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Capítulo 8: Tan simple como la verdad.



Nota: Lamento mucho no publicar la semana pasada pero creo que todos estuvieron felices con el capitulo de "Un nuevo y conocido mundo" gracias a todos por seguir este fic que no tuvo tan buen recibimiento como esperaba, así muchas gracias a todos-. 

Capítulo 8: Tan simple como la verdad.

"El que estando enfadado impone castigo, no corrige, si no que se venga" ― Montesquieu.

- Terminando así con la era del oscurantismo Merlín como principal precursor en la capacitación y preservación de la magia... - aquella chica leía la lección en voz alta en aquel salón donde Lowell tomaba sus acostumbradas tutorías.

- ¡Ya basta! – gruño molesta azotando su libro donde iba siguiendo aquella aburrida lectura - esto inútil, ni siquiera puedo usar magia – suspiro frustrada por hacerla perder el tiempo de aquella manera.

- No importa si eres mágico o no la historia de la magia es una materia obligatoria – señalo Evie ya acostumbrada a los arrebatos de la loba quien solía gritar al desesperarse.

- Pero es tan aburrida – continúo dramáticamente dejándose caer contra el escritorio demostrando su punto.

- De hecho Lowell un lobo como tú tiene cierta magia en su interior – mal aquella chica que por alguna extraña razón se unió a la clase y había permanecido todo el día ignorándoles entre sus bocetos de dibujos al parecer al fin se unía a la conversación.

- ¿Qué?- ante esto Lowell levanto su rostro confundido e dirección a Mal que solo sonreirá altanera.

- Un lobo con la capacidad de transformarse en un hombre necesita magia – explico la hada levantándose de su lugar - todos los transformistas han dominado este arte, la magia corre por tus venas.

- Ni siquiera puedo volverme un lobo – susurro despacio, lo había intentado y fracaso completamente a lo más que llegaba era mostrar sus garras y colmillos pero ni una sola vez se convirtió en un gran lobo.

- Tal vez no ahora pero mi madre se transforma en un enorme dragón – señalo ella pero aquella joven se limitó a voltear la cabeza confundida pues no le entendía - yo aún no puedo pero a pesar de ser mitad humana eh demostrado ser poseedora de una gran magia solo debo aprender a controlarlo y seguramente podría convertirme en un dragón – termino por explicar su ejemplo.

- Eso es Lowell solo necesitas buscar ayuda, meditar o algo si tienes garras y colmillos estoy segura que podas ser un gran lobo – le animo Evie quien realmente parecía emocionada por aquel hecho, como si transformarse en un enorme lobo fuera lo más cool del planeta.

- ¿Así que puedo manipular magia? – una nueva idea le vino a la menta la oportunidad de poder usar la magia en su interior, esa que Mal mencionaba para llevar a cabo su venganza

- Yo no dije eso pero si esta es parte de ti – explico Mal un poco sospechosa pero sin adivinar lo que Lowell pensaba.

- Magia – y sus ojos se abrieron ante la realización y su sonrisa se hizo más brillante y Mal se arrepintió por un segundo haber dicho algo.

Lowell busca en la biblioteca con ahínco incluso en la sección restringida por la magia, pero Mal debía estar en lo cierto pues aquella barrera que impedía el paso a cualquiera le dejo entrar, permitió el paso a aquella que portaba la magia antigua, como su legado la de los enormes lobos de antaño, Con mucho cuidado busco lo necesario rebusco hasta dar con aquel libro que le ayudaría a desatar su venganza.

Un pequeño libro, uno lleno de polvo cuya advertencia era clara, leer bajo su propio riesgo, entender el costo podría ser tu vida su alma al realizar aquellos hechizos y aquella niña estúpidamente se dijo que no había nada que perder, salió con el libro oculto entre sus cosas, con miedo a ser descubierta busco otro lugar para leerlo, su escondite secreto.

Una melodía entonces le sorprendió, era suave y reconfortante, tranquila y llena de paz, una agradable armonía de sonido.

Aquel era el salón de música, instrumentos inundaban el lugar, un salón en el que nunca había estado, pues la música no era obligatoria para graduarse, era una de tantas actividades extracurriculares que a Lowell no le interesaban y sin embargo ahí estaba siguiendo el sonido de la melodía más hermosa que hubiera escuchado jamás, música que solo había tenido oportunidad de escuchar de los labios de su padre antes de ir a la isla, cuando tarareaba aquellas canciones de cuna de su familia, cuando cantaba solo para hacerla sentir mejor la canción favorita de su madre.

Ella no sabía cuál era aquel instrumento que le atraía tanto como una polilla a la luz, se quedó ahí escuchando aquélla canción tan melancólica pero hermosa sin notarlo sus pies ya le habían llevado a media sala donde al fin llamo la atención del joven que la interpretaba dejando así de tocar tan deleitante sonido.

- Hola – le sonrió aquel joven pelirrojo, su piel bronceada contrastaba mucho con aquel color de pelo, el salado aroma a mar llego a la nariz de la chica, agua marina, rayos solares, el aroma a la vitalidad, al entusiasmo y la valentía casi le hace retroceder, pues aquel chico olía de formas tan ajenas a lo que estaba acostumbrada – em... ¿estás bien? –aquel chico noto el tiempo que Lowell quedó ahí callada solo mirándole fijamente y aquello realmente le había puesto nervioso.

- ¿Cómo llamas a eso? – pregunto ignorando sus anteriores preguntas, acercándose solo lo suficiente para tocar la cola de aquél piano.

- ¿El piano? – y aquel chico parecía divertido por ver conocer a alguien que jamás había conocido uno de esos – y estas son las teclas – explico tocando unas notas – y esas las cuerdas y aquello es...

- Ya entendí – resoplo molesta al notar la burla de aquél chico que sólo sonreía.

- ¿Jamás has visto uno? – ahora le miraba curioso y tras la negativa de aquella joven toco unas teclas solo para notar su reacción - ¿quieres intentarlo? – cuestiono, Lowell observo el piano frente a ella, se había acercado cada vez más, apretó su mochila con fuerza donde el libro que necesitaba pesaba como mil toneladas, volvió a mirar la salida dudando y nuevamente al joven.

Ella asintió acercándose más para tocar con algo de miedo una sola tecla con uno de sus dedos, un suave sonido salió de este haciéndole sonreír y cuando lo intento con toda la mano un estruendo se escuchó, frunció la nariz molesta por aquel acontecimiento, ella no entendía como es que aquel chico hacia tan hermoso sonido y ella solo causaba ruido.

- Jajajaja - la suave risa del chico aun sentado en el banco llamo su atención – se toca así – poso sus largos dedos entonces contra aquel teclado causando nuevamente aquélla armoniosa música.

- ¿Por qué suena diferente contigo? – murmuro frustrada Lowell pues nuevamente intento imitarlo con solo una mano fracasando por completo.

- Soy un príncipe me educaron para saber tocarlo – señalo el joven volviendo a tocar unas cuantas notas causando solamente que aquella chica le mirara incrédula - en mi familia la música es importante – se levantó entonces – se tocar cada uno de estos instrumentos – extendió las manos para mostrar todos aquellos esparcidos por la sala pero nuevamente aquélla chica parecía no creerle – de viento – se acercó a tocar un saxofón – de cuerda – tomo entonces una guitarra – de percusión – toco los bongo - el violín, la flauta, el clarinete – y ante cada instrumento nuevo tocaba para demostrar su punto- las maracas, el triángulo, el ukelele, incluso la batería – aquel joven de inmediato azota los palillos contra aquellos platillos - y la tuba – termina para soplar con fuerza en esta, por un momento Lowell perece que va a salir corriendo ante aquel extraño chico y aquel joven se lamenta ser tan impulsivo pero entonces sus hombros sacuden y la suave risa de la joven llena la sala – claro que mi favorito es el piano – dejo aquél instrumento para acercarse nuevamente a la joven en el otro extremo del banquillo - ¿y tú?.

- Mi padre cantaba para mí cuando era pequeña – sin saber por qué Lowell volvía a contarle a un extraño sobre su pasado, no ella sabía bien porque lo hacia ella quería compartir con todo el mundo al verdadero lobo feroz, al padre que hizo todo para protegerla.

- Mi madre y mi hermana tiene una voz hermosa, me temo que no soy buen cantante, tú debes serlo – sonrió mirándole fijamente pues aquella risa en la joven realmente la hacía lucir hermosa.

- No lo soy – susurró ella apartando la mirada - me gusta cómo suena, tu música – ella volvió a tocar con suavidad aquellas teclas.

- ¿Quieres que te enseñe? – ofreció pues realmente quería volver a ver la sonrisa de la chica a la cual acababa de conocer.

- ¿Puedes hacer eso? – ella nuevamente le miro esta vez realmente esperanzada.

- Si – sonrió al obtener aquélla respuesta sentándose de inmediato en el banco e invitándole, Lowell lo hizo teniendo cuidado de dejar suficiente espacio entre ellos algo que aquel joven noto pero no señalo – debes soltar tu bolsa – señalo el tras estar cómodos – necesitaras tus dos manos.

Pero las manos de Lowell se aferraron nuevamente a la bolsa pues ahí dentro venia aquel libro, la clave para la venganza en contra de Carlos, aquel libro prohibido que no debería ser usado, uno que si alguien más lo encontraba le atraería muchos problemas, ella temió lo peor, se negaba a soltar lo que era su única oportunidad para destruirle para... Lowell suspiro con fuerza deteniendo su pánico.

Ella lo soltó, dejo que aquel bolso que contenía algo tan importante cayera a sus pies olvidado prestando toda su atención al joven que ahora se disponía a enseñarle.

- Perfecto – sonrió él al tener la atención de la chica - mi nombre es Ethan por cierto, mi madre es Ariel – al fin se presentó extendiendo su mano, pues realmente quería conocer el nombre de tan hermosa joven.

- Lowell – soltó tras unos angustiosos minutos - mi padre era el gran lobo feroz – termino ella negándose a tomar aquella mano pero levantando su mirada desafiante ante cualquier respuesta negativa por él, pero los ojos azules de Ethan solo mostraron asombro y nuevamente volvió a sonreír dejando caer su mano entendiendo su negativa a estrecharla.

- Cool – termino antes de llevar nuevamente sus manos nuevamente a las teclas y empezar aquella lección.

Aquel libro quedo olvidado esa tarde donde por horas el sonido casi frustrante de música de la joven se escuchaba, Lowell recordó el libro solo hasta llegar a su habitación, cuándo nuevamente se encontraba vestida por la pijama con aquel aroma tana cogedor, ella miro su bolso con duda, pues tal vez solo tal vez podía ignorar aquel dolor y simplemente comenzar de nuevo, ella podría aprender a tocar bella música, ella podía aprender a vivir nuevamente.

****************************

Sabía que había una posibilidad, una enorme posibilidad de que se los toparan a ellos, los hijos del enemigo de su padre, no es que el tuviera algo en su contra no pero había podido observar que a veces los niños aprenden lo que sus padres les enseñan y nada es más sencillo de repetir que el odio.

Ser rey no era nada fácil, ni toda la preparación previa durante todos esos años pudo prepararlo para esto, porque aun cuando era un príncipe con la responsabilidad futura de reinar, sus padres se aseguraron de darle una vida relativamente normal, de dejarle creer como un chico, de tener amigos y experimentar cosas de niños pero ahora, cuando su edad había exigido tomar la corona todo había cambiado.

Asumir la gran responsabilidad de reinar todo aquel lugar no era nada cool, como solía decir Jay, tampoco era la posibilidad de hacer lo que te diera la gana como se imaginaba Lowell, ojala lo fuera, no ser un rey significaba tener una gran responsabilizar cuidar de todos y cada uno de los habitantes del reino, de asegurarse de tener todas sus necesidades cubiertas y ahora, luego de su gran idea de traer a los niños villanos como todos les llamaban su trabajo era el doble, no solo tenía que asegurar la salida de estos chicos de la isla sino de asegurarse de que todo estuviera en orden y eso no era nada fácil.

Tenía que crear becas para cada uno de los llegados, cubrir sus necesidades básicas mientras estuvieran en la preparatoria, a menos hasta terminar esta, una infraestructura que requería de detalles para no venirse abajo, un fondo para que cada niño pudiera tener la opción de terminar sus estudios y asegurarse de pagar al menos el primer año de universidad para cada uno de ellos, así como hacer reformas en las leyes, porque aun cuando quisiera poder creer que la gente les recibiría con los brazos abiertos, sabía bien que no toda la gente estaba de acuerdo, así que la discriminación tanto en escuelas de nivel superior como trabajos estaría a la orden del día, necesitaba mejorar la ley asegurarse que esos niños no fueran abandonados una vez salidos de la escuela, que no solo los había traído aquí para ser renegados por las personas que deberían ayudarles.

Eso sin contar con el servicio medio y dental, solo dios sabia lo mal que muchos de esos niños estaban.

Estaba también el asunto de las audiencias en la isla, conferencias vía internet que tenía con los habitantes de aquel lugar donde pedían la revisión de su caso, muchos alegaban estar bajo amenaza o solo ser ignorantes del mal que causaron y exigían al nuevo y piadosos rey la libertad, un trabajo ya de por si ocupado como para agravarlo más, muchas madres de la isla hicieron algo extraño, ellas ofrecían a sus hijos en adopción, pequeños niños de 2 y 6 años, incuso hubo algunas que los darían al nacer, el casi no podía creer que una madre se privara de su hijo, entonces lo hablo con sus amigos, luego de que estos le vieron a punto de desfallecer hablaron sobre las maravillas de crecer en una prisión.

La isla no era fácil aprendió, muchas de estas madres preferían separarse de sus pequeños si con eso aseguraban una mejor vida para ellos, pero nuevamente él no podía ayudarles, hubo una pequeña clausula en su decreto, en traer a cada niño de la isla, debían tener 16 años, la edad en que el rey tomo posesión conmemorando así al piadoso regente que les daría una segunda oportunidad, pero la realidad detrás de esta ley era muy diferente, 16 años, porque estas cerca de ser una adulto pero aun no dejas de ser un niño, 16 años porque aun eres capaz de racionalizar con el miedo, el consejo esperaba que aquellos niños dominados por el miedo serían más fáciles de controlar que pequeños indefensos cuyas mentes no entendían la gravedad de sus acciones o adultos que ya no tuvieran remedio.

Claro que hubo excepciones, Carlos y Lowell fueron las más obvias aquellos chiquillos de 14 años debían ser sacados a como dé lugar y Jay que aun cuando ya tenía 17 le trajo para servir como ejemplo, otra opción a la cual no tuvo que discutir fueron los gemelos Gastón, chicos a los que tuvo que traer para poder conseguir la ayuda de su padre y aun que creyó poder mantenerse alejado de ellos la verdad fue muy diferente pues estos niños no paraban de molestar a cada niño de la isla que se topaban, ellos pudieran ser sancionados, reprendidos por sus acciones pero nuevamente el miedo había llenado la cabeza de los niños que temerosos a represarías no solo de estos bribones si no también a la hada madrina callaron los abusos, nadie le creía a un pobre niño villano después de todo.

Por eso no fue ninguna sorpresa cuando se topó con ellos, Ben al ser coronado rey tan rápidamente, al no tener tiempo de vivir una vida de estudiante normal pero negándose a continuar sus estudios en su palacio con tutores privados le daba cero posibilidades de descanso, podía vérsele correr de la escuela a su castillo casi todos los días, pero de igual manera se esforzaba por estar en las clases y más aún pasar tiempo con su amada novia y sus nuevos amigos.

Así que mientras caminaba en dirección a la limosina por una emergencia con el consejo que le ayudaba a regir por no decir que le imponía cosas le hizo salir precipitadamente en medio de sus clases, cruzaba el casi solitario patio donde varias mesas desiertas falta de estudiantes estaban cuando una voz le llamo.

- Pero si es el gran rey en persona – Ben busco la fuente de la voz sorprendiéndose de ver a un chico encima de uno de los árboles el cual sonrió mostrando sus dientes - ¿A dónde va tan a prisa su majestad? – se burló él y diablos conocía a ese chico.

- No lo había dicho antes pero padre tiene razón – un segundo chico salió detrás de aquel roble solo para pararse junto a su hermano que dé un salto cayó al suelo – eres idéntico a tu madre... como se llama oh si Bella – y sip aquellos eran los hermanos Gastón los cuales había tenido suerte de evitar todo ese tiempo, no es que se fijara en eso, pero realmente no necesitaba más problemas, no ahora.

- Hey chicos ¿no deberían estar en clases ahora? – señalo lo obvio no dejándose intimidar de aquellos que acechaban su presencia internándose en su espacio personal.

- Una belleza con cerebro tal como papá dijo – gruño el primer gemelo aquel que bajo del árbol acercándose demasiado a él – ¿me pegunto si al igual que tu madre tienes gusto por las bestias? – la hermosa sonrisa amigable de Ben desapareció tras aquel comentario recomponiéndose casi al instante, era un rey y como tal no iba a caer en las provocaciones de aquellos, no cuando ya sabía que eso era una posibilidad con tanto niño villano.

- Claro que lo tiene, sale con Mal – respondió el segundo gemelo antes de que Ben pudiera articular palabra causando un nuevo malestar en este – no hay bestia más feroz que ella – bromeo el chico causando que ambos rieran.

- Agradecería que limitaran su lenguaje a referirse a Mal – pidió amablemente causando otra risa aun mayor de ellos.

- Hey tercero modera tu lenguaje o el rey aquí podría molestarse – continúo la burla el primer gemelo señalando al rey que realmente empezaba a molestarse.

- Oh tal vez nosotros deberíamos enseñarte modales – gruño el aludido tomando el brazo del rey quien sorprendido intento zafarse pero el Ferreto control de aquel chico le gano, ese que le empujo contra el árbol antes usado para retenerlo a la fuerza – es hora de la bienvenida por parte del rey una que sea digna.

- Dígame algo su majestad ¿qué se siente ser la perra personal de la hija de maléfica? – gruño el primer gemelo acercándose a su rostro - ¿eres también la perra de Jay? Esos dos bribones comparten todo, toda la isla sabe que se prestan al bastardo de Cruella, y a Evie.

- No vayas a romperlo o Mal podría enojarse, ella no es muy compartida con sus cosas. – señalo el segundo pues este ya había sido reemplazado con su hermano sobre aquel joven.

- Jaja chicos – Ben sonrió nuevamente restándole importancia a aquéllas palabras – todo esto es muy divertido pero están a un paso de...

- ¿De qué ser devueltos a la isla? – gruño el gemelo que lo tenía contra el árbol empujándole solo un poco más – Has oído eso, una amenaza fuerte y clara.

- De ser suspendidos, la intimidación en la escuela no es bien vista por la directora – respondió Ben con simpleza.

- Es suficiente chicos – una nueva voz se unió al gruñido que salió de la boca de aquel gemelo, seguramente listo para despotricar algo – debe perdonadlos su majestad, son como animales sin modales – y si Ben reconocía vagamente a esa joven - suéltalo segundo – ordeno ella para ser obedecida en el acto – les encanta bromear – continuo ella empujando a los gemelos para alejarlos del monarca.

- Oh está bien – sonrió nuevamente Ben nada convencido de que aquello fuera solo una broma – y puedes llamarme Ben er...

- Joanna MacLeach – saludo con una enorme sonrisa brillante aquella chica sosteniendo su mano y apretándola con firmeza.

- Cierto Joanna – respondió al saludo con todos sus modales, los gemelos infractores ya olvidados – bueno em gustaría quedarme pero debo irme – se despidió alejándose unos pasos – por cierto deberían regresar a clases o se meterán en problemas – señalo por ultimo para salir de ahí, aquella chica sostuvo la sonrisa y un saludo alegre hasta ver desaparecer al rey al otro lado del jardín entonces su sonrisa cayo y su rostro se ensombreció.

- ¿Pueden decirme que están haciendo imbéciles? – gruño a los dos jóvenes que retrocedieron ante su ira.

- Solo nos divertíamos, estamos muy aburridos – gruño el primer gemelo.

- Esta escuela no es para nosotros – apoyo el segundo.

- Lo sé pero las grandes cosas se hacen esperar, solo no vuelvan a cruzar palabra con él – ordeno dándoles la espalda ya encaminándose a cualquier otro lugar – Lowell por otro lado, sería bueno empezar a conocerla – termino justo antes de que cualquiera pudiera decir algo mas – estoy segura que necesitara amigos, muy buenos amigos.

Y aquellos dos gemelos asintieron chocando palmas detrás de aquella chica que seguía planeando la caída del lobo.

****************************

Aquella mesa se encontraba totalmente llena ahora, se había convertido en una cosa desde que Lowell estaba decidida acercarse a Jay y por qué negarlo la sombra así como la brisa de aquel lugar era simplemente perfecto, así que todos habían pasado sus tardes de reunión a esa mesa en particular donde las rizas y charlas a veces banales nunca faltaban, solo ellos, el pequeño grupo de niños tan diferentes y similares a la vez, porque todos en esa mesa estaban faltos de algo aun cuando ni siquiera lo supieran.

Ese día Carlos tenía una larga reunión con su club de robótica, el joven casi había saltado por las paredes cuando estos le aceptaron y por tal motivo llegaba tarde para unirse a donde sus amigos ya estaban charlando, en sus manos una caja llena de cupcakes era resguardada con ahínco los había preparado bueno no realmente, el solo fue hasta donde Tami la hija de Tania, a la cual había ayudado con su tarea y está a cambio le había preparado esos cupcakes los cuales eran exactamente y perfectamente el número necesario para todos los ahora presentes en esa mesa.

- Al fin Carlos –Jay suspiro dramáticamente sabiendo bien la reacción de su amigo, este obviamente puso los ojos sentándose frente a él.

- Pensamos que algo malo te paso, como perderte de camino aquí – Mal ayudaba a Jay parecía realmente creer en eso.

- Cierto incluso pensé en enviar a la guardia real a tu rescate – Ben se unió a la broma causando más molestia en el pequeño.

- Son todo un amor chicos enserio – frunció la nariz molesto causando una risa por parte del árabe mientras empujaba la caja al centro de la mesa quitando los libros que ahí se encontraban en lo que parecía una sesión de estudio.

- ¿Que traes ahí? – Jay de inmediato tomo la caja para abrirlo – genial – y sin pedir permiso tomo un panquesito y lo mordió.

- Jay no son para ti – pero el chico en cuestión solo bufo como si aquello no fuera una mentira obvia - son para todos aquí.

- En vista de que Jay no está muerto quiero uno – Evie estiro su mano para tomar dicho poste aun cuando Jay le envió una mirada de muerte.

- Oye... eso me ofende pero descuida no los hice yo, Tami en cambio – y tras decir aquel nombre, tras saber que la hija de aquella mujer había horneado los paquesitos todos de inmediato tomaron uno, incluso Chad que en sus palabras nunca se perdería algo hecho por las manos de Tami, era una verdadera chef y Audrey que siempre amaba un buen postre.

Cuando todos habían comido el suyo Carlos noto como un quedaba dentro de la caja, uno que parecía olvidado.

- Ejem Lowell – hablo con suavidad a la chica que no se había percatado de su presencia desde su llegada – este es para ti – coloco entonces aquel postre frente a la chica, puede que haya renunciado a hacer las paces con ella pero al menos esperaba ser civilizados.

- No gracias – apenas si se limitó a hablarla joven, quien si levantar la vista de su libro ignoro aquella oferta de paz.

- Pero...- insistió el joven.

- Dije que no – y la joven empujo el cupcake con un lápiz ocasionando que se volteara en la mesa, el silencio en aquel lugar cayo, todo permaneció un momento callado, aquel simple gesto fue el detonante para una gran tormenta.

- Suficiente – Jay golpeo la mesa levantándose de su lugar para mirar a la chica que a su lado parecía indiferente - sé que tú y Carlos no se llevan bien pero puedes dejar eso de un lado – miro interrogante a la joven que ni siquiera levantaba la mirada de su libro - vivías en la isla de los perdidos todos sufrimos ahí, superado y pasa la hoja.

- Jay está bien. – Carlos parecía encogerse en su lugar tratando de evitar un enfrentamiento.

- No estoy harto ella te mira como si quisiera matarte –ahora miraba al niño que realmente parecía desear en otro lugar - lo que fuera que hiciera Carlos no pudo ser tan malo, nosotros nos robamos miles de veces, Mal le ocasiono esa gran cicatriz en su pierna, este drama es estúpido – gruño molesto mirando a la joven, trayendo a cuenta todas aquellas veces que ella ignoro a Carlos, todos los gruñidos y amenazas hacia el pequeño niño.

- Bien - Lowell cerro su libro con delicadeza - ¿quieres saber que fue? –miro Jay sin expresión alguna - ¿porque no les dices Carlos? – ahora miraba al niño que sin poder evitarlo miro a la chica que al fin volvía a dirigirle la palabra - diles como tomaste mi confianza, diles como dejaste que mi padre bajara la guardia – y todos notaron el momento en que aquel niño se estremeció ante las palabras de la chica - porque no les dices como mataste a mi padre De Vil – gruño molesta levantándose de la mesa para irse del lugar.

- Ella está mintiendo ¿verdad Carlos? – Evie puso en palabras lo que todos temían preguntar, luego de un largo silencio.

- No –susurro aquel niño para sorpresa de los presentes desviando la mirada avergonzado.

- ¿Carlos? – Jay parecía confuso, pues él no podía dar cabida a lo que escuchaba.

- Es verdad – los hombros de Carlos se hundieron con pesadez, su voz casi se rompía ante la confesión, el dolor en sus palabras era palpable - yo mate al gran lobo feroz.

Y un nuevo silencio mortal inundo el lugar.

***********************

Tu idea de venganza había quedado olvidada, el libro donde aquel mortal hechizo se encontraba en lo más profundo de tu baúl, escondido para no ser usado jamás, tus días ahora se dividan entre el estudio con los tutores, las clases de música de Ethan quien resultaba ser sorprendentemente muy agradable, era un total idiota sabelotodo que siempre se quejaba de su madre y su perfecta hermana mayor Melody y aun así seguías tomando aquéllas clases por que el sonido debajo de tus dedos, cuando aquellas teclas eran tocadas a la perfección te daban un gran placer.

Aun te sentabas en aquella mesa, la mesa que fue invadida por todos aquellos jóvenes, que aun te integraban porque no podías esconderte en el salón de música, lo intentaste y Ethan te corrió alegando que esa aula no era para estudiar, así que nuevamente regresabas a la banca a terminar tus tareas además tenías más posibilidades de despejar dudas con tantas cabezas que amablemente te explicaban todo, Ethan siempre estaba muy ocupado después de las clases ni siquiera entendías que podía estar haciendo y la verdad no te importaba.

Carlos de Vil, el odio tan profundo que sentías por aquél joven fue reemplazado por tu deseo a la música aprendiste a ignorarle completamente, el aroma de Jay aun te resultaba atrayente pero definitivamente no ibas a utilizarle más, tal vez solo te mantendrías cerca para seguir envuelta en él, la princesa de los bosques era muy agradable para ti, incluso la chica alfa era civilizada en presencia del alfa que siempre tan amble te sonreirá con calidez.

Audrey y Chad ahora eran parte de tu vida, amigos molestos que compartían tu extraño sentido del humor y Lonnie, ella tal vez y definitivamente se estaba convirtiéndose en una muy buena amiga, estabas empezando a estar agradecida por empujarte tanto, por ayudarte a conseguir aquélla rutina.

Entonces Carlos tenía que arruinarlo como siempre lo hacía, te hacía sentirte en la seguridad de una vida y luego la arrancaba de ti, el niño que volvía a poner de cabeza tu mundo de cabeza te miraba como una víctima inocente sacando nuevamente toda la ira en tu interior, reviviendo el dolor, ganando el apoyo de todos, dejándote sola nuevamente, Jay como era de esperarse salto en su ayuda, Mal te miraba reprobatoriamente, Ben parecía dudoso de tus palabras, Evie se negaba a mirarte y Lonnie ella simplemente te dejo a tu suerte.

Carlos de Vil nuevamente tomaba algo de ti, ese niño volvía a dejarte en la oscuridad.

Esa tarde buscaste el libro nuevamente, lo leíste hasta que las palabras quedaron grabadas en tu memoria, aquel día te prometiste no dar marcha atrás y destruir por completo el corazón del pequeño De Vil, tú te encargarías de hacerle desear nunca hacer enojar al lobo feroz.

Notas:

Al fin aparece oficialmente Ethan y toca el piano, en lo personal adoro el piano, no se tocarlo, tengo cero coordinación y cero talento para eso pero lo amo, la canción que Ethan está tocando cuando conoce a Lowell es Sonata al chiaro di luna de Beethoven

Cuando Ethan empieza a mostrar sus habilidades con los instrumentos no pude evitar imaginármelo como un musical de Disney fue tan gracioso, no pude plasmarlo en palabras pero se los quería compartir jajaja.

Me pareció que los niños villanos vendrían con alguna beca a la escuela que es un internado y debe ser costoso ya que parece ser para niños ricos, cuando Evie y Mal entran a la que será su habitación hay un paquete sobre sus camas parecen ser toallas y jabones, en fin objetos personales por lo que parece que sus necesidades básicas están cubiertas por la escuela, entonces las becas deben ser parte de su propuesta para traer a los niños villanos lo que se traduce a sacar dinero de las arcas del reino, esto es un gran y ambicioso trabajo Ben tendrá muchos problemas para evitar el colapso de la economía ya que no son 3 o 10 son cientos de niños, creo que es noble pero verdaderamente arriesgado.

Tenía que encontrar una excusa para solo traer adolecentes de la isla por eso de los 16 años.

Todos tienen 16 menos Carlos con 14 y Jay con 17 la autora lo confirmo la edad de Jay, me invente la de los gemelos.

Ben contra los gemelos era inevitable que pasara, lo siento pero no se me ocurrió nada mejor

Y ahí está la verdadera razón del odio contra Carlos.

Note que los hijos de las princesas empiezan con la misma letra que sus madres, Ben y Bella, Audrey y Aurora, Chad y Cenicienta (sé que no es su nombre pero como nunca lo mencionan se queda), por lo que Tami para la hija de Tiana tenía que ser, antes de que lo digan Mulan no es princesa así que no aplica mi teoría, al igual que los villanos ellos son muy egocéntricos por llamar a sus hijos parecidos a ellas mismas, Ethan no cuenta por que elegí su nombre por otra razón muy distinta.

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