–No sabía que tenías una beca– susurró para no ser escuchado.
–Yo tampoco, pregúntale a Baek– fue su respuesta y salió de la habitación detrás de la mujer.
–Enfermera, ¿está segura de que no puedo ver a Jongin ni un sólo minuto?
–¿Jongin?– la expresión sombría hizo que Kyungsoo frunciera el ceño preocupado. –Él no está disponible tu sabes, tiene "terapia".
Las comillas hechas con sus manos hicieron que el chico comprendiera algo muy importante, que sospechaba ya, pero no quería admitir: las terapias eran una excusa que ocultaban algo que era probablemente triste y doloroso para las personas que se preocupaban por Jongin y que no querían que se supiera. Lo comprendía, pero debía averiguarlo de alguna forma para ayudarlo, o se volvería loco. Esa palabra resonó en su mente. No la pronunció, pero resultó muy dolorosa.
–¿Y a qué hora termina la terapia?– los grandes y expresivos ojos de Kyungsoo mostraron una sincera preocupación. La enfermera no podía luchar contra esa mirada, sobretodo al ver lo bien que le había hecho a Jongin la presencia del muchacho y los estragos terribles que sufría por culpa de su partida.
–Ven aquí, niño– con pesadez, la grande mujer se sentó en la estación de enfermería con Kyungsoo parado a su lado. –Voy a contarte esto, en contra de la voluntad de Jongin y de cualquier médico, porque sé que puedes ser una maravillosa influencia para él.
–¿Pasó algo malo con Jongin?
–Kim Jongin es un paciente de psiquiatría, Kyungsoo. Cuando tienes un problema leve, no necesitas pasar tanto tiempo en el hospital. Entiendo que eres un jovencito muy inteligente y que sabrás mantener esto en secreto. Tu amigo tiene algo llamado manía depresiva.
–Manía depresiva– repitió el muchacho, asustado.
– Sus episodios depresivos preocupantes y por eso debemos tener mucho cuidado a las cosas a las que se puede exponer. Nos alegró y nos sorprendió a todos lo bien que le hizo tu compañía y tu influencia, personalmente estoy muy agradecida. Todos aquí lo queremos mucho, él se ha ganado ese cariño, pero a veces parece que no es suficiente. Creo que le afecta que te vayas, ¿podrías visitarlo?
–Yo se lo permití y regresaré– aseguró el chico. –Pero si Jongin está deprimido, ¿está muy triste?– Kyungsoo había escuchado a mucha gente usar el término y lo asociaba directamente con la tristeza, pero no conocía las características de la enfermedad y tampoco sabía sobre todo lo que implicaba padecerla.
–Es un poco más complejo que estar triste, mi niño, pero ten paciencia. Seguramente, si vienes a visitarlo se pondrá muy bien. A veces la medicación no es suficiente.– La mujer suspiró. – ¿Seguro vendrás a visitarlo?– insistió la enfermera.
Medicación. Kyungsoo tragó saliva, tenía tantas preguntas, pero en un segundo decidió no hacerlas y se limitó a responder lo que se le había preguntado. Averiguaría cosas por su cuenta si era necesario.
–¡Si!– exclamó tal vez un poquito más fuerte de lo que hubiera deseado. –Y he hablado con él sobre eso. Somos buenos amigos y quiero visitarlo. Estudio en la universidad a la que pertenece este hospital, en la facultad de ciencias. Además, los dormitorios no están muy lejos de aquí.
–Estoy segura que él estará muy feliz de saber eso.
La mujer acarició su cabello, se despidieron y regresó al trabajo, Kyungsoo también debía volver a su habitación. Cuando entró, sus amigos lo esperaban hablando tranquilamente, con todo listo para su partida. Sus cosas estaban acomodadas en una esquina y la carta estaba sobre la mesa.
¡La carta!
Kyungsoo la tomó y, sin dar explicaciones, salió disparado hacia la habitación 88 de psiquiatría incluso si sabía que nadie atendería. No importaba, él sabía que no debía quedarse con el papel, era algo que Jongin necesitaba leer. Si lo que le dijo la enfermera era cierto, sus palabras iban a hacerle bien. Se acercó lentamente a la puerta y se agachó. El pequeño espacio entre la madera y el suelo era suficiente para que la carta se deslizara fácilmente dentro de la habitación. No podía ver nada. Las luces seguramente estaban apagadas y las cortinas cerradas. No se atrevió a golpear, para no fastidiar a su amigo, pero se despidió en voz alta, sin gritar. Prometió que regresaría lo más pronto posible y le rogó que leyera su carta y aceptara sus palabras.
Dentro, todo estaba sumido en una oscuridad total. Una temblorosa mano se aventuró a dejar de abrazar con ansiedad sus piernas. Jongin gateó con dificultad, acercándose lenta y pesadamente hasta que el pedazo de papel estuvo en su poder. Había estado llorando en silencio por muchas horas y terminó tirado en el suelo por culpa del cansancio. Incluso el gran esfuerzo de las enfermeras y de los médicos, que tanto quería, no habían sido suficientes para ayudarlo y hacer que se sienta mejor, pero cuando escuchó la dulce y melodiosa voz de Kyungsoo, su cabeza se alzó por primera vez. Con la poca fuerza que le quedaba, se puso de pie y se acercó a la cama. Encendió la luz de la mesita y se derrumbó sobre las mantas de su cama.
Fueron exactamente cinco veces las que leyó la carta entera. Recorrió el papel palabra por palabra, entendiendo y asimilando el mensaje completo y tal vez algo entre líneas que Kyungsoo le quería decir. Estaba seguro que había más que buenos deseos. Jongin se recostó mejor y se tapó, había estado demasiado tiempo en el suelo pasando bastante frío, sus manos y pies estaban helados. Inhaló todo lo que pudo y dejó salir todo el aire de sus pulmones en un suspiro sentido. Era hora de dormir. Tal vez el siguiente día sería mejor.
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