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Capítulo 23

Jongin estaba en su habitación dibujando tranquilo. No había dado problemas durante mucho tiempo y ese era un avance positivo. Su padre revisó los informes favorables que daban sus médicos y el muchacho parecía mejorar y mejorar, su esposa lo visitaba con mucha más frecuencia, comentaba constantemente que lo veía más alegre, positivo y cambiado. Pero aquella situación innegablemente buena para el paciente, no era el problema. 

El conflicto tenía que ver con que Jongin rechazaba a su padre. Mientras los doctores aseguraban que la influencia de sus nuevos amigos no hacían más que animarlo y sanarlo, el chico se negaba a verlo, a escuchar cualquier cosa de él y a asegurar que si lo recibía se pondría triste y caería en sus crisis nuevamente. Incluso se había dado el trabajo de escribir una carta a mano, pidiéndole de favor que se vieran nuevamente cuando estuviera completamente rehabilitado. Le enfadaba mucho al hombre que, después de todos los intentos de que tuviera un celular, su hijo siguiera con la tonta y anticuada costumbre de escribir cartas. Era algo que no podía entender. Su hijo era alguien que era capaz de comprender. 

Le parecía inconcebible que limitara las visitas de su madre y que se rehusara a verlo, pero que al mismo tiempo recibiera con sonrisas y entusiasmos a un muchachito al que conoció por casualidad. Eso no era normal, ¿era acaso parte de su locura? Probablemente, era obvio que no estaba en sus cabales y eso debía arreglarse. No podía permitirle seguir haciendo lo que quería el resto de su vida. Su mujer debía hacerse cargo de eso lo más pronto posible y convencerlo de que si ya estaba curado, debía regresar a casa. Le obligó a su esposa ir de visita fuera de su horario normal. 

Cuando la señora llegó, Kyungsoo también estaba ahí. Por mucho tiempo, Jongin había evitado que conociera a sus padres, hasta ese momento. Como fue inevitable, el educado jovencito se vio claramente sorprendido por verla, pero sospechó de inmediato de quién se trataba. Hizo una reverencia perfecta de noventa grados y mostró extremo respeto. La madre de Jongin le dirigió unas palabras amables y se acercó a su hijo para darle un beso en la frente. El joven no se veía muy alegre de tenerla ahí, tampoco se veía satisfecho con el repentino encuentro entre su familia y Kyungsoo. No estaba avergonzado de ninguna de las partes, pero le parecía demasiado extraño que su madre esté ahí sin previo aviso.

–Mamá, ¿qué haces aquí?– Las palabras del paciente de dejaron oír en la habitación. Su tono de voz no era precisamente descortés, pero tampoco era muy amable.

–He venido a visitarte como siempre, Jongin. ¿Qué clase de pregunta es esa?– Tomada por sorpresa, la mujer intentó responder de la manera más natural posible.

–Siempre me dices que día vas a venir a visitarme. Estoy absolutamente seguro que dijiste que vendrías la próxima semana. ¿Hay algo que me quieras contar? ¿Pasó algo?– Kyungsoo pudo notar la tensión. 

–Estaba por el barrio, estando tan cerca hubiera sido tan horrible pasar de largo, ¿sabes? Te extraño mucho desde que no estás en casa.

Jongin hizo una mueca extraña, como si no creyera lo que escuchaba. Kyungsoo se sintió terriblemente incómodo y su corazón se sobrecogió al ser testigo de confesión. Se dio cuenta que estaba en medio de una conversación muy familiar, muy personal, y no era en modo alguno buena idea verse involucrado donde no le llamaban. Su plan era salir de la habitación sin hacerse notar demasiado y despedirse cuando considere pertinente.Pero, antes de que pudiera cumplir su cometido, las conversación que tuvo lugar no le dejó quedarse al margen, como había planeado desde un principio. Esas palabras no parecían ser de el Jongin que conocía.

–Supongo que tiene que ser así. Si eso era todo, me has visto ya, gracias por venir.

–Jongin– le llamó el mayor de los dos, dedicándole una sonrisa a la madre del muchacho, que parecía no entender que estaba siendo echada del lugar. –¿Te parece si traigo algo de comer para los tres? ¿No dijiste hace un rato que tenías hambre?

–No es hora de comer– respondió el paciente de inmediato, cruzando los brazos con una actitud sin precedentes.

–Bueno, seguro si traigo algo delicioso se te va a despertar el apetito.

Era la mejor forma de salir de la habitación sin llamar mucho la atención. Lo que no esperaba, fue que la mujer siguiera sus pasos y, en medio del pasillo, empezara a caminar a su lado. Se mantuvieron en un penoso silencio.

–A veces se pone así cuando no ha comido. Por eso le he ofrecido algo delicioso. En general su hijo es una persona maravillosa. Usted lo sabe más que yo– por alguna razón, Kyungsoo sintió la necesidad de justificar la molesta actitud de Jongin.

–La distancia, tal vez es eso. Si regresara a casa ahora tal vez vuelva a ser el hijo apegado y amoroso con sus padres. 

El muchacho asintió al escucharla, pero pudo notar el tono de voz, las palabras y la forma en la que hablaba. Todo parecía falso, como si fuera una mentira que ni ella misma fuera capaz de creer. Parecía como programada para decirlo todo, como si no lo pensara realmente. 

–Es bueno conocerte. Los médicos me han hablado tanto de ti, de como cuidas de nuestro hijo y cómo has logrado que mejore en estos últimos tiempos. ¿Crees que lo puedas convencer que regrese a casa?

Habían dos posibilidades: realmente era una madre desesperada que ansiaba ver a su hijo de vuelta, o era alguien que no tenía idea de lo que era un protocolo médico, ya que era el doctor quien debía darle el alta, al menos eso era lo que Kyungsoo sabía de lo que le habían explicado. Jongin ni siquiera estaba ahí por voluntad propia. ¿Por qué la madre de Jongin decía cosas que eran mentira, como que se llevaba bien con su padre? Todo era tan extraño y sospechoso.

–Jongin ha mejorado muchísimo, tal vez lo que le hacía falta es estar con gente de su edad, es algo que  él mismo lo ha dicho varias veces. Pero, es el doctor quien le da permiso a Jongin si debe quedarse o no. El paciente no es quien decide.

–Este es un hospital, el paciente decide qué médico lo atiende y si quiere regresar a casa, al menos que esté conectado a una máquina. Jongin está aquí por su situación, pero puede salir en cualquier momento. El problema es que no quiere y yo me pregunto así porque tal vez piensa que no volverá a ver a sus amigos.

–Oh, no, eso no pasará. Jamás abandonaría a Jongin, somos mejores amigos ahora. Por eso es que quiero ayudarlo tanto. Me gustaría verlo salir de aquí, hacer una vida normal, estudiar en la facultad de artes. Quiero que en un futuro este sólo sea un pasado doloroso, un recuerdo del que se ha librado por completo. Pero está en medio de un tratamiento, no soy médico, pero entiendo que debe al menos terminarlo. 

La madre de Jongin no soltó palabra, lo siguió mientras Kyungsoo buscaba la salida y un peso enorme cayó sobre los hombros del asustado muchacho. Él se había ofrecido ir a buscar algo para comer y tenía que guiarla hasta un lugar donde pueda cumplir su promesa. Estaba preocupado por haber dejado a Jongin solo y también porque había sido una excusa eso de salir por algo. Ahora debía cumplirlo y meter comida muy escandalosa en el hospital nunca era una buena idea. En la puerta principal, recordó que había un pequeño puesto callejero de tokbokki y omuk. Sabía cuánto adoraba Jongin los pasteles de arroz y de pescado y pensó que era una buena opción. En una funda negra, y caminando rápido, tal vez las enfermeras no se darían cuenta de que estaba consintiendo al enfermo otra vez. Además, estaba de su madre y podía alegar que era una ocasión especial.

La evidentemente adinerada mujer hizo un gesto de disgusto que preocupó al jovencito, pero enseguida que se les entregó la comida, extendió un billete  a la vendedora que le preguntó si no tenía uno de menor valor, para poder dar el cambio. Disgustada, la mujer dijo que no, tenía todo el aspecto de querer quejarse y enseguida Kyungsoo intervino, dando el valor exacto de lo que debía pagar por los pasteles.

–Llevo esto porque a Jongin le encantan– comentó el muchacho de inmediato, intentando mejorar el ánimo de la dama.

–¿En serio le gustan?– quiso saber todavía dudosa.

–¿No lo sabía? Le encantan. Una vez casi me deja en la banca rota de tanto que comió. Es un glotón cuando se lo propone. Me gusta que salgamos a caminar, a veces pienso que tanto tiempo en el hospital y se ha olvidado de como cruzar una calle. Es tan distraído a veces. 

–Vaya, suena como si lo conocieras de toda la vida– el billete rechazado fue colocado con delicadeza en el bolsillo de la camisa de Kyungsoo. Estaba a punto de rechazarlo, pero fue detenido por una delgada mano frente a su rostro. –Déjame invitar hoy, quién sabe cuánto has gastado en mi hijo hasta ahora. Le dejaré dinero para que puedan pasear de ahora en adelante.

–No es necesario, apenas si salimos, tenemos tiempo limitado. Yo vengo de visita. En serio, no es necesario.

–Por favor, no me hagas insistir– el billete fue colocado de nuevo en el bolsillo y, a pesar de que quiso quejarse, Kyungsoo no sabía cómo seguir negándose sin ser descortés, pero tampoco quiere ser un abusivo.

–Yo...

–Estoy sorprendida. Mi marido me ha pedido que venga a ver a nuestro hijo, que intente entender su comportamiento actual. He estado con ustedes sólo unos minutos el día de hoy y creo que veo las cosas de otro modo. Supongo que es la edad, que Jongin realmente quiere ver a personas jóvenes, como él y no a sus padres que deben resultarle aburridos. No sabía que quería estudiar artes, nunca lo comentó. Sólo dijo que no quería seguir leyes, pero jamás habló de lo que le gustaba. Tal vez he sido una mala mamá. Ni siquiera sé qué es lo que le apasiona.

–Oh, no, no, no– el tono lloroso y culpable de la señora hizo que Kyungsoo se sintiera culpable. En ningún momento quiso apenarla. –Jongin siempre habla de usted con cariño, dice que nunca le falla y yo sé que es verdad.

Sus intentos de consuelo fueron infructuosos. No le costó nada a la mujer desmoronarse. Encontró un banco a las afueras del hospital y se sentó ahí, derrotada. Hizo esfuerzos para no echarse a llorar, pero no lo consiguió.

–Pensé en un principio que era un adolescente rebelde como tantos otros, siempre lo comparé con mi hermano, él era así. Pero fue empeorando con los años. Su padre es muy presionante. Es un hombre de carácter fuerte, con ideas claras, es muy difícil hacerle cambiar de opinión. Siempre pensé que estaba en contra de las imposiciones, pero que al ser su padre terminaría obedeciendo, como lo hacemos todos, pero Jongin se fue a los extremos y tuvimos que internarlo aquí– la mujer sacó un pañuelo y secó sus ojos con mucho cuidado de correr su maquillaje. El muchacho la observó y se dio cuenta de dónde había sacado Jongin su belleza. –Fue tan duro– dijo finalmente después de un suspiro.

–Entiendo totalmente. Debe ser muy difícil– ninguno dijo nada más, la mujer se puso de pie y en un segundo ya estuvieron de regreso a la habitación.

Kyungsoo meditó, caminando casi por inercia, totalmente concentrado en lo que su mente había logrado percibir. Era capaz de ver a la mujer sumisa y sin personalidad, que dependía de su marido hasta para la decisión más básica. Había sido dominada en todos los sentidos y no sabía cómo dirigir su propia vida, peor la de su hijo. Estaba resignada a la obediencia y se limitaba a cumplir órdenes. Era obvio que amaba a su hijo, que estaba preocupada, pero eso no aseguraba que pudiera hacer lo mejor por él. Por eso se sintió desolado. Esa era quizá una de las tantas razones por las que Jongin terminó en una situación tan crítica. Ella había ido con el objetivo de convencerle de salir del hospital. ¿Para qué? ¿Para caer de nuevo en ese círculo vicioso que va a hacer que Jongin retroceda todo lo que había avanzado? Probablemente era una petición de su marido, porque su hijo no quería verlo. ¿Qué puede hacer para ayudar a su adorado novio ahora? ¿Qué?

–Te trajimos tokbokki y omuk– anunció Kyungsoo al entrar a la habitación y el rostro del muchacho se iluminó. Recibió la comida y agradeció con una hermosa sonrisa, una que su madre no había visto en décadas. No sabía si emocionarse o sentirse celosa, optó al final por alegrarse de la extraña felicidad de su hijo.

–¿Podemos hablar?– preguntó la dama en medio de la conversación animada de los dos muchachos. Jongin le susurró algo al oído a Kyungsoo y este lo miró por un segundo, como desconcertado, pero enseguida hizo una venia y se despidió educadamente, la mujer respondió de la mejor manera.

Así fue como madre e hijo se quedaron solos en la habitación.

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