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Capítulo 15° ✘ BANCO DE SANGRE ☑️

ESTADO:
Emocionalmente: acabada
Mentalmente: agotada
Espiritualmente: muerta
Físicamente: sonrío.

   A Y L I N

Darren volvió a matar.

La noticia de una muerte más apareció en varias páginas de las redes sociales. No me quedó duda que fue él cuando la mujer a quien le arrebataron la vida fue a la anciana que visité. La misma que me vendió la estaca, la misma estaca que mi vecino vampiro se llevó y fue en vano mi dinero que perdí sin beneficio alguno.

Cuando desperté él ya no estaba, me encontré con el libro destruido de las páginas, sin encontrar la estaca y mi cuello sin la marca más un gran dolor de cabeza como debilidad ante la pérdida de sangre.

Por más que intenté, no pude detenerlo cuando desde ese día Darren se encargó de robar mi sangre constantemente. De venir al departamento, entrar de esa forma sigilosa a mi habitación cuando siempre me sorprendió verlo.

Por más que le suplique, no me escuchó y no se detuvo. Me marcó una y otra vez. Tantas veces que el desespero me venció.

Por lo regular, aprovechaba ese tiempo de mi soledad en el departamento cuando Sara estaba en su trabajo. Así que se me ocurrió la idea de invitar a Sam una noche más a dormir. Me sentí mal por involucrarla pero de esa manera Darren no me marcó aquel día. Sin embargo, fueron peores las consecuencias para mi.

Después de clases, regresé al departamento. Me fui directo a mi habitación y entré. Ante la oscuridad, encendí la luz y observé a mi alrededor.

Suspiré de alivio al no ver a Darren como hace días.

Anoche, tuve la sensación de ser vigilada, se me dificultó dormir mientras Sam dormía profundamente a mi lado. Cuando encendí la lámpara de mi buro y observé alrededor, no lo vi presente. Más tranquila, me volví a dormir y Darren nunca llegó a marcarme.

Con la misma sensación, me adentre y dejé mi mochila en la cama.

—Tengo que admitirlo, fuiste muy inteligente con tú maldito plan anoche —pasé saliva al escucharlo detrás de mi y enseguida, me di la vuelta. Lo vi recargado en la pared, cerca de la puerta y como una sombra emergio— creer que no te marcare por la compañía de la otra molesta humana, no te servirá de nada Ayline.

—Estoy harta de que me robes mi sangre.

—Eres mi donante.

Negué varias veces.

—La próxima vez que evites que beba tú sangre, no me va a importar que estés con quien sea. En esta ocasión, mataré a tú amiga frente a ti y bebere tú sangre.

Él se acercó y no ocultó su apariencia de vampiro. Con los días, sus ojos eran más rojos intensos.

—No te atrevas a lastimar a Sam, mi amiga no...

—Tú la estas involucrando en nuestro asunto.

Molesta retrocedí.

—Darren, no más. Buscate a alguien más.

Él negó.

—Tú sangre Ayline. Nunca me cansaré de ella, de su sabor y de los beneficios que me otorga.

—Maldito.

Él gruño y con velocidad me alcanzó. Me sostuvo de la cintura con una mano y la otra la guió a mi nuca. No alcancé a intentar huir cuando Darren, clavo sus colmillos en mi cuello.

Bebió de mí hasta saciarse, ignoró mi quejido y mi dolor como mis lágrimas. Creí que el dolor se había terminado cuando él se alejó sin soltarme.

Vi su rostro muy cerca del mio y mi cuerpo sintió la debilidad.

No le bastó una vez, cuando volvió a marcarme del lado contrario y bajo su agarre, perdí la conciencia.

Siempre fue lo mismo, una marca si no me oponia y dos o más cuando use excusas para evitarlo.

En otra ocasión, Sara llegó a tiempo cuando él estaba en mi habitación. De mi parte asustada cuando de pronto, mi madre abrió la puerta siendo mi salvadora y Darren desapareció. Creí que se había ido cuando lo vi detrás de la puerta con su señal de silencio llena de advertencia. Me paralice en mi lugar, por un instante era momento de delatarlo pero tuve miedo de que atacara a mi madre y no se detuviera hasta arrebatarle la vida.

—Hija, creí que estarías dormida. Ya es tarde.

—Hola mamá, tuve una pesadilla —pasé saliva viendo de ella hacia Darren. Él era mi pesadilla despierta— llegas pronto.

—Es la misma hora hija. Bueno, vuelve a dormir, es hora de descansar.

—Mamá —tuve miedo de quedarme a solas con Darren— te acompaño a tú habitación para desearte las buenas noches.

—Claro hija, ven.

Ignoré su mirada asesina y avance hasta llegar con mi madre y salí de mi propia habitación en dirección a la suya.

Fue tanto mi miedo que le pedí dormír con ella aunque tuve que convencerla.

—Aylin, tienes 18 años para dormir conmigo. Antes te lo permitía porque eras una niña muy pequeña.

—Mamá, solo por esta noche. No quiero volver a tener pesadillas.

Sara me observó y suspiró.

—Esta bien hija, solo por esta noche ¿De acuerdo?

—Una noche nada más. Gracias —fui a abrazarla.

Ante falta de sueño hablé a altas horas con ella sin mencionar al vampiro y por mi, mi madre tampoco durmió pronto.

Más otra noche, ahí estuvo Darren en mi habitación y esa vez, Sara nunca llegó a tiempo. Sin embargo, se me ocurrió usar un rumor de internet, descarte la verbena hasta un crucifijo o agua bendida cuando quise comprobar el uso de ajo y lo hice.

Con asco me unte en mi cuello en cuanto llegué de clases y con miedo, entré a mi habitación. Sin presencia de Darren, me dirigí al baño, hice mis necesidades y soporte las náuseas ante el horrible olor.

Cuando salí, lo vi sentado en la orilla de la cama con sus colmillos expuestos.

—Vete

—Dame lo que quiero

Molesta retrocedí y me encerré en el baño. Coloqué el seguro y observé con atención la perilla cuando la vi girar.

—¡Largarte! ¡No te daré mi sangre!

Ayline, no va a funcionar —habló del otro lado con calma y la perrilla dejó de moverse. Creí que se había ido cuando la puerta fue abierta por él— no puedes escapar de mi.

Aléjate —temble de miedo y retrocedí lo más que pude.

—No me hagas perder mi tiempo, maldita humana.

Entonces, vete —me oculte en un rincón.

Él se detuvo y con esa seriedad, me observó.

—Sal de ahí, Ayline.

No —las lágrimas se acumularon en mis ojos.

Lo vi tocar sus sienes y con un gruñido se acercó a mi.

—Acabaste con mi paciencia.

—¡Darren! —grite cuando me jaló del brazo y me cargó con facilidad en su hombro como un saco de papas y salió conmigo del baño por más que recibió mis golpes en su espalda y mis gritos— ¡Bajame!

Silencio —alzó la voz y me dejó caer sobre la cama.

Enseguida retrocedí y él con velocidad, me atrapó al colocarse sobre mi.

Mi corazón se aceleró más y más cuando lo vi inclinarse a mi cuello. Esperé sus colmillos que nunca llegaron cuando Darren regresó su mirada a mi rostro.

—Ese maldito olor.

Pasé saliva.

—¿Qué? ¿No te es agradable? —lo rete con la mirada.

Medio sonrió con malicia.

Ajo —negó varias veces— no aprendes Ayline. No me causará nada más que asco como a cualquiera.

—Que pena pero ya no más vas a marcarme. —No me importó recurrir a ajo untado constantemente.

Siempre hay más maneras Ayline —sostuvo mi brazo y guió sus colmillos a mi muñeca donde me marcó presa de dolor.

Ante la debilidad, dejé de luchar y suplicar cuando lo vi alejarse.

—Es el mismo sabor Ayline —lo escuché susurrar en mi oído— es tan desgradable ese olor externo en ti —sentí su tacto frío de sus dedos en mi cuello— que fue en vano.

Con esfuerzo, gire a verlo y perdí la consciencia.

Fue un esfuerzo en retirarme el desgradable olor de ajo por días por más horas de largos baños.

Nada lo detuvo.

Nada que comencé a aceptar ser su donante. Mi sangre y se iba. Mi sangre y volvía a estar satisfecho de momento pero por más que me esforcé, nunca quise darle mi sangre voluntariamente.

Una noche antes, Darren volvió.

Sentí cosquillas en mi rostro que me hizo despertar. Pensé que eran los molestos mosquitos y moví mi mano varias veces sin querer abrir los ojos. Más la sensación no se detuvo y abrí los ojos.

Mi sorpresa fue ver a Darren a mi lado, demasiado cerca. Con su brazo apoyándose mientras su mano no dejaba de tocar mi rostro.

Pasé saliva por el filo de sus largas uñas.

—Hasta que despiertas, tienes un sueño profundo.

Sabía por lo que venía.

—No me toques.

Él con esos carmin enfocados en mi, alejó su mano.

—Tú sangre.

—Si veniste a moderme ¿por qué no lo hiciste sin despertarme?

Extrañamente, dejé de tenerlo miedo. Me acostumbre a su apariencia y tener un vampiro frente a mi.

Debí volverme loca.

—Porque no sería lo mismo, no me divertíria al ver tú rostro asustado, ese corazón latir desenfrenadamente cada vez me acerco, escuchar tus súplicas en vano. Si lo hubiera hecho estando tú dormida, definitivamente hubiera causado un fuerte susto y lo que menos quiero es que ese corazón deje de latir. No es lo mismo beber de un cuerpo vivo que uno muerto.

Le di una mala mirada.

Estoy débil, cansada.

—Solo serán unas gotas Ayline.

—Mientes, nunca te detienes.

Darren se encogió de hombros.

—Eres deliciosa, tú sangre es deliciosa y no puedo controlarme.

Lo observé con atención en silencio.

Entonces actúe y quise huir cuando su mano me sostuvo y me jaló a la cama.

—No te irás.

—Suéltame.

Él negó y me inmovilizó con sus manos sujetando las mías.

—¿Dónde está tú miedo?

—No te vas a divertir más conmigo, no lo vas a disfrutar —le sostuve la mirada— no te temo, Darren.

Él gruño.

Eso pareció molestarlo cuando dejó crecer más sus colmillos y ejerció fuerza en su agarre.

—Mientes, puedo escuchar tú corazón mortal latir acelerado. Si fuera cierto ¿por qué huyes?

—No te tengo miedo pero no quiero que me muerdas. Siempre lo evitare.

—Siempre pierdes Ayline —me removi cuando se inclinó a mi cuello y en mi oído me susurro— te estás volviendo loca.

—Por tú culpa —masculle y sentí esas filosas agujas perforar mi piel como escucharlo succionar mi sangre.

Entre quejas de dolor, observé el techo inmóvil y solo desee que se detuviera cuando volví a cerrar los ojos.

Al día siguiente, desperté con un dolor de cabeza. Con sueño cuando tuve pesadillas que a Darren involucraban. Despierta o en mis sueños, me atormentó.

Comencé a tener insomnio y falta de apetito. Lucí más pálida de lo normal y como un zombie, me dirigí a la cocina.

—Hola mamá.

—Hija, buenos días —ella lucia justo lo contrario. Descansada y de buen humor—. Despertastes pronto.

—No tuve sueño —me encogi de hombros y me senté en la silla más cerca.

No me extrañó verla al ser Domingo, su día de descanso. Como mi día libre de ir a estudiar. Incluso, hubo consecuencias a mi falta de concentración. Fueron varios reclamos por parte de los profesores que le oculte a Sara.

—Te voy a preparar tú pastel favorito —miré varias cosas que iba a necesitar sobre la mesa tras mi madre ajustarse su mandil— ¿qué quieres comer?

—No tengo mucha hambre.

—Aylin, tienes que comer.

Hice una mueca cuando hoy iba a vigilarme.

—Haré lasaña, hoy te quiero consentir —Sara se dirigió al refrigerador y lo abrió— y después, podemos salir ¿qué te parece?

—Es una buena idea —bostece.

La escuché quejarse y cerró el refrigerador. Dejó la leche sobre la mesa.

—Me faltan ingredientes ¿puedes ir por ellos?

—Si ¿qué necesitas?

Sara me hizo una lista.

Aproveché para cambiarme mi pijama por ropa cómoda. Unas mallas negras y una blusa blanca de manga larga como mis tenis blancos.

Cuando terminé de atar mi cabello, regresé a la cocina.

—Aquí tienes hija, la lista y dinero.

Leí cada ingrediente anotado y guardé el dinero en mi bolsillo.

—Bien, no tardo.

—Ve con cuidado.

Me despedí de mi madre con un abrazo y después salí del departamento. Me esforcé en bajar las escaleras cuando constamente me dolió la cabeza pero lo Ignoré y me dirigí a pie al super más cerca.

Me demoré poco tiempo en encontrar todo lo de la lista. Tras pagar y con una bolsa en mano, salí y me dirigí rumbo al edificio.

Relei la lista una vez más.

—Si, es todo —emití para mi misma y seguí avanzando.

No obstante, cuando estuve por llegar al edificio vi a un tipo salir que tuve que detenerme al reconocerlo.

Rubio, alto, con ese peligroso físico atrayente.

El culpable del accidente de mi madre. Tal vez habían pasado tres semanas pero no lo había olvidado y ahora mismo tenía la oportunidad para enfrentarlo.

Él se detuvo, observó del lado contrario sin percatarse de mi presencia y siguió su camino hasta cruzar la calle con tranquilidad.

«Vamos Aylin, enfrentalo«

«Es otro vampiro«

«Al diablo que lo sea«

Me decidí y avance con la idea de detenerlo más había olvidado su nombre.

—Oye tú, rubio.

Me detuve cuando él se detuvo y lentamente se dio la vuelta. No le importó quedar a mitad de la carretera mientras yo estaba a salvo en la banqueta.

—Esteban Williams, ese es mi nombre dulce chiquilla —sonrió y se acercó a mi. Pasé saliva cuando se detuvo a unos pasos de mi y fue evidente su altura— ¿En qué te puedo ayudar?

Alze la vista y retrocedí alerta.

Sus ojos eran grises, no rojos y en su boca ocultaba esos colmillos que debía tener como Darren.

—Ya sé que eres un vampiro como Darren —le sostuve la mirada— como el culpable del supuesto accidente de mi madre.

Ni por mis palabras, él dejó de sonreír.

—Soy vampiro, eso es cierto y no voy a negarlo pero me culpas de un trágico accidente que desconozco ¿tienes pruebas chiquilla?

Lo miré mal.

—Darren me lo confesó, fue claro. Los dos lo planearon. Tal vez existan muchos rubios en el mundo pero tú eres cómplice de Darren, él me lo advirtió.

El rubio me observó de arriba abajo.

—Entonces no voy a negarlo —se encogió de hombros— ¿Sigue con vida?

—Cínico.

Él anuló la distancia y me sentí más pequeña.

—Fue un favor a un amigo. No te lo tomes tan personal.

—Es mi madre ¿cómo te atreves a decir eso?

Él hizo una mueca y retrocedió.

—Te involucraste con un vampiro, dos en este momento porque te crees valiente ¿qué esperabas chiquilla?

—Alejense de mi y de mi madre. Dile a Darren que no seguiré siendo su donante.

Él dejó de sonreír y tuve miedo por su faceta seria.

—El destino es cruel y no nos puede dar lo que deseamos ¿verdad? —volvió a sonreír— no es mi asunto, Darren decide.

Hice mi mano puño.

Él se inclinó con sus manos en sus bolsillos delanteros.

—¿Es todo lo que tienes que decirme? Tengo prisa, yo si requiero buscar bolsas de sangre —se enderezo— para que me entiendas, donantes para drenar.

Río cínico.

—Estás advertido —le di una última mirada y me di la vuelta para irme.

—Siento que te he visto de algúna parte —su voz me detuvo a tres pasos y gire a verlo atenta— te pareces tanto a...—me invadió la intriga cuando se quedó callado— no, no eres ella. Olvidalo, no vemos luego Ana Aylin.

Me sonrío de forma burlona y se dio la vuelta. Avanzó y cruzó la carretera. Bajo mi atenta mirada, lo vi subirse a un auto rojo de lujo hasta que lo hizo arrancar y lo perdí de vista.

Solté el aire contenido y me dispuse a entrar al edificio. Al subir las escaleras, me detuve en el tercer escalón ante el dolor de cabeza. Llevé mis dedos a mi sien y seguí subiendo. Dos, tres, cinco más cuando me tuve que detener y me sostuve del barandal.

El dolor incrementó y mi vista se torno borrosa.

—Estoy bien... estaré bien —me repetí cuando la bolsa resbaló de mi mano y me senté en el escalón cuando me sentí peor hasta que perdí el conocimiento.

#

  D A R R E N

La maldita sed nunca desaparecía por más que me alimentara de mi donante. Más anoche note su falta de miedo como las primeras veces y eso me molestó.

Su miedo era tan satisfactorio para un vampiro.

Pensé una manera de causarlo.

Ayline, iba a tenerme miedo de vuelta.

Heridas, tal vez tenía que recurrir a eso más ante todo, debía ser un control cuando la requería viva, no muerta.

No obstante, la presencia de Estefan interrumpió mis pensamientos cuando entró a la habitación que la mayor parte del día, me encerraba con tal de no verlo.

El odio seguía y crecía cada maldito día más. Tanto a Estefan como a Salvatore los odiaba demasiado. La diferencia es que uno era mi maldito creador.

—Se toca antes de entrar —le hice saber y obtuvo mi mirada fulminante.

—De nuevo la humana.

—¿Cúal humana? —le pregunté al estar sentado en la orilla de la cama.

—La hija de Sara —me alerte ante la mención de mi donante— la encontré inconsciente a principios de las escaleras. No reaccionaba.

—¿Está... muerta? —me levanté sin ser evidente.

—Su corazón seguía latiendo, muy despacio pero humanos ya vinieron por ella y se la llevaron. Le acabo de avisar a su creadora.

Musite

—Entonces ¿por qué te importa? ¿De qué te preocupas?

—Darren, la revisé y tenía una marca de colmillos en su cuello. Es donante de un vampiro cerca de nosotros.

Lo observé en silencio.

Olvidé anoche borrar la maldita marca con mi sangre.

«Maldición»

—Esto se está complicando. Iré a averiguar y a interrogarla. Tal vez es un vampiro de parte de Salvatore que la está usando en nuestra contra.

—No, no creo.

—No nos vamos a arriesgar. Es nuestra vecina más cerca. Debemos ver las señales.

—Yo iré —Estefan negó— la haré hablar. Tú tienes que seguir buscándola.

Él bajó la vista.

—Hay una pista de Ashley.

—Entonces ve por esa maldita pista y yo me encargo de la maldita humana—pasé por su lado.

—Hijo —me detuve cerca de la puerta sin darme la vuelta— si es necesario, la matas —asentí cuando aún no era tiempo— te mantendré informado de tú hermana.

—Ashley, no es nada mio —masculle molesto y salí con velocidad.

Justo a tiempo, llegué a la parte baja del edifico. Para mala suerte mía, ya se la habían llevado.

Gruñi y al vigilante me acerqué.

—¿A donde se llevaron a Aylin Villanueva? —lo sostuve de la camisa.

—Ah... el hospital de Santa Catalina. Su madre se fue con ella.

—Bien, nunca te pregunté.

Use la hipnosis, lo hice olvidar y lo solté y fue rápido para irme.

Sin embargo, apenas salir del edificio me detuve. Al estar rodeado de muchos humanos ambulando de lado a lado, tuve que fingir y caminé en dicha dirección.

Me preocupó su valiosa sangre.

#
 
  A y l i n

Cuando intenté abrir mis ojos, una luz me cego hasta que la claridad se alejó y recuperé mi vista.

—¡Hija! Que bueno que despiertas —escuché esa voz reconocida y gire la cabeza. Vi a mi madre a mi lado con expresión preocupada— ¿Cómo te sientes?

—Ma... —pasé saliva y desvíe la vista. Desconocí el lugar, el sonido de una maquina y mi vista viajó a un Doctor con una bata blanca del lado contrario. Castaño, de tez clara, con barba y le calculé unos 40 años o más.

—¿Dónde estoy? —murmure y regresé a ver a Sara.

—En el hospital.

—¿Recuerda lo que le pasó jovencita? —me preguntó el Doctor.

Fije mi vista al frente y hice una mueca mientras los recuerdos me invadieron.

—Estaba en el edificio, subí las escaleras cuando me empezó a doler más la cabeza, vi borroso, me senté y.. no recuerdo más.

—Asi es, te encontraron desmayada y te trajeron hasta aquí.

—Estefan fue quien me avisó, él te encontró y Dios mio hija, me asusté mucho —gire a verla. Me extraño de é y odie deberle— te trajo la ambulancia y el Doctor Cooper ya te revisó.

—Perdón por... asustarte mamá.

—Lo eres todo para mi, Aylin —ella me besó la frente.

Le sonreí y gire a ver al Doctor, en efecto, vi la etiqueta a un extremo de su bata.

Doctor Roderic Cooper.

—¿Por qué me desmaye?

—Tus defensas han estado muy bajas, eso y los estudios que te realizamos, muestran que tienes anemia.

—¿Anemia? pero mi hija es muy sana.

—La anemia se muestra por una mala alimentación Sara— el Doctor fijó la vista en mi— ¿Haz estado comiendo bien?

—Ultimamente no tengo apetito.

—¿Por qué no me dijiste nada? —al ver a Sara, la vi colocar sus manos en su cintura.

—No quería preocuparte.

—Debiste decirme Aylin —me regañó.

El Doctor carraspeo y desviamos la atención en él.

—Te recomendaré unas pastillas, vitaminas y una buena alimentación. Por suerte, el golpe que recibiste en la cabeza, no fue grave —se inclinó y volvió a revisar mis ojos con esa molesta luz— Veamos Aylin —se demoró poco hasta que se alejó— si, vas a recuperarte pronto si sigues mis indicaciones.

Parpadee varias veces y me alerte al ver un anillo en su dedo, el mismo anillo que vi en vampiros.

Pasé saliva y observé a mi madre. Ella llevaba años trabajando con él cuando recordé que varias veces lo mencionó.

—Gracias Doctor, estaré más al pendiente de la salud de mi hija.

—La salud es muy valiosa Sara —regresé a verlo cuando lo vi escribir en una tabla— Deja descansar a tú hija, por esta noche debe quedarse en revisión.

—Esta bien Doctor.

Mi madre se acercó a mi y me dio un beso en la mejilla. Me prometió regresar y abandonó el cuarto.

Tuve miedo de quedarme a solas con él.

—Tranquilizarte Aylin, tú salud es importante y con mis indicaciones, vas a mejorar —dejó de escribir y fijó la vista en mi— ¿Qué te pasó en el cuello?

Duré en responderle.

Es vampiro, no tuve duda y puede matarme.

—Me picó un animal —mentí.

—Un animal —repitió. En ningún momento sus ojos cambiaron y expuso sus colmillos. Me sorprendió que fuera Doctor y estar cerca de mucha sangre— ¿qué clase de animal? Te realizaré más estudios para comprobar que no haya sido venenoso.

—Deje de fingir —no evite decir— es un vampiro como ellos— Fue demasiado tarde para arrepentirme.

Demostró seriedad.

—¿Quién te marcó?

—No le diré.

Él observó la puerta y regresó su atención en mi.

—Mira mortal, estoy aquí por una sencilla razón. No eres el primer mortal que llega con marcas de alguno de nosotros y yo personalmente, me encargo de borrar. Mantener en secreto, el vampirismo —bajo la voz pero usó un tono amenazador— reparo errores de otros. Es una deuda eterna, así que mejor por tú salud, dime —hizo algo en la maquina que se me dificultó respirar— un nombre necesito nada más.

La maquina regresó a su normalidad y logré respirar.

—Darren... Collins —pronuncie.

—Collins —él repitió— aquí nada pasó. Descansa.

Con esa maldad natural de ellos, me sonrió y abandonó el cuarto. Cuando cerró la puerta, dejé brotar las lágrimas.

Los malditos vampiros, estaban en todas partes y lo confirmé.

#

    D A R R E N

En cuanto llegué al Banco de sangre, controle la sed y entré hasta dirigirme a una maldita humana encargada.

—Necesito información de Ana Aylin Villanueva del Río —apoyé mis manos sobre la barra.

—Buen día ¿es familiar de la joven?

—No, soy su vecino.

—Lo siento, solo doy información a un familiar cercano.

Molesto la vi teclear sobre un maldito aparato.

Pensé en usar la hipnosis cuando detecte un humano cerca.

—Paciente 215, habitación #105.

—Si, es un señor que ha sido sometido a cirugía —intercambiaron papeles— puedes entrar a verlo.

—Seré su enfermero personal.

Rieron y lo vi irse.

—Joven ¿le puedo ayudar en algo más?

Regresé a verla.

—En nada —le dije y me alejé. Mi atención fue a ese humano que seguí ante mi idea.

Bien pude usar la hipnosis en todos los mortales a mi disposición. Sin embargo, no fui el único vampiro cuando me di cuenta. Ocultos, fingiendo ser iguales a mortales y no iba a ser evidente.

Entonces, seguí a ese maldito humano. En un pasillo, lo alcancé y lo hice entrar a una puerta. Un cuarto vacío y lo dejé inconsciente sin darle tiempo de gritar. Con velocidad, le quite su ropa asquerosamente blanca y la sustitui por la mía.

Al instante, me arrepentí al verme a mí mismo. De blanco, no de negro. Demasiado mal para mi gusto pero era necesario.

Al mortal en el suelo, lo ate de manos y pies y cubrí su boca.

No iba a demorar mucho tiempo, ver a Ayline e irme de nuevo.

Con esa idea, salí y comencé a buscarla hasta que di con su puerta.

—Ahí estas —sonreí con malicia, cubrí mi boca y sostuve la perilla decidido a entrar.

#

  A Y L I N

Descansar, no pude hacerlo y menos cuando descubrí la presencia de un vampiro Doctor y supuse que debían haber más.

Constantemente observé la puerta en espera de mi madre.

De pronto, la misma puerta fue abierta. Al principio creí que sería Sara cuando vi a un enfermero entrar y cerrar la puerta dándome la espalda.

—¿Le puede llamar a mi madre? Sara del Río —le pedí.

—No lo haré —él se dio la vuelta y abrí los ojos sorprendida.

—¿¡Darren!?¿Qué haces aquí?

Fue fácil reconocerlo cuando se quitó él cubrebocas. Pero lo más raro era verlo de blanco, no de negro como habitualmente que así lucía tan distinto.

«Es un ángel»

«¿Qué? No voz interna, es un demonio»

—Me enteré de lo que te pasó por Estefan y tuve que venir por mi donante. Esto, fue una maldita medida drástica para pasar desapercibido.

No podía dejar de verlo atonica.

Darren fingiendo ser un enfermero, se acercó a mi del otro lado de la cama y se detuvo.

—Como si realmente te importara mi salud.

—Tú sangre, es lo que me importa. Pero sigues con vida por lo que veo. No perdí a mi donante —dejó crecer sus colmillos.

—Tengo anemia, por tú culpa —lo miré mal — tanta pérdida de mi sangre, lo causó.

—No es grave —bufe— te envié a este maldito lugar, no a una morgue.

—Eso vas lograr si sigues robando mi sangre.

Obtuve su silencio y su atenta mirada.

—Vete Darren —agregué.

—No, antes te debo sacar de aquí. Solo te robarán sangre y más sangre. Supongo que constantes estudios por un resultado.

—¿Cuál es la diferencia si tú haces exactamente lo mismo?

—Que yo no comparto a mi donante Ayline.

Pasé saliva ante su seriedad.

Darren rápido ocultó sus colmillos y por instante, me perdí en sus ojos azules. Reaccione y me moví un poco en la pequeña cama.

—Ya no quiero que me muerdas.

—No lo haré, por ahora, ya no te marcare hasta que te recuperes.

—Eso es un alivio, muchas gracias vampiro.

Resople y me cruce de brazos.

Note una media sonrisa suya que se encargó de borrar y no demostrar. Lo vi observar alrededor como su atención en la maquina a mi lado.

—Lo... siento —susurró.

Enarque una ceja al creer escucharlo disculparse.

—¿Qué dijiste?

Él giró a verme.

—Soy culpable, me excedí contigo. No debí beber demasiado tú sangre. No controlarme, tú corazón se va detener y aquí ambos vamos a perder. Mi donante y tú vida —gruño— Lo siento, Ayline.

Obtuvo mi silencio cuando nunca pensé él disculparse. Sonó sincero que le creí.

—Me sentiré mejor si...

—Nunca —me interrumpió— solo será por un tiempo, pero volveré a beber tú sangre cuando te vea recuperada.

—Te odio.

—No me importa.

Nos invadió el silencio.

—Algo más Ayline —habló de pronto— mantén a tú creadora lejos de Estefan.

—Ustedes son los que no se alejan de nosotros.

—No compares, lo nuestro es distinto —eso me hizo reaccionar y culpe a la temperatura cuando mis mejillas se ruborizaron— Tú eres mi donante Ayline, nada más. Ese es mi único interés pero Estefan, debe tener otro con Sara.

—¿A qué te refieres?

Agradecí que dejó de verme.

«Controlate Aylin»

—Antes creí que era por su sangre —me alerte—pero hay algo más. Entonces, tú encargate de alejar a tu creadora de él, no nos conviene su cercanía y confianza.

—Lo sé, mi madre por lo visto le cuenta todo a tú padre y no la quiero cerca de ninguno.

No me gustó imaginar que Sara se enamorara del Señor Estefan y Darren convertirse en mi hermanastro vampiro.

Negué varias veces y fije la atención en él.

—¿Cómo la voy a alejar de Estefan Collins?

—No lo sé, es asunto tuyo.

—No, tú tienes que ayudarme, es tu padre Darren.

—Y tú creadora involucrada.

Bufe y pensé.

—No me creyó cuando... —guardé silencio. Alto Aylin— no cree en el vampirismo.

—No volverás a insistir con lo mismo. Ni nos incluyas. Recuerda, a nadie le debes confesar nuestro secreto. Busca otra manera.

Le di una mala mirada.

—Piensa en algo, yo cumplí con avisarte —agregó.

—Lo haré, pero ¿por qué me dices esto?

—Porque dio a Estefan y no lo quiero involucrado en mis asuntos.

—Es tú padre, ¿por qué lo odias?

—No es algo de tú incumbencia.

—Sea lo que sea puedes hablarlo.

Darren gruño y se inclinó muy cerca a mi rostro.

—No soy tú amigo, no te confundas.

Lo quise alejar de mi a toda costa y emití:

—Eres mi maldita pesadilla.

Él sonrío siendo visibles sus colmillos.

—Exacto —se alejó y pude respirar mejor.

—Hoy no me darán de alta hasta mañana, no hay nada que puedas hacer —le dije para que se fuera.

—Olvidas que soy vampiro —se cruzó de brazos.

—Si, como el vampiro que... —dudé de contarle— es un Doctor aquí— le confesé.

—Aquí hay muchos Ayline.

—Me refiero a que un vampiro de aquí... vio la marca y me preguntó... cosas.

—¿Qué le dijiste?

No lucio molesto más si serio.

—Primero que fue una picadura de un animal.

—Siempre tan inteligente.

—Pero me di cuenta que era vampiro —ignore su comentario— tenía ese anillo que tienes tú, tú amigo rubio y tú padre. Supongo que es común en el vampirismo.

Darren bajó sus brazos y revisó su anillo más permaneció en silencio.

—No lo aparentaba y cuando me quedé sola con él, le tuve que decir que ya sabía que era vampiro. No lo evite y él me amenazó. Me pidió el nombre del vampiro y se lo dije... Le di tú nombre porque... iba a matarme.

Darren se volvió a inclinar a mi. Apoyó sus manos de cada lado de mi cabeza sobre la cama.

—¿Quién era?

—Doctor... Cooper —pasé saliva— Roderic Cooper.

—Lo buscaré y no volverá a amenazarte. Eso es un riesgo incluso para mi.

—Te conoce.

—El vampirismo me busca, Ayline —se alejó.

—¿Por qué?

—Vuelve tú curiosidad.

—Ya estoy involucrada en esto —insistí.

—Salvatore quiere muertos a los Collins.

—¿Quién es Salvatore? —me senté en la cama.

Darren hizo una eterna pausa.

—Nuestro maldito Rey y nos está buscando desde siglos.

—¿Qué hicieron?

—Suficientes preguntas, humana.

—Quiero saber —me encogi de hombros— igual, vas a borrar mi memoria como antes ¿no?

—No, no lo haré Ayline —me sorprendió eso— usaré otras maneras para obligarte a callar lo que sabés de mi.

—Nadie me cree. Para todos estoy loca.

—Eres menos ingenua que ellos. Valiosa.

No evite sonreír.

«¿Qué me está pasando con él?»

—Por mi sangre —emití ante su silencio— que raro cuando acabas de actuar con mucha preocupación por mi. Mirate Darren, estás aquí y...

—Te estás confundiendo —me interrumpió—. Tú Ayline, para mi eres...

Lo interrumpió la puerta ser abierta. Note la presencia de Carlos entrar sonriente.

—Oh, pensé que estabas sola.

Carlos avanzó hasta llegar a la cama del lado contrario.

—No te preocupes, Darren ya se iba.

—Un momento, él... ¿es el mismo Darren, tú vecino? —observé a los dos— ¿Trabajas aquí?

—No —le respondió Darren y lo vio con esa seriedad.

Maldeci a mis adentros.

En ciertas condiciones, se conocieron.

—Eh... si él es mi vecino y aquí trabaja... por un tiempo... ya sabes... él siempre preocupandose por mi.

Me sentí mal por mentir.

—Un gusto conocerte, soy Carlos Wesley y gracias por salvar a Aylin del imbécil de Zack aunque... ya esté muerto.

Carlos extendió su mano hacia él.

Dude que Darren la aceptara cuando lo hizo y lo ignoró.

—Recuperate vecina —emitió y volvió a colocarse el cubrebocas y terminó por salir.

—De acuerdo, es grosero —Carlos carraspeo al quedarnos solos— pero que gusto verte Aylin—se inclinó a besar mi mejilla castamente.

—Carlos, ¿cómo te enteraste?

—Fui a verte a tú departamento, nadie salió y creí que habían salido. Te marque pero no me respondiste. Entonces, le marque a tú madre y me contó todo. No dude de venir a verte, ya me contó todo. En un momento va a entrar, está hablando con tú tía y ya le avise a Samantha, me confirmó que ya viene en camino —lo vi sentarse en la orilla de la cama—¿cómo te sientes?

—Un poco mejor, confío en que me voy a recuperar pronto pero por hoy me quedaré —hice una mueca— gracias por venir.

Le sonreí.

—Me importas Aylin.

«Me importas Ayline»

Mismas palabras que nunca esperé escuchar de Darren en comparación con Carlos.

Carraspee y me obligue a dejar de pensar en él. Note en sus manos una cajita rosa.

—¿Qué es eso?

—Es... un regalo para ti. Te lo iba a dar en el departamento al verte pero mira, lo que pasó —río nervioso—aquí tienes.

—Gracias Carlos.

—De nada, ábrelo.

Con su ayuda, abrí la cajita. Revisé su contenido y vi un collar con dos figuras. La primera era una cruz y la otra un corazón.

—Es hermoso...

«Y es plata»

Pensé.

Volví a verlo.

—Me encanta —me incline a abrazarlo.

Su abrazo me hizo sentir más tranquila, en paz. No sola y su compañía olvidar sobre vampiros a mi alrededor.

#

  D A R R E N

Cuando salí, molesto por la presencia de ese otro maldito humano cerca de ella, avancé por el pasillo en dirección a la misma puerta donde dejé un mortal encerrado.

En cuanto llegué, entré y lo vi despierto. No entendí lo que me dijo por la tela en su boca.

—Despertaste antes de tiempo —me acerqué a él y me incline a su baja altura— no te necesito más. Cierra los malditos ojos —dejó de quejarse y obedeció.

Me enderece y agarré mi ropa. Rápido me cambie mi habitual ropa negra y le lancé su maldita ropa blanca a los pies.

—Abre los ojos —le ordené y lo hizo. Me volví a agachar— Te voy a desatar, no vas a gritar y no le dirás a nadie de esto —lo hinoptice— pero antes, ¿Dónde encuentro a Roderic Cooper?

Me dio la información que necesitaba saber.

Lo hice olvidar y lo dejé inconsciente de nuevo.

Su confusión, sería su maldito problema.

En cuanto antes, salí y me dirigí hasta dicha dirección. Cuando di con esa puerta, entré sin permiso y la cerré detrás de mi.

—Roderic Vaizem.

Lo vi sentado en esa maldita silla del otro lado de un escritorio. Él alzó la vista y entre vampiros para que ocultarlo.

—Darren Collins, no pensé que me buscarías tan pronto. Siglos que dejaron de llamarme así.

Me acerqué a él y en el escritorio, apoye mis manos.

—Con respecto a la humana.

—No es necesario tú amenaza. No eres el primero que oculto su rastro en mortales.

—No te debo nada, pero tú silencio...

—Despreocupate Collins —me molestó que me volviera a interrumpir— no le diré a nadie. Ni mucho menos, tuvimos esta conversación, desconozco a tú donante o tus asuntos que no quiero conocer pero no es por ti, es por Lizbeth —me tense ante su mención—por el aprecio que le tuve desde hace siglos. La conocí antes que Estefan pero ella lo eligió y tú como su hijo, esa es mi razón. Agradecele a Lizbeth aunque ya no exista. Aunque conmigo, hubiese seguido eterna.

—Por algo no te eligió Dimitri.

—Y son las consecuencias —gruñi— no te pareces en nada a ella pero bueno, si a eso viniste, ya puedes irte. Esa humana se irá de aquí mañana.

—No la vuelvas a amenazar, ni atentar contra su vida. Eso me corresponde a mi.

Sonrió

—Me quedó claro, Collins.

—Eso espero —me enderece— De lo contrario, volveré. Si te ocultas, te encontraré y te arrancare la cabeza si lo haces, si me delatas con Estefan o con otro vampiro de parte de Salvatore y no me va importar si conociste a Lizbeth Valladoli.

Él se recargo en su silla.

—Cumpliré mi palabra y espero nunca verte como a tú humana.

—Estas advertido —le di una mala mirada y me dirigi a la salida.

—Darren —me detuve cuando abrí la puerta— Ten cuidado con Salvatore y borra el rastro con la humana o que no te recuerde.

—Es mi problema, no tuyo.

Salí sin querer escucharlo más y cerré la puerta con un portazo.

Fui sigiloso para salir de su Banco de Sangre cuando solo note dentro en la sala de espera a Sara y a esa maldita humana, amiga de Ayline.

Afuera, observé a mi alrededor cuando tendría que buscar una nueva donante de reemplazo.

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