Claro que toda historia ha de tener un momento clave para que se desarrolle, pero ¿qué si este no es el principio? ¿Qué habría de malo en empezar la historia por el final y acabar en el inicio?

Nada porque esto es, justamente, el poder de la escritura.

Lo sé y por eso es que escribo. Llevo sentado par de horas ya, pero no puedo detenerme. Incluso si lo hago, la historia que tengo entre los dientes busca salir y me persigue hasta en sueños.

¿Y qué se hace con ella para que deje en paz a un pobre escritor?

Se la escribe. Se le da vida, se le da un público y se la deja libre. Que la historia pase a ser visible, que se muestre (casi) tal cual como ha venido a la mente de quien la escribe.

Pero no culpo a la historia de la insistencia de querer ser escrita. Me culpo a mí, porque, después de todo, soy yo quien va a buscar momentos que narrar. Cuentos que contar. Relatos que compartir y hasta confesiones que ficcionalizar.

Eso es la ficción. Esa es la peor droga de cualquier escritor. Una vez que se conoce el poder inmenso de la ficción, ¡tiemblan las historias, reales o mentirosas, que han de narrarse!

Te traigo a la realidad una narración de bosques y lobos que se enamoran de pelirrojos. Por si fuera poco ¡como si no tuviera ya suficiente de tanta alternatividad de los universos! Hago que un hombre se divida en dos y se enamoren de un oso meloso.

¿Y te he contado que está en el bosque el hada que ama (aunque no lo sabe aún) al compositor? Quizá para este momento lo sepas, quizá hasta hayas leído ese otro relato esperando encontrarme. Porque es evidente, desde el principio (o el final) que todo gira en torno a la figura central de este mundo: yo.

El mandamás.

El escritor que decide crear todo el drama a partir de una canción infantil:

"Juguemos en el bosque mientras el lobo no está ¿lobo está?"

Y yo respondí que sí, que estaba allí y se llama JungKook. Y lo he mudado a un bosque tan bello como encantado —al lobo junto a su hermano oso, NamJoon—. Y mencioné al dueño del bosque, proveniente de la más afamada comunidad de hadas: JiMin. Luego, traje dos intrusos al bosque, y a otro ser que visita la zona por aburrimiento. A los intrusos, al TaeGi, les di en común el origen: Daegu; y al forastero, HoSeok, le di condición peculiar: lo volví un doppelgänger.

Pero seguro dirás «son 6 personajes en total. Y el seis no es un número cool, le falta algo».

Le falta un ser para llegar al 7, número de la suerte.

Espero me hayas notado, anticipado, preguntado por mí.

¿Dónde está el séptimo personaje de esta saga?

Debo decirte que estuve presente todo el tiempo; ¡hay que valorar más el lugar que ocupa el narrador! Oh, cierto: escritor narrador.

Yo, ¡yo, yo, yo! Decido si será un "entré al bosque tan bello, pero encantado y me senté sobre un tronco a llorar" o, por el contrario, le quito algo de voz al personaje y le describo cada acción que hace. Dando libertad en diálogos cortos, pero relevantes. O no.

Así que, sí. Esto es meramente una presentación de quién soy. Soy el narrador, sí. La voz que incentiva a tu imaginación a que vea lo que yo he inventado. Pero "narrador" es demasiado formal, solo dime: SeokJin.

O, worldwide handsome. El cuentista.

Como gustes.

Y, para ya dejar de escribir y que te vayas tranquilo; para que los personajes queden viviendo sus vidas dentro de esta historia sin intrusos espiándolos a través de pantallas, escribiré la palabra mágica:

Fin.