La Incógnita
El clima había amanecido húmedo, pero extremadamente caluroso. Eran a las 05:00 hs de la mañana, y Amaris se encontraba acostada mirando el techo, con el cuerpo pegado a las sabanas y una incesante ansiedad que la atormentaba cada vez más. Hace unos días, había llegado a su celular un mensaje que la había perturbado en gran manera, y que había causado una fuerte discusión con uno de sus mejores amigos.
De esa discusión ya hace una semana, sin embargo, Amaris aún pierde el sueño intentando pensar en que hacer; bueno, pero, es que... ¿acaso es tan mala la propuesta de aquel joven? No, claro que no, ¿Qué de malo podría tener el deseo de una vida mejor, con comodidades? Y más aún, ¿Qué de malo podría tener el hecho de darse a conocer al mundo a través de las redes sociales? Si estaban ahí, alguna utilidad provechosa y benéfica para todos, no solo para unos pocos, debía dársele.
Pensando en aquella incógnita que la agobiaba y en la decisión que iba a tomar, se le fueron las horas, sin darse cuenta ya tenía que prepararse para ir al trabajo; de camino a la cafetería, respondió un mensaje de ese chico:
— "Hola, soy Amaris, quiero saber más sobre tu propuesta."
Con incertidumbre envió el mensaje, quizás... quizás esa brevedad en sus palabras haría que el joven le respondiera más deprisa, quizás así vería que tenía interés en conocer todos los detalles antes de comprometerse a cualquier cosa. Sin darle más vueltas en su cabeza al asunto, guardó el teléfono y siguió caminando; cuando llegó se encontró a su amiga recostada de espaldas por la pared de la cafetería, con los brazos cruzados y la expresión seria.
— Hey — saludó Amaris amigablemente — Buenos días, ¿tan temprano por aquí?
— Hola — respondió Alice, si bien nunca había sido de muchas palabras, ahora estaba algo más seca de lo normal — ¿tan tarde por aquí?
— Es que me quedé dormida, y pues al menos llegué a hora ¿no? — respondió escéptica mirando la hora en su celular.
— Bueno, como sea, te estoy esperando hace 20 minutos porque tenemos que hablar, y es muy importante — la expresión de Alice comenzó a preocupar a Amaris.
— Pasa entonces, te sirvo un café y hablamos mientras no haya clientes — de verdad lo que Alice quería comentarle la tenía algo preocupada e intrigada a la vez, no podía imaginarse de que se trataba, o más bien, sí, si se imaginaba, y ese era el problema, tratándose de Alice podría ser cualquier cosa, esa muchacha estaba metida en muchos problemas.
Amaris fue a traerle un café, y mientras Alice lo tomaba ella acomodaba las mesas.
— Bueno — dijo Amaris al final rompiendo el hielo — cuéntame, ¿Qué era eso tan importante que debías decirme?
— ¿Has hablado con ese chico estos días? — sí, definitivamente no estaba de buenas, ya que su expresión al decir "ese chico" era bastante despectiva; sin embargo, no era muy concisa, habiendo tantos chicos en el mundo... bueno ya, a quien engañaba, Amaris sí sabía a quien se refería, aun así, no quería comenzar el día hablando de él, porque sabía que su amiga no tenía cosas bonitas para decir.
— ¿A qué chico te refieres? — la mejor forma de evitar un conflicto era fingir amnesia o demencia, viviendo en la ciudad lo había comprobado muy bien, y más cuando se trataba de quedarte en alguna parada de autobús donde vinieran a pedirte dinero.
— No finjas, sabes a quien me refiero, al Lobo de la red social, ¿has hablado con él?
— ¿Lobo de la red social? — eso sí que era gracioso, pero el apodo le quedaba bien, incluso era... potente
— Ya sabes, por su tatuaje, pero aún no has respondido mi pregunta.
— Sí, si he hablado con él, de hecho... — ¿Qué le diría? ¿"Acabo de escribirle"? No, eso no era algo que le concerniera a nadie — hablamos hace muy poco.
— Debes dejar de hablarle, no le respondas más, ni siquiera pienses en hablarle tu primero ¿entiendes? — su expresión y el tono de su voz era demasiado paranoica, como si se hubiera enterado que Amaris hablaba con un psicópata asesino.
— ¿Disculpa? Eso no tiene ningún sentido, y no, no voy a hacer eso.
— Por favor ¡Entiende! Esto solo va a hacerte daño, y quizás no solo a ti, sino también a nosotros, las personas que te queremos, que queremos lo mejor para ti. — De nuevo la incesante lucha por convencerla de que estaba por cometer una locura, ya se sabía el cuento, así que solo se limitó a sonreír y negar con la cabeza mientras extendía un mantel. — Amaris, no hago esto para oponerme a un deseo tuyo — añadió Alice levantándose y caminando hasta donde estaba su amiga.
— ¿Ah no? — respondió sarcásticamente.
— Lo he investigado, créeme, no sabes lo que estás haciendo, ese tipo, quien quiera que sea en realidad no va a decirte los puntos negativos de ese "negocio" porque de ser así no entrarías y eso no le conviene - puntos negativos... ella no había pensado, claro que los tenía, como todo en el mundo, para que algo funcionara debía haber un equilibrio entre el bien y el mal, entre lo positivo y.... lo negativo. — Hay personas que se quedan sin nada, prácticamente en la calle, te estafan, te quitan todo lo que tienes, y eso incluye tu estabilidad mental.
No podía evitarlo, esta vez sí fue muy lejos, ya no era bonita su excesiva preocupación, de hecho, era muy molesto; sin embargo, en vez de mostrar molestia, lo único que Amaris hizo, fue reír, reír como nunca lo había hecho.
— ¿De qué te ríes? — preguntó
— De la absurda afirmación que acabas de hacer; ¿estafarme? ¿dejarme en la calle? ¿perder mi estabilidad mental? ¡MÍRAME! Obsérvame bien — giró extendiendo los brazos — ¿me viste bien? ¿te has fijado en dónde trabajo? ¿Dónde vivo? ¿Cómo vivo? Si estudio en la universidad es gracias a mi intelecto que me permitió obtener una beca, — mientras hablaba, su voz iba subiendo de tono, si al principio no quería mostrarse molesta, ahora ya no le importaba tanto, — no sabes lo que estás diciendo, ¡QUÉ RAYOS VAN A QUITARME A MI? No tengo nada que perder, y aunque así fuera, lo peor que podría pasarme es aprender.
— Solo quiero ayudarte Amaris.
— ¿A QUÉ? ¿A vivir así toda la vida? — se señaló con rabia a si misma — mejor no me ayudes, quiero hacer esto, de verdad, y así sea un enorme error, así sea el peor error de mi vida, voy a hacer esto, porque de los errores se aprende, aprendes que debes esforzarte más, que debes luchar por ti misma; en cambio, ¿Qué tanto puedes aprender de aquello que te ha salido bien? No hay nada nuevo, no te esfuerzas más, porque ya lo has hecho, ya tienes la técnica y es solo cuestión de usarla.
— Amaris...
— No, escucha, — siempre había dejado hablar a los demás, los había dejado opinar sobre su vida, e incluso muchas veces hasta decidir, pero ahora le tocaba escuchar a su amiga. — Puedes hacer lo que quieras con tu vida, puedes hacer y deshacer lo que se te venga en gana, pero al final del día, los resultados que tengas, serán productos de las acciones que hayas realizado TÚ MISMA. Nadie más que tú, tiene la culpa de como vives hoy; no es culpa del gobierno, no es culpa de tus padres, no es culpa de tu condición, no es culpa de nadie más que de ti misma, y si eso no te gusta, puedes cambiarlo. — Definitivamente necesitaba decir eso, sacar todo aquello que tenía atascado dentro, y así lo hizo.
— Lo sé, por eso solo quiero ayudarte a tomar una buena decisión, no quiero que vivas así toda tu vida, quiero que vivas mejor, porque te mereces una mejor oportunidad que esto, pero ya llegará, no hace falta precipitarse — tal parecía que ella misma no se escuchaba, hablaba de mejores oportunidades, pero cuando aparecía una, su mente era tan mediocre para creerla y aceptar su realidad.
— ¿Y por qué no puede ser esta la oportunidad que cambiará mi vida para mejor?
— No lo sé — respondió débilmente — pero acéptalo, tú tampoco lo sabes.
— Claro que no, pero a diferencia de ti y de los demás, yo no me paso la vida dudando de todo lo que llega a mí. No lo niego, esta es una incógnita para mí, no sé qué me espera más allá de esto, no sé qué pasará de mi si acepto esa oportunidad, pero sí sé lo que pasará si no lo hago, y seguir como estoy ahora... no es una opción para mí. — su voz mostraba tanta convicción, estaba demasiado nerviosa, sentía en su interior un revuelo de emociones encontradas, pero seguía firme en su palabra y no pensaba cambiar.
— Amaris yo...
— No, ya basta, será mejor que te vayas — pareciera como si dos personas en su interior estuvieran guerreando, porque hasta ella misma se sorprendió de lo que había dicho — Nada de lo que digas va a hacerme cambiar de opinión, y no puedo seguir perdiendo el tiempo, necesito trabajar.
Las palabras de Amaris parecieron afectar a Alice, porque sin seguir mediando palabra con ella, dio media vuelta y comenzó a caminar hacia la puerta; con mucha conmoción, Amaris observaba a su amiga irse, quizás había sido muy dura con ella, pero si seguía callando... ¿Quién sería más hipócrita? ¿Las personas que ignoran las oportunidades de la vida y viven buscando un mejor futuro? ¿O ella que callaba sus pensamientos, por más duros que sean, aun sabiendo que podían ayudar a otros?
Alice ya estaba fuera del local, y, aun así, dio media vuelta para observar a su amiga que estaba limpiando la barra.
— Amaris — dijo intentando llamar su atención.
— ¿Sí? — respondió ella quedándose totalmente quieta, pero sin mirarla.
— Esta decisión... ¿te hace feliz? — pregunto con gentileza.
Amaris tardó unos segundos en responder, quizás porque le desconcertaba la pregunta o porque quizás realmente no conocía muy bien la respuesta. Sin embargo, después de pensarlo bien, respondió:
— Sí Alice, me hace feliz.
— Entonces... te apoyaré, pese a que no crea que eso sea una buena idea, cuentas conmigo.
Al oírlo, Amaris cerró los ojos, y aun estando de espaldas sonrió, cuando se dio la vuelta para ver a Alice, esta ya se había ido; sin embargo, sabía que contaba con ella. Tener a alguien que te apoye cuando quieres hacer algo totalmente nuevo para la sociedad en general, es como tener una bomba nuclear en tus manos, te sientes poderoso, sabes que puedes lograrlo por ti mismo, pero el apoyo moral de alguien te reafirma esa convicción.
Sin embargo, ¿será el apoyo de Alice, suficiente para que Amaris luche con toda por su nuevo sueño? La vida es como un laberinto, aunque tenga muchas salidas nunca las ves, y solo notas las sorpresas que te depara. ¿Con qué sorpresa se encontrará Amaris esta vez?
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