Nuevas Personas
Días después de que Amaris pagara el acceso a la escuela de marketing, sintió que las cosas comenzaron a mejorar.
No es como si eso solucionara su vida entera, pero la ayudó a tener un propósito. Se puso más metas, aprendió a organizarse mejor, se convirtió en una persona un poco más sociable, e hizo amigos.
Pasó un tiempo desde que Amaris comenzó a estudiar hasta que logró hacer su primera venta, de todas formas, ella estaba fascinada con lo que aprendía, puesto que no eran cosas que aprendiese en el colegio, sino que, más bien, le abrían la mente a un mundo de posibilidades que nunca creyó encontrar. La hacía sentirse libre.
—Y bien, ¿Cómo se siente? — preguntó Marcos cuando hablaban una tarde por video llamada.
—Como si me hubieran inyectado la dosis de cocaína perfecta y mis niveles de dopamina se hayan elevado hasta el cielo — sonrió ella.
—Bienvenida al mundo del marketing — expresó él riendo con ella mientras abría los brazos como cuando das la bienvenida a alguien a un nuevo lugar.
—Ojalá esto sea eterno — murmuró Amaris para sí misma, pero no se percató que lo dijo muy alto.
—¿Por qué lo dices? — inquirió él, dejando de escribir algo en una libreta y prestándole atención.
Primer error.
Amaris amaba el sentimiento, amaba sentirse libre, vivir por sus sueños y luchar por alcanzarlos; pero sabía que su vida se basaba en dar más vueltas que una rueda de feria, y no quería que nuevamente esto se terminara, así como se habían acabado todas sus grandes emociones y las oportunidades más bellas que había tenido.
Anhelaba que esta etapa de su vida sea eterna, que se convirtiera en su estilo de vida y poder salir triunfante a la calle diciendo "lo logré", mostrarles a todos que era más que solamente una chica rara que le costaba encajar, mostrar que había logrado hacer algo que a muchos le costaría un mundo, por el simple hecho de que donde los demás veían un miedo ella había visto una oportunidad.
¿Había sentido miedo al comenzar? Por supuesto que sí, era algo desconocido, él era un desconocido, pero quedarse con la duda tampoco habría sido una opción, y Amaris prefería intentarlo todo antes de quedarse con la duda de qué hubiera pasado si actuaba distinto.
—Por nada — respondió apresuradamente — quiero decir, — añadió al ver que él no le creía — esto es demasiado genial, y no he conocido ninguna oportunidad tan bella como esta, pero siempre dicen que todo tiene un final ¿no? Si no es esto, seré yo, pero de una u otra forma, va a terminar — afirmó con un dejo de amargura en la última frase — por eso deseo que sea eterno, para no terminar de experimentar esto que siento.
—¿Y qué es lo que sientes realmente? — preguntó Marcos nuevamente, había hecho esa pregunta dos veces, y a Amaris le sorprendía que su respuesta era diferente en cada una.
—Siento libertad — respondió — siento que tengo el poder de hacer lo que yo quiera en el momento que sea. Solo me gustaría que mi familia compartiese el mismo sentimiento.
Marcos sonrió con esa respuesta, pero se quedó callado. Por unos minutos Amaris creyó que se había caído el internet, pero no, él se movía, solamente que no hablaba, pareciera como si se estuviera pensando muy bien lo que iba a decir. ¿Sería algo malo? ¿Algo bueno? ¿Qué ameritaba un silencio tan prolongado?
—¿Y si te dijera que sí pueden? — soltó después de un largo silencio.
Así que eso era lo que estaba pensando, la forma en como ayudar a Amaris para que su familia experimentara el mismo sentimiento de libertad.
—Sería genial — contestó ella — pero, ¿Cómo?
—Antes de responderte eso, dime, ¿Qué te pareció el nombre que le coloqué al grupo de WhatsApp? O mejor, ¿qué te pareció el grupo en sí? — preguntó con un dejo de emoción y un brillo extraño en sus ojos.
—Me encantó — dijo Amaris — es que... Lobos, o sea, como una manada — añadió sonriendo — creo que Team Wolf le queda perfecto, hiciste una buena elección.
—¿Por qué siento que te gustan los lobos tanto como a mí? — indagó Marcos con una risa suave al final.
—Porqué sí me gustan — asintió ella — siempre me llamaron la atención, son tan bellos en su forma animal... tienen características únicas, y no puedes compararlos con otros animales.
—"En su forma animal" ... — repitió él — ¿Acaso tienen otras formas?
Amaris se sonrojó con la pregunta.
—Me gustan los lobos desde la perspectiva folclórica — respondió — ya sabes, hombres lobo — añadió sonrojándose aún más — entiendo que pueda parecerte muy rara, pero es... un gusto retorcido — sonrió con pena.
—Simplificando lo que me has dicho — le apuntó con el dedo índice — tú crees que los hombres lobo existen — corroboró.
—Bueno... creer, lo que se dice creer y que guarde balas de plata en mi mochila pues no — dijo riendo — pero piensa esto, en un mundo tan grande, con tantas cosas aún desconocidas hasta por los científicos, ¿no crees que pueda ser posible la existencia de diferentes razas? Es decir, no creo que las leyendas de hombres lobo hayan salido simplemente por que a un loco se le ocurrió hace varios siglos — añadió con seguridad — todo sale de algo, y en cada país hay un mito diferente, pero todo apunta a los hombres lobo; por ejemplo, aquí en Paraguay, es el Luisón, un hombre que se convierte en un perro negro y muy grande — contó — y solo de noche.
—Bueno, dijiste "un perro" — la contradijo él con cierta gracia.
—¡Ay por favor! — exclamó Amaris — en este país confunden "hidratarse" con beber 3 litros de jugo de naranja — bromeó ella — ¿crees que vayan a saber lo que es un lobo negro entre un perro muy grande? Además, de noche.
—Tienes un punto — asintió él, y ambos se largaron a reír. — ¿Sabes? Yo también creo en los hombres lobo — confesó Marcos — podría decirse en cierto punto... que en noches de luna llena hasta me siento como uno de ellos.
—Oye eso si ya es pasarse — comentó ella con una sonrisa — pero te entiendo, a mí también me llama mucho la luna llena. Pero ya, dejemos de hablar de mitos y leyendas, y mejor dime, ¿Cómo hago para hablarles a mi familia de todo esto que estamos creando? Quiero que ellos se sientan parte del equipo también, quiero que sean lobos al igual que tú y yo.
—Dijiste que conoces las características de un lobo ¿cierto? — ella asintió — bien, pues cuéntales cómo te sientes señorita, diles cómo te hace sentir ser una loba, diles la libertad que experimentas al formar parte de la manada, ellos lo van a entender.
—¿En serio lo crees? — preguntó Amaris con un poco de inseguridad.
—Por supuesto que sí — respondió Marcos — o sea, son tu familia ¿no? Se supone que las familias se apoyan siempre, y solo quieren lo mejor para uno.
—Lo haré — asintió ella.
—Pues cuando lo hagas, cuéntame que tal te fue ¿sí? — puso los pulgares arriba como diciendo "fuerza", y su típica sonrisa positivista — bueno señorita, tengo un zoom en unos minutitos con una nueva integrante del team, y quiere que le expliqué algunas cosas, así que ¿hablamos luego?
—Claro — sonrió ella — estaré al pendiente para darle la bienvenida al grupo de WhatsApp.
Marcos se despidió de ella, y cortó la llamada.
Amaris terminó aquella conversación con muchas dudas, nerviosismo y ansiedad. ¿Qué había sido aquella conversación sobre hombres lobos? Es cierto que a veces, con las personas correctas puedes tener conversaciones muy extrañas, pero ¿Por qué parecía que Marcos deseaba tocar aquel tema? Quizás todo era idea de Amaris, pero ella sintió que había algo raro allí.
Además, estaba el hecho de que debía hablar con su familia sobre el Team Wolf, y, aunque Marcos le había dicho como hacerlo, los nervios comenzaban a apoderarse de ella con más insistencia.
Debía pensar muy bien qué decir y cómo decirlo, ya que su familia, no era precisamente un amor a la hora de presentarles debates que van contra sus ideales de vida. Se levantó de la silla que estaba frente al escritorio donde tenía su computadora, respiró profundo, y bebió un largo trago de agua. Caminó en círculos en el pequeño espacio de su habitación, practicando monólogos y pensando en las posibles respuestas de su familia, pero nada, absolutamente nada, podría haber previsto lo que ocurriría aquella noche.
Más o menos como a las siete de la noche, la familia Rodríguez se reunía a cenar. Cuando Amaris llegó al comedor, ya estaban todos allí. Se sentó frente a su hermano, quien estaba sentado a lado de su esposa, y, por alguna razón, siempre decidían que los niños se sentaran en la sala mirando la televisión; eran una de esas familias que creían el firme concepto de "los niños no deben escuchar las conversaciones de los adultos".
—¿En serio siempre debo llamarte para cenar, Amaris? — expresó su madre sin mirarla, mientras servía la cena.
—Habrá veces en las que no tenga ganas de cenar, mamá — respondió ella, un tanto exasperada.
—Sí, claro, ¿para que te desmayes de nuevo? — preguntó su madre con sarcasmo — Ya sabes lo que dijo el doctor, y tú salud nos importa — añadió sirviéndole a ella la cena y sentándose a lado de su padre.
Lo que menos deseaba Amaris era provocar una pelea familiar, justo ahora que estaba por decirles algo muy importante.
—Sé que me quieren mucho — dijo mirándolos a todos, a lo cual, su cuñada hizo una expresión muy deducible, girando los ojos — bueno, al menos la mayoría — comentó sonriendo, sin dejar que aquello la afectara — y es por eso que quiero comentarles algo muy importante para mí — su padre asintió en señal de que la estaba escuchando, mientras cortaba un pedazo de chorizo. Amaris suspiró profundo y recordó las palabras de Marcos: "las familias se apoyan siempre". — Hoy hice mi primera venta gracias a las clases que estoy tomando de Marketing Digital — anunció, y todos sonrieron felices.
Bien, la primera noticia los había alegrado, es decir, una fuente de ingreso en el hogar nunca venía mal, y, además, todos notaban lo feliz que estaba Amaris desde que había comenzado con ese proyecto.
—Estamos muy felices por ti, hija — dijo su madre palmándole el hombro izquierdo.
—Pero hay más — comentó ella sonriéndole a su madre — estamos creando un equipo, de hecho, hasta ya tenemos grupo de WhatsApp, muchas personas se han comenzado a unir al equipo y me siento como si estuviera en una nueva familia, somos como una manada, de hecho, nos consideramos lobos — dijo sonriendo — sí, en serio — añadió al ver sobre ella la mirada impactante de su hermano — somos el Team Wolf — comentó con orgullo.
Nadie dijo nada. Esta vez no hubo sonrisas felices, su padre dejó de cenar y reposó los codos sobre la mesa, mientras apoyaba la cabeza en las manos unidas. Su hermano miró al suelo y su cuñada lo tomó de la mano. Su madre fue quién reaccionó.
—¿Cómo que equipo lobo? — preguntó ella sin dar créditos a lo que oía.
—Sí, es que nos identificamos con las características de los lobos — contó Amaris, sin entender aún lo que estaba sucediendo — un lobo representa astucia, liderazgo, libertad, poder y muchas otras características que lo hacen un animal imparable. Jamás se rinde, y es más, en lo espiritual, un lobo es la representación del guía, que te ayuda a encontrar el camino correcto y a descubrirte a ti mismo — amaba hablar de lobos, sentía algo en su interior cuando pensaba en ellos, y siempre, cuando lo hacía, había un lobo negro con los ojos amarillos presentándose en su cabeza — yo me siento como un lobo, desde que conocí a Marcos, desde que conocí esta familia y esta oportunidad, me siento libre, como si mi alma fuera un lobo que corre por el bosque en completa libertad. Al fin encontré lo que quiero ser — confirmó ella con una enorme sonrisa en el rostro.
—¡NO! — reaccionó su madre — Ninguna hija mía será un lobo, y grábatelo Amaris, quiero que dejes esa idea loca, y si es necesario que dejes ese absurdo equipo en el que estás, voy a hacer que lo dejes — sentenció.
—Pero cálmate mamá — la sonrisa del rostro de Amaris se había borrado, y se reemplazó por una completa confusión, y un dejo de temor — no sé que es lo que te pasa — sonrió nerviosa — nadie va a convertirse en lobo, solamente te estoy diciendo que es una marca que adoptamos, por que nos identifica en este proyecto — añadió — pero no te pongas así, ni que fuera la gran cosa.
Pero su madre no escuchaba. Se había puesto tan nerviosa, que ahora estaba hiperventilando, y con una mano se atajaba el pecho.
—Amaris — la llamó su padre, ella lo miró, pero él a ella no — retírate a tu habitación.
—Pero-
—¡Qué te retires! — le gritó.
Y ese fue el detonante.
Amaris no había dejado que ni la actitud de su cuñada, o la loca reacción de su madre la afectaran, pero que su padre le gritara, eso sí le dolió, porque, además, fue sin una razón coherente.
Se marchó a su habitación aguantando por completo las lágrimas, se sentía miserable con ella misma y una profunda tristeza le oprimía en el pecho. Cerró la puerta con llave y recostó su espalda por ella, llevó sus manos a su cara y se largó a llorar, poco a poco fue deslizándose hasta dejarse caer en el suelo, sintiendo como las lágrimas empapaban su rostro y bajaban hasta su cuello.
—¿Qué estoy haciendo mal? — murmuró entre llantos para sí misma.
No tuvo tiempo ni de probar su cena, pero en realidad, eso ya no le importaba, porque tampoco tenía hambre; de hecho, la poca comida que estaba en su estómago le pesaba, quería quitarla, quería echarla de su interior, porque quizá así, el peso que tenía en el pecho también saldría.
Se encaminó decidida al baño, para cometer de nuevo aquel error que había cometido un montón de veces en su adolescencia, y que hace poco, había vuelto a cometer. Estaba a punto de encorvarse frente al váter para vomitar, cuando su teléfono sonó en una llamada, y sabía quién era, porque le había colocado un sonido personalizado.
Sorbió algunos mocos, se secó las lágrimas, respiró profundo y contestó la llamada.
—Hola Marcos — dijo con la voz algo ronca.
—SEÑORITAAA — ahí estaba, la expresión alegre que hacía sonreír a Amaris, a pesar de que a veces fingía que no le gustaba, en realidad era bello escucharlo — ¿Cómo estás? ¿Qué tal todo señorita?
—Bien — mintió, y sabía que a Marcos no le gustaban las mentiras, pero aquella fue necesaria, porque no quería arruinar su buen humor — ¿y tú? — preguntó intentando enfocar el tema en él, y no en ella. Al parecer funcionó gracias a que Marcos tenía una noticia que lo tenía muy emocionado.
—Excelente, señorita, excelente — Amaris sonrió tras el teléfono, porque si Marcos hubiera venido con un manual de instrucciones, ella estaba segura de que esas palabras vendrían de fábrica — acabo de terminar el zoom con la chica que te comenté, se llama Lea, y en breve la agrego al grupo.
—Yeiiii — esa sí era una bonita noticia, ya que, si su familia no la comprendía, si se alejaban de ella por perseguir sus sueños, pues al menos que la familia de repuesto que tenía, fuera más grande que la que había dejado atrás — al menos una buena noticia después de todo — rio.
Segundo error.
—¿Por qué dices eso? — inquirió Marcos adoptando un tono de voz aún más serio.
Amaris permaneció en silencio, dándose cachetadas mentales por no aprender a pensar antes de hablar.
Pero mantenerse en silencio, al menos con el insistente de Marcos, era un terrible error, ya que, por eso, él comenzó a solicitar activar la cámara de la llamada.
Amaris aceptó, y él observó los hinchados y llorosos ojos que tenía.
—Dime que pasó — insistió.
Amaris comenzó a contarle todo lo que había pasado, la reacción de su familia, y repitió, con exactitud, las palabras de su madre.
—Guau... — dijo Marcos, totalmente estupefacto — no creí que irían a reaccionar así, y las palabras de tu mamá... — pensó un poco, pero no parecía sorprendido por ellas, sino que más bien, asentía, como si acabara de confirmar una hipótesis — la verdad sí que se pasaron — comentó después de un minuto que estuvo pensando.
—Tú dijiste que las familias se apoyan siempre, pase lo que pase — comentó una sollozante Amaris.
Nuevamente, silencio...
—¿Y si... quizás no son tu familia? — soltó Marcos, pero más que pregunta, pareciera como si se lo estaba queriendo hacer entender.
—Eso no puede ser... — negó ella con la cabeza, pero no se lo decía a él, sino que, a ella misma — ¿Cómo?
—Sí puede — dijo él — a ver, dime, ¿a cuál de tus padres te pareces menos?
—A mi papá — respondió ella pensando.
Pero eso era imposible, ¿o no? Siempre había sentido que en su hogar no encajaba, que su mundo era diferente, en cierto punto, y, que, cuando estaba con sus padres había un vacío que no lograba llenar.
—¿Por qué no intentas averiguarlo? — le preguntó Marcos — Quizás logres llegar a una respuesta, y si yo me equivoco, pues entonces te ayudaré a buscar una respuesta del por qué tus padres son así. Si debo hablar con ellos personalmente, lo haré — afirmó.
—No te enfades, pero desearía tanto que te equivoques — sonrió ella dejando caer unas lágrimas.
—Pero si no lo hago, y la familia que has tenido todo este tiempo resulta ser falsa, recuerda que esta es tu manada ¿sí?
—¿Solo si no son mi familia? — preguntó ella, poniendo cara de perrito.
—Esta ES tu manada — reiteró él — perteneces a la manada, eres una de nosotros, estoy seguro — afirmó con una seguridad un tanto extraña, que a Amaris le hizo pensar.
Permaneció en un breve, pero no incómodo silencio, hasta que escuchó que tocaban su puerta.
—Amaris, somos tus padres, ¿podemos pasar? — preguntó su madre desde el otro lado de la puerta.
—Te dejo que hables con ellos — dijo Marcos, ya que había oído a la madre de Amaris. — Y recuerda, averigua lo que te comenté ¿sí? Es importante que tú sepas la verdad — añadió, nuevamente con ese tono misterioso, le lanzó un beso y cortó la llamada.
Había tanto que procesar... y las dudas no dejaban de llegar a su mente. Pero aquella noche, justo de luna llena, se quedaría atrás un humano, para así convertirse en lobo.
***
Nota de la autora:
Yo sé, yo sé que me tardé con la actualización de este libro, pero para que no se enojen conmigo, vine con toda jaja.
Este capítulo está diseñado para que empiecen a sacar sus teorías y le saquen humito a sus cerebros magníficos y preciosos jaja.
Solo que quiero advertirles, no se adelanten a los hechos, porque no todo es lo que parece jaja. Me gusta dejar algunas cosas al misterio, y no voy a revelarlas aún jajaja.
Espero sus bellos y preciosos comentarios, acompañados de un precioso voto si es que le gustó el capítulo.
LOS AMOOOO.
-Abi.G-
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