Capítulo 3° ✘ VIDA NORMAL ☑️
“¿Normal? ¿Qué es normal? En mi opinión, lo normal es solo lo ordinario, lo mediocre. La vida pertenece a aquellos individuos raros y excepcionales que se atreven a ser diferentes”
✝ A Y L I N
Lunes por la mañana y como siempre fue difícil levantarme temprano para ir a la preparatoria. La culpa la tuvo ese libro de vampiros. El causante de desvelarme a altas horas de la madrugada leyendo hasta que el sueño me venció.
»Un capítulo más, decía«
»Última lectura, juré«
Cuando me di cuenta, ya había avanzado una gran cantidad de páginas apunto de terminarlo.
Lo peor, es tener que ser responsable al otro día y asistir a clases con sueño.
La alarma no dejó de sonar una y otra vez empeorando mi mal humor matutino.
No estaba segura que odiaba más, el despertador por las mañanas o mi madre al despertarme.
Fue difícil elegir cuando ambos eran molestos e insistentes.
Hice un esfuerzo, estire mi mano y apagué la alarma. Abrí los ojos aún adormilada y solté un bostezo.
Me tomó segundos en asimilar que ya había iniciado mi día y con ello las responsabilidades como adolescente: Estudiar.
Cuando me incorpore en la cama, permaneci sentada varios minutos viendo un punto fijo de la habitación. Después, reaccione; talle mis ojos, lancé las cobijas a un lado y me dispuse a salir de la cama con pereza cubriendo mis pies descalzos con mis pantuflas rosas.
Me dirigí al baño y entré para tomar una ducha. Fue de ayuda para despertame y al salir, cubrí mi cuerpo desnudo con una toalla. Al salir del baño, me dirigí al armario eligiendo mi vestimenta.
Donde estudiaba, no era necesario un uniforme. Teniamos la opción de usar nuestra ropa de preferencia.
Tras buscar, elegí primeramente mi ropa interior azul cielo siendo un conjunto. Después, un shorts corto de mezclilla ante los días calurosos, como una blusa blanca de tirantes y mis tenis del mismo color. Enseguida me cambié, me calce y terminé por peinar mi cabello castaño dejándolo suelto, lacio y sin una pizca de maquillaje.
Con una última revisión a mi físico, salí de mi habitación con mi mochila roja colgada en mi hombro derecho. Avancé por el pasillo y cuando llegué a la sala, note la mesa aún en el centro. La diferencia es que esta vez no había copas, botellas de vino, comida. Estaba completamente limpia, con un florero en el centro y cerca, un trozo de hoja.
Acostumbrada, me acerqué a la mesa y sostuve el trozo de hoja al reconocer la letra de mi madre. Una nota suya que claramente decía:
Hija, buenos días. Te dejé el desayuno listo, solo lo calientas y te comes todo. Me avisas cuando llegues al instituto. Cierras bien la puerta del departamento. Que tengas un excelente día. Con mucho amor...
. Mamá. ❤️
No evite sonreír al leer lo último.
Como siempre no la alcanzaba a ver cuando Sara siempre se iba muy pronto a trabajar.
Dejé la nota en su lugar y me dispuse a desayunar, como la mayoría de esas veces, sola de lunes a sábado.
Cuando culmine, salí del departamento sin evitar desviar la vista en el departamento de a lado.
No había ruido.
No había presencia de los nuevos vecinos.
Sin embargo, la sensación de extrañeza no desapareció de mi cada vez que los recordaba.
Suspiré y seguí mi camino sin antes cerrar la puerta del departamento. Me ajuste la mochila y avancé en dirección a las escaleras infinitas que me tocaba bajar o subir como cada día al vivir en el último piso.
Cuando bajé varios escalones, me percate de la falta de cámaras cuando solían estar en su lugar, vigilando 24/7.
»Debieron dañarse«
Era consciente del edificio no estar en las mejores condiciones. Constantemente las cámaras fallaban o el vigilante solía apagarlas por raras razones. Por fortuna, a nosotras no nos tocó un robo o ser necesario pedir las grabaciones.
Sin darle importancia, seguí bajando las escaleras. Saludé a varios vecinos conocidos a mi paso, la mayoría agradables, no como los recientes y seguí mi rutina en dirección a tomar el bus para ir rumbo a la preparatoria.
(...)
Cuando llegué, me escabulli entre la multitud. Pese a ser temprano, el sol comenzaba a salir dándole calor a mi cuerpo y ante mi piel delicada, marcas rojizas comenzaron a marcarse en mi piel.
»Upsi, olvidé colocarme el bloqueador«
Mi blusa sin mangas, no me ayudó mucho que digamos. Nada para cubrirme.
Entonces acelere mis pasos. Cuando entré me detuve a pocos pasos de la entrada, en una esquina esperando a mi mejor y única amiga llegar.
Cada día, la una, esperaba a la otra dado el caso de la puntualidad.
Sin embargo, era Samantha Suárez, quien solía ser más impuntual que yo. Quien odiaba asistir a clases, quien prefería matar su tiempo viendo chicos guapos en vez de estudiar.
Ante la espera, revisé la hora en mi celular. Faltaban 5 minutos para nuestra primera clase.
Si, era toda una exagerada.
Revisé mi WhatsApp, el chats con Sam donde el último mensaje fue de mi parte:
AYLIN:
¿Ya vienes, tonta?
Sin su respuesta y un claro visto. Alze la vista en varios estudiantes entrar. Algunos los reconoci como compañeros de algunas clases en común y otros me fueron desconocidos.
La preparatoria “Lezoret Villey” era muy amplia y contaba con cientos de estudiantes.
De pronto, sonó mi celular.
Volví a revisarlo leyendo su contestación:
SAM:
Ya casi llego, loca.
Fue mi turno de dejarla en visto y bloqueé mi celular. En pocos segundos, la vi correr hacia la entrada, con la mochila en su mano. Chocó con varios, empujó a otros y finalmente, Sam entró a tiempo antes de ser cerrada la reja y al verme, siguió corriendo en mi dirección hasta detenerse frente a mi.
—Hola Lin —dijo agitada.
Su cabello castaño lució despeinado, varios mechones cubrieron su rostro cuando se inclinó con sus manos en sus rodillas.
—Hola Sam —me burle de su cansancio.
Ella se convirtió en mi amiga desde que tenía seis años, nuestra amistad comenzó cuando una niña le aventó una pelota y yo la defendí. Desde ese día hemos sido las mejores amigas. A pesar de varias diferencias en el transcurso de los años, siempre las solucionamos y seguimos siendo las mejores amigas hasta el momento. Con nuestras madres, nos encargabamos de convencerlas para estudiar juntas desde primaria, secundaria y actualmente en preparatoria.
Sam, recientemente había cumplido 19 años de edad. Su apariencia es joven, delgada cuando cuida su figura. Su cabello castaño claro es largo hasta su cintura y liso. Se colocó una diadema en su cabeza y viste una falda roja con una blusa negra que dejaba al descubierto su plano abdomen como el piercing en su ombligo. Tennis negros como en su rostro con una capa de maquillaje; delineador negro, sus pestañas negras resaltadas y sus labios rojos mate.
—Fue mucho ejercicio por hoy —suspiró y se enderezo.
—Al menos llegaste más pronto que la semana anterior.
Ella estuvo de acuerdo conmigo cuando fueron días que si le cerraron la reja y le insistimos al guardia mil veces.
—Culpa a mi despertador.
—Déjame adivinar, apagaste la alarma y te quedaste dormida.
—Creí que serían por cinco minutos, no veinte.
Ambas reímos y juntas avanzamos.
Sam se colocó su mochila en su hombro tras revisar la hora en su celular.
—¿Cómo te fue en tú fin de semana? ¿Pudiste dormir mucho? —me preguntó y guardó su celular en la bolsa de su falda.
Recordé el día de ayer, tan extraño con los nuevos vecinos.
—Solo un poco, mi madre me despertó temprano —suspiré— Ya sabés, quería aprovechar el día conmigo, ya que es su único día de descanso —Sam asintió. Por un instante dudé en contarle el resto. Después de todo era mi única amiga y entre nosotras no existía secretos— quería que le llevara un pastel a los nuevos vecinos.
De pronto, Sam se detuvo. Imite su acción y ambas nos vimos al mismo tiempo.
»Reclamo, seguro«
—Wou alto ahí, ¿Desde cuándo tienes nuevos vecinos? ¿por qué no me lo habías dicho? Pensé que era tu amiga.
»Comenzó su dramatización«
—Y lo eres Sam, pero apenas llegaron el sábado en la noche y mi madre los invitó a cenar ayer y...
Ella levantó su mano derecha y emitió un bajo: shhh.
—¿Una cena y no me invitaste? —me interrumpió y bajó su mano —Que mala amiga eres— recibí su mala mirada e indignada, comenzó a caminar dejándome atrás.
Suspiré y la seguí hasta alcanzarla.
—Sam, no me dejes hablando sola. Déjame explicarte.
—Y ahora si quieres hablar.
Negué varias veces.
—Sam, no es eso. Sucede que...
—Yo siempre te cuento todo, te hablo por mensaje o te llamo. Aquí hablamos mucho.
—Lo sé y por eso...
—No hay pretexto Lin, pudiste contarme por mensaje. Como las amigas que somos o es que ya no me consideras así ¿Eh?
Suspiré cansada.
Sam se detuvo y de esa forma, la alcancé situandome a su lado.
—¿Me dejas hablar? —giré a verla, ella asintió y se cruzó de brazos—. Gracias —tomé una respiración profunda—. Fue una cena, ya sabes cómo es mí madre, les quiso dar la bienvenida, aunque me parecen un poco extraños. La acepté por ella pero no me cayeron bien, son groseros y raros.
Sam giró a verme.
—Lin, a ti todo el mundo se te hace extraño, deberías darles una oportunidad y conocerlos antes de juzgar, ¿No creés?
Hice una mueca cuando en el fondo sabía que mi amiga tenía razón.
Ambas seguimos caminando.
—No lo sé, tal vez tengas razón —admiti. Sin embargo la desconfianza no desaparecía si se trataba de ellos.
—¿Tan raros son?
Cuando llegamos al primer pasillo, ignoramos al resto de los estudiantes que se dirigían en diferentes direcciones.
—Mucho —le respondí.
»Y más, el joven Collins«
—Tal vez estás exagerando Lin.
—Tal vez, pero ese chico...
—¿Cuál chico?
Bufe ante su interrupción.
—El hijo del vecino, vino con su hijo al departamento. Solo son ellos, la esposa y madre, murió hace años —hice una corta pausa—. Es joven, supongo casi de nuestra edad o incluso mayor, pero es tan extraño. Nada amable.
—Mm, ¿es guapo? —giré a verla con una mala mirada. Si, solo a Sam se le ocurría preguntar eso —¿mucho más que Zack?
—Como me preguntas eso si Zack es mi novio.
Desvíe la vista mientras lo busqué entre la multitud sin lograr verlo.
Zack había cumplido sus 19 años hace dos meses. Lo conocí tras Sam insistir en ir a ver al grupo de fútbol jugar, más bien admirarlos con descaro y ver el momento exacto cuando solían limpiar el sudor de su frente con su propia camisa y en ese momento podías tener una visión de su marcado abdomen.
Ese día lo vi, Zack notó nuestra presencia y se acercó a nosotras. Primero Sam conversó con él y después, Zack habló conmigo. Me ruborizo su mirada por su físico atrayente. Desde ahí, me invitó, insistió tanto conmigo en salir a conocernos. Después intercambiamos números y con el paso del mes su interés e indirectas hacia mi crecieron. En una fiesta de su mejor amigo me pidió ser su novia y acepté siendo aprobado por mi madre.
Sara lo conocía, varias veces Zack había ido al departamento a verme.
—Oh vamos Lin, aunque tengas novio no te hace mal mirar a otros chicos —me cruce de brazos y ambas nos detuvimos— ¿Y bien?
Suspiré y giré a verla.
—Bueno, tal vez un poco. No sé, no lo vi bien —mentí cuando si tuve el tiempo de admirarlo. Sam sonrió divertida porque no me creyó— equis.
—Aja —ella avanzó hasta colocarse frente a mi—. Dime la verdad, un atractivo de ¿poco? ¿mucho? Tal vez un 7 o un 10.
Abri la boca para hablar sin embargo preferí el silencio y me límite a encogerme de hombros.
—¿Cómo lo calificas amiga? Anda, dime. —Sam insistió.
—No es importante.
—Sera tú vecino y que mejor si es lindo —canturreo— podrás verlo a diario—alzó una ceja divertida— ¡Claro que importa!
—¡Sam!
—Agh ya dime, será secreto de amigas.
Lo dude un instante. No me dejaría de molestar con lo mismo.
Pensé en Darren Collins y mis mejillas se ruborizaron.
»¿Estaba mal encontrarlo muy, muy atractivo pese a su mirada de frialdad?«
Había visto cientos de chicos guapos pero no con esa belleza atrayente, con esa aura de misterio que en todos los sentidos, era él.
—Está bien, es mucho, un 10 —confesé sin darle mucha importancia.
Sam soltó un chillido alto que causó la atención de varios estudiantes.
—Ya basta Sam —espete incómoda por las miradas que recibimos y a ella no le pareció importarle.
—¡Amiga, quiero que me lo presentes! ¡Necesito conocer a ese galán! —me señaló—. Iré a visitarte más seguido. Casualmente me equivocare de puerta, eh.
Bufe.
—Pierdes tú tiempo. Yo me mantendré al margen lejos de ellos. Te juro que no quiero tener ningún tipo de relación amistosa aunque sean nuestros vecinos.
Sam se cruzó de brazos y se encogió de hombros.
—Como prefieras, igual ya tienes a alguien. Piensa en mi.
»Mi mejor amiga con uno de los vecinos«
»Sam y Darren«
Negué varias veces al imaginarlo.
—Él no te conviene Sam.
—¿Por qué no?
Estuve por responderle cuando senti unas manos que me cubrieron los ojos. Traté de descubrir mis ojos cuando escuché su risa que tanto me gustaba y reconocí al instante. Así que dejé de intentarlo.
—¿Quién soy?
Una sonrisa boba apareció en mi rostro al comprobarlo.
—No lo sé, mm ¿un ladrón?
—Claro que no, si fuera un ladrón no te cubriría los ojos, bastaría con llevarte lejos para secuestrarte —él apartó sus manos de mis ojos. —Soy yo, el mejor novio que tienes.
Me voltee y lo vi sin evitar sonreír ampliamente.
Frente a mi estaba Zack Ray, chico alto, castaño, de ojos grises. Fornido ante el excesivo ejercicio que día a día practicaba.
—Hola, amor —me acerqué a él y le di un tierno beso en los labios, cada vez el beso se profundizó hasta que fuimos interrumpidos por Sam al escucharla gritar:
—¡Ahí viene el director!
Nos separamos de un brinco y volteamos a ver a Sam que no dejaba de reír.
Entendimos que solo fue una pesada broma suya.
—Jaja que chistosita Sam.
—Lo siento Lin, es que si no los separaba pronto, temía que se comieran a besos aquí ¿No sienten calor?
Le di un leve golpe en el hombro y ella se quejó siendo mutua la mala mirada.
—Que te digo Samantha, es difícil resistirse a los labios de Aylin Villanueva.
—Zack —él me dio un beso en la mejilla— Si se puede saber, ¿De qué hablaban antes de que llegara? —preguntó mientras me abrazó. Su nariz rozó mi cuello, su tacto me causó escalofríos.
—De que Lin ya tiene nuevos vecinos —le contestó Sam por mí.
—No me habías dicho nada amor.
—Tranquilo si, yo que soy su única amiga tampoco me había dicho nada.
Suspiré.
—Será porque acaban de llegar hace poco y ni siquiera los conozco —mencioné.
—Pero bien que los invitaste a cenar.
Zack se apartó y dejó de abrazarme.
—¿Invitaron a cenar a unos desconocido?
Vi molesta a Sam.
Se supone que sería secreto.
—Ya sabés como es mi madre Zack, solo quiso ser amable.
—Lo sé hermosa pero, yo que ustedes no me relacionaba con ellos, no sin antes conocerlos. Tal vez sean tipos malos que sé yo, tal vez solo buscan sacar provecho —me contestó. Se situó a mi lado guiando su mano a su pecho— yo me muero si algo te pasa Aylin.
Le sonreí.
—Tranquilo, tendremos cuidado. —Zack acarició mi mejilla con ternura.
—Sabés que te amo.
No pude decirle lo mismo, lo quería, le tenía cariño pero nuestra relación aún no llegaba a esos extremos.
El carraspeo de Sam, me salvó de su mirada.
—Bueno, lamento interrumpir pero Lin, es hora de ir a clases.
Dejé de ver a Zack y pose la vista en mi amiga.
—Tienes razón —regresé la vista en mi novio y le di un casto beso en la mejilla izquierda tras levantarme de puntitas por su altura—. Me tengo que ir, no vemos luego— me alejé de él. El agarre de su mano en mi brazo, me impidió avanzar.
—¿Y si te quedas un rato más?
—Me gustaría, pero tengo que asistir a clases, si mi madre se entera me matará.
—Amor
—Zack, por favor.
Él sonrió y me soltó.
Me acomodé la mochila y retrocedi.
—Cierto, no queremos que mi suegra se enoje, pero te veré en mi entrenamiento ¿no? Necesito que estés ahí y me apoyes.
—Ahi estaré
—Entonces ahí te veo amor.
Asentí y me despedí de él con un último beso.
De pronto, el timbre sonó y me voltee. Rápido me fui Sam a nuestra primera clase esperando no llegar tan tarde.
—Se nota que Zack te ama —me dijo Sam mientras corría.
—Lo sé —le respondí incómoda.
Por fin llegamos al salón y entramos, por suerte el profesor aún no había llegado.
Rápido tomamos nuestros asientos juntas. Bajé la mochila al suelo y me acomodé en mi silla. A los pocos minutos el profesor entró, saludo y dio por comenzada la clase.
Me dediqué a prestarle atención. Dando inicio a las primeras clases, el inicio de mi rutina.
✝ HORAS DESPUÉS ✝
Es la hora del receso, después de tomar un breike para comer. Solíamos asistir al campo. Desde las gradas, observaba a mí novio jugar fútbol con el resto del equipo, en compañía de Sam.
Vi a Zack correr con el balón, con una agilidad y velocidad. Lo reconocía entre todos por su camisa llevar el #1 por detrás al ser considerado el capitán. Lanzó el balón desde cierta distancia y anotó gol. Se llevó la victoria y su equipo celebró gritando su nombre varias veces.
—Tienes suerte de ser su novia, después de todo él te eligió a ti.
Dejé de prestarle atención al juego y desvíe la vista en Sam al escucharla.
—Estoy feliz por ti amiga —agregó con una sonrisa.
—Gracias Sam, francamente no pensé que él se fijaría en mi.
—¿Qué dices? Desde que te vió quedó flechado por ti. Nunca se rindió en hablarte, invitarte a salir y darte regalos hasta que al fin decidiste ser su novia.
—Tienes razón y no me arrepiento.
Regresé la vista al frente.
Ambas seguimos viendo el partido mientras hablamos un poco hasta que el partido finalizó y el entrenador declaró al ganador. El equipo de Zack donde ellos celebraron. Cuando dejaron libre al capitán, él corrió hasta nosotras.
—Viene por su premio y para él claramente eres tú.
—Silencio Sam —le murmure sin dejar de verlo.
Zack subió las gradas, solo tres escalones y se detuvo frente a mí.
—¿Viste eso? Ganamos amor —limpió el sudor de su frente con su camisa—cada gol te lo dediqué a ti.
El rubor se apoderó de mi.
—Gracias amor.
Él se inclinó y me robó un casto beso.
—¡Felicidades Zack!
Él se alejó al escuchar a Sam que le sonrió. Lucia más emocionada que yo.
—Gracias Samantha.
—Sin ti, el equipo no sé que haría.
—Lo sé, soy tan necesario —presumió él y regresó la vista en mi— quiero celebrar contigo aunque solo fue un entrenamiento pero sin tú presencia aquí no lo hubiera logrado —tomó mi mano sin permiso— ¿Vines conmigo a celebrar? Podemos ir a una fiesta o a un antro.
—No estoy segura. Prefiero un lugar más tranquilo.
—Entonces al cine ¿qué te parece? Donde quieras, solo quiero estar contigo —me acarició la mejilla.
Dudé en darle mi respuesta.
—En el cine podremos estar solos en la oscuridad mientras vemos la película que quieras. —se inclinó a mi oído a susurrarme. Empeoró mi incomodidad.
Nerviosa giré a ver a Sam que nos miraba con atención. Tuve que apartar a Zack a cierta distancia de mi.
—Claro, con la condición de que Sam nos acompañe.
Zack borró su sonrisa y giró a ver a mi amiga.
—No, yo no quiero incomodar.
—Sam, por favor. Hazlo por mí —le suplique con la mirada. La idea era no ir sola con él ¿por qué? No estaba segura. Simplemente quería su compañía para sentirme en confianza— ¿si? Puedes invitar a Carlos y así vienen con nosotros, una salida de cuatro.
Ella me observó a mi y hizo una mueca.
—Amiga, di que sí —insisti.
—Okey, está bien solo si a Zack no le molesta. —Sam giró a verlo.
—No, para nada. Acepto los amigos de mi novia —me sonrió—. Entonces no se diga más, después de clases todos vamos al cine.
Asentí varias veces.
—Le avisaré a mi madre —mencione.
—Yo iré a las duchas, nos vemos en clases —se despidió de mí con un casto beso en los labios— te veo después amor.
Dicho esto y se volteó, bajó las gradas y corrió por el campo hasta perderlo de vista sin evitar soltar un suspiro.
Después, reaccioné y giré a ver a Sam.
—Gracias amiga por aceptar.
—No me dejaste alternativa, me ví obligada a aceptar por nuestra amistad y tú mirada —rió— Lin, es normal que quieras pasar tiempo con tú novio y yo no quiero estorbar.
—Para nada Sam, que estés cerca me va a ayudar.
Ella suspiró.
—Eso espero, peero ahora tendré que invitar a Carlos.
—No tiene nada de malo, es nuestro amigo.
—Nou, tú amigo, no mío —respondió —Es todo un rarito.
—Ay Sam, no digas eso de él. Carlos es muy amable y educado.
—Si tú lo dices —ella se puso de pie y se colgó su mochila— tendrás que ir a ayudarme a invitarlo. Espero y acepte.
—Lo hará —espete segura.
Lo conocía de hace dos años en una clase en común. Él se ánimo a hablarme y fue mera coincidencia que nos tocara un trabajo juntos en equipo. Desde entonces lo considero un amigo para mi pese a sus indirectas.
—Oh, yo puedo ir a buscarlo sola mientras tú vas a las duchas con Zack.
—¡Sam!
Ella se carcajeo seguro por mi expresión.
—Ya basta Sam, yo no entraré ahí —ella dejó de reírse— prefiero esperarlo aquí o verlo en clases.
—Sabés que todas las chicas lo hacen ¿no? Las novias de los jugadores van a verlos allá.
—Y yo no soy parte de ese porcentaje.
—Lo que digas.
Me puse de pie y me colgué mi mochila mientras la vi de reojo.
—¿Tú serias capaz?
Sam amplió su sonrisa, parecía tan malvada.
—Si, no está mal sentir un poco de adrenalina al ser descubierta.
Hice una mueca.
—Eso te metería en problemas. Lo que menos quiero es causarle uno a mi madre sí me atreviera a hacer esas cosas. Sería decepcionarla cuando ella trabaja mucho por mí.
—Agh, a veces olvido que eres un poco aburrida amiga. Chica obediente de casa.
—No soy aburrida, solo no soy como todas esas chicas. Yo sí soy responsable, agradecida con mi madre y me doy cuenta del sacrificio que hace por mí, solo le devuelvo lo mismo siendo una buena hija.
Sam evitó reír.
Molesta me cruce de brazos.
Esas eran las diferencias entre nosotras.
—Si, ya entiendo tú punto —giró a verme— así eres Lin y está bien pero a veces hay que salir de la rutina. Hacer cosas divertidas y arriesgadas. Sentir la adrenalina. Escuchandote hablar así, pareces una viejita de edad, amiga, tienes 18 y es hora de que vivas de verdad ¿Una vida aburrida y normal les quieres contar a tus hijos? —estuve por responderle cuando ella me interrumpió y continuó— imagínate, la juventud que les contarás, les va a aburrir escucharte.
—Lo que haga ahora en mi "juventud" no es algo que quiera que mis futuros hijos descubran de mí —enarque una ceja— Tampoco soy una chica aburrida, hago cosas divertidas.
—Si claro.
Sam comenzó a caminar mientras la escuché reír.
Bufe y la seguí.
—¡Admite que soy divertida Sam!
—¡Si lo eres! ¡Uy que divertida! ¡Alto ahí chica peligrosa!
—¡Sam!
Me queje sin evitar la risa que ella me contagió mientras nos fuimos de las gradas con la intención de encontrar a Carlos.
...
—Ahi está, ve y invitalo —empuje a Sam a que se animara a hablar con Carlos.
Ella negó y regresó a su lugar.
—No, tú mejor ve.
—Sam no seas miedosa. Dónde quedo lo de valiente y arriesgada ¿eh?
Ella bufo y me observó.
—Lo sé, pero creerá que me gusta y no es así.
—Solo déjale las cosas en claro.
—Tienes razón —ella se acomodó su mochila en su hombro —Después de todo, él te ama a ti.
—Sam
Tuve el arrepentimiento de haberle contando sobre la declaración de Carlos que hace tiempo tuve que rechazar.
“Aylin, lo que trato de decir es que... Tú me gustas”
Para ese entonces, dos días antes había aceptado ser novia de Zack.
“Carlos, lo siento. Tengo novio”
“¿Qué? ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Quién?”
Me sentí mal por su expresión.
“Es Zack”
“¡¿Zack?! No lo creo, pero debí suponerlo ¿no?
“Carlos, lo siento..”
“No Aylin, no te disculpes. Yo solo me ilusione, está bien pero no quiero que esto cambie nuestra relación... me refiero de... amigos. No dejes de hablarme”
“Para nada, seguirás siendo mi amigo Carlos”
“Y tú mi amiga, sería bueno otra cosa pero bueno... Solo quiero estar cerca de ti Aylin, ser parte de tú vida”
Fue tan incómodo ese momento.
Me costó ver a Carlos a los ojos después de su confesión. Para mala suerte, ninguno de los dos tenía el poder de borrar ese momento incómodo, no podíamos olvidarlo más si fingir que nada pasó.
—Voy pero tú vienes conmigo.
Sin permitirme darle una respuesta, Sam me jaló y juntas nos acercamos a él.
Nos detuvimos a unos pasos de Carlos mientras él acomodaba sus libros en su casillero, nos daba la espalda sin notar nuestra presencia.
Empuje a Sam un paso dándole la oportunidad de hablar.
—Hola Carlos —ella captó su atención.
Él cerró su casillero y se dio la vuelta.
Carlos Wesley tenía un físico atractivo. Más alto que nosotras, tez clara, cabello castaño claro y corto y ojos color avellana. Siempre lucia impecable de su ropa. Esta vez llevaba una pantalón de mezclilla, tennis blancos con la sudadera azul marino con el logo de la preparatoria que ganó en una competencia de estudios por su altas calificaciones.
—Hola Samantha —le medio sonrió al verla. Enseguida notó mi presencia— Hola Aylin —me sonrió ampliamente.
Le regresé la sonrisa.
—Carlos, mi amiga quiere decirte algo —espete y la vi. Le hice un ademán de cabeza señalando a Carlos.
—¿Qué pasa Samantha? ¿En qué te puedo ayudar?
—Yo... pues.. quería... invitarte...ya sabés como nuestro amigo que eres —rio nerviosa— okey, vamos a ir al cine después de clases ¿quieres venir con nosotras?
Se sorprendió por su invitación.
—Claro, cuenten conmigo.
—Gracias Carlos y adiós —me jaló con ella sin despedirse de él.
—¡Adiós Carlos! —le grite mientras fui alejada de él por Sam.
—¡Adiós Aylin, nos vemos en clases!
Suspiré y giré a ver a Sam.
—¿Qué fue eso?
—Ya no quería hablar con él, se nota que me ignoró y solo estaba babeando por ti.
—No digas eso Sam —me detuve frente a ella— ¿Por qué no le dijiste que Zack vendria con nosotras?
—Porque no hubiera aceptado y lo sabés perfectamente.
—Si, pero no me gusta mentirle o ocultarle...
—Es solo una mentirilla piadosa Lin —me interrumpió—. Valdrá la pena —me sonrió —Será una tortura más para él —me sentí mal por mi estupidez. A Carlos no le gustaba verme con Zack —ya tenemos todo listo para ir al cine después de clases.
Asentí un poco en desacuerdo.
»Vamos Aylin, fue tú idea. Tú los involucraste en esto«
—De acuerdo, tienes razón.
—La tengo —Sam golpeó mi hombro con su mano— Oye, podrás aprovechar la película para estar con Zack. No te preocupes por nosotros, nos vamos a sentar muy lejos y por el alto ruido no vamos a escuchar nada.
—No, no, no —le advertí al notar sus intenciones— No pasará eso que crees. Solo vamos a ver la película.
Ella bufo
—Lin, ya tuvimos esa plática. Es momento que dejes de ser aburrida y experimentes con tú novio. Ya es hora amiga —hizo una pausa y colocó su mano en mi hombro— Vida, solo hay una y es muy corta. Tienes que disfrutar cada segundo al máximo antes de que te arrepientas —me volvió a interrumpir—. Hoy en el cine, demuestra que no eres esa Lin aburrida con una vida lo bastante normal.
—Está bien, lo voy a intentar —dije insegura de superar los límites con Zack que yo misma había creado. Conociéndolo, él no iba a detenerme pero tal vez Sam tenía razón, debería buscar adrenalina y ser rebelde alguna vez en mi corta vida.
Sin embargo, la Aylin interior, me gritó es un error y no le hice caso.
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