Apenas salgo veo como el niño estaba peleando con dos de mis subordinados y de un momento a otro ya se estaba dirigiendo a toda prisa hasta el bosque seguido por los vigilantes sombríos de la manada, ha pasado demasiado tiempo para mi gusto así que decidí seguir su olor hasta que me tope con el rastro de sangre del chico y más adelante me quedé inmóvil, todos los que habían perseguido al zorro estaban hay cubiertos por raíces como si los árboles hayan cobrado vida y los hubieran atacado parecían muertos, no podía imaginarme algo como eso, esto dolía demasiado, ahora con desesperación y odio comienzo a cazar al desgraciado, logre localizarlo estaba tambaleándose por las heridas y trataba de salir del bosque así que lo golpe, sin pensarlo lo cargue y lo lleve hasta una de las celdas del terreno encadenándole manos y pies, tocaba esperar para comenzar el interrogatorio e informar al Gran lobo lunar de la situación actual.

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Siento una presencia al frente de mí y quiere matarme genial, lo odio.

— Despertaste, ¿supongo que sabes dónde estás verdad? — pregunta el hombre.

— Sigo en el mismo lugar donde me trago mi secuestrador y ahora pase de una cama a una celda, genial — hable sin interés mientras miraba al extraño sujeto — además presiento que eres el jefecito de esta manada — solo lo vi asentir.

— Entonces vallamos directo al grano — sonriendo pasa adentro de la celda.

Un fuerte ardor recorre mi cuerpo y no puedo evitar gritar, el jefe de dicha manada me había clavado una estaca en el hombro.

— Solo te lo preguntare una sola vez, ¿Qué hiciste con el equipo que te perseguía? — solo vi como sus ojos cambiaban a un tono dorado.

— Simplemente les di una lección, querían ver quien era el mejor para atraparme y terminaron por ver quien era el mejor de la peor manera — le lanzo una sonrisa socarrona mientras mis ojos se iluminan de un tono verde desafiándolo.

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Duele, tengo una estaca clavada en cada hombro y una herida en la cabeza, estoy comenzando a marearme.

— Ahora me dirás todo lo que sabes — estaba preparando otra estaca.

— Diga lo que diga terminara en un mismo resultado. — miro serio al jefe —. Porque si yo muero ya sea por tus manos o por la pérdida de sangre todos tus preciados cachorros se irán conmigo al infierno — mirándolo fijamente.

— Están vivos? – vi como en sus ojos reflejaban alivio.

— Así que libérame y yo liberare a los tuyos, aunque la verdad no tienes opción —. Me sorprendo cuando siento libre las muñecas y tobillos sin ninguna amenaza o algo similar de por medio.

El líder llamo a dos de sus curanderos que llegaron con agua, tela y lo que parecía ser un ungüento para proceder a limpiarme, curarme y vendarme las heridas aun sentía dolor parece que solo curaron lo suficiente para poder ayudar a su amo y no perder más su tiempo, cuando termino a su lado, siento la presión en mi cuerpo me había sujetado con una cuerda solo puedo refunfuñar.

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Pasamos por la espesura del bosque y solo sonrió para mí mismo al ver el caos que provoque.

— Por dios es una pena que tenga que destruir mi propio arte — diciéndolo en un tono desilusionado y siento el filo clavándose en mi espalda.

— No te hagas el gracioso infeliz así que te ordenamos de los sueltes — lo miro y solo puedo soltar una carcajada.

— Acaso me dijiste te ordenamos — haciéndome para atrás clavándome más la lanza que tenía y a su vez la herida comienza aparecer en uno de los cuerpos — solo te quiero recordar que tus queridos compañeros dependen de mi vida porque si lo prefieres puedo matarme en este momento y bye bye cachorros.

El chico al ver la escena entro en pánico y sacó la lanza de inmediato.

— Ahora sí fueras tan amable en desatarme estoy dejando de sentir los brazos.

— Porque crees que haríamos algo como eso. – siseo uno

— Entonces solo pierdo mi tiempo — dándome la vuelta y dando saltitos.

Cuando las cuerdas caen al suelo.

— Solo liberarlos.

Solo me toca suspirar, sin salida, solo alzo los brazos y de ellos aparecieron en forma de dibujos de hileras pasando por mis brazos y codos.

— Sinfonía necrótica: toque marchito (reverso) — y los dibujos dando similitud a las raíces desaparecieron y con ello las que sujetaban a mis juguetitos cayeron al suelo y junto a esto la mirada sorpresiva de todos los invitados que fueron a socorrer a sus compañeros.

— Ya está, no es grave déjalos reposar al menos unos tres días e hidratarlos bien — dándome la vuelta para irme.

— El prisionero que se está escapando.

— Ya no soy su prisionero, estoy curado, he liberado a los suyos así que me voy — el jefe no le dio tiempo de clavarme con su espada cuando active la marcha y la tierra se abrió tragándome por completo.

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Salgo de un callejón hecho un desastre y me dirijo al único establecimiento donde puedo vender esta mierda y ganar dinero.

— Pero si es Noa en persona ya me estaba preocupando de que no aparecieras por estas zonas estos últimos tres días.

— Espera acabas de decir tres días.

Pero me callo cuando siento una leve presión en mi cara, me habían lanzado un tomate, esta escena es una porquería ya tuve suficiente con aquellos perros y ahora vienen estos humanos a joderlo más.

- pero qué coño hacen - escucho gritar a Nikaely.

Solo veo la graciosa escena que provoco ese imbécil, Nikaely maldiciendo y espantando al causante y a otros más con una escoba y tirándoles piedras y termina sacándoles la lengua como niño chiquito.

– estas bien – termina acercándose a mí con cara de preocupación mientras me limpia el resto del tomate, aunque la camisa ya está sin solución, aunque ya estaba así antes, la encontré tirada en el suelo después de todo no quería que viera las manchas de sangre, el me mira esperando una respuesta y Lo más raro que he pensado, a pesar de todo lo que me ha pasado y de que es mucho mayor que yo, es que se ve tierno y quiero apretarle los cachetes, pero recuerdo que soy antisocial, cero romántico y se me pasa esa fea idea de inmediato.

– sí, Sí, estoy bien. No es la primera vez que me tratan así", le escuché decir con desdén hacia los humanos. Intenté palmarle el hombro, pero ¿por qué demonios tiene que ser más alto que yo? Le oí reírse; se estaba burlando de mi estatura. Me sentí ofendido.

— Ahora tengo algo para ti — enseñándole la memoria, — no sé qué contenga, pero espero que cueste algo.

­— Te avisare cualquier cosa que encuentre sabes que no soy muy bueno en este tipo de cosas

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Pueblo de porquería, no solo las personas de aquí son un asco, la orden y sus recursos también lo son, no solo no tengo información de esa dicha memoria si no que ahora tengo que ir a los terrenos de esos lobos, bien acabemos este fracaso de día de una vez.

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Tengo las raíces rojas, aunque es una lástima que sea este el único lugar en donde crecen, sigo recolectando más en caso de que las necesite cuando escucho un grito y el olor a sangre me inunda, no es mucha pero lo suficiente para mantenerme alerta y agudizar mis sentidos estoy a punto de irme cuando.

— Maldito que hace uno de ustedes en nuestro territorio – escucho la voz de un chico que al parecer se está resistiendo.

— No sé de qué hablas, estaba recolectando fruta y me termine perdiendo, no sé quién eres, suéltame, por favor.

Esto no deberá importarme, no es ningún conocido, ni un amigo pero su olor es leve pero ese característico olor esta hay y me impide no hacer algo, así que sigo el sonido hasta que este incrementa y termino a solo pocos metros del chico, es algo moreno su pelo negro demasiado corto y mal arreglado, además es algo chico pero no tanto casi de mi estatura, doy mi aparición y veo como los dos me voltean a ver el chico todavía más asustado y el otro mostrando una expresión de asombro y transformándose de inmediato a una de odio.

— Tu maldito bastardo.

— Sisi la verdad me arrepiento de que Rieta no pudo devorarte a ti ni a tus amigos – estábamos comenzando a discutir y eso al parecer le dio tiempo al chico para zafarse y salir corriendo.

        Parece cuica como alguien así puede correr tan rápido casi no puedo verlo maldición sigo tratando de perseguirlo solo puedo ver cuando el hombro del chico es atravesado por una flecha, solo tengo que darme la vuelta para saber de dónde vino esa dichosa flecha y lo único que puedo hacer es inhalar, exhalar y lo repito así tres veces, cierro los ojos y pronuncio sinfonía necrótica: caza umbría cuando solo escucho el hermoso sonido del dolor y el caer de esa persona sonrió y veo al chico tumbado en el suelo y la flecha en su tobillo.

— Por favor ya no grites — alistando otra flecha — pero no puedo matarte aun necesito la razón por la que atacaste a ese chico.