Capítulo 16° ✘ POR MI COLLAR ☑️
“Entre lo imposible, lo desconocido y
lo prohibido, encontré un motivo”
✝ A Y L I N
Fue difícil mi estadía en el hospital todo un eterno día y lo peor fue la noche cuando el miedo me invadió tan solo pensar que el vampiro Doctor, podría volver. Sin embargo, no lo hizo y me ayudó tener la compañía de Sam y Carlos. Desde que llegaron no quisieron irse a descansar a sus casas. Fue tanta su insistencia que pidieron darles las oportunidad de quedarse los dos en mi cuarto cuando la visita solo era una.
Mi madre tuvo que intervenir y les dieron permiso. Más tuvimos que acomodarnos. La pequeña cama la compartí con Sam mientras Carlos se acomodó en el sillón con mi Madre, más constantemente la vi salir hasta que el sueño se apoderó de mi.
Con respecto a Darren, no volvió a aparecer ni como enfermero ni como Doctor. Mucho menos como un vampiro en evidencia cuando descubrí que este hospital estaba repleto de ellos.
Cuando desperté, se me dificultó moverme y al abrí mis ojos, vi a Sam aún vencida por el sueño, con sus ojos cerrados como sus brazos hacia arriba.
Medio sonreí y quise empujarla cuando no lo logré. Con dificultad me moví y me senté en la cama. Mi vista viajó a Carlos aún dormido en el sillón, un movimiento más y el pobre se iba a caer cuando sus pies se resbalan en el suelo. Se había cubierto con una manta que le ofreció una enfermera. Más no note la presencia de mi madre en el cuarto.
No obstante, la puerta fue abierta por Sara que entró cautelosa. Cuando cerró la puerta y notó mi mirada me sonrió.
—Hola hija.
—Hola mamá
Ambas hablamos en voz baja para evitar despertarlos.
—¿Cómo te sientes?
—Un poco mejor pero quiero irme ya— mi madre se acercó a mi y depositó un casto beso en mi frente.
—El Doctor Cooper ya autorizó tú alta, ya podemos regresar al departamento.
—Que bueno, dormir en un hospital no es lo mío. Me sentiré mejor fuera de ahí.
«Lejos de tantos vampiros»
Pensé.
Sara suspiró y agarró mi mano.
—Me preocupé mucho por ti hija.
—Lo siento, no quise asustarte mamá.
Le regale una sonrisa para tranquilizarla.
—Le avise a tú tía Aria.
—¿Vendrá? —por su mirada, comprobé que no. Nunca lo hacía así estuviera grave de salud—. No entiendo porque le avisas de todo si nunca nos visita y más en estas condiciones.
—Aylin, tú tía trabaja mucho.
—La Familia es más importante mamá, tú tantas veces me lo haz explicado ¿por qué se alejó de nosotras?
Sara bajó la vista.
—Mi hermana está ocupada hija pero se acuerda de nosotras y se preocupa y más por ti. Eres su única sobrina— alzó la vista.
Negué sin creerle.
—¿Mi tía se llevaba bien con mi padre?
Mi madre lucio tensa y lo noté.
—Si, Aria y Cristian, se toleraban pero no es por tú padre que ella se tuvo que ir. Desde la muerte de tus abuelos, mi hermana prefirió la distancia pero estamos en contacto.
—Sigo sin comprender —hice una corta pausa— parece que huye todo el tiempo.
—Aylin, que ocurrencias. Debemos respetar la decisión de tú tía, su vida.
En ese momento, su celular sonó. Sara atendió la llamada sonriente.
—Hola hermana, si ya despertó. Si, si hablé con el Doctor... hoy me la llevaré al departamento...si... por supuesto... Cuidare mucho de Aylin... si... te la pasó —negué varias veces. Mi madre bajó el celular y me dijo a mi en voz baja— Habla con ella, te quiere escuchar.
—Si tanto le importo, que venga a verme y hablamos todo lo que quiera no por una llamada a distancia.
Recibe su mala mirada cuando debió escucharme.
—Hermana, Aylin no quiere... si no te preocupes... hablaré con ella... si esta bien —desvíe la vista en Carlos que comenzó a despertar. Al darse cuenta, se acomodó en el sillón y me sonrió— si Aria, adiós. Cuidate mucho.
Mi madre me colgó y vi a Carlos levantarse.
—Estuvo mal lo que hiciste Aylin, fuiste grosera con tú tía.
—¿Cómo dormiste Carlos? —la ignoré cuando no quise discutir sobre el tema.
—Eh.. bien. Cansado de la espalda y del cuello pero de lo que cabe, bien —me respondió—. Buen día Señora Sara.
—Buenos días Carlos —ella suspiró— Iré por la receta y nos vamos.
Con una última mirada, se marchó del cuarto.
—¿Todo bien, Aylin? —me preguntó al quedarnos solos.
—Problemas familiares —me encogi de hombros—. Despertare a Sam —Carlos no insistió y me dediqué a mover a mi amiga que me costó despertar—. Samantha, despierta— insistí— vámonos.
Ella adormilada se quejó.
—Bueno Aylin, tendremos que irnos sin ella— bromeó Carlos.
—Se van sin mi y los mato —nos amenazó y abrió los ojos. Enseguida se sentó en la cama y bostezo— Odio los hospitales.
—No sufriste tanto como Aylin o como yo, Samantha.
—Disculpa Carlitos pero esta cama es muy, muy incómoda.
Ambos reímos sin causarle gracia.
Ellos volvieron a discutir entre bromas y suspiré sin dejar de ver a cada uno. Agradecida de tenerlos en mi vida.
(...)
En cuanto salimos del Hospital, regresamos al departamento que incluso extrañé. Mi madre se fue a la farmacia a comprar todo medicamento recomendado por el Doctor Cooper que incluso dude de tomarlo. La desconfianza era muy presente.
Quedé en compañía de Sam cuando Carlos se tuvo que ir a descansar. Mi amiga prefiero descansar en el departamento cuando tuvo el permiso de su madre.
En la sala, tomé asiento en el sillón y me sentí aliviada al recordar las palabras de Darren, no iba a marcarme al menos por un tiempo que pensé en alargar lo más posible. No me importaba que cierto vampiro tuviera que esperar una eternidad para beber mi sangre de nuevo cuando por mi estado, lo culpe.
Realmente esperé no verlo en mucho tiempo pese a ser mi vecino vampiro.
—¿No quieres ir a descansar a tú habitación? —me preguntó mi amiga.
—No por ahora, quiero esperar a mi madre.
—Está bien, iré al baño y regreso— Sam estuvo por irse cuando escuchamos un golpe en la puerta— ¿esperas a alguien?
—No —le respondí confusa.
—¿Será Carlos que se le olvidó algo?
Dude cuando hace 20 minutos que se había ido.
—No creo —me levanté.
—Iré a abrir —se ofreció Sam y se dirigió a la puerta— tal vez son tus vecinos.
Negué.
Desee que no fuera así, no quería ver a los Collins y mucho menos a Darren. Dude que él fuera, él nunca tocaba la puerta.
Me invadió la curiosidad cuando Sam abrió la puerta y ahí lo que creí no ser posible, sucedió.
Darren estaba fuera del departamento, cerca de mi puerta.
—Ohu, eres tú —Sam rio sin ánimos y giró a verme a falta de su voz—. Lin te buscan.
Avance hasta alcanzar a Sam, sin evitar la sorpresa cuando tuve miedo de él no cumplir su palabra y lo peor es que sería en presencia de Sam.
Recordé su advertencia y no iba a permitir dañar a mi amiga.
Así que tomé su lugar, fingí valentía cuando hice a Sam retroceder y ocultarse detrás de mi.
—¿Qué quieres?
—Necesito hablar contigo —me respondió y ladeo la cabeza— a solas.
Comparti una mirada con Sam.
—Iré al baño —anunció y se alejó de mi.
Esperé quedarme sola para dirigir la vista en mi molesto vecino.
—Vete de aquí Darren. En el hospital, hablamos lo suficiente.
—No Ayline —obtuve su escaneo— me vas a escuchar— pasé saliva pese a notar sus ojos azulados y sin colmillos—¿No me dejarás pasar?
—No tienes mi invitación —coloqué mi brazo en la puerta para impedirle el paso.
—No la necesito, humana —obtuve su mala mirada.
Suspiré cansada física y mentalmente.
—Solo di a que viniste Darren.
Él no insistió en querer entrar.
—¿Pensaste en lo que te dije? Sobre Estefan y Sara.
—Si, pero no encuentro como hacer para que mi madre se aleje de tú padre —le respondí en voz baja.
—Decide rápido Ayline. El maldito tiempo, está en tú contra.
—Ya lo sé y con tú ayuda creo que pronto la encontraré —emiti molesta sin dejar de verlo.
—Ella es tú asunto.
Le di una mala mirada y bajé mi brazo. Tuve que recargarme en la puerta.
—Estaba pensando en hablar con tu padre y exigirle...
—Mala idea —me interrumpió.
—¿Entonces?
Darren se cruzó de brazos y lució más intimidante.
—Es peligroso ¿es qué no lo entiendes?
—Igual que su hijo.
—No nos compares, soy peor que Estefan.
Pasé saliva.
—Bien, buscaré otra manera.
—Actúa rápido o lo haré a la mía.
—No todo el tiempo tienes que amenazar Darren.
Él musito.
—En mi maldito Mundo, siempre funciona.
—En mi Mundo, eso causa más problemas y enemigos— le sostuve la mirada.
—No sobrevivirias a mi realidad.
—Sigo viva Darren —le respondí— apesar de ser una donante de un maldito vampiro.
—No tendrás tanta suerte Ayline, vives porque te lo permito.
—No eres dueño de mi vida, ni de mi sangre —pegué un brinco cuando él dio un golpe en la puerta y se apoyó siendo una nula distancia—. Me necesitas más con vida. Un vampiro siempre depende de un mortal como yo ¿cierto?
Obtuve su silencio y su fija mirada.
—Eso creí Darren —me gustó mis cinco segundos de valentía pese a tener un vampiro frente a mi.
—No eres única, Ayline.
Cometí el error de bajar la vista en sus labios. La valentía se esfumo y comencé a sentirme nerviosa por su mirada.
—Como sea. Hablaré con mi madre... ya puedes irte.
—No me ordenes niña —Darren fue el primero en marcar distancia cuando retrocedió dos pasos.
—No me digas así —fingí molestia.
Él ocultó sus manos en sus bolsillos delanteros.
—Ayline.
—¿No puedes nombrarme por mi verdadero nombre? Deja de llamarme a tú manera. No me gusta.
Me hizo sentir de forma extraña cuando realmente me gustó esa única forma de referirse a mi viniendo solo de él.
Darren negó y terminó por darse la vuelta. Me asome y lo vi dirigirse a la escaleras hasta que lo perdí de vista.
Entonces fue la oportunidad de cerrar la puerta, suspiré y no evite sonreír.
—¿Lin? —recordé que no estaba sola y me di la vuelta ocultando mi sonrisa— ¿ya se fue tú vecino?
—Si, Darren se acaba de ir.
—¿A qué vino? —me preguntó Sam curiosa y la vi sentarse en el sillón de la sala.
—Pues a ver mi estado de salud —mentí—. Ella sonrió ampliamente— no es lo que creés .
—¿Te gusta?
—¡No! —chille y me acerqué a ella con una mueca.
«Sam, si supieras lo que es»
—Lin, no lo niegues.
—Tú eres la equivocada, Sam —me cruce de brazos.
Ella se inclinó y unió sus manos.
—No escuché de que hablaban pero ante mis ojos, cuando salí del baño y los vi, estaban muy cerca y ninguno dejaba de verse. Lin, creí que te estaba conquistando.
—¿Qué? ¡No! ¿cómo crees? —desvíe la vista ocultando mi rubor.
«Es vampiro, Aylin»
Me repetí mil veces.
Escuché la risa de Sam.
—Si, tal vez me confundí.
—Si así fue —regresé a verla y me levanté— iré por un vaso de agua.
Use un vil pretexto para huir de su mirada y de su interrogatorio.
Cuando entré a la cocina, me apoyé de la pared y suspiré.
Comencé a dudar de mi odio hacia él.
«Tengo que odiarlo«
«Darren es el vampiro que cambió y afectó mi vida»
Me repetí y me regañe a mi misma por mis pensamientos contradictorios y sobre todo, por esos sentimientos confusos que día a día me volvieron más y más loca.
+++
Por la tarde, Sam se fue a descansar y mi madre por más que quiso pedir días en su trabajo, no le dieron vacaciones. Entonces, se tuvo que ir a trabajar y juró volver en su horario habitual por la noche.
Antes de irse, fui vigilada por ella de tomarme las pastillas que tuve que pasar por mi garganta pese a ser recomendabas por el Doctor Cooper.
Luego de cenar, me dispuse a irme a mí habitación. Antes de irme, me acorde de la cajita con el collar que me regaló Carlos. En el hospital, le pedí a mi madre de favor guardarlo en su bolsa y antes de irse a trabajar, me lo entregó.
Una vez más lo revisé cuando pensé en mañana usarlo y enviarle una foto a Carlos dándole las gracias nuevamente.
Cerré la cajita y entré a mi habitación. Encendi la luz y entré cerrando la puerta detrás de mi. Avance y dejé el regalo sobre mi buro y me dirigí al baño.
Me demore en cepillar mis dientes, ver mis hojeras, mi pálidez en el reflejo del espejo que esperé recuperarme lo ante posible por mi salud y para un vampiro fingir seguir muy, muy enferma con tal de evitar un robo de mi sangre.
Fueron esos momentos que me hizo recordar el motivo del por qué, debía odiar a Darren Collins.
Suspiré y al terminar, dejé el cepillo en su lugar y salí del baño. En cuanto cerré la puerta, lo vi de nuevo.
—¿Ahora qué quieres Darren? —espete cansada de su presencia.
—¿No puedo venir a verte?
—Como si te importara.
Él se encogió de hombros.
Ni siquiera lo había escuchado entrar.
—¿Cómo entras tan fácil? —le pregunté ante mi duda.
—Soy vampiro.
—No me digas —avancé hasta mi cama y tomé asiento en la orilla. Él permaneció de pie justo al frente— con tú don vampirico.
Pasé saliva ante su mirada seria.
Darren no era nada bromista.
—Creí que no... te iba a ver más —agregué y él desvío la vista— juraste no marcarme.
—No vine a eso, humana.
—¿Entonces?
Él permaneció en silencio y regresó a verme.
Me removi incomoda por su mirada que tuve que bajar la vista para evitarlo.
Un juego de miradas que no me gustó y perdí. Fui más evidente.
—Hablé con ese maldito Doctor, eso te iba a contar hace rato pero la maldita curiosa de tú amiga, nos vigilaba.
«Se dio cuenta»
—¿Qué te dijo? —Ignoré el tema de la curiosidad de Sam.
—No dirá nada y ni te hará nada.
—¿Qué le hiciste?
—Nada, fueron suficientes las palabras.
—Lo amenazaste —emití segura.
—Lo hice —me lo comprobó— me conoce, lo conozco cuando es un maldito vampiro mentiroso en este Mundo mortal y conoció a Lizbeth, mi creadora hace siglos y solo por ella no me va a delatar con nadie.
—De acuerdo, eso me tranquiliza.
Nos invadió el silencio más tuve dudas.
—Darren —acabe con el silencio prolongado.
—¿Qué? —espetó a la defensiva.
—¿Qué le pasó exactamente a tú madre? ¿Cómo murió?
Hubo un silencio por parte de él, llegué a pensar que no me escuchó o simplemente no quería hablar de eso. Hasta que de pronto lo escuché hablar:
—La mataron.
—¿Quién?
—Él —hizo otra pausa. Sus colmillos crecieron de su boca— el maldito de Salvatore.
Pasé saliva.
«No Aylin, juró no marcarte»
—¿Qué edad tenias?
—Era un crio pero no te interesa saber sobre mi eternidad —se cruzó de brazos— no te diré nada así que deja de preguntar.
—¿Por qué lo evades?
Gruño y ocultó sus colmillos.
—No lo evado, simplemente no quiero hablar de eso y menos contigo, eres una simple humana —percibí su desprecio y repulsión.
—Perfecto, entonces vete, no tienes nada que hacer aquí —se lo dije tras señalar la puerta.
Darren negó y desvío la vista en mi buro. Bajó sus brazos y rodeo la cama.
—¿Qué es eso? —me preguntó sin darle importancia a lo que le dije, apesar de que lo corrí.
Me levanté de la cama y me di la vuelta.
—¿Qué es qué?
Cuando se detuvo, agarró la cajita tras analizarla.
—Deja eso, es mio.
Me dio una fugaz mirada y la abrió sin mi permiso. Eso me molestó y tuve que rodear la cama y me acerqué a él.
—Es maldita plata —cerró la cajita y enfocó su vista en mi.
—Si tonto —traté de quitársela cuando él lo evitó al cambiarla de mano.
—Odio la plata.
—Enserio, pues no me importa, dámela —volví a insistir cuando fue astuto para levantar su brazo. Bufe y de puntitas se la quise arrebatar— Darren, es mi regalo.
—¿Quién te lo dió?
—Eso que te importa —no me di por vencida.
—¿Para qué la quieres? —bufe ante su comentario.
—Es un collar, dime ¿para qué son? —brinque con tal de alcanzar la cajita de su mano.
Darren gruñó por mi respuesta y retrocedió cuando choque con su pecho y fui quien anuló la distancia más y más.
—No la vas a usar en mi contra.
—Ni siquiera pensabas... usarla —me detuve cansada y le sostuve la mirada— yo no la conseguí, fue un regalo.
—¿De quién? —mascullo entre dientes.
—Dame mi collar, Darren —extendí mi mano y le di una oportunidad.
Él negó.
—Fue ese maldito mortal ¿verdad? Quién te visitó —bajó su brazo y la ocultó detrás de su espalda.
—Si así fuera ¿qué?
—Que patético.
Fue mi turno de negar.
—Solo fue un bonito detalle de Carlos conmigo, detalle que tú no entenderías.
Ante la idea, quise rodearlo cuando se movió y volvió a levantar su brazo.
—¡Darren!
—Intenta alcanzarlo, niña.
Lo maldeci entre dientes y me estire lo más que pude. Odie su burla y que bromeara conmigo así.
Por más que quise alcanzarlo, no lo logré por mi bajo tamaño. Me rendí y lo miré con molestia.
—¿Te importa mucho?
—¡Es mío!
—¿Qué tanto? —curvo una media sonrisa luciendo sus colmillos.
—¡Basta Darren! Mi madre no tarda en llegar.
—Para ese entonces, ya me habré ido Ayline.
—El collar —extendi mi mano una vez más— ahora—. Fue real mi ira.
—Te importa tanto, dime ¿Tienes interés en él?
—No te voy a responder.
—No tendrás tú maldito collar.
Bufe
—Carlos es solo un amigo para mi.
—No te creo.
—No me importa Darren. Además, no debería de interesarte tanto.
Él gruñó y retrocedió en dirección a la puerta.
—Te lo daré si lo pides de la forma correcta.
Inhale y exhale aire repetidas veces.
—Darren —intenté calmarme, hice una profunda respiración— ¿me puedes dar mi collar, por favor?
—No
—¡Eres un maldito! —exclame.
—Lo sé, ahora me voy y me llevaré esto, si tanto lo quieres recuperar ya sabes donde encontrarlo.
—No te atrevas —lo señalé.
Él sonrió con malicia.
—Nunca retes a un vampiro, Ayline.
Dicho eso y desapareció con velocidad que mi vista no alcanzó a procesarlo.
—Espera— reaccione— ¡Darren! —le grite, siendo demasiado tarde cuando se fue con mi collar.
Entonces, estuve decidida a recuperarlo.
+++
Al día siguiente, tuve que pensar una manera de salir del departamento e ir al departamento #235 por mi collar.
Cuando salí de mi habitación, revisé la habitación de mi madre y la vi profundamente dormida. Sara pidió días para mi en la preparatoria al contarles mi estado de salud aunque le insistí no ser un problema para ir a estudiar más ella insistió en que debía descansar y seguir con la medicación al pie de la letra.
Entonces, mi día libre lo iba a usar en recuperar mi collar. No creí tardarme mucho, cuando debería regresar en cuanto antes.
Cautelosa, cerré su puerta y me fui por el pasillo aún usando mi pijama y mis pantuflas de Bob Esponja. Me dirigí hasta la puerta. Al salir de mi departamento, tomé una profunda respiración para tocar su puerta. Dos golpes más y me tocó esperar.
Desee a mis adentros que no abriera la puerta Estefan Collins.
Cuando de pronto, la puerta fue abierta y en mi campo de visión no vi a Darren, ni a su padre, sino a una chica de cabello corto más abajo de sus hombros, castaña de ojos azules claros y pálida. Alta, delgada, con un vestido ceñido, corto, color rojo que combinaba con su labial hasta unas botas negras hasta sus rodillas.
—¿Te puedo ayudar en algo? —habló con una dulce voz.
—Ah—reaccione— Busco a Darren.
—¿De parte de quién?
—Aylin, su... vecina.
Ella sonrió ampliamente y me escaneo con su mirada.
Me arrepentí de no arreglarme antes de venir.
—Oh, con que tú eres Aylin, la chica del departamento #234.
Enarque una ceja.
—Si–si soy yo.
—Pasa, linda— se alejó de la puerta y me permitió el paso.
Por un segundo dude en pasar, cuando me invadió la desconfianza.
Me conocía cuando para mi era una desconocida.
—Entra, no seas tímida —insistió.
Fingi una sonrisa y con toda valentía, entré y me detuve a pocos pasos. Cuando escuché la puerta cerrarse, me di la vuelta.
«¿Y si es igual a él? »
La observé con detenimiento. No caí en su falso y hermoso físico cuando podría pertenecer al vampirismo.
—Soy Ashley —extendió su mano hacia mi, dudosa la acepte y percibí su mano fría y fue suficiente para confirmar. Incluso noté ese mismo anillo en su dedo y sus uñas largas y rojizas. Desee que de pintura y no de sangre.
Enseguida, retrocedí.
—¿Eres familiar de Darren? —le pregunté incómoda por su mirada.
—En realidad soy su...
—Es su novia... —una voz la interrumpió.
Gire la cabeza y note una presencia más. Desde el sillón individual vi a ese vampiro rubio sentado con esa pose recta. Sus brazos en el antebrazo del sillón, con esa encantadora sonrisa, con su cabello rubio despeinado y su vestimenta, un pantalón negro con una camisa azul marino con los tres primeros botones desabrochados.
Odie admitirlo pero era jodidamente atractivo como Darren que hasta parecía todo un Rey en su trono.
—Oh —me límite a decir y regresé la vista en ella.
—No le hagas caso, soy su hermana.
Eso me sorprendió.
—No sabía que Darren tenía una hermana.
—Casi hermana —habló de nuevo el rubio. Volví a verlo cuando se levantó de su lugar—. Nos volvemos a ver Ana Aylin.
—Para mi desgracia —le contesté con molestia. Seguía recordando lo que le hizo a mi madre.
—Que chiquilla tan agradable.
Él río, más fue interrumpido por un cojín que chocó contra su rostro. Desvíe la vista en ella y se cruzó de brazos sonriendo. Enseguida el mismo cojín voló e impactó en el rostro de ella.
—Eres un maldito.
—Tú iniciaste Bombón.
Medio sonrío al ver a cada uno. Más negué tan pronto y volví a fingir mi faceta seria.
—Soy la hermana de Darren, no me importa ese casi —habló ella y captó mi atención —es mi hermano .
—Pero no comparten la misma creadora —emitió él.
Di un paso atrás cuando la tal Ashley dejó en evidencia sus colmillos.
—¡Te voy a lanzar otra vez el cojín, Esteban!
—Cuida tus modales Bombón. Tenemos compañía —él me señaló.
Ella giró a verme y pareció reaccionar que ocultó de forma sorprendente su evidente cambio.
Pasé saliva.
—¿Está Darren? —le pregunté cuando quise irme lo antes posible.
Ella asintió.
—Espera —avanzó y pasó por mi lado. Cuando se detuvo, gritó— ¡Darren! ¡te buscan! —regresó la vista en mi y me sonrió ampliamente —no va a tardar.
Asentí con una mueca.
—Eres tan escandalosa, Bombón.
—Es para molestarlo —ella se encogió de hombros.
—Probablememte ya nos escuchó y sabe de su presencia.
Pasé saliva al sentir las miradas de ambos.
Me arrepentí de venir cuando estaba entre vampiros. Imaginé varios escenarios donde tanto la vampira castaña y el vampiro rubio me atacaban con sus colmillos y para mi Darren se tardó demasiado.
Mi miedo aumentó cuando vi al rubio caminar hasta mi.
«Mierda, que se aleje»
Cuando se detuvo, comenzó a caminar a mi alrededor sin dejar de verme y sonrió con esos puntiagudos colmillos.
—Eres hermosa debo admitirlo. Eres valiente al venir hasta aquí después de saber lo que somos —humedecio sus labios y se detuvo frente a mi a una nula distancia—. Eres apetitosa, chiquilla— levantó su mano y me congele en mi lugar al sentir el frío tacto de sus dedos en mi mejilla— ¿serás dulce?
—A.. Aléjate —le pedí en voz baja.
—No voy a hacerte nada —dijo y bajó su mano— le perteneces a Darren. Eres prohibida para mi y para ella.
—Yo no le pertenezco a nadie.
—Desconoces nuestras reglas. La donante de uno de nosotros es prohibida a menos que cierto vampiro la comparta.
Estuve por hablar cuando note su presencia detrás del rubio.
—¿Qué haces aquí? —la voz de Darren llegó como gloria a mis oídos —Aléjate de ella, Esteban —usó ese tono amenazador sin necesidad de gritar.
Después se acercó y lo vi descalzo, vestido completamente de negro con su cabello negro húmedo con varios mechones en su frente.
El rubio se volteó y levantó sus manos.
—Tranquilo amigo, solo la estaba inspecciónando.
Darren lo empujó y él regresó al sillón.
—Les prohíbo que se le acerquen, a los dos —les advirtió señalandolos.
—Yo fui amable con tú vecina—emitió ella— ¿verdad Aylin?
Guardé silencio.
—Solo me estaba divirtiéndo Darren, después de todo, es tú humana.
Darren dejó de verlos y fijó la vista en mi con evidente molestia.
—¿Qué quieres?
—V–vine... por ... mi collar.
—La estábamos cuidando Darren —habló de nuevo su media hermana.
—No necesito que la cuiden—se dirigió a ella y luego me vio a mí —y tú lárgate.
Suspiré.
—No me iré sin mi collar.
—Que valiente, venir a la misma cueva del mismo monstruo —espetó él rubio desde el sillón.
—Ya he estado aquí antes —respondí sin apartar la mirada de Darren— ¿Lo recuerdas? Estuve aquí la primera vez que me mordiste y me condenaste a ser tú... donante.
Un silencio invadió la estancia, nadie se movió, nadie dijo nada.
Los ojos de Darren por un momento cambiaron a completamente rojos, los cerró tratando de calmarse y los volvió a abrir siendo azules claros.
—Vamos hablar en mi habitación —lo escuché decir entre dientes. No me dio tiempo de responderle cuando me agarró del brazo y me jaló en dirección a su habitación.
—Suerte chiquilla.
Escuché decir al rubio con clara burla.
Darren me siguió llevando con él, caminamos por el pasillo. Traté de safarme de su agarre pero falle. Cuando llegamos a una puerta, la abrió y me obligó a entrar con un empujón. A regañadientes lo hice y me di la vuelta. Él cerró la puerta detrás de él y se cruzó de brazos.
—Mi collar —le exigí.
—¿Tanto te importa?
—Mucho
Él negó.
—¿Qué estarías dispuesta a dar por él?
—Lo que sea...menos mi sangre —me sentí más pequeña por su mirada.
—En ese caso, te lo daré, con la condición de que no te lo pongas, a menos no en mi presencia y cuando beba de tú sangre, no pondrás resistencia, me darás tú sangre voluntariamente.
—Eso no es justo.
—La vida no es justa Ayline, eso ya deberías saberlo.
—Si me niego, siempre lo haces.
—Lo sé pero ya estoy harto de batallar contigo cada vez que lo hago.
—Pues ya no lo hagas.
—Eso nunca cuando me dará tanta satisfacción de que lo permitas por tú cuenta, con voluntad. Sería darme lo más valioso que tienes sin poner resistencia y eso no sabes lo tanto que me gustaría que pasara. —Darren humedecio sus labios. —Tienes cinco minutos para pensarlo. El tiempo corre.
—¡Igual forma beberás de mi, me obligas, Darren!
—Pero ya me cansé de hacerlo —hizo una corta pausa— Decide.
Lo dude un momento.
—El tiempo venció.
—¿Qué? Ni los cinco minutos pasaron.
—Tú respuesta Ayline o no te daré ese maldito collar.
Le di una mala mirada.
—Está bien —susurre.
—No te oí —él se inclinó un poco con esa sonrisa maliciosa.
Resople.
—Acepto darte mi sangre con voluntad, Darren.
Él regresó a su posición inicial.
—Perfecto, tenemos un trato.
Bufe
—Ahora el collar.
—Buscalo, si lo encuentras te lo llevas.
—¿Qué?
Y sin más Darren salió de su habitación con velocidad.
Suspiré y observé a mi alrededor. Las paredes eran grises, una cama grande en el centro con una sábana negra como las dos almohadas. En una esquina, vi un armario y a varios pasos, una puerta cerrada de madera. Supuse el baño.
—Bien Aylin, si tú fueras un ... vampiro —negué— como él ¿dónde lo esconderias? —me pregunté a mi misma.
Entonces, comencé a buscar. Abrí los cajones del armario y nada. Abrí las puertas y vi solo ropa negra, pantalones, camisas, chaquetas, botas varoniles y una gorra negra. Todo absolutamente negro.
—Y yo que pensé que usabas siempre la misma —emití para mi misma y cerré el armario.
Revisé debajo de la cama y tampoco lo encontré. De pie en la habitación con mis manos en mi cintura, observé una vez más a mi alrededor cuando arriba del armario la encontré.
Busqué por la habitación algo que me ayudara a alcanzarlo cuando encontré un pequeño banco. Lo suficiente para agarrarlo y acercarlo al armario. Al subirme, agarré la cajita sin problema y cuando me bajé, lo revisé.
—Todo lo hago por ti collar —lo vi dentro y suspiré. Cerré la cajita y me dirigí a la salida. Al salir por la puerta, avance por el pasillo cuando los escuché hablar:
—Tenemos que seguir escondidos, mientras las cosas se calman un poco desde lo de Bombón— escuché la voz de ese rubio.
—Asi es, si Salvatore nos encuentra es capaz de todo, varios vampiros nos están buscando, incluso... Owen —escuché la voz de esa vampiresa.
—Siempre supe que ese Owen era un traidor, se vendió al peor maldito.
—¡No le quedó de otra Esteban!
—¡No lo defiendas Ashley!
—¡Ya basta los dos! —grito Darren— esté no es momento para hablar de eso, no ahora.
Dejaron de hablar y decidí salir.
Tan pronto obtuve sus miradas, vi a Darren de pie, recargado en la pared cruzado de brazos. El tal Esteban, se cambió de sillón y en el más grande, estaba sentado con la tal Ashley sentada a su lado.
Nerviosa avance a la única salida huyendo de sus miradas.
—¿Te vas sin despedirte de nosotros, chiquilla?
Me detuve al escucharlo sin atreverme a hablar.
—Déjala ya, Esteban. La pobre está asustada.
—Ey, quedate. No te haremos daño, si así fuera Darren primero nos mata sin nisiquiera tocarte.
—Ya cállate Esteban —habló ella—Suficiente tiene con Darren.
—Tienes razón, deberías tratarla mejor amigo.
Me di la vuelta y los observé una vez más.
Ambos fijaron la vista en él.
—Odio decirlo, pero Esteban tiene razón, eres tan grosero con ella, agradecele que te deja beber de su sangre.
—Cuando ustedes tengan a su propia donante, tratenlo como quieran. No se metan en esto, es problema de ella y mío —les respondió Darren con enojo.
Molesta vi a cada uno.
—¿Podrían dejar de hablar como si yo no estuviera aquí? Los estoy escuchando.
Todos guardaron silencio y posaron su mirada hacía mí.
—Mejor será que me vaya y espero no volver a verlos a todos, incluso a ti Darren, no quiero volver a verte por un largo tiempo —agregué y fije la vista solo en él.
—Asi será, hasta que te mejores, recuerda nuestro trato... vecina —habló con esa misma voz fría y grave como lo conocí —Y otra cosa, más te vale que no vuelvas a pararte por aquí cuando ellos estén. Sí te hacen algo no seré culpable.
—No vamos hacerle daño Darren —inquirio Ashley— Aylin me agradó.
—Los conozco perfectamente —le respondió sin dejar de verme— Te lo advierto niña, no nos provoques.
—Suficiente tengo contigo Darren para ser alimento de otros. Apuesto que son iguales que tú —emití con molestia.
—Ahi te equivocas dulzura, algunos somos más divertidos.
Ignoré la voz de ese rubio.
Suspiré, dejé de ver a Darren y sin agregar algo más, salí de su departamento. Recuperé la respiración cuando cerré la puerta, lejos de vampiros.
Más valió la pena cuando recuperé mi collar de plata que pensé usar contra Darren Collins en su momento.
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