Todos los presentes en aquel lugar miraron con lástima y un poco de culpa en sus corazones, a aquel chico de cabellos castaños y es que el les había abierto sus brazos para abrigarlos, quererlos, darles un lugar al cual creian llamarían Hogar.

Tsuna sin poder evitarlo mostró el dolor que le causaba aquella información, porque aunque sabia todo aquel plan, creyó que al menos alguno le seguiría, le apoyaría.

Saber que no, fue un duro golpe a su corazón...

Iemitsu sonrió al ver aquel derrumbe de quien consideraba un inútil, Nana simplemente ignoro al castaño como lo hacia desde que entro a Vongola como asistente de su esposo, creia al igual que su marido que aquel joven frente a ella hacia que su estatus decayera.

Estatus que no seguirán teniendo al justamente hacer aun lado a quien los guardianes de la mafia aman y veneran. 

[ . . ]

Mientras tanto en una pequeña casa casi al final de la calle de la secundaria de Naminori un cuarteto de chicas y dos chicos se encuentran preparando una comida muy especial.

—Al fin conoceré al pequeño Von Bismarck— lanzo al aire un pelirrojo de ojos miel

—Yo solo espero que no sea en un mal momento... dudo lograr detener a dos de esas tres— respondió una pelirroja de ojos verdes, hermana menor del anterior. 

—A dos si podemos...— 

—Ja, como si fuera posible, a la única que entre los dos controlaremos es a la menor de esas lobas rubias y bien lo sabes—

—Bueno... Y eso si lo hacemos antes de que vea que tan mal es el asunto—

La chica iba a contestar cuando el grito de la única castaña del lugar le irrumpió.

—¿Cómo carajos es que paso todo esto, Bermuda?... Te pedí cuidarlo y protegerlo... ¡Explícame como es que Esos idiotas están aquí en Naminori!—

Demasiado tarde.

Se vieron ambos hermanos con el mismo pensamiento al escuchar aquello y rogaban porque nada más pasara o el infierno sería un lindo campo primaveral.

Lamentablemente un lindo castaño corría en ese momento hacia aquella casa, todo por su intuición...