Aspirar Aconito
Siempre había soñado con un despertar así, con su omega aferrado a su cuerpo como si él fuera su lugar seguro.
Podía sentir la respiración tranquila y caliente de Aioros sobre su pecho. se sentía frágil y diminuto a su lado. Se preguntaba si Aioros se sentía en paz durmiendo aferrado a su piel.
Acarició el brazo de su omega que descansaba sobre su pecho, sus dedos viajaron hacia su cintura trazando líneas delicadas, logrando erizar la piel del joven a su lado. Aioros ronroneó y se pegó más a su cuerpo pasando una de sus piernas por encima de él.
Kanon beso su cabeza y sintió como los cachorros patearon el costado de su torso.
- Kanon, amor - suspiro el omega aún despertando.
- Aioros mi dulzura - saludo sonriendo y acariciando el hombro de su pareja - ¿Deseas comer algo? Puedo pedir a una sirviente que traiga la comida aquí.
Aioros enterro su nariz en el cuello de Kanon aspirando su aroma a alfa que tanto le gustaba y le daba paz, se quedó allí un rato ronroneando y acariciando las piernas del alfa con las suyas.
- No - contesto incorporándose lo suficiente para mirar a su alfa a los ojos - hemos pasado aquí encerrados dos días, deseo salir un poco y ver a Dionisio.
Kanon asintió comprendiendo, su omega deseaba ver a su cachorro, dos días alejados era mucho para él.
El alfa levantó su rostro y beso los labios carnosos y delicados de su hermoso omega.
- Déjame levantarme - volvió a besarlo - iré a buscar al cachorro y luego nos uniremos a ti para el desayuno.
Kanon se levantó de la cama y camino desnudo hacia donde guardaba su ropa.
Aioros pudo admirar el hermoso y musculoso cuerpo de su alfa.
Observo detenidamente como su esposo se cambiaba y salía de la habitación. Acarició su vientre sintiendo como sus cachorros se movían dentro.
Se levantó y camino hacia el espejo observando su cuerpo desnudo, giro su cuello y admiro su nueva marca de lazo. Aún no se había cerrado pero al menos no sangraba.
Si cerraba los ojos y respiraba relajado podía sentir el corazón latir de su alfa y eso le encantaba.
Volvió a acariciar su vientre mientras veía lo enorme que estaba, no quedaba mucho para dar a luz a sus gemelos, podía sentir dos corazones latir dentro de él.
Se vistió con ropa cómoda y salió en dirección hacia el comedor. Mientras caminaba por los pasillos, que no transitaba desde hace días por estar encerrado en su habitación, sentía a su omega renovado y felíz, muy feliz. Se paró frente a una ventana abierta y respiro el aire puro del exterior mezclando con varios aromas.
Estaba vivo y saludable.
Bajó las escaleras hasta el comedor, saludando a algunas sirvientas en el camino. Allí ya desayunando se encontraban sus padres.
Sisifo apenas vio a su hijo omega se levantó y corrió a abrazarlo aliviado de verlo entero y vivo.
- Mi niño - Sisifo abrazo a su hijo - es una dicha verte nuevamente de pie y con buena salud - el omega mayor acarició el vientre de su hijo - ¿Cómo estas? ¿Cómo están tus cachorros?
- Estoy bien mamá - Aioros sonrió - estamos bien.
El Omega menor miro a su padre quien le hizo un gesto para que se acercara. Aioros canino hacia Cid y le beso la mano, el alfa lo abrazó fuerte.
- Hijo mío - acarició su cabello - estás bien, estás vivo - Aioros tarareo en repuesta aunque esta seguro que Cid estaba hablando para si mismo.
El omega preñado se sentó junto a Sisifo y una sirvienta le trajo su comida.
A los minutos se escucharon las voces alegres de Kanon y el pequeño cachorro. Ambos entraron al comedor riendo, Dionisio estaba sentado en los hombres del alfa.
Apenas el niño vio a su padre Omega casi salta de la emoción.
- ¡Mamá! - grito mientras Kanon lo bajaba.
El pequeño corrió hacia los brazos de Aioros.
El desayuno en familia fue muy relajante, tener al omega nuevamente sonriendo y vivo era una dicha para toda la manada.
Cid sabía que le debía una al gemelo y él le podía pedir cualquier cosa que Cid se la daría.
Kanon solo quería venganza.
Camus sudaba mientras dormía en un rincón de su lugar seguro. Estaba tirado en el sueldo frío porque, en un arrebato, había destrozado la cama. Temblaba y el cuerpo le dolía, su omega lloraba por un alfa, por ese alfa. Esa persona que Camus ni quería conocía.
Hace días que sentía su omega incontrolable y sus hormonas revolucionadas, jamás había sentido un celo tan furioso y una ira hacia todos.
Sentía que su parte humana y su parte lobo no estaban sincronizadas y eso hacia que se volviera loco.
Escuchaba voces en su cabeza en un idioma desconocido.
Se abrazo a si mismo mientras se hacía bolita en el suelo.
De golpe la pesada puerta de metal se abrió iluminado un poco el sótano de tortura. Los ojos de Camus encendidos de color azul eléctrico miraron al alfa que estaba en la puerta y que podía reconocer a kilómetros.
Aioria tiro una bolsa hacia el omega y volvió a cerrar la puerta.
- Camus - llamo a través de la puerta, si bien él era un alfa fuerte no era estúpido y sabía que su amigo en ese momento era una criatura peligrosa rodeado de objetos de tortura - aspira un poco de aconito, se lo robe a mi mamá.
El omega obedeció a la voz del alfa y se arrastró hacia la bolsa de tela que estaba en el centro de la habitación.
La desató con las manos temblorosas y enterró la tela en su rostro aspirando desesperadamente el polvo para dormir a su omega por un rato.
- Camus ¿Estás bien? - volvió a llamar el alfa mientras golpeaba la puerta con los nudillos.
Luego de unos minutos y algunos quejidos se escuchó un agudo - pasa - por parte del omega.
Aioria abrió lentamente la puerta y prendió la luz. El lugar era un desastre.
- Cielos ¿Cam estás bien? - Aioria corrió hacia su amigo que estaba sentado apoyado contra la pared.
Su aspecto era sucio, desaliñado y sudado. Se notaba la debilidad y palidez del peligroso omega.
Se sentó junto a él y le corrió el cabello del rostro.
- Te ves pésimo amigo.
- Lo sé - suspiro - me siento fatal, pero ahora estoy mejor luego del aconito.
- No pued... -
- Señor Aioria - Eo llamo desde la puerta al otro alfa - ¿Está todo bien? - pregunto preocupado. Aioria sonrió.
- Si estoy bien, te dije que no me mataría - Eo soltó una carcajada y Camus golpeó el costado de Aioria - trae agua fresca con limón, Camus necesita beber.
- Enseguida lo traigo mi señor.
- No puedes seguir así - hablo el alfa una vez que Eo se marcho - no es sano consumir tanta cantidad junta de aconito, te envenenaras. Necesitas hacer algo, necesitas un alfa para calmar tus celos, un compañero quizás así....- las palabras de Aioros fueron interrumpidas por un golpe, un gruñido y una mirada feroz por parte del omega - no me mires así, si tuvieras un alfa ... -
- Nada de alfas, no quiero depender de un tonto alfa.
- Entonces visita a un médico.
- Ningún tonto médico me vera para decir que necesito a un estúpido alfa.
- Ve a un médico para que aunque sea te recete un medicamento pastilla o algo que calme tu celo.
- No, no haré que me vea el médico de la manada. Tu papá se enterará.
- Te acompañare al hospital, me haré pasar por tu alfa para que te atiendan - Camus lo miro por unos momentos mientras Aioria le sonreía - ¿Confías en mí?
- Por supuesto.
- Aquí traje el agua - anuncio un agitado Eo por correr - toma.
Camus tomo el vaso y bebió toda el agua con limón mientras le regalaba una sonrisa a Eo.
El alfa de cabellos rosa se sentó en el suelo frente a los amigos.
- ¿Cómo está Baian? - pregunto el omega.
- Bien, cuidando de los cachorros. Siempre me pregunta por tí.
- Lo siento, no he podido visitarlo últimamente.
- No te preocupes, él entiende y está feliz de tener un lugar en tu corazón.
- Bueno, vamos - anunció Aioria - levántate, iremos a la mansión para que te bañes, mañana iremos al hospital.
Aioria le tendió la mano a Camus y lo levanto. Los tres salieron del sótano.
Mientras su amigo se bañaba, Aioria visito a los omegas encerrados. Mejor dicho, al omega de cabello rubio.
Se dirigió, sin que nadie lo mirara, hacia el galpón donde los tenían. Camino hacia la última celda donde el hermoso omega se encontraba.
Se apoyo en las rejas y lo saludo.
- Hola - susurró tranquilo para no darle miedo.
El omega levanto la vista y se acercó cauteloso pero sin llegar hasta el alcance del alfa.
- No te haré daño - aseguró y aún así el omega no se acercó - Está bien ¿Tienes hambre? - el rubio ladeo la cabeza sin entender.
- No habla nuestro idioma - comento otro omega en otra celda - no entiende lo que hablas - le explico al alfa.
Aioria asintió.
- Oh eso es un problema - miro nuevamente al rubio -¿ Qui-e-res al-go dul-ce pa-ra co-mer ? - Pregunto despacio en sílabas acompañado con gestos como un mimo.
El omega imitó el gesto de comer con las manos y asintió.
- ¡Bien! Eso sí entendiste. Te traeré unos dulces.
El alfa se fue entusiasmado hacia la cocina de la mansión. Allí se encontró con el cocinero que estaba trozando unos pedazos de carne para la cena.
- Oh hola, nunca te había visto por aquí - saludo Aioria.
- Señor, soy nuevo.
- Oh lo siento, no vengo a menudo a la cocina. Soy Aioria - le ofreció la mano.
El hombre dejo el cuchillo y observo sus propias manos manchadas de sangre.
- Lo siento, mis manos están manchadas de sangre - se disculpó no queriendo ensuciar a su jefe.
- Las mías también - bromeó alegremente el alfa, el cocinero abrió sus ojos sorprendido ante el humor del joven y estrecho su mano - vengo por unos dulces y me voy.
El alfa menor revolvió toda la cocina en busca de dulces que él sabía que estaban en algún lugar, la cocinera los guardaba para los cachorros de la familia.
- Bingo - susurró al encontrarlos - Adiós - saludo con la mano el joven Maldonado.
- Adiós mi señor.
Aioria camino nuevamente con la lata llena de dulces bajo el brazo, entro al galpón y luego al sótano donde estaban los omegas enjaulados.
Paso por toda el área donde se destilaba el alcohol, vários alfas trabajaba día y noche en ese lugar. Se escondió detrás de un tanque al ver a Kanon por allí. Supuso que su hermano omega ya estaba mejor si el gemelo estaba alli.
Una vez que el camino estaba despejado, se arrastró hacia las celdas de hierro apartadas de allí. Se incorporó y se sacudió de su ropa la suciedad.
Camino nuevamente hacia la última celda. Golpeó los barrotes llamando la atención del pequeño omega.
- Te traje dulces - le hace el gesto comer con la mano - prueba prueba - lo alienta mientras mete la lata entre los barrotes.
El omega se acerca lentamente, casi arrastrándose por el piso, tenía un aspecto sucio y su cabello largo pero desaliñado, sin embargo lo que más le llamo la atención al joven alfa fueron sus ojos color cielo. Fue envuelto en esos ojos en el mismo momento que los vio aquel día en el muelle.
El omega observo la lata sin saber que hacer.
- Abre - le indico pero el omega seguía sin entender.
Una suave voz hablo en otro idioma detrás del omega rubio, este se dió vuelta y asintió para luego abrir la lata maravillado con su contenido.
Aioria vio con una sonrisa en su rostro como el rubio probaba los dulces y le compartía al otro omega detrás de él.
- ¡Aioria! - se escuchó el grito de Kanon llamado.
Eso hizo saltar tanto al alfa como a los omegas, el rubio se asusto y corrió hacia el fondo de la celda donde estaba oscuro dejando tirados los dulces en el medio de está.
Aioria suspiro derrotado, agarró los barrotes con ambas manos y froto su rostro y pelo contra ellos dejando su aroma alfa característico de él.
- Adiós.
El joven salió del área de las celdas y golpeó con el pecho duro del gemelo.
- ¿Que hacías aquí? - pregunto Kanon con el ceño fruncido - y no te atrevas a mentirme.
Aioria rasco su cuello.
- Estaba viendo a los omegas - contento simplemente, no era del todo una mentira.
- Si necesitas a un omega porque tú celo se acerca no puedes elegir de aquí, tenemos suficientes omegas en la mansión para éso. Los de aquí son mercancía.
- Lo sé , lo sé - palmeo los pectorales del gemelo - debo irme.
Aioria huyó de allí.
Degel estaba acostado en su cama un poco deprimido, Shura se había ido a la cuidad temprano en la mañana, se hizo de noche y aún no había vuelto.
Le tocó cenar con la familia en general y luego acostó a su cachorro junto a Dionisio, a los primos les gustaba dormir juntos.
En la soledad de su habitación pensó en su nueva vida.
En Francia vivía junto con sus padres en una granja alejada del pueblo. No salía mucho, de hecho su padre alfa no lo dejaba salir en lo absoluto.
La única vez que salió de esa granja lo secuestraron y lo vendieron.
Aquí tenía una buena vida, si bien no conocía otra vida, está no era tan mala. Estaba rodeado de lujos y cuidados. Y sobre todo estaba protegido por una manada y sabía que ninguno de los muchos alfas que vivían aquí le harían daño, él estaba enlazado con uno de los hijos del jefe.
Su mamá siempre le contaba historias maravillosas sobre el matrimonio, la familia y el vínculo entre un alfa-omega.
Siempre pensó que los alfas eran amorosos con sus parejas como lo era su papá alfa quien era maestro en una escuelita y les enseño a leer y escribir a él y a su mamá.
Sin embargo nadie le dijo que no todos eran como su papá y que su esposo volvía a media noche oliendo a otro omega.
Degel veía a su cuñado Aioros y a su esposo gemelo, que el no distinguía quien era hasta que uno murió. Envidiaba la relacion que ellos tenían y deseaba eso para él.
Shura lo trataba bien, era cariñoso con él y el cachorro de ambos, sin embargo le molestaba que volviera oliendo a otros omegas.
Sabía que era común que alfas tuvieran más de un omega, pero ninguno en la mansión los tenía, tampoco Shura estaba enlazado a otro omega para compartir el vínculo y asi aceptarlo. Esto que hacía solo se clasificaba como un amante.
La puerta de la habitación se abrió y el alfa de cabello negro entro.
- Hola - saludo besando la frente de Degel - siento volver tan tarde.
Shura se desvistió y se acostó junto a su pareja. Degel enterró su nariz en el cuello de su alfa y aspiro su aroma. Estaba contaminado con alcohol y otro omega.
- Mi celo está cerca - anuncio Degel.
- Lo sé cariño - Shura acarició el pelo de su omega - puedo sentirlo. Te prometo que no me ire y estaré esos días a tu lado como debe ser.
Degel suspiro, quizás estaba siendo demasiado quisquilloso con su alfa y debía valorar la vida que tenía.
- Cam - Aioria golpeo la puerta de la habitación de su amigo - ¿Estás listo?
El omega abrió la puerta de golpe y dejó pasar al alfa a su habitación.
- Ya casi estoy listo - comento Camus mientras revolvía su cajón - Aquí está - anuncio tomando un arma en su mano.
- ¿Vas a llevar éso al hospital?
- Protección - contesto simplemente alzando los hombros.
Aioria se rió y abrió su saco dejando ver una pistola dentro del bolsillo.
- Jamás saldría de la mansión sin protección - ambos largaron carcajadas.
- ¿Vas a ir así vestido? - le pregunto el omega observándolo - pareces común.
- Y tú pareces un mafioso.
- Aioria, somos mafiosos.
- Cam, vamos a un hospital a una consulta, no amenazar al médico. Ponte otra ropa.
- Bien - el omega rodo los ojos.
Ambos caminaban por el pasillo que pertenecia a las habitaciónes, iban hablando y bromeando hasta que se encontraron con Kanon.
El gemelo los observo a ambos. Estaban vestidos con ropas baratas y algo viejas. No eran los atuendos que ambos solían usar. Ni siquiera parecía de su talla.
- ¿A dónde van ustedes dos? - cuestionó el mayor.
Ambos jóvenes se miraron antes de que Aioria contestara.
- Al pueblo.
- ¿A qué? - levanto una ceja.
- A comprar cosas - contesto Camus.
- ¿Y que hacen así vestidos? ¿Eo va con ustedes?
- ¿Por qué tantas preguntas? No necesitamos niñera, no somos unos niños.
- Estoy a cargo de la seguridad de todos aquí, incluyendo ustedes dos - Kanon miro a Camus - ¿Y tú? ¿Te sientes mejor? Me dijieron que no estabas bien y hueles fatal.
- Lo estoy - sonrió - Aioria tomo la mano de Camus y lo tironeo para seguir caminando.
- ¡No quiero problemas! - grito el gemelo.
- Odio los hospitales - murmuró el omega mientras bajaba del auto.
- Nunca viniste a uno ¿Qué es lo que odias?
- Hay mucha gente - respondió colocándose junto al alfa.
- Agarra mi brazo - ofreció Aioria. Camus solo lo miro - vamos, tenemos que parecer que somos pareja - Bufando obedeció - déjame hablar a mi. No estamos en la mansión, aquí los omegas no mandan.
- ¿Por qué no fuimos a uno privado? Tenemos dinero para pagarlo - susurró el omega.
- Porque mi padre conoce a todos, nos reconocerían fácilmente, por eso vinimos al hospital del siguiente pueblo- Camus bufo.
Ambos caminaron imitando a una pareja joven.
- Buenos días - saludo el guardia de la puerta a Aioria ignorando totalmente a Camus.
El alfa asintió con la cabeza.
Entraron al hospital y aún agarrados del brazo caminaron hacia el mostrador de la recepción.
- Buenos días - saludos con una radiante sonrisa Aioria - Quería una consulta con el ginecólogo, por favor.
- Claro joven - la mujer alfa miro de reojo al omega - ¿Es su pareja, están enlazados? - pregunto la mujer a punto de llenar una planilla.
- Oh no, es mi prometido, aún no nos enlazamos pero está a mi cargo. Usted entiende - le guiño un ojo.
- Claro, entonces responde como tutor legal del omega.
- Claro - Camus le pellizco el costado. Aioria casi rie.
- Necesito documentos de ambos.
Aioria abrió con cuidado su saco para que no se notará el revolver en su interior y saco su cartera.
- Aquí tiene - extendió las credenciales y los papeles de adopción "legales" de Camus. El omega al verlos abrió los ojos sorprendido.
La alfa miro los papeles y las identidades y lleno las planillas.
- Bien, el médico los verá en un momento. Tomé señor - le devolvió los papeles - pueden esperarlo en la sala al final del pasillo a la derecha - indico con el dedo la mujer.
- Muy amable, señorita - agradecido Aioria sonriendo y Camus intento hacer una sonrisa y le salió un gesto horroroso.
La pareja, aún tomada del brazo camino hacia el pasillo.
- ¿Cómo es que tienes los papeles de adopción? - cuestión Camus.
- ¿Que crees que estuve haciendo toda la mañana? Estuve revisando la oficina de mi padre, si se entera podría matarme - miro a Camus - me debes una muy grande.
- Si, si lo que sea - rodo los ojos.
Llegaron a la sala y se sentaron lejos de las pocas personas que estaban allí. Una pareja de ancianos no dejaban de miraralos tiernamente y eso estaba poniendo nervioso a Camus.
Estaba sudando y las luces los cegaban, su omega estaba inquieto. Camus pego su cuerpo al de Aioria y enterró la nariz en su cuello. El aroma de su amigo lo calmaba, se sentía como estar en casa.
Eso puso nervioso al alfa de Aioria.
- Cam - llamo pesadamente - deja de hacer eso - suspiro - estás en celo y aunque tu aroma este contaminado con aconito sigue siendo dulce - jadeó acomodándose en su lugar - somos amigos pero sigo siendo un alfa y mi lobo se está poniendo ansioso. Estás demasiado cerca para tu bien.
Camus ronroneó y se alejó.
Pasaron los minutos y Camus volvió a apoyarse en su amigo, su omega estaba familiarizado con el lobo alfa de Aioria y se refugiaba en él.
Los pantalones de Aioria comenzaron a apretarse.
- Basta Camus.
- ¡Maldonado! - grito el médico desde el consultorio.
El alfa saltó del lugar aliviado.
Ambos entraron al consultorio y el médico alfa se tapo la nariz.
- Dios santo ¿Está consumiendo aconito?
- Por eso vinimos doctor. Necesitamos algo para calmar el celo de mi omega.
El médico los miro a ambos.
- ¿Y por qué no lo hace usted señor? Para eso es su pareja. Si el problema es la concepción les puedo recetar anticonceptivos.
- No, vera - se adelantó Aioria - somos muy religiosos y no tenemos relaciones hasta el casamiento, estamos comprometidos y nos entregaremos el día de nuestro enlazamiento - respondió con rostro angelical - somos muy devotos a Dios.
- Bien - contesto el médico mientras se sentaba detrás de su escritorio - su omega está en celo y no puede calmarlo con relaciones ni anudamiento y quieren algo para calmarlo. Pues no existe tal cosa, jamás un alfa se ha negado a pasar un celo con su omega. Solo puede satisfacerlo manualmente, esa es otra opción.
Aioria sintió como el aroma de Camus cambio ante esa declaración. Si él llegara a tocar un pelo de esa manera sexual a su amigo seguramente le cortaría los dedos.
- Eso no es posible - se apresuró a decir el alfa - tampoco está permitido tocarse - aclaro.
- Mire jovencito, si a usted le preocupa el dolor durante el celo de su omega lo único que puedo hacer es recetarle calmantes leves para que sea más llevadero y aún así sufrirá - el hombre anotó en el recetario - voy a revisar a su omega si me lo permite.
Camus gruño.
- ¿Es necesario? - casi suplico Aioria - goza de buena salud - aseguró poniéndose frente a Camus.
- Es solo una rutina, joven. No se alarme.
Derrotado, Aioria se hizo a un lado y permitió que el médico revisara a un muy enojado Camus.
Casi contenido la respiración dejo que el alfa le tomara la temperatura, la presión y escuchar su respiración.
- Su omega está en la edad perfecta para procrear - el médico le tendió la receta a Aioria - yo aconsejaría no perder mucho tiempo y casarse pronto.
Aioria miraba como Camus, detrás de la espalda del medico, le hacía señas.
- ¿Qué es esto? - pregunto el alfa.
- Es solo un cálmate leve tradicional, debe dejar el aconito urgente - le aclaro preocupado - si no está bien dosificado y mezclado con otras hierbas es mortal. Mi amigo que se encarga de fabricar medicamentos me lo ha dicho - el medico divagó.
El hombre se extraño como Aioria repetía un NO con sus labios hacia el omega hasta que sintió un arma cargada en su cien.
- Ya me cansé de todo esto - exclamó Camus apuntando con su arma - Dígame dónde puedo encontrar a su amigo.
- Por favor no me hagan daño - rogo el médico - ¿Quiénes son ustedes? ¿Buscan drogas?
- Maldita sea Camus. Perdone a mi amigo, está un poco alterado. El celo, usted entiende.
- No puedo darles drogas no tengo aquí.
- Solo queremos el contacto de su amigo alquimista, el que hace drogas.
- Si, claro.
El médico canino detras del escritorio e intento tomar el teléfono para llamar a seguridad. Aioria reacciona velozmente y saco su propia arma
- Sh sh sh tranquilo - le apunto - no hagas nada estúpido.
- Solo danos el contacto de tu amigo y juro que no te sacaré las tripas.
- Dios Santo - el hombre levanto ambas manos - solo, solo escribire su nombre y dirección.
- Bien, házlo lento y sin cometer errores.
- Jamás nos viste aquí ¿Entendido?
- S-si, por supuesto.
El médico escribió tembloroso los datos del alquimista y le entrego el papel a la pareja.
- Muy amable de su parte - hablo Aioria - lamento las molestias.
Ambos se retiraron.
- ¿Qué hiciste? ¿Acaso está demente? - protesto Aioria mientas subían al auto.
- Estaba cansado de su discurso de apareamiento.
Aioria bufo.
- Déjame ver el papel que te dió - el alfa tomo el papel y lo leyó - rayos.
- ¿Qué sucede? - Camus se acercó.
- Conozco a este hombre - el omega lo miró - él fabrica la droga para los Marchetti.
Hola mis bellos lectores.
He regresado con esta historia. La tenía en pausa para reveer algunas cositas y agregar nuevas ideas que tenía. Al fin va saliendo algo.
Espero que les guste y gracias por leer.
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