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✧─CAPÍTULO 3: PORTLAND ROW

Iba en el tren de camino a Londres, ya no era de noche, ahora era de día, ya que el tren iba lleno de gente adulta, y dudo que salieran de noche. Estaba ordenando todos los recortes de revistas de agencias de Londres que tengo, de alguna manera estaba intentando engancharlos con celo a mi libreta pero me era un poco imposible.

Y cuando ya lo había conseguido colocar todo perfecto, que solo me faltaba poner el celo. Pasa una señora casi corriendo por el pasillo del tren y hace que vuelen todos mis recortes. Tampoco es que me ayudara mucho, pero como todavía me faltaba un buen rato, mejor poder mantenerme ocupada.

Por fin llegué a la estación de Londres, estaba caminando buscando la salida. Una señora se me acercó, llevaba unos folletos en la mano.

- Disculpe, disculpe, -me dijo- es la primera vez que vienes a Londres? Puede ser muy peligroso, sobre todo por la noche. Si necesitas un lugar seguro, ven a uno de nuestros centros.

Y me tendió un folleto delante mío.

- No, gracias- le dije, rápido para irme-. No hace falta, gracias.

Me fui casi corriendo, tenía mucho que hacer, y aparte esa señora no me gusto un pelo.

Fui a tantas agencias, comencé probando con las más famosas, o sea Fittes y Rotwell. No funcionó, necesitaba el permiso de mis padres. Luego probé en otras no tan famosas como Sinclair & Soanes, Dullop & Tweed, Bunchurch, Mellingcamp o Tamworth, pero nada, esta vez, como ya casi era de noche, empecé a decir que necesitaba donde dormir, pero no me acogieron.

Cuando mis esperanzas estaban agotadas decidí ir a un bar para descansar, allí estaba yo, tachando de mi lista de agencias, en las que no me habían aceptado. Solo quedaban dos horas para el toque de queda, y sino conseguía entrar en alguna agencia rápido, no tenía ni la más santa idea de que iba a hacer.

Encima tenía hambre, saqué mi cartera donde llevaba mi dinero. Conté cuanto tenía, era muy poco no me daba. De pronto me fije en que al lado del dinero había uno de mis recortes de revista, estaba doblado. Lo abrí.

Como ya no me quedaba tiempo decidí ir a probar a aquella, así que me encaminé hacia el 35 de Portland Row.

Por fin llegué, era agencia que estaba como en una casa. Un poco raro, pero por lo menos tenían el cartel de la agencia. Llame al timbre. Me abrió un chico de pelo rizado y con gafas.

- Eres la nueva chica de Arif?- me preguntó.

- Quién es Arif? - le pregunté yo.

- El de la tienda de la esquina, suele enviarnos donuts a esta hora, pero como tu no tienes donuts, así que serás otra candidata. Pensaba que habíamos terminado. Nombre?

- Lucy Carlyle, es usted el señor Lockwood?

- No, no.

- Ah, bueno, y puedo verle?

- No veo porque no. La última acaba de entrar, pero por lo pronto no aguantará mucho.

Entré.

- Bien, miré esto, dígame que cree que es- escuché que decía alguien más al interior.

- Madre mía, aparta eso de mí!!

Salió una chica rubia corriendo, abrió la puerta y se marchó.

- Lo ves, te lo había dicho- me dice el chico-. Muy bien, me acompañas por aquí.

Llegamos como a una sala de donde había salido la chica rubia.

- Muy bien, tu ganas, - le dijo el chico a otro chico que estaba de pie y de espaldas- había otra más.

- No, tu ganas, he mirado la lista, era la última- decía el otro chico.

- Y, está quien es?

El otro chico se giró, era bastante guapo, pero preferí no decirlo. Me sonrió.

- Hola,- me dijo- soy Anthony Lockwood.

- Soy Lucy Carlyle, - le dije- no tenía cita, pero he visto el anuncio en la prensa y pasaba por aquí.

- Nos conocía?- me preguntó.

- No.

Alargué la mano con un papel.

- Mi currículum.

- Quiere un té?- me preguntó- George ya se lo ha ofrecido?

- Mejor esperar hasta la primera prueba, haber si aguanta. Ya hemos gastado muchas bolsitas hoy.

- Vamos a darle el beneficio de la duda y a preparar el hervidor.

- Muy bien, pero va a salir corriendo- dijo George.

Así que George cogió y se fue, supongo que a la cocina a preparar el té.

- Le pido disculpas, - me dijo Lockwood- se pone muy tenso cuando tiene hambre. Siéntese.

Me senté en un sofá que había.

- Así que tiene la vista y el tacto pero principalmente el oído.

- Tengo buen tacto, pero a veces se mezcla con lo que oigo. El tacto a veces provoca los ecos.

- A George también le pasa. A mí no, lo mío es la vista, resplandores, rastros, todos los signos macabros de la muerte.

Sonreí.

- Aquí dice que se formó al norte con un agente local llamado Jacobs. Supero el cuarto grado, supongo?

- Así es- mentí yo.

- Le dio referencias?

- No, mi último trabajo terminó muy mal. Le puedo contar la historia si quiere pero es algo que no me gusta recordar.

- Pues en otro momento.

Me sonrió y yo le sonreí.

- A, por fin.

Llegó George con el té.

- Empezamos con las pruebas?

- Que pruebas? El anuncio no mencionaba ninguna prueba.

Genial, ahora tenía que hacer unas pruebas para entrar en la dichosa agencia.

- Sinceramente no hago mucho caso a las referencias ni a las recomendaciones, - dijo Lockwood- prefiero ver el talento con mis propios ojos.

George le pasó un plato de galletas a Lockwood, el me lo tendió a mí.

- Por favor, coja una galleta- me dijo- o George se las comerá todas.

Cogí una, me la comí tan rápido, seguro que parecía una hambrienta de la calle. George y Lockwood se miraron extrañados por ver como comía.

- Muy bien- destapó un tarro que había en la mesa- que cree que es esto?

- Es cristal plateado, fabricado por la corporación Sunrise.

Le pegué un golpes al cristal y el cráneo que parecía que había se formo mejor. Me asusté un poco.

- Es un tarro para fantasmas- continué yo- el cráneo es la fuente y el fantasma esta atado a ella, no sabía de que clase. Puedes ser un espectro tal vez?

- Eso es, - me dijo Lockwood- muy bien.

George cogió un comic.

- Se ha alterado, lo has visto- dijo George.

- Estoy aquí delante, así que te oigo- le confronté a George-. De donde lo has sacado? Solo lo tienen Fittes y Rotwell.

- Deje las preguntas para luego- dijo Lockwood-. Ahora que piensa de esto.

Destapó un navaja.

La cogí. Me producía sensaciones buenas.

- Puedo oír disparos.

- Disparos?- preguntó Lockwood.

- Suena desagradable- dijo George.

- No, no son violentos ni tristes no hay sufrimiento. Esto era de alguien amable, feliz.

- Muy bien, mi tío- dijo Lockwood-. La llevaba cuando iba de caza la tenía encima cuando se desplomó de un infarto. Un buen hombre, una pena. Y esto que?

Destapó un reloj.

Lo cogí. Esto si me producía sensaciones malas.

- Hay muerte unida a esto- dije-. Mucha muerte. Es malvado.

Lo dejé en la mesa.

- No se que es, ni de donde lo has sacado. Pero nadie debería sujetarlo, y menos en el contexto de una entrevista de trabajo.

- Es un recuerdo del primer caso que resolví- me explico Lockwood-. A oído hablar del asesino Harold Beck?

- No, y creo que no quiero, muchas gracias.

- Muy sensata. Un caso horrible. bueno, para terminar pruebe con esto.

Destapó una taza.

La cogí. No sentía nada.

- No, no siento nada.

- De verdad? Estas segura? - me preguntó Lockwood.

- Esfuérzate un poquito más- dijo George.

Iba a matar a ese chico.

- No, estoy segura. Nada.

La deje en la mesa.

- Menos mal que no. Porque es la taza de George- dijo Lockwood.

George se rio.

- No he venido aquí para haceros reír- dije yo enfadada, cogí mi mochila y me levanté-. No se que clase de supuesta agencia es esta. Pero por lo que veo, consiste en un par de niñatos jugando a ser agentes antes de que vuelvan sus padres. Conozco la salida. Gracias.

George silbó.

- Peleona- dijo.

- Acércate y te demostraré lo peleona que puedo ser.

- Puede que lo haga.

- No veo que lo hagas.

- Es que el sillón se hunde, cuesta levantarse.

Cogí otra galleta.

- Pues espero.

Y me la comí.

Lockwood se rio.

- Señorita Carlyle, me disculpo por incomodarla, pero le aseguro que esta es una empresa sería y que la prueba tenía rigor. La ha pasado usted con nota. Le sorprenderia la cantidad de candidatos que han venido y se han inventado historias disparatadas. Sería la taza más encantada de Londres si alguna de ellas fuera cierta.

George se levantó.

- Cuéntale la regla de las galletas- le dijo George.

- Que?- pregunté yo.

- No puedes coger dos galletas seguidas- dijo George.

- La regla es que cada miembro de la agencia pueda coger solo una galleta por vez en estricta rotación. Es lo más justo.

- Cada miembro de la agencia?- pregunté.

- Suponiendo que siga interesada en el trabajo.

- Sí. Me interesa.

- Excelente, que tal si le enseño la casa?- me dijo Lockwood.

Lockwood me explico todo mientras me enseñaba la casa, me dijo que aquí no habían supervisores, que era su empresa y que por eso se llamaba así. Me enseño su habitación, el baño, la de George (que había que tener cuidado), la biblioteca, y la habitación más importante, la cocina. Tenían un mantel en la mesa de esta, llamado el mantel de pensar. Estaba todo con dibujos, escritos y otras cosas. También el sótano que estaba en la planta de abajo, allí había una pequeña oficina, una sala de entrenamiento bien equipada y un almacén. Hasta me explicó de donde sacaron el tarro, lo robó. Me enseño el ático, que ahora era mi habitación.

Ya era de noche, decidí bajar. Estaba bajando mientras vi la puerta prohibida.

- Se lo que estás pensando- dijo alguien detrás mío.

George.

- El que?

- La puerta.

- A, sí, la puerta.

- Esta prohibida.

- Lo sé, voy a por agua.

- Pues entonces ve a la cocina

- Por que la tiene cerrada?

- No tengo ni idea.

- Cuanto llevas aquí?

- Un año.

- Entonces lo conoces bien?

- Bastante bien.

- Siento curiosidad por la casa, cómo acabo viviendo aquí. Supongo que era de...

- Sus padres?

- Por que no se lo preguntas, esta en la biblioteca a esta hora. Y seguro que esta menos desesperado por ir al baño que yo ahora mismo. si me disculpas...

Y se marchó al baño.

Yo fui a la biblioteca, lo encontré leyendo una revista.

Me quedé en el marco de la puerta.

- Hola- dije.

El se percató de mi presencia y se giró para mirarme.

- Hola.

- Perdón, interrumpo? Es que no estoy cansada y...

- No, no en absoluto. Pasé. Siéntese.

Entré, me senté en una butaca que había delante de la suya. Había una manzana comida en mi butaca, así que la cogí y la dejé en la mesa. Me reí y el también se rio.

- Que está leyendo? - le pregunté.

Me enseño la revista que estaba leyendo.

- Solo me informo de lo que pasa en la ciudad, fiestas y ese tipo de bobadas. Lo normal sería que hubiera menos desde el Problema pero para los ricos es todo lo contrario. No hay nada que les guste más que encerrarse en un hotel elegante  y compartir su terror pensando en los visitantes que acechan fuera.

Me reí, la verdad tenía toda la razón. A los adultos les asustaban los visitantes, les daba pánico. Pero los ricos, hacen como si no pasará nada, hacen fiestas y reuniones estúpidas. Mientras, nosotros, los agentes, nos encargamos de que los visitantes desaparezcan. Y pensar que nosotros vemos visitantes o cualquier cosa relacionada casi a diario.

- Hubo una la semana pasada- continuó Lockwood-. Toda la gente importante estaba allí.

- ¿Usted estaba allí? ¿Me enseña su foto?- le interrumpí rápidamente.

- No... Así que... No- estaba segura de que Lockwood sabía que yo lo sabía.

Le miré con cara de investigadora. Lockwood parecía tener mala cara.

- Su anuncio decía que es una agencia prestigiosa, pero no es estrictamente cierto. ¿Verdad? Levan tres mese trabajando, leo la prensa y no sé nada de ustedes.

Había dado en el clavo. La cara de Lockwood era un poema, pero pronto se recompuso.

- Una leve exageración , mucha gente las usa. Como usted, cuando me dijo que había aprobado el cuarto grado.  He llamado al DICP.

Ahora mi cara era el poema. Estaba segura de que no podría salir de esta, me despedirían y tendría que buscarme otra agencia.

- Lo siento... Oiga soy... Soy buena, se lo prometo. Es que... La cosas con mi anterior agencia acabaron...

- Lo que pasará allí, ya es pasado. Lo que cuenta es el futuro. Sé que es muy buena. Lo he visto con mis propios ojos, y créame, puede que seamos novatos y poco ortodoxos. Pero algún día esta será una de las agencias más reconocidas en todo Londres y quiero que usted forme parte de eso.

- Gracias- las palabras de Lockwood me habían animado-. Hay otra cosa más.

- Dígamela.

- Dice que soy bastante buena, a visto lo que puedo hacer. Pero como se que ustedes están a mi nivel.

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Hasta aquí llegó. Y recuerden si les ha gustado no olviden votar. 

Besossssss,

Sofía :)

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