Capitulo 24
Capítulo 24
Julieta
Me subo al auto y enciendo el motor, suspiro rumbo a la casa de Alexander.
Espero que le guste mi pequeña sorpresa.
***
Llego a la casa de Alexander y me bajo del auto, con la mochila en mi espalda.
Camino hasta llegar hasta su edificio y me dirijo hasta su departamento. Al frente de su puerta, dudo un segundo si golpear o no. ¿Qué rayos estoy haciendo? Estoy haciendo lo que haría cualquier mujer enamorada. Y aunque lo niegue creo que estoy enamorándome...
Golpeo la puerta, de forma suave. Tarda unos minutos en abrirme y cuando al fin lo hace.
- Hola pelirroja... – Lo interrumpo estampando mis labios en los suyos.
Sus manos rápidamente van a mi cintura y la aprietan arrinconado me contra la puerta, la cual no sé en qué momento se cerró.
Yo pongo mis manos en su cuello y lo pego a mí. Frotando su cuerpo con el mío, creando cosquillas indecentes en mi vientre bajo.
El sigue bajando sus manos hasta mi gabardina, recuerdo mi pequeña sorpresa.
Me aparto de él, sonriendo traviesa, saco el cinturón con delicadeza y de la forma más sensual que puedo.
El me mira mordiéndose el labio impaciente. Analizando cada uno de mis movimientos.
-¿Qué sucede?- Pregunta intrigado.
-Lo sucede. Es que te extrañe demasiado.- Suspire.- Tanto que ni yo misma entiendo, el porqué.
Él sonrió e intento besarme pero lo esquive. Las manos de él se pegaron a mi cintura.
- No seas ansioso.- Ronroneo en su boca y me alejo de sus manos. Desabrocho los botones uno por uno, tomándome mi tiempo.- Esta es una pequeña muestra de lo que te extrañe.- Término de sacarme los botones, dejando mi gabardina en el suelo.
Dejando mi cuerpo descubierto con las finas telas de mi lencería roja, el bello de mis brazos se erizo por el frío, mis pezones se endurecieron.
Miro a Alexander, tiene la boca abierta. Me miraba como si fuera una de las siete maravillas del mundo.
- Cierra la boca o se te entraran las moscas.- Le digo con una sonrisa. Me acerco a él.-Tienes el permiso de hacer lo que quieras conmigo.- Susurro agarro su mano y la coloco en mi pecho.- Tienes mi cuerpo, mi alma y mii corazón Alexander.- Dije susurrando, sabía que lo que había dicho eran palabras fuertes y me hacía pensar que esto era más que sexo.
- Eres perfecta Julieta.- Respondió poniendo mi mano en su corazón.- Tienes mi corazón en tus manos, y lo cuidare mientras el mío siga latiendo.- Confeso besando mis labios.- Y hare de tu cuerpo un santuario que venerare todos los días.-Murmuro a dos centímetros de mis labios.-Con besos.- Me beso con lentitud la comisura de mi boca.- Con caricias.-Mientras una de sus manos decencia de mi espalda hasta mi trasero.- Te hare el amor todos los días.
Y fue ese momento en el que confirme mis sentimientos, sabía que esto no solo era sexo. Lo que estoy sintiendo por él, es algo maravilloso y me muero por probarlo.
Alexander
La tenía tan cerca de mi boca, su piel tan suave a mi tacto. Sus ojos cafés brillaban, no tarde en sentir una parte de mi cuerpo dura, ella era capaz de con tan solo mirarme hacerme divagar de placer.
Me dio permiso para hacer con su cuerpo lo que quiera. Me dio libre acceso a su corazón y yo le entregue el mío. Ahora sé que vamos en la misma dirección.
Tomo su mano y comienzo a besar sus nudillos, sin despegar la vista de esos hermosos ojos cafés. Con lentitud sigo un camino de besos, por su brazo hasta llegar a su hombro. Rodeo con mis manos su cadera y acaricio la zona del vientre, mientras besos su cuello saboreando su piel.
Su aroma a vainilla me encanta, todo de ella me encanta. Y me fascina. ¿Sabrá que su mera presencia es capaz de hacerme perder en un sinfín de emociones? ¿Entenderá que me estoy volviendo loco por ella?
Quiero transmitirle con cada beso lo que siento, quiero mirarla a los ojos y hacerle entender lo mucho que la necesito. Tomo su mentón y clavo mis ojos en los suyos.
Nos decimos todo con solo mirarnos, con solo sonreírnos sabemos ambos que esto no es puro encuentro carnal. Estoy sintiendo una calidez en mi interior que nunca pensé volver a sentir.
Toco sus labios con los míos, no fue como la primera vez que la bese, esta vez fue diferente. Su boca se acoplaba con la mía a la perfección, ya no era lujuria lo que nos movía, sino una loca gama de sentimientos y pasión, que dejaban de estar atados y empezaban a expandirse.
Las manos de ella se cerraron en mi cuello, empezamos caminar por la sala con nuestros labios pegados.
No sé cómo llegamos a mi cuarto, mientras Julieta intentaba sacarme la remera y el pantalón dejando me solo en bóxer. Las manos de ellas acariciaron con lentitud mi torso haciendo dibujos. Sus labios descendieron por mi cuello hasta arremolinarse en una acumulación de besos en mis hombros.
Nos miramos a los ojos, le di picos pequeños en su nariz, boca, ojos, parpados mientras ella se reía. Se acostó en la cama en una pose seductora igual que el de las películas viejas.
Se veía muy hermosa, me bajo el bóxer sin ningún tipo de pudor y me miro, sus ojos era negros de lujuria de hambre por sentirnos.
- Mi amigo te extrañaba.- Murmuro con la voz ronca, señalando mi miembro. Ella se sonroja y sonríe de tal forma que me hizo temblar las piernas.
- ¿Entonces que espera tu amigo para entrar dentro mí y hacerme ver las estrellas?- Pregunta arqueando una ceja.
Ambos nos reímos me acerco a la cama, colocándome encima de ella.
- Te haré ver el universo entero.- Le digo, presionando mi entrepierna en su vagina. Haciéndola gemir.
- Yo deseo ver la galaxia en tus brazos.- Jadeo.
Nuestros labios pegados, nuestros corazones latiendo como uno solo y nuestros cuerpos se entregaban a lo que puedo llamar amor.
Esa noche fue la mejor de todas. Y una de muchas.
***
Los primeros rayos de luz se asomaron por la ventana. Con toda la fiesta de anoche, me había olvidado de cerrar las cortinas.
Abro mis ojos para buscar el control que las cierra, pero lo primero que observo es a Julieta.
Abrazada a mi cuerpo su cabello pelirrojo estaba esparcido sobre mi almohada, como una cascada de fuego que iluminada por el sol brillaba aún más.
Si algo sabía en ese preciso momento es que quiero levantarme con esa imagen todos los días, a partir de hoy.
Lo que siento por mi pelirroja, es algo que nunca sentí. Ni siquiera con Ada.
Creo que me enamore y anoche termine entregándome a ella.
- Buenos días, pelirroja hermosa.- Saludo besando su obro desnudo.
- Buenos días, hermoso Alexander.- Responde ella.
Levanto una ceja riendo me.
- ¿Hermoso Alexander?- Pregunto riendo.
- Si, hermoso.- Murmura ella, se da vuelta mirándome. Con su brazo me agarra la cintura y me tira encima de ella para besarme.
Mientras nos besábamos y nos reímos. Estamos en nuestro propio mundo, un mundo en donde solo somos ella y yo.
-¿Te parece si nos preparamos el desayuno?-Le pregunto riendo, mientras vuelvo a besarla.
- Mmm, yo solo tengo ganas de ti.- Murmura, metiendo su lengua a mi boca.
Nos volvemos a besar, pero escucho que golpean la puerta, decido ignorarlo.
-Hola papi.- Se escuchó afuera de la puerta. - Papi.
- ¡Ariel!- Gritamos ambos al mismo tiempo.
Hola
Aca el final del maratón espero q les guste un beso .
Los amos
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