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Prométemelo

Nota importante al final del capitulo.

Año 1920:

La ley seca era un hecho en Chicago. Los bares fueron cerrados, las destilerías desmanteladas y las importaciones de alcohol estaban prohibidas.

Eso afectaba una parte del negocio de Cid.

La policía había prendido fuego todos sus destiladeros y destruido todas las botellas de alcohol.

Sin embargo, tenía un plan. Siempre lo tenía.

La mafia italiana había acaparado la venta de opio y otras sustancias y Cid ya no entraba en esos negocios.

No valía la pena pelear por drogas.

También compartían la venta de omegas, pero a diferencia de Manigoldo, Cid no poseía burdeles y solo se dedicaba a la venta de omegas exclusivos y exóticos.

En la oficina de Cid se encontraban los gemelos, sus hijos alfas y Camus.
Todos discutian sobre los negocios y como serían las cosas de ahora en adelante.

Cid ubicado detrás de su escritorio, sus hijos, Shura y Aioria en los sillones individuales frente a él, Saga y Kanon en el sillón grande a un costado y Camus apoyando en la pared de rincón comiendo dulces.

- Mañana llega el último cargamento de omegas, deben ir al puerto a buscarlos - habló Cid mirando a sus hombres - esta vez deben ir todos, es mucha mercancía y se que Manigoldo anda metiendo narices allí - los miró a todos - no quiero sorpresas, pero la gente de él anda rondado los astilleros.

- No se preocupe señor, tendré listo a los hombres - contestó Saga.

- Bien, como saben, necesitamos armar nuevas destilerías, está vez clandestinas - saco algunos papeles - estaba pensando usar los galpones que nos quedaron junto al puerto. Están abandonados.

Todos se quedaron pensativos.

- Caballos - habló al aire Camus mientras seguía comiendo.

- ¿Qué dijiste? - pregunto el patriarca.

- Los galpones del puerto no son la mejor opción, en cambio, los que están atrás de la propiedad son más privados.

- Imposible - espeto Shura - no podemos poner la destilería aquí, en nuestra propia casa, a la vista de todos.

- Por eso mismo - Camus lo miró desafiante - caballos. Criar caballos de carrera como tapadera. Convertir los galpones en establos y usar en sótano para la destilería.

- Es una idea interesante - comentó Saga.

- Es genial - halago Kanon - si tenemos visitas, a simple vista serán establos, nadie desearía quedarse más tiempo rodeado de bosta de caballos para descubrir que en el sótano hacemos alcohol.

- Exacto y también no debemos trasladar el personal fuera de la propiedad - agrego Aioria - mucho menos riesgo y no estamos en el ojo de nadie.

- Sobre todo porque acaba de llegar un nuevo agente de Nueva York - todos miraron a Camus, el seguía comiendo sus dulces tranquilo - mi contacto en la policía me informó que llamaron un nuevo detective para desbaratar el negocio del alcohol ilegal - miró hacia el techo pensativo - su nombre es Kardia Lepes y su hermano, no recuerdo su nombre.

- ¿Tienes un informante en la policía? - comentó sorprendido Shura.

- ¿Cómo es que tienes un informante? - cuestionó Saga.

Camus miró a todos los alfas de la habitación con aburrimiento.

- Lo conseguiste a base de amenazas y torturas ¿Correcto? - dijo Kanon y Camus le sonrió con esa escalofriante sonrisa suya.

- No quiero saberlo - bramó Cid sobándose las cienes - lo importante es que tenemos esa información - miró al único omega en la habitación - vigila sus movimientos y mantenedme al tanto - Camus asintió - Kanon y Aioria pongan a trabajar a los muchachos en refaccionar los galpones. Saga, consigue personal para fabricar el alcohol. Shura ve a la fundidora y encarga los tanques - Camus miró esperando su tarea - tu mi querido Camus, vendrás conmigo a comprar los más hermosos caballos - le sonrió -hace un poco más de una año llegó a la ciudad un millonario criador de caballos - Cid se levantó de su lugar y los demás lo imitaron - pero antes, tenemos una misión está noche.

- Si, mi señor - hablaron al unísono.


Al salir de la reunión Sísifo esperaba afuera a Aioria.

El alfa lo miró con cansancio. Su padre omega estaba en busca del mejor candidato para ser su pareja. Había recibido varias ofertas interesantes por parte de políticos.
Sin embargo, Aioria rechazaba a todos.

- Ahora no padre - dijo casi en forma de súplica - tengo cosas que hacer.

Aioria comenzó a caminar rápido por el pasillo, Sísifo lo siguió hasta alcanzar su paso.

- Tengo una nueva candidata, Marín Hills, hija del concejal Hills - Aioria lo miró - podemos ir a verla hoy.

- Sabes que noche tenemos que buscar a los omegas.

- Organizaré para mañana entonces - Sísifo le sonrió y lo dejó tranquilo.

- ¿Algún otro omega? - bromeó Camus colocándose a su lado - Sabes que tarde o temprano te enlazarán con uno.

- Ninguno me gusta.

- Mira a tu hermano, renegaba tanto y al final parece muy enamorado de su omega, hasta Kanon comenzó a aceptar a la insoportable de Tetis - ambos rieron.

- No me molestes - Aioria empujó el hombro de Camus.

Shura se dirigió al parque trasero de la mansión donde su esposo y su hijo jugaban con Aioros y el pequeño Dionisio.

Ambos omegas con sus hijos estaban sentados en una manta en el pasto, Aioros comía uvas, estaba semi recostado en unos almohadones mientras que con la mano libre acariciaba su vientre de tres meses de gestación.

El pequeño Dionisio jugaba con su primo Alejandro, de un año de edad.

Shura llegó hacia su pareja y la besó en los labios, Degel respondió el beso y se hizo a un lado para que Shura se sentara junto a él.

Saga se les unió minutos después.

- ¿Cómo te sientes cariño? - le preguntó a Aioros.

- Estoy bien, solo un poco cansado - Saga se sentó junto a él y le acaricio el vientre.

Su llegada a Chicago no había sido fácil ni placentera. Desde que llegó, solo lo esperaron problemas y desplantes de su omega.

El modo de trabajo era muy distinto a lo que era Nueva York, y a pesar de ser un profesional, se sentía un poco perdido.

Se había trasladado a la ciudad por un periodo corto de tiempo, junto a su hermano menor, Milo.

A dónde Kardia vaya, Milo iba con él.

La estación de policía era un caos. Uno de los informantes de allí había logrado obtener información valiosa de uno de los integrantes de la mafia española.

Esa misma noche movería un cargamento, no solo de omegas, si no también de armas.

Argol había logrado infiltrarse con un omega llamado Camus. Lo había engañado, prometido fidelidad a pesar de las amenazas y lograr ganarse la confianza. No sabía exactamente que papel jugaba ese omega, solo que era cercano a Cid.

Kardia preparaba una estrategia para emboscarlos y al fin tener pruebas contra ellos, poder demostrar que el gran Cid Maldonado no era más que un mafioso.

También tenía la tarea de clausurar bares y ni hablar de Manigoldo y la droga, que a diferencia de Cid, el italiano no disimulaba sus fechorías. Era difícil de encontrar y estaba protegido por la policía corrupta del lugar.

Era un trabajo muy duro, pero para eso lo había llevado a Chicago.

Suspiró cansado y miró a su hermano detrás de un escritorio. Milo no debía de estar allí pero no quería dejarlo solo en el departamento por mucho tiempo. Su hermano se ponía nervioso y solía romper cosas.

Suspiró cansado, paso una de sus manos por su cabello y volvió a mirar los papeles desparramados sobre su escritorio.

Debía seleccionar a sus mejores hombres, ni siquiera eran "sus", era solo alfas desconocidos a los que tenía que confiarle una misión importante y peligrosa. Eso lo tenía nervioso.

Aún le quedaban un par de horas para la misión y descansar un poco no era mala idea. Quizás también un poco de sexo con su omega ayudaría con su estrés.

Se levantó de su escritorio y miró a su hermano sentado en otro escritorio a unos metros de él.

- Milo - lo llamó - vámonos a casa, necesito descansar.

Cid esperaba a Camus junto al auto para ir a ver los caballos. Hablaba con Sísifo sobre la reunión de esa misma mañana.

Su omega estaba de acuerdo.

A los lejos puedo vio a Camus acercas a ellos, el omega estaba vestido con un elegante traje color crema y un tapado del mismo color, llevaba guantes color negro tapando algunas heridas en sus nudillos. Caminaba por el camino de piedra granza con la elegancia y delicadeza que lo caracteriza. Su cabello largo y lacio color viridian, se mecía por su espalda al caminar.

El alfa lo contempló por un momento, Camus era hermoso, una belleza exótica y fiereza de maneras proporcionadas, y a pesar que, gracias a su entrenamiento, había adquirido un cuerpo mucho más musculoso y ancho que un omega promedio, aún así seguía siendo delicado a su manera.

Sonrió orgullosa al saber que esa joya era suya.

- Mi señor - habló Camus al llegar a la pareja - Sísifo - hizo una pequeña reverencia con la cabeza.

- Iré con Aioros, ah estado cansado últimamente. El doctor dijo que puede estar esperando gemelos - Sísifo beso a su pareja y miró al otro omega.

Cid observó el cuerpo de su omega alejarse.

- Vamos.

El alfa le abrió la puerta de la parte trasera a Camus y este subió al auto y Cid por la otra puerta. Ambos iban atrás y otro alfa que manejaba.

Camus estaba callado, no había dicho una sola palabra desde que salieron de la mansión y solo se limitaba a observar los árboles a través de la ventana.

Cid lo observó detenidamente, su perfil, sus labios y esas cejas fruncidas. Puso una de sus manos en la pierna de Camus y lo acarició levemente.

Camus, contra todo pronóstico, no rechazo el contacto.

- ¿Qué te preocupa? - pregunto el alfa. Camus lo miró - te conozco bien así que no me digas que "nada".

- Hace unos días que mi lobo está inquieto - confesó - creo que mi celo se acerca y presiento que será diferente.

- ¿Tu celo te preocupa? Podemos aislarte, no te olvides que duermes rodeado de alfas - Camus negó con la cabeza.

- No me preocupa eso, tengo una puerta gruesa de metal y trabas - el omega suspiró - siento, siento que mi lobo está llamando a alguien. Es extraño.

Cid lo miró sorprendido - Mi niño ¿Acaso algún alfa te está cortejando? - Camus lo miró serio y levantó una ceja - te pregunto en serio, que un alfa te corteje somete a tu lobo. Si es así, me gustaría saberlo y conocer al valiente.

- Tonterías. Nadie se atrevería, ni tampoco quiero ningún alfa a mi lado.

Al fin habían llegado al campo del señor Mylonas, un millonario griego que había llegado hace poco más de un años a la ciudad de Chicago y del que nadie sabía mucho, tan solo que era un joven excéntrico, amante de los caballos y que él y su hermano gemelo disfrutaban de la riqueza familiar.

El auto ingreso por los portones que llevaban hacia la propiedad escondidas a la mitad del campo, una mansión exquisita maravillosa.

El primero en bajar fue Cid, rodeó el auto y le abrió la puerta a Camus.
Un omega sirviente los recibió en la entrada de la propiedad.

- Buenas tardes, señor Maldonado - hizo una reverencia inclinando el torso - el señor Mylonas lo espera en los establos.

El alfa miró al omega y le hizo una seña con la cabeza para que lo siguiera. Camus miró a todos con la frente en alto y paso por el frente de todos allí con una mirada de suficiencia, era raro que un omega este en reuniones de negocios y no era extraña la expresión de sorpresa de muchos allí, sin embargo Cid le había dado permiso y su lugar.

Siguieron al sirviente que los guío bordeando la propiedad, mansión que era mucho más grande que la de Cid. Los llevó hasta atrás, dónde se ubicaba una especie de campo de entrenamiento para los caballos.

A los lejos pudieron observar a un hombre alto, de cuerpo trabajado y cabello corto color plata, el alfa miraba hacia el campo donde otro alfa montaba un percherón color gris.

Cid fue directo a estrechar la mano del alfa de cabellos plateados, Camus caminaba a paso lento detrás de su jefe, atentó a su alrededor, protegiendo y guardando la espalda de su patriarca.

- Buenos días, señor Mylonas. Mi nombre es Cid Maldonado - saludó ofreciendo su mano.

- Buenos días, solo dígame Caín - el alfa saludo y luego miro sobre el hombro Camus - y el que viene allí es mi hermano Abel.

Camus miró hacia el campo de entrenamiento y se topo con un alfa igual al que estaba hablando con Cid. Al instante le llamo la atención, no solo su físico, su lobo interior estaba inquieto.

El alfa estaba haciendo desfilar grácilmente al gran caballo cuando sus ojos se clavaron en el omega que lo miraba atentamente.

Camus sintió un escalofrío.

El alfa lo contemplaba atentamente, hizo brillar sus ojos rojos y Camus respondió con los suyos involuntariamente.

Hizo galopar el equino hasta su hermano gemelo y Cid. Se bajó del caballo y se sacó el casco dejando al aire su cabello negro intenso y un poco sudado. Puso su intensa mirada color gris en el omega y lo observó por unos segundos.

- Señor Mylonas - interrumpió el choque de miradas - un placer conocerlo - le extendió la mano.

- El placer es todo mío - sonrió de lado Abel devolviendo el saludo apretando la mano del otro alfa - vamos adentro, deja que me lave la cara y hablaremos de negocios.

Caín le indicó a Cid que lo siguiera dentro de la mansión, Abel se quedó observando a Camus por un momento. El omega acariciaba el caballo que el alfa montaba con anterioridad.

- ¿Cómo te llamas? - le hablo Abel acercándose lentamente.

- Eso no te importa - contestó bruscamente deteniendo su interacción con el animal. Parecía enojado con alguien, no sabía si era con el alfa o el mismo.

Lo miró serio por unos segundos e ignorándolo, paso por su lado y se dirigió dentro de la mansión.

Abel se quedó estupefacto con la actitud del omega, sin embargo, otra parte de el estaba muy interesada en ese tal Camus.


Caín junto a Cid se había metido en la oficina del lugar, su patriarca no le había indicado entrar a la oficina, por lo cual se mantuvo fuera inspeccionando la biblioteca del lugar.

Observaba fascinado la gran cantidad de libros que allí poseían. A él le encantaba leer desde chico, su mamá era una omega muy culta, cosa rara en la sociedad, y le había enseñado a leer y escribir. Desde ese momento, leía todos los libros que su papá le traía de regalo.

Sintió algo raro a su lobo interior, como si empujara hacia afuera queriendo salir y tomar el control.

Él era un omega muy controlado y jamás se dejaba llevar por su lado lobuno. Temí que su omega se dejará someter por cualquier alfa. Sin embargo, ahora lo sentía más fuerte que nunca y eso le daba mucho miedo, Abel le daba mucho miedo.

Sus ojos brillaron azules y sintió voces en su cabeza llamándolo. Caminó por uno de los pasillos que salían de la biblioteca. Al fondo había una habitación con la puerta abierta y se veía luz dentro.

Movido por la curiosidad, camino lentamente hacia allí. Se escuchaban ruidos dentro. Sigiloso, como solía ser, asomo un poco su cabeza, solo lo suficiente para poder observar dentro de la habitación y encontró a Abel con el torso desnudo, lavándose el rostro.

Involuntariamente dejo escapar de sus labios una pequeña exclamación de sorpresa. Abel, que le estaban dando la espalda, levantó la vista y lo miró a través del espejo frente a él.

Camus, asustado al ser descubierto, corrió lejos de allí.

Abel sonrió de lado.

Cuando salió de la mansión, para esperaron a su jefe en el auto, se maldijo a si mimo por comportarse de esa manera tan estúpida y débil.

De repente sintió como un calor abrazador comenzar a recorrer todo su cuerpo. Su respiración agitarse y su cuerpo sudar.

Nervioso, sus ojos comenzaron a parpadear entre azul omega y su color natural.
Se metió al auto, apretó sus ojos mientras se tapaba los oídos, no podía dejar de escuchar el llamado de un alfa.

Su celo... Su celo se había adelantado y se estaba descontrolando.

Agradecía infinitamente el auto control de Cid, el viaje de vuelta a la mansión no había sido fácil, pero se sintió seguro al saber que Cid jamás le haría nada malo. Cualquier otro alfa se hubiera aprovechado de su estado vulnerable.

Cuando llegó, no hablo con nadie y fie directo a encerrarse en su habitación blindada. Vivir en el ala de los alfas tenía su riesgo.

Apenas entró, se encerró y comenzó a patear cosas enojado. Debido al celo, Cid le había prohibido ir esa noche a buscar el cargamento. Era un riesgo tanto para él, como para los demás, llevarlo en ese estado de celo.

Camus estaba furioso y por alguna razón, no podía controlar a su lobo. Sus ojos no dejaban de parpadear en azul.

Kanon estaba disfrutando de un maravilloso sexo oral cuando escucho los gruñidos de Camus en la habitación contigua.

Estaba acostado en su cama con Tetis desnuda atendiendo su prominente erección.

Si hubiese sido otra persona no le daría importancia, pero Camus jamás se descontrolaba a tal punto de casi romper las paredes a puños.

Preocupado, saco las manos debajo de su cabeza y alejo a la omega rubia de su pene, haciendo que está haga un plop como sonido acompañado con un gruñido disconforme por haberla alejado de su alfa.

- Ya vuelvo linda - le dijo Kanon - iré a ver qué pasa y luego me la seguirás chupando - me acarició los labios llenos de saliva y algo de pre semen.

- Ese omega es un salvaje - espeto - aún no entiendo cómo es que aún Cid lo aguanta.

Kanon la miró con los ojos rojos y le gruño.

- No te he dicho que podías hablar, omega.

Empujándola a un lado de la cama, se levantó, se colocó un pantalón y salio para la puerta de la habitación de Camus.

- ¿ Te encuentras bien? - le pregunto luego de tocar la puerta con los nudillos.

La repuesta del omega, fue un gruñido fuerte.

- ¡Vete! ¡Déjame sólo!

El aroma de Camus se había vuelto fuerte y violento, era dulce como el caramelo más empalagoso del mundo mezclado con una ira de antaño.

Toda la mansión había logrado escuchar el escándalo que Camus estaba haciendo en el interior de su habitación. Eso provocó que Cid y Sísifo aparecieran en un abrir y cerrar de ojos junto a Kanon, frente a la puerta de Camus.

- ¿Qué le sucede? - pregunto el gemelo.

- Su celo - contesto Sísifo.

- Camus - llamo Cid - así no vas a ir está noche - le gritó a través de la puerta, el omega le gruño - no irás.

Le gritó por última vez, Sísifo le tocó el hombro y lo miró fijamente. Hace rato que había pensado en una solución para el celo de Camus y este el momento indicado para probarlo. Era algo experimental, pero si lograba funcionar, sería todo un éxito para calmar al omega rebelde.

Cid le asintió con la cabeza.

Sísifo buscó en su bolsillo una bolsita de acónito en polvo y la lado por abajo de la puerta.

- Aspíralo, veremos si tu celo se calma con eso.

Dos horas después, Camus había vuelto a la normalidad. Su celo no se había ido pero ya no olía a feromonas dulces, ni sentía calor típico del celo. Aún así, sentía un poco débil .


La noche había llegado a Chicago y en la mansión Maldonado todos se estaban preparando para la noche más largas de su vida.

Luego de hacerle el amor a Aioros, Saga se despidió de su esposo y bebé dentro de él y de su hijo Dionisio.

Kanon luego de tener sexo con Tetis, se ocupó de preparar las armas y al resto de algas que llevarían.

Aioria logro evadir a su padre omega, se ocupó de las tareas que su padre alfa le había mandado.

Ahora Shura paso, al igual que Saga, su día con su familia. Se despidió de Degel y Alejandro.

Camus, luego de drogarse con acónito, paso el resto de la tarde en su santuario de tortura haciendo Dios sabe que cosa. Cid comenzaba a sospechar que tenía a alguien secuestrado ahí para torturar cuando esté de mal humor, quizás era verdad, lo cierto es que solo preparaba algunos cuchillos.

Todos los muchachos vestían trajes negros, se veían muy elegantes con sus sacos y tapados negros. Algunos llevaban boinas y guantes del mismo color.

Las armas estaban esparcidas sobre la una mesa y uno por uno las iban tomando.

Cid tuvo la perfecta vista de sus hombres, toros parados fuera de la propiedad junto a los autos. Vestidos y armados para la ocasión, parados en fila con un porte imponente, esperando la bendición de su patriarca para emprender la salida.

Todos hicieron silencio para prestarle atención a Cid.

- Mis niños - los llamó - cumplan su misión sin misericordia, sean gloriosos ante todo y vuelvan a salvó.

- Si, mi señor - exclamaron al unísono.

Todos los alfas, junto a Camus, ingresaron a los vehículos y emprendieron viaje hacia el puerto.

Desde antes del anochecer, Kardia y sus colegas, ya estaban ubicados estratégicamente en el puerto y alrededores.

Kardia y algunos hombres, estaban cerca del galpón que pertenecía a Maldonado. Estaban a la espera de la llegada del clan Maldonado y sospechaban que haría acto de presencia los Marchetti.

Unas cuantas horas después, pasando la media noche, un desfile de vehículos de hizo presente en el lugar. De ellos, bajaron varios alfas, y lo que más le extraño a Kardia, era ver un omega entre ellos que apestaba a acónito que hacia llorar sus ojos.

Cuatro alfas y el omega se dirigieron al interior del barco que sospechaba que traía el cargamento, los demás alfas se quedaron vigilando fuera.

Era muy arriesgado intervenir ahora, nunca pensó que el clan Maldonado trajera tanta gente.

Los gemelos, ambos hermanos Maldonado y Camus, entraron al barco. El, geki y los demás, se había quedado fuera vigilando.

Tenían que trasladar un cargamento grande de armas, municiones y omegas traídos de Asia.

La tripulación del barco pertenecía a Shaina, una alfa violenta y temible.

Shaina se había enlazado hace muy poco con un omega llamado Mu, quién estaba recientemente preñado.

- Shaina, señora de las cobras - saludo Saga a la mujer alfa - siempre es un gusto verte.

- Saga ¿Quién es el gemelo malvado, tú o tu hermano? - dijo en forma de broma y todos rieron.

- Ese soy yo - dijo Kanon.

- En todo caso, haré negocios con Saga. Dohko los llevará al depósito para que saquen todo.

Ambos alfas se fueron a la oficina de Shaina para realizar el pago.

Kanon, Aioria y Camus, siguieron a Dohko a los depósitos, mientras Shura buscaba a más hombres para sacar las armas.

- Señores, aquí están los omegas y al fondo están las armas - indicó el alfa.

Kanon observaba la bodega repleta del barco, era bastante mercancía. Por un momento pensó que su jefe se preparaba para una guerra. Si bien la mitad era para vender, aún así era muchas armas.

Los omegas estaban dentro de una especie de una enorme celda a un lado del depósito, no eran muchos, sin embargo, como de costumbre, eran de los más exquisitos. Maravillosos ejemplares que estaba seguro que muchos alfas adinerados pagarían fortuna por estás bellezas exóticas.

- Aioria, encárgate de los omegas con Camus. Shura y los demás sacaran las armas.

Ambos jóvenes asintieron, el alfa abrió la reja de la celda y apuntando con su ametralladora Thompson, al igual que Camus.

- ¡Muévanse! ¡Afuera! En fila salgan despacio - todos los omegas lo miraron asustados, su aspecto era deplorable, estaban sucios y descalzos.

Aioria torno sus ojos rojos y les gritó usando su voz alfa, todos los omegas obedecieron al instante, salvo uno que estaba en un rincón acurrucado en el suelo y tapándose los oídos.

- ¡Síganme! - ordenó Camus.

El alfa se acercó lentamente hacia él - vamos, levántate - lo movió con el pie. El omega seguía acurrucado en el suelo escondiendo su cabeza entre las rodillas. Aioria, perdiendo la paciencia, agarró del cabello al omega y lo levantó con fuerza.

Aioria le quitó el pelo de la cara y al verle el rostro lo soltó inmediatamente como si quemara. Era hermoso y delicado, su piel blanca perfectamente enmarcada con rubios cabellos y adornada con los ojos más celestes que haya visto.

Quedó totalmente hipnotizado por el omega y su aroma a flores y a miedo.

Lamentablemente, el rubio lo miraba asustado.

- ¿Cómo te llamas? - pregunto el alfa. Al mutismo del joven repitió la pregunta más despacio - ¿Cómo -te-llamas?

- mujhe duhkh mat do, mujhe duhkh mat do (no me lastime, no me lastime)

Aioria suspiró - perfecto, no hablas español - Aioria bajo su arma para no parecer tan imponente, sin embargo eso no funcionó ya que el rubio se encogió con temor a que lo golpeara o disparara - lo siento, sólo sígueme - le hizo un gesto con la mano para que saliera de la celda.

El omega, aún asustado y retraído, salió de la celda y comenzó a caminar fuera de la bodega, seguido por Aioria.

Camus lo esperaba afuera del barco junto con los demás omegas, apenas salió su amigo, este lo miró con una mirada extraña.

- Tardaste demasiado - le hablo con vos juguetona - ¿Qué sucedió? ¿Un simple omega fue difícil de sacar? - le sonrió.

Aioria solo lo miró, aún estaba aturdido por la belleza del omega.

- Cam, llévalos dentro del galpón que pertenece a mi familia y vigílalos hasta que hasta que los demás bajen todo, llévate a Eo contigo - ordenó Aioria.

Camus levantó su arma y le gritó a los omegas que lo siguiera junto con Eo.

Aioria miraba sus pies, sentía a su lobo agitado luego de oler el aroma de aquel omega esclavo. Levantó su mirada y sus ojos color jade se encontraron con los color cielo del omega.

Cruzaron miradas por un instante y su lobo aulló de deseo. Su alfa se había enamorado a primera vista.


En la oficina privada de la capitana Shaina, ella y Saga cerraban el negocio.

Ambos hablaban amenamente mientras discutían el precio.

- ¿Deseas un vaso de whisky? - ofreció la alfa - es exquisito, lo conseguí en una de mis paradas en Irlanda.

- ¿Acaso no te enteraste? Está prohibido el alcohol en estás tierras - Saga bromeó y ambos rieron.

Shaina le tendió un vaso con whisky.

- Quiero $10 mil.

- ¿Bromeas? Es demasiado y no siquiera trajiste la cantidad de omegas que Cid te pidió.

- Son los mejores, eso es lo que cuenta, la tripulación no se alimenta del aire, Saga - espeto la alfa - es eso o me llevo todo y se lo vendo a los malditos italianos.

- Estafadora, eso eres - Saga intento levantarse de la silla, de repente todo comenzó a darle vuelta, la cabeza le dolía y su cuerpo no le respondía - ¿Qué - qué me sucede?

Saga apenas podía hablar. Shaina comenzó a reírse y empujó al alfa al suelo.

- Lo siento niño, pero alguien me ofreció mucho más por este cargamento - la mujer sacó su arma - no es nada personal, solo son negocios. Shaina apunto con su arma al cuerpo del alfa que estaba tirado en el suelo un poco mareado - me caes bien y tú jefe también - chaqueo la lengua - una lastima, alguien me pagó mucho por matarlos a todos ustedes, tos amiguitos no irán muy lejos. Sin deja de apuntarle, Shaina agarró el mentón del alfa y lo apretó - pronto tu omega se unirá a ti.

La mujer disparo y Saga cerro sus ojos esperando el peor final, pensado en su amado Aioros, en su pequeño Dionisio y sus cachorros por nacer.

Lo único que sintió fue un dolor enorme en su hombro izquierdo, seguido de su propia sangre tibia escurrir por su pecho.

- ¡Maldita perra! - exclamó Kanon golpeando a la mujer justo a tiempo para desviar la bala. Sahina quedó desmayada en el suelo. Kanon se acercó a su hermano y lo ayudo a levantarse - hermano estás herido. Salgamos de aquí, los muchachos están fuera.

Kardia y sus hombres seguían escondidos, cerca del barco y del galpón, esperando el momento perfecto para actuar.

Camus, Eo y Aioria se encontraban dentro del galpón vigilando a los omegas, mientras Shura, junto a los demás alfas, terminaban de descargar los cajones con armas.

Kanon saco a su hermano casi arrastrándolo, prácticamente el cuerpo de Saga era peso muerto entre la droga y el disparo. Apenas el gemelo menor vio a Shura, comenzó a gritarles para que sacarán sus armas y se preparan para pelear, sospechaba que los italianos estaban muy cerca.

Ambos gemelos bajaban por la rampa que conectaba el barco con el muelle cuando unos disparos impactaron en la espalda de Saga, tirándole al suelo junto con Kanon.

Ese disparo fue el primero de una balacera.

Varios italianos salieron de la nada junto con Ángelo.

Apenas se escucharon los disparos, tanto Camus como Aioria, dejaron sus puestos para ayudar a su gente.

Eso quedó a cargo de sacar a los omegas meterlos dentro del camión.

- ¡No los dejen escapar! - grito a todo pulmón Ángelo a sus hombres mientras disparaba a mansalva a lo que se le cruzaba.

Era una noche oscura y la neblina no dejaba ver mucho. El puerto estaba repleto de ojos rojos y unos color azul, que brillaban con más intensidad.

Kanon deseaba matar a los malditos italianos, son embargo, deseaba primero poder poner a su hermano a salvo en algún lugar escondido. Agachado, el gemelo arrastraba a su hermano detrás de unas cajas.

Kardia no sabía que hacer, no tenía previsto semejante enfrentamiento y no deseaba meter a sus hombres en esa matanza.

Lo único que deseaba era atrapar aunque sea a uno de los miembros principales y confiscar la mercancía.

Decidido mantenerse al margen y a la espera de quién quedara vivo.
Español o italiano era lo mismo.

Todos eran delincuentes.

Shura intentaba llegar a Ángelo, su lucha con ese alfa se había vuelto personal.

Camus y Aioria, detrás de uno de sus autos, disparaban con todo, tratando de cubrir a Kanon mientras sacaba a Saga.

Todo se había convertido en una locura de gruñidos, gritos y balas.

- Quédate aquí - le dijo Camus a Aioria.

- ¿A dónde piensas ir?

- Iré a ayudar a Kanon.

- ¡Estás loco! ¿Acaso no ves que es imposible llegar allí sin comerte una balas?

- Soy rápido, tranquilo.

Camus corrió rápido ante la mirada disconforme de Aioria.

Sigiloso como siempre, aprovecho la neblina para esconderse y llegar a los gemelos, prácticamente, ese omega era invisible ante los alfas.

Kanon seguía disparando mientras, a sus pies, estaba sentado Saga mal herido. El omega llegó junto a ellos.

- Camus, sácalo de aquí.

- No te dejare solo.

- Sácalo, yo puedo salir solo, él está mal herido.

Un disparo impacto en el muslo derecho de Kanon.

Shaina los había encontrado.

Camus enfureció violentamente, corrió casi como un animal rabioso hacia la alfas, antes de llegar, le lanzó un cuchillo que impacto directamente en su ojo. Se abalanzó sobre ella y la degolló.

Dohko, al ver que su capitana había sido asesinada, pitó la retirada para la tripulación y huir de esa guerra, que al fin y al cabo no era de ellos.

El clan Maldonado tubo que huir como pudo del lugar.

Kanon levantó a su hermano, paso uno de sus brazos por sus hombros y lo llevó hasta los autos.

Eo metía uno a uno los omegas y el resto de alfas el cargamento que podían, dos hombres de los Marchetti los alcanzaron matando a uno de los alfas e hiriendo a Eo en el cuello.

Mientras Camus escoltaba a los gemelos, Aioria y Shura socorrían a Eo y los omegas.

Los italianos habían matado al chófer del camión. Shura corrió hacia el y se montó del lado del conductor.

Eo estaba sentado aún costado tapándose la herida con una de sus manos.

Aioria salía del galpón cuando escucho un llanto. Curiosidad, se acercó hacia donde provenía el ruido y se encontró con el bello omega rubio que lo había cautivado, el indio estaba escondido entre las cajas, estaba sangrando pero no era de gravedad, solo unos raspones.

Sintiéndose valiente, Aioria levantó en brazos al omega rubio y cuál héroe que rescata a su princesa, lo llevó hacia el camión manejado por su hermano mayor.

El rubio lo miró embelesado.

El lobo de Aioria revoloteo dichoso.

Cuando al don Camus, Kanon y un muy débil Saga llegaron había los autos, Shura arrancó el camión.

Kanon metió, cuidadosamente, a su hermano dentro del auto, mientas Camus ayudaba a Eo a levantarse.

Kanon iba atrás tapando las heridas de su hermano, estaba desesperado, intentaba no llorar.

Las balas habían traspasado el cuerpo y salido por el abdomen.

Saga sangraba mucho.

— Hermano — llorisqueaba Kanon — por favor, aguanta hasta llegar a casa.

— Her-hermano — susurraba — tengo frío.

— Tranquilo, no hables. Tranquilo — lloraba mientras sus manos se mandaban con la sangre de su hermano gemelo — Tranquilo, no puedes morir, Aioros te esta esperando.

— Ka-Ka-Kanon — llamo con dificultad — prométeme que cuidaras de Aioros.

— ¿Qué? No, estás loco, él es tuyo y tienes que cuidarlo. Él te espera a ti — respondió nervioso, parecía que su hermano se estaba despidiendo.

— Prométemelo — rogó con su último aliento — tu eres el único — escupió sangre — el único que puede salvarlo ¡Prométemelo! — grito con dolor.

Kanon no aguanto más las lágrimas y asistiendo frenéticamente con la cabeza dijo:

— Te lo prometo.

Escuchando los llantos de su hermano, Saga murió, dejando a su amado Aioros a su cuidado.

Sabía que si él moría, el lazo con Aioros se rompería y también moriría.

Hola mis bellos lectores.

Les quería decir que cambie una cosita, sobre las alfas embarazadas. Pues como verán, no pueden. Ellas embarazan a los omegas.

Espero que le haya gustado.

Gracias por leer.

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