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Capítulo 28

Su nombre fue mencionado con esa melodiosa, con esa conocida voz que hizo que sintiera como las mariposas volaban dentro de su estómago, desesperadas. Sus piernas empezaron a temblar y su respiración era tan agitada como si hubiera corrido una maratón.

–¿Jongin? ¡No lo puedo creer! ¿Eres tú?

–No tengo mucho tiempo ahora. Sólo quería decirte que estoy bien. Me sacaron del hospital y prácticamente soy prisionero en casa. Dame unos días y podremos hablar. Por favor, sólo quiero disculparme.

–¡Jongin! ¡No tienes idea de lo feliz que estoy! – Kyungsoo se echó a llorar –Yo esperaré. Confío en ti. En serio lo hago...

–Guarda este número. Te llamaré siempre que no esté vigilado. Tengo un plan, pero antes debo hacerte una pregunta muy importante. 

–Lo que sea. 

–¿Todavía quieres estar conmigo?– a Kyungsoo se le revolvió el estómago. 

–Sí– aceptó suavemente, aliviado de que se lo haya dicho. –Claro que sí.

–Entonces, ¿me vas a esperar?

–Siempre, Jongin. Siempre.

***

Song Ji estaba sentada leyendo una revista en la sala. Jongin la notó increíblemente contenta, tarareando una canción alegre mientras pasaba las páginas. Debía ser muy bueno ganar un excelente sueldo por hacerse cargo de alguien que sólo salía para comer, reuniones familiares o  clases de pintura y dibujo a las que estaba asistiendo dos horas al día gracias a la insistencia de su madre. Usó el argumento de que así conocería gente nueva y haría algo productivo "hasta mientras". Y eso significaba una sola cosa: su padre otra vez estaba haciendo planes para él. Una pésima señal.

 Mientras fingía completa sumisión, Jongin hablaba a escondidas con su novio y planeaba la forma de verlo, pero no era fácil. Estaba siendo controlado y jamás estaba solo. Su idea entonces era tomar todo lo indispensable y empacarlo sin que nadie se diera cuenta. Se pondría de acuerdo con Kyungsoo y huirían. No podía soportarlo mucho tiempo más. 

–Song Ji, ¿te comenté que tengo un nuevo amigo?– Después del almuerzo, siempre se daban un tiempo para descansar. El muchacho se acercó y trató de no mostrar mucha emoción al respecto. –Hemos quedado para un helado y conversar sobre pintura, me pareció buena idea ir hoy.

–Oh, claro. Podemos ir ¿A qué hora planeaste esto con tu amigo?

Song Ji no era tonta, jamás arriesgaría su trabajo de forma tan inocente, Jongin lo sabía. Pero decir que era un amigo del curso de pintura, no mostrar mucha emoción al hablar de la salida y aceptar sin ninguna queja su compañía (a pesar de que por lo menos había intentado ir solo) era perfecto si quería ocultarlo de sus padres. No le daría un nombre completo o lo cambiaría si era necesario, para que no hubiera sospechas. Necesitaba encontrarse con él aunque sea cinco minutos.Por eso Kyungsoo corría desesperado hacia el lugar donde había sido citado en último momento. Todo había sido explicado por mensaje y sabía que podía hacer y lo que no, lo que podía decir y lo que no. Se supone que era un amigo que había hecho en un curso de pintura y que apenas se conocían. ¿Cómo esconder ese corazón que quería salirse de su pecho de sólo pensar en verlo, abrazarlo o toarlo?

La muchacha que lo acompañaba parecía estar un poco fastidiada, tenía una expresión de impaciencia constante , no participaba en ninguna conversación y tampoco les prestó atención. Mientras tanto, la pareja estaba sentada uno frente a otro, hablando de marcas de pinceles y de colores, de las clases y del profesor. Kyungsoo estaba sorprendido de la facilidad con la que pudo seguirle la conversación a su novio. Podían darse ese lujo porque Song Ji no asistía a las clases, así que no tenía ni una idea de lo que decían. Recordaron anécdotas del hospital y lo transformaron en clases de dibujo, así de fácil. Incluso mencionaron a Chanyeol y Baekhyun y pasaron un buen rato. El mayor de los dos se sintió aliviado, parecía muy calmado. La joven tenía una de sus revistas de mujeres y no les prestó atención. Ante esa oportunidad, Jongin empujó su helado a medio comer y derretido, salpicando toda la ropa de su pareja. 

–¡Cuánto lo siento! ¡Qué torpe soy!– exageró totalmente Jongin.–Vamos al baño, ¡mírate como estás, debemos limpiar eso!– Kyungsoo entendió el mensaje, dijo que no pasaba nada, pero ambos se levantaron para solucionar el problema. 

Una vez en el tocador, Kyungsoo usó un poco de agua para limpiar el helado en su ropa y Jongin se aseguró que no hubiera nadie en el lugar además de los dos. Cuando lo comprobó, se acercó a su novio y lo abrazó sin importarle mancharse él también.

–Te he extrañado tanto. En serio pensé que iba a morir

–No digas esas cosas, por favor– rogó Kyungsoo afectado, de sólo pensarlo.

–Es un infierno, Kyungsoo. Me siento prisionero y observado. Estoy solo y abandonado en ese lugar. Mi padre de nuevo está haciendo planes para mí y repite una y otra vez que no valgo la pena, pero que él es lo suficientemente estricto para corregir a un desperdicio como yo. Mi madre sólo se deja llevar, a veces el cargo de consciencia le guía a mi habitación, pero parece haberse acostumbrado a su vida y se dedica sólo a sus amigas y a sus quehaceres fuera de la casa. Apenas si la veo. Song Ji es una enfermera que ejerce de carcelera. Los únicos lugares que me hace feliz son la clase de pintura y la de dibujo, donde no me sigue.

–No pienses de esa manera, Jongin, amor– Kyungsoo acarició su rostro. –Ya no estás en el hospital, y así estés vigilado puedes ser libre si quieres. ¡Mírate! Has crecido tanto, de muchas maneras. Puedes empezar a estudiar, a trabajar, ser independiente. Podemos hacerlo juntos si quieres. Puedes tomar tus decisiones. Si la amenaza es dejarte sin dinero, yo sé que eso a ti no te importa. ¿Qué te detiene? Lo único que debes hacer es luchar un poco más, poner de tu parte, así podremos estar juntos finalmente. Incluso si debemos huir, podremos hacerlo porque tú has superado cosas más difíciles.

–Entonces, ¿vas a esperarme?– Kyungsoo jamás pensó ver en ese rostro tanta felicidad y tanto optimismo, así que asintió emocionado.

–Claro que sí, amor. Yo soy una persona muy paciente, puedo ir a tu ritmo. No tenemos prisa.

Jongin tomó las manos del más bajo, y las acarició con sus dedos pulgares por unos segundos. Luego, de la nada, se acercó y suavemente conectó sus labios de la manera más dulce, expresando su agradecimiento y su amor de la manera más simple, con el gesto más pequeño. Kyungsoo mantuvo sus ojos cerrados incluso cuando el otro chico se separó de él. Parecía tranquilo, pero en realidad por dentro habían fuegos artificiales.

–Gracias, mi amor. En serio, sé que aún te resulta difícil decirlo y escucharlo, pero eso eres para mí.

–También lo eres, Jongin, también eres mi amor. Por muy difícil que sea. No sabes lo que significa para mí.

Song Ji casi no notó la ausencia de sus compañeros, que al regresar continuaron su conversación, burlándose de la torpeza de Jongin y de la poca habilidad de Kyungsoo para limpiar helado. El informe de la muchacha al regresar a casa fue de lo más simple, como si nada especial hubiera pasado. Jongin aparentemente tenía un buen amigo, sólo hablan de pinturas y del maestro. Regaron un poco el helado y rieron. Jongin parecía feliz, pero la falta de entusiasmo y de interés de la muchacha hizo que su padre se sintiera satisfecho. No necesitaba que su hijo se obsesionara con sus amistades otra vez.

–¿Saldrán de nuevo?– preguntó su madre durante la cena familiar. Parece finalmente interesada en su vida.

–Tal vez, no lo sé. Igual nos vemos en el curso de pintura.

–Pensar que al principio no querías saber de tecnología y ahora no sueltas ese aparato– comentó su padre después de limpiarse con una servilleta de tela y dejarla sin cuidado sobre la mesa. –Por fin empiezas a actuar como un joven de tu edad. Pronto podrás traer a tus amigos, a tus novias y podré castigarte por beber– el hombre soltó una carcajada animada, pero su familia no parecía satisfecha con la broma.

–Jongin no puede beber, cariño. Siempre ha llevado una vida sana y es preferible que sea así. – Su mamá acarició su rostro con cariño, ya que ella si se sentía cerca de él a la hora de la comida.

–Bueno, no digo que sea un borracho, pero no puede rechazar un trago de sus superiores cuando esté en reuniones de negocios. Aunque sea un sorbo, Kim Jongin, no puedes ser un maleducado.

–¿Reuniones de negocios?– el muchacho hizo una mueca de desagrado. –¿A qué tipo de reuniones de negocios tengo que ir?

–No lo sé, depende de la carrera que escojas.

–¿Me dejarás escoger mi carrera esta vez?– la ceja alzada y la expresión desafiante del muchacho provocaron que su padre hiciera una advertencia visual.

–Todos hemos aprendido de tu turismo médico, gastando mi dinero como si no hubiera nada mejor que hacer. Así que sí, hijo, eres libre de seguir lo que te guste. Cualquier cosa puede servirle a la empresa.

–Puedo tener una galería, me interesa bastante el arte– Jongin usó sus palillos para meter un gran trozo de carne a su boca, sonriendo satisfecho.

–¿Arte? Puedes vender tus pinturas si quieres, es un buen hobbie. Pero estoy hablando de una carrera de verdad, una que vaya más con la línea familiar, ¿no lo crees?– Convencido de su argumento infalible, el señor Kim se puso de pie para servirse un trago.

–Oh, cariño– intervino la mujer. –El hijo de los Choi ha expuesto sus obras en New York y París. Hicieron un viaje para recibir un premio. Es una carrera perfectamente aceptada en nuestro círculo. Jongin podría mejorar incluso eso, sus dibujos son maravillosos.

–Mi hijo no va a ser un bohemio, por más París o New York que haya de por medio. Un hombre de verdad, sigue carreras de verdad. Te estoy dando oportunidad, Jongin.  Si no quieres ser abogado, puedes ser ingeniero, médico o lo que quieras. Agradecería administración de empresas o algo por el estilo, pero es tu decisión.

–Al parecer no lo es realmente– se atrevió a decir el chico. –Me va bastante bien en las clases de pintura y de dibujo.

–Sí– el tono de voz del hombre es mucho más firme ahora. –Pero eso no es una carrera, es un hobbie. Yo también adoro armar barcos a escala, pero jamás lo vería como mi profesión. No he hecho tantos esfuerzos para sacarte de ese hospital, para que ahora me vengas con que quieres estudiar artes en la universidad. Eso es para perdedores, para inútiles que no tuvieron la posibilidad de entrar a una carrera. ¿Crees que las chicas se impresionan con un artista? Las mujeres exitosas se casan con los hombres que compran sus obras, no con los que las hacen. Es una lección de vida hijo, no podrás vivir de mi dinero el resto de tu vida, debes empezar a crear tu propio imperio.

–Tal vez no quiero tener un imperio, mucho dinero y una carrera de verdad. Tal vez sólo quiero una vida modesta, lejos de la gente y de las presiones. Tal vez, no quiero mujeres exitosas a mi lado, sino que sus maridos me paguen por las obras y yo poder costearme un departamento pequeño. Tal vez, esa es la verdadera felicidad.

–¡Tonterías!– exclamó irritado su padre, dispuesto a vociferar como siempre que Jongin decía lo que pensaba.

–Cariño– le detuvo su esposa, por primera vez en todos sus años de sumisión. –Jongin todavía tiene que adaptarse a su nueva vida y pensar. Nunca es tarde para entrar a la universidad, es un buen estudiante. Ya hablaremos de eso luego.

***

La menor cantidad de ropa posible. No necesitaba cosas para dibujar, seguro Kyungsoo tenía un par de lápices y papel y eso es suficiente. No necesitaba nada. Hablaría con Kyungsoo pronto y le rogaría que lo recibiera en su habitación de la universidad mientras buscaba un trabajo. Tal vez algo duro y agotador sería bueno para mantenerlo ocupado. Debía huir, porque el circulo vicioso empezaba. Su padre ya lo estaba forzando, su círculo está lleno de gente que conoce su historia. No soportaba ver a Kyungsoo a escondidas. No podía seguir debajo de la sombra de un hombre poderoso y caprichoso que le quería imponer una vida. Ya no lo soportaba, lo único que lo animaba eran los recuerdos de Kyungsoo. 

–Puedo soportar vivir sin dinero, pero no puedo estar un día más aquí. Ni un día más– murmuró para sí mismo. 

–¿Jongin? ¿Qué haces?– Song Ji encontró al muchacho guardando cosas desordenadamente en una mochila infantil. Era la única que había encontrado disponible.

–Guardo algunas cosas– respondió enseguida, intentando no mostrar las pocas ropas que había logrado escoger.

–¿Para qué?

–Tengo cosas que hacer.

–No puedes hacer nada sin antes avisarme. También tengo otras ocupaciones aquí. Además, tengo que hablar con tus padres primero, tu mamá aún no llega y...

–Song Ji– Jongin usó un tono suave y calmado. –Creo que puedo salir por mi cuenta un rato, no es como si fuera prisionero en este lugar. Tengo edad para irme por mi cuenta.

–Estás a mi cargo– insistió la jovencita. Jongin empezó a impacientarse.

–Sí. Supongo que estás aquí para que no esté solo, ¿verdad? No voy a estar solo, voy a estar con mis amigos. Ya conoces a uno, tomamos un helado. Ya me voy, yo mismo avisaré a mis padres.

–Ya lo hice– Song Ji le mostró su teléfono. –Así que es mejor esperar a que uno de los dos llegue antes de que salgas. No tienes transporte ahora mismo y es peligroso.

–¿Les avisaste a mis padres que voy a salir? ¿Por qué? Entiendo que tu trabajo sea cuidarme, pero, ¿qué soy yo, un prisionero?

–Yo tengo órdenes, Jongin. Tienes que quedarte aquí hasta que cualquiera de tus padres llegue. Es mi trabajo que no te quedes solo y que no estés sin supervisión.

–Entonces si estoy encerrado aquí. Lamento mucho causarte problemas, Song Ji. En el poco tiempo que te conozco, no hemos hablado mucho, pero has sido de ayuda. Debo irme ahora.

–Yo lo lamento más, pero no puedes salir de aquí. Si sólo vas a ver a tus amigos, no pasa nada, puedes pedirle a tus padres que te lleven. Es así de fácil– Song Ji se paró justo en la puerta, dando el mensaje claro de que no lo dejaría salir.

–Tú no entiendes– quiso convencerle el muchacho, pero ella se alteró.

–No, tú no entiendes niñito mimado. Eres mi responsabilidad y no pondrás un pie afuera de esta casa sin supervisión. Tus padres llegarán en cualquier momento y tomarán la decisión.

–¡Soy capaz de tomar mis propias decisiones!– reaccionó Jongin molesto, pero la enfermera no dio su brazo a torcer.

–Eso no es verdad, si fueras capaz de hacerlo, no necesitarías una niñera casi a los veinte años ¿No lo crees? No hagas un lío de esto. 

Song Ji cerró la puerta de su cuarto y se escuchó como ponían llave. Acababa de ser encerrado en su propia habitación. Eso fue todo, tomó su celular y llamó a Kyungsoo. Le rogó que llegara a su casa porque necesitaba verlo con urgencia. Su habitación estaba en el primer piso, salirse por la ventana no iba a ser para nada difícil.

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