
Capítulo 11
Yeo Yang Mi es la enfermera que más cariño le tenía a Jongin, ella mismo lo había comentado muchas veces con sus compañeras. Desde que el muchacho fue internado en el hospital después de su tercer intento de suicidio, el chico se había mostrado tan dulce, que la mujer no pudo evitar sentirse absolutamente encariñada con él. Como una persona dedicada a salvar vidas, generalmente murmuraba para sus adentros que alguien que se quisiera quitar la vida no merecía tanta pena, piedad o entendimiento como los gente que estuviera enferma y luchando por seguir en este mundo. Nunca se había atrevido a decirlo, pero lo pensó un par de veces. El caso es que Jongin parecía ser un caso distinto para ella. No sólo por el hecho de estar enfermo o que su mente fuera frágil, también estaban latentes las causas de ese dolor.
El problema de ese cariño tan grande por el joven, era que carecía de objetividad con respecto a él y su especial situación. Primero, porque estaba a su favor y segundo porque estaba en contra de su padre. Cada vez que ese hombres se aparecía, el chico sufría una crisis. La enfermera no conocía la historia familiar, pero los peores episodios de depresión, histeria y dolor del muchacho se dejaban ver en cuanto ese odioso hombre de traje gris salía de la habitación 88. La madre del chico sufría y estaba siempre ojerosa, preocupada y ansiosa. Su marido no le dejaba entrar con él porque ella defendía a su hijo y normalmente corría al rescate cuando las cosas se ponían feas. Nadie sabía lo que el padre de Jongin le decía, pero los pocos comentarios que se habían dejado escuchar eran muy hirientes y eso indignaba a todos quienes cuidaban a Jongin todos los días. No sólo su mente estaba herida, su corazón también. Uno de los médicos restringió las visitas del padre. Un día, Yang Mi pudo escuchar una conversación que influyó en su relación con Jongin.
–Ese muchachito piensa que estar aquí no cuesta nada. ¿Tienes idea de cuánto tengo que gastar para que él esté dibujando tonterías en vez de trabajar o estudiar? ¿Hasta cuándo vas a solapara esta inmadurez?
Las palabras del hombre resonaron por todo el pasillo cuando salió de la habitación. Yang Mi vio los ojos de Jongin llenarse de lágrimas mientras cerraba la puerta suavemente. Su madre, a pesar de que estaba claramente indignada, no dejó su sumisión y bajó la cabeza.
–Está enfermo, los médicos lo han comprobado. Nuestro hijo necesita ayuda– explicó la mujer, con voz suave, intentando inútilmente razonar con su marido.
–Lo que realmente necesita es una paliza.
Detrás de él, la madre de Jongin iba inútilmente mostrando papeles y certificados para intentar convencerlo. Hasta mientras, Jongin se negó a comer por unos días y después incluso intentó escapar. Desde ese día, siendo testigo de la falta de interés y de sentido común del padre del chico, la enfermera se sintió aún más apegada a él y era una de las personas que más rápido lograban que se calmara, porque siempre le decía las cosas necesarias para animarlo. También, era una de las que apoyaba por completo la ayuda que su nuevo amigo estaba brindando. Jongin parecía corresponder ese sincero y gratuito cariño.Pero un día al mes, llegaba su padre. Yang Mi hubiera preferido que él no cumpliera con sus intentos de "comprobar" que no estaba pagando un hospital en vano, porque cada vez que su rostro aparecía frente a Jongin, el chico lo pasaba realmente mal. Ese, lamentablemente era uno de esos días.Eran las cinco de la tarde ya, cuando Yang Mi fue llamada por la enfermera de turno en psiquiatría. Jongin no quería saber nada de nadie y estaba llorando desconsolado, encerrado en el baño. Necesitaban un último intento antes de tumbar la puerta.Cuando llegó, podía oír los sollozos del chico al otro lado y se sentó pesadamente en el suelo, apoyándose en la madera. Se oía bastante mal y la mujer estaba segura de quién era el culpable.
–Jongin-ah. Soy yo, Yang Mi. Mañana voy a hacer un delicioso bimbap. ¿Quieres cocinar conmigo mañana?
No obtuvo una respuesta, pero los sollozos se detuvieron e incluso pudo escuchar cómo se limpiaba la nariz. Era una buena señal, porque tal vez hacía el esfuerzo para dejar de llorar. Con toda la paciencia del mundo, por la que se caracterizaba, Yang Mi esperó casi veinte minutos preguntándole cada cierto tiempo si estaba bien y si estaba listo para salir. Tras tantos ruegos y promesas, mencionar a su madre y a Kyungsoo debes en cuando, su corazón saltó cuando pudo escuchar la puerta abrirse. Lo que iba a ver después de eso la dejó totalmente desconsolada: Jongin tenía los ojos inyectados de sangre, la nariz roja, el cabello despeinado, el rostro sucio, se veía demacrado, totalmente despedazado física y emocionalmente.
–¡Nini!
Se supone que ella debería ser fuerte y mostrarle apoyo, pero también era humana y le dolía verlo en ese estado, se dejó llevar por la impresión al mostrar debilidad y compasión, pero afortunadamente Jongin no se veía particularmente afectado por verla teniéndole pena. Una triste sonrisa hizo que su joven rostro tuviera un poquito de luz por un segundo. El chico avanzó lentamente y se sentó con mucho cuidado en el piso, al lado de la enfermera que mantenía su expresión de preocupación.
–Ayuda– susurró Jongin con voz rasposa, se aclaró la garganta y se apoyó suavemente en el hombro de la mujer. Su cuerpo, tan delgado se veía pequeño comparado con el suyo, de una mujer grande y rellenita.
–¿Ayuda?– como no sabía a qué se refería, era mejor sacarle más información de manera sutil, para evitar cometer errores con alguien tan delicado como ese chico.
–Sí, necesito ayuda– como buscando refugio, se acercó un poco más a ella, tal como un pequeño niño apegándose a su madre después de un gran susto.
–Todos necesitamos ayuda, querido. Cuando yo era más joven, mucho más joven de lo que soy ahora– la mujer rió por su propia broma. –Pensé que no necesitaba ayuda de nadie en modo alguno, porque era enfermera y yo era la persona que los demás necesitaban. Uno nunca sabe cuándo las cosas se van a poner feas y la seguridad se va a acabar. Cambié de opinión de una manera muy dura, ahora ya no estoy segura de nada.
–¿Pasó algo que hizo que te sientas deprimida?
–Perdí a mi marido cuando tenía dos niños pequeños. Me quedé llena de deudas y pensé que moriría. Pero esas no son ideas que se deban compartir, son cosas que se deben dejar de lado y olvidarlas para siempre. Hubiera deseado haberte tenido a mi lado en esos momentos, hubiera apreciado mucho tu compañía. Eres la persona más dulce y encantadora que conozco. Sé que es difícil lidiar con sentimientos, pero no es imposible.
–Y esa tristeza que tenías, ¿lograste superarla y salir adelante?
–Por su puesto. Mis padres estuvieron ahí para mi, mis hijos me dieron la fuerza y la motivación para que todo mi esfuerzo valiera la pena, siempre hay como encontrar la salida. Ahora debemos encontrar la tuya. ¿Tienes alguna motivación para sentirte mejor?
–Sí– la respuesta fue dicha de inmediato y con toda la seguridad del mundo y no sólo la sorprendió, sino la llenó de esperanza.
–¿Cuál es esa motivación? No es la primera vez que te hago esta pregunta, pero si es la primera vez que consigo una respuesta. ¿Qué ha cambiado en este tiempo, eh?– La enfermera parecía entusiasmada, Jongin se sonrojó.
–Creo que necesito a alguien. No a cualquiera, últimamente mi vida ha cambiado de muchas maneras, para mejorar. Aunque de vez en cuando me siento tan... débil, como si toda mi fuerza se desvaneciera, pero sé que ahora. intento mucho más de lo que he hecho antes.
–Creo que puedo adivinar de quién se trata. Déjame pensar, ¿puede ser un jovencito de cabello negro, ojos grandes y sonrisa de corazón?
–Quisiera decirle tantas cosas– Yang Mi se volteó a verlo cuando escuchó un pequeño sollozo, entonces acarició el cabello del chico. Necesitaba un baño, lo convencería de hacerlo después de la conversación.
–¿Qué tipo de cosas, Jongin? Si yo fuera Kyungsoo, ¿qué me dirías?
–Que lo siento– las lágrimas resbalaron por sus mejillas, pero Jongin hizo un gran esfuerzo para hablar sin que su voz se quebrara por completo, controlándose para hacerse entender.
–¿Por qué lo sientes? ¿Piensas que hiciste algo mal? ¿Por qué lo sientes, Jongin?
–Porque Kyungsoo quiere ayudarme. Él viene y cumple sus promesas, él me recuerda a lindas canciones y me ayuda a dibujar y escribir poesía. ¿Por qué Kyungsoo me ayuda tanto y yo no hago nada por él? Quiero que me siga ayudando, estoy mejor cuando está cerca. También quiero abrirme para que sepa que visitarme vale la pena. Yang Mi, ¿puedo hacer que Kyungsoo me quiera como yo a él?
–Oh, cariño. Kyungsoo te quiere mucho, Nini. Te lo he dicho ya, eres un muchacho encantador y se nota que eres importante para él.
–Pero... no es eso. Es que, no sabemos si me quiere... como me gustaría.
–¿Y cómo te gustaría? – la enfermera se sintió un poco confundida.
–No sé si pueda entenderlo.
–Pues, intenta probarme, tal vez sea capaz de entender– Jongin negó con la cabeza y Yang Mi no insistió. El chico había dicho bastante para ser un día como ese, era un gran avance. – Entonces, ¿qué tal un delicioso baño caliente?
***
Las grandes, enormes manos de Chanyeol recorrieron el cuerpo que, comparado con el suyo, parecía tan pequeño. Con habilidad, paseó sus caricias desde su cintura hasta que encontró y agarró coquetamente dos firmes gluteos. Una pequeña exclamación salió de la boca de su acompañante y eso hizo que el gigante se quisiera apoderar de esos labios que lo tentaban.
–Bae...– el muchacho lo miró con algo de curiosidad, al ver que no terminaba lo que iba a decir. Chanyeol, en un intento desesperado de no caer en la trampa que su propio subconsciente le había puesto, intentó arreglar su metedura de pata. –Bae... babbo– con su encantadora sonrisa, distrajo al chico y empezó a besarlo con más ganas que antes, para compensar su desliz.
–¿Pasa algo? Has estado actuando extraño últimamente.
Park Seok Jun era uno de sus frecuentes encuentros amorosos. Kyungsoo le había advertido que dejara de besarse con las personas que, como él, intentaban ocultar su sexualidad, pero que buscaban un desfogue cuando se entendían. Chanyeol no podía dejar de verse con gente y buscar un refugio sexual a sus necesidades emocionales por Baekhyun. Lo había intentado por un tiempo, eso de no buscar a nadie e intentar sentar cabeza con alguien que valiera la pena, pero pelear con Baekhyun y la situación de Kyungsoo lo hacían sentirse débil. Luego, fue honesto consigo mismo y se dio cuenta que así todo hubiera estado estable, habría encontrado cualquier excusa para besarse con alguien. Era un ser humano lleno de hormonas, de todas formas.
–Chanyeol– le llamó el joven al verlo tan distraído. –Estuve pensando... en esto.
–¿En esto?– el gigante cerró sus ojos y respiró hondamente, debía prestarle atención para entender lo que le quería decir. –¿Qué pasa con "esto"?
–Que hemos estado... viéndonos de esta forma y no me siento cómodo.
Chanyeol ya sabía lo que seguía. Le iba a decir que nunca estuvo totalmente seguro eso de estar con otro chico y que estaba mal, que deberían parar. Su corazón ya estaba curtido, listo para soportar otro rechazo más, así que se separó lentamente y asintió con la cabeza, resignado.
–Entiendo, está bien. Tu secreto está a salvo conmigo, no diré nada si tú tampoco lo haces– su sonrisa era igual de grande que antes, pero ya no se veía sincera. No tenía un lazo emocional con sus amoríos, pero era sensible de naturaleza, así que de alguna manera se sentía herido.
–¿De qué hablas? Todavía no termino de decírtelo– el más alto de los dos abrió los ojos sorprendido.
–¿Hay algo que me quieras decir?– preguntó Chanyeol sin lograr descifrar lo que el otro quería expresar.
–Sí. Es decir, hemos estado en esto un tiempo ya, quería hablar y ver si... no sé, tal vez podemos formalizar esto un poco más, ¿no lo crees?
–¿Qué?
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