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Capítulo 5: La hija del lobo feroz.


Capítulo 5: La hija del lobo feroz.

"Nosotros, los humanos tememos a la bestia dentro del lobo porque no entendemos la bestia dentro de nosotros mismos" -Gerald Hausman

Habían llegado a un acuerdo, bueno más bien aquel adolecente monarca decidió ignorando sus protestas, aun cuando él lo hacía por su hogar, así fue como Lowell llego a aquella escuela, el realmente la odiaba, le odio el primer momento en que piso aquel lugar lleno de aromas afrutados y demás, no era para menos aquello era un hervidero de gente el pequeño lobo no había visto tantas personas en su vida desde que visitaba el mercado de la isla, cuando Carlos le enseño a robar, el impulso de salir corriendo en libertad de los bosques fue muy grande tuvo que reprimirlo con toda su fuerza de voluntad mordiéndose el labio para concentrarse en su objetivo.

El acuerdo consistía básicamente en que Lowell tendría que terminar sus estudios en aquella institución, graduarse de la preparatoria y entonces volvería a poseer la cabaña de su padre así como la tierra, aquel gran bosque donde no seria molestado y se encargaría de mantenerlo libre de amenazas, y no parecía muy difícil, si claro con lo que no contaba, bueno solo ella ya que al parecer pensaba en todo, él era muy precavido, era que al vivir durante años sola en un bosque aislada significaba que no asistías a la escuela lo que se traducía a que Lowell no tenía ningún conocimiento, ella tendría que empezar desde cero.

Cuál fue su sorpresa al descubrir que aquel pequeño lobo era capaz no solo de leer y escribir, bueno su letra no era muy legible pero vamos ella no había sostenido un lápiz en años y tal vez su lectura se encontraba en un nivel deplorable, pero de cualquier manera Lowell era capaz de resolver operaciones aritméticas básicas con facilidad, inclusive podía multiplicar de manera simple, claro que no tenía gran practica con esto pero sus conocimientos no eran tan inexistentes, tenía las bases en ciertas áreas específicas como la astronomía conociendo las estrellas , entendía el porqué de las cosas, la explicación sobre cosas simples como la lluvia o la composición de un arcoíris, en pocas palabras Lowell entendía el porqué de los fenómenos naturales que se daban a su alrededor además de ser una ardua conocedora de grandes clásicos literarios que si bien no recordaba con exactitud su rostro al hablarle sobre una gran biblioteca parecía iluminarse de alegría, ella no había estado como todos pensaron viviendo debajo de una roca. Cuando el hada madrina tras un largo examen determino que si se esforzaba lo suficiente poniendo todo su empeño tardaría no menos de un par de años para ponerse a la par que aquellos de su misma edad, Lowell se molestó.

Un par de años, eso era muchísimo tiempo para ella, necesitaba terminar antes no podía pasar tanto tiempo rodeada de tanta gente, no, Lowell realmente quería escapar en aquel momento y huir pero de nuevo el recuerdo de su hogar le hizo desistir de la idea de saltar por la ventana, resignada a su suerte y luego de un gran discurso de motivación por parte de aquella mujer el hada que olía a galletas y magia, porque ahora es cuando lograba clasificar aquel extraño olor, magia, el mismo aroma que la chica alfa desprendía como una peste.

Entonces varios maestros y tutores se presentaron para nivelar sus conocimientos , una aula vacía se convirtió en su sala de torturas donde aquellas personas intentaron empujar en su cabeza aquel conocimiento necesario, lo cual era completamente aburrido pero Lowell prefería estar ahí sentada leyendo aburridos libros, cuando había libros mejores que contaban y hablaban sobre el mundo, tenían una biblioteca enorme ella la había visto solo una vez necesitaba poner sus manos en esos libros, en fin ella prefería sentarse en aquel aburrió salón a estar en su habitación, porque si aquel monarca le puso lo que denomino una compañera de cuarto, ni siquiera podía tener su propio territorio, un pequeño lugar que perteneciera a ella, no, porque aquella dichosa compañera a la cual no podía morder, "la gente educada no muerde a otra gente" le había dicho aquella princesa al inicio de su capacitación, su compañera, la intrusa dentro de su territorio insistía en conocerla mejor, como si ella necesitara amigos, lo peor no era esto, si no que efectivamente aquella chica llenaba la habitación con aromas dulces artificiales, perfumes los llamo ella y para empeorar trataba de invadir su espacio cada vez que podía, intentaba hacer conversación y no se asustaba por ninguno de sus gruñidos, esto era el infierno, realmente empezaba a echar de menos el bosque en la isla, al menos ahí no tenía que escuchar a su compañera hablar sobre estúpidas historias de guerras mientras ella trataba de entender esas estúpidas ecuaciones.

O si Lowell extrañaba el bosque, ella solo quería graduarse para ser libre, correr por el bosque, cazar una buena presa y regresar a su hogar junto a la chimenea donde su padre solía cocinar el mejor estofado de todos y...

- Lowell... Lowell te estoy hablando – y aquel llamado rompió su concentración, o divagaciones al mirar por la ventana hacia los frondoso arboles - ¿has prestado atención a lo que te he dicho?

- No – gruño molesta apretando con más fuerza su lápiz – y no me interesa no necesito saber esto para cazar, no lo necesitare nunca en la vida.

- Tal vez no piensas entrar a la universidad Lowell – le miro molesta aquella princesita – pero si quieres ir al bosque en la casa de tu padre debes graduarte para eso debes aprenderlo – y si aquello fue un golpe bajo pero Evie estaba un poco molesta, ella había sacrificado su preciado tiempo de estudio para enseñarle química a esa niña y esta no le prestaba ninguna atención.

- Bien – rechino los dientes intentando contener su enojo – pondré atención.

- Perfecto, porque no lee el siguiente capítulo en voz alta para mejorar tu lectura.

- No

- Solo hazlo – rodo sus ojos ante la testarudez del lobo.

- No quiero – y aquella niña hizo un pequeño puchero infantil.

- Bien solo lee... aun me sorprende que sepas hacerlo – murmuro para sí, Evie no sabía que los hombres lobos tenían un excelente oído por lo que aquella niña le escucho perfectamente.

- Mi padre me enseño – aclaro mirando el libro intentando leer lo mejor posible, aun se le dificultaban algunas palabras

- Él era un lobo – Evie parecía realmente confusa.

- Antes de ir a la isla él era un hombre y me estaba enseñando a leer y escribir – despejo nuevamente aquella duda en la cabeza de la peli azul.

- Y las matemáticas – continuo por ella Evie mas Lowell se quedó en silencio y aquel agarre del libro se apretó con mucha más fuerza de la necesaria, ella casi lo rompía – debió ser difícil no poder hablar con él en la isla – Evie continuaba hablando intentando comprender a la pequeña niña que resoplaba por la nariz en un intento de tranquilizarse, las palabras en su libro fueron olvidadas pero Lowell no se atrevía a levantar su mirada.

- Ha... Hablábamos todo el tiempo – al fin después de un largo silencio ella explico.

- ¿El gran lobo feroz podía hablar? – pregunto aún más confundida, ella no había escuchado nada de esto, solo sabían que esa bestia gruñía y devoraba todo lo que entraba en su bosque.

- No con palabras – Lowell se rindió dejando caer su libro para mirar por un segundo a la princesa que el miraba ansiosa por una respuesta – los aullidos y gruñidos tienen un significado.

- Oh idioma perro – la sonrisa de Evie ilumino su bello rostro – Carlos también puede hacerlo dice que es por ser hijo de Cruella pero mi madre nunca me dijo que ella pudiera hacerlo.

- Mintió – las manos de aquel lobo se cerraron ante la mención de aquel nombre.

- ¿Qué?

- Yo le enseñe... le enseñe a ladrar.

- Oh... él te enseño matemáticas entonces – aquella chica era realmente muy inteligente pues pronto unió muchos de aquellos cabos sueltos que Lowell no podía explicar debido a sus conocimientos.

- Eso no importa.

- Ustedes eran grandes amigos... ¿Qué fue lo que paso?

- Quiero seguir con la lección – gruño molesta la chica desviando la mirada nuevamente a aquel gran libro.

- Claro por su puesto – suspiro decepcionada Evie ante aquella reacción ella realmente quería saber que pasaba pero no iba a presionar a la loba, estaba segura que con el tiempo ella y Carlos podrían volver a ser amigos y definitivamente iba a ayudar.

******************************

Lonnie estaba realmente avergonzada, había estado juzgando todo el tiempo a aquellos niños villanos nada más pisaron Auradon, claro que intento llegar a conocer mejor a las dos chicas pero fue difícil no dejarse llevar por la influencia de Audrey y Chad, eso no era excusa y su madre realmente estuvo decepcionada y más aún cuando descubrieron que aquellos niños solo hacían lo que estaba obligados a hacer, ellos no habían tenido elección, aun cuando al final eligieron lo correcto Lonnie no se perdonaba el no intentar con más fuerza conocerlos mejor.

Así que con una nueva perspectivo decido intentar conocer a esos chicos, claro que termino llevándose bien con aquéllos jóvenes, los saludos corteses y las cortas conversaciones entre clases parecían una cosa ahora, pero sin embargo ella aun no sentía que eran amigos por más que se esforzó Lonnie se dio cuenta que al igual que Audrey y Chad ella no era de sus personas favoritas y que seguramente le sonreían y hablaban era porque así es como actuaba una persona buena.

Luego llegaron más chicos villanos e intento con más fuerza hacer nuevos amigos, ayudar a estos jóvenes a integrarse y tal vez poder lavar algo de esa culpa que venía arrastrando, sabía que era egoísta hacerlo únicamente por ese motivo pero era un comienzo, sin embargo la mayoría de aquellos chicos solo se juntaban con otros chicos de la isla, se hacían bromas y demás su actitud con los chicos Auradianos era completamente diferente.

Miedo.

El temor era lo que parecía regirles pues después de apreciar lo grandiosa que era la libertad ahí muchos de ellos temían ser enviados de vuelta, la mayoría de ellos venia de hogares muy abusivos, de familias con carencias extremas de un mundo donde prácticamente inclinaban la cabeza para no ser golpeados, muchos de estos chicos fueron presa fácil para varios de sus compañeros aun llenos de prejuicios, o lo eran al menos los niños que venían de familias comunes, aquellos que no eran hijos de los villanos más infames se sometían ante cualquiera solo para estar a salvo.

Ella noto como aquellos chicos aun miraban con verdadero terror a Mal y sus amigos, como se apartaban de su camino al verlos pasar, en una ocasión pudo ver como en la cafetería Jay regreso a tomar el ultimo pudin de la barra cuando este otro chico sin notarlo le tomo antes, cuando se dio cuenta de su error empujo el postre al árabe y se disculpó para salir corriendo, ella comprendió entonces como era regida la isla, entendió el por qué el primer instinto de aquellos chicos fue intimidar y tomar para sí, ellos habían tenido que convertirse en villanos para sobrevivir.

En otra ocasión vio a Carlos correr por los pasillos seguido por aquel perro, en sus manos un montón de libros parecían querer caer justo entonces aquel niño distraído choco con otro cuerpo aun mayor, aquel otro chico de la isla también al notar por sus ropas y el lenguaje tan florido que uso cuando fue golpeado palideció en seco al notar quien era precisamente el infractor, escucho susurros detrás de miedo cosas como "Joder es De Vil" "Jay va a matarte" o incluso "Si Mal se entera", pero Carlos aquel adorable niño se limito a sonreír y agradecer cuando este disculpándose le levanto los libros, vio como aquel pequeño suspiro al notar el miedo en aquellos ojos, ella no sabía qué hace algún tiempo el agradecía ese terror al verlo y ahora solo lo aborrecía, pues en un mundo donde la magia era posible la chica con el poder para derrotar a Maléfica era intocable al igual que sus amigos cercanos.

Los únicos que parecían no mirarles con aquel grado de temor eran ellos, los hijos de otros grandes villanos que se negaban a subordinarse, ellos nunca le tuvieron miedo y aun con el temor de ser enviados de vuelta a la isla podías verlos tener conversaciones no tan ambles por el campus, llenas de amenazas de muerte y demás, sarcásticas guerras que no pasaban a mayores gracias a dios.

Así que las posibilidades de hacerse amiga de alguno de estos chicos se vieron frustrados para Lonnie, afortunadamente su oportunidad llego cuando aquel su amigo el propio rey adolecente de Auradon necesitaba una compañera de cuarto para la única chica villana que no vino con un par, eso era justamente lo que estaba esperando, por lo que sin perder más tiempo busco a Ben para decirle.

- Vamos yo seré su compañera – y bueno tal vez saltando sobre Ben, no literalmente obviamente, para explicarle con entusiasmo sus ganas de ser la compañera y tal vez nueva mejor amiga de la hija de lobo feroz no parecía convencer a aquel rey.

- Estas segura Lonnie no quiero que te sientas obligada – continuo el puesto que después de Audrey ella era una amiga muy cercana y creía que le eso le obligaba a tomar esa tarea.

- Oh vamos Ben no es como si ella mordiera o algo – bromeo con una gran sonrisa pero el silencio del Rey le hizo dudar - ¿Estas bromeando?

- Ya no lo hace, ella dio su palabra – término solemnemente pero aun dándole una oportunidad para escapar.

- Lo hare, seré la compañera de la hija del lobo feroz – sin embargo ella no se rendiría, era un guerra y no iba a decepcionar a su madre.

Tal vez ella se había equivocado un poco, bien mucho ser la compañera de una chica que literalmente podía rasgarte la garganta con sus dientes, ella escucho que lo intento y con Carlos, con sus amigos ahí frente, si esa chica era capaz de algo así frente a lo que parecía los chicos más intimidantes de la isla, que se esperaba ella.

Armándose de valor, y mucha suerte Lonnie entro decidida a la habitación, donde ya se encontraba su compañera, nunca tuvo tanto miedo que entrar a su habitación como en aquel momento donde la penumbra le recibió por que al parecer llevarla en la noche era necesario, al principio no podía ver nada en aquella oscuridad hasta que lo escucho, un suave gruñido el cual se incrementó al dar un paso más dentro de aquella habitación.

Dos brillantes ojos dorados le miraban fijamente desde una de las camas, afortunadamente no era la suya intento dar un paso más cerca pero un nuevo gruñido la congelo en su lugar.

- Ejem – se aclaró la garganta dispuesta a hacer esto bien – ¿Lowell?, hola soy Lonnie tu compañera de habitación – hablo a la oscuridad pero no parecía tener respuesta – está bien voy a prender la luz – y diciendo esto la encendió, una cabellera rojiza detrás de la cama, la chica se escondió al parecer justo cuando la oscuridad se fue – ¿estás bien? – nuevamente solo recibió un gruñido – bueno me da mucho gusto que estés en Auradon espero te agrade el lugar y si tienes algún problema no dudes en venir conmigo, me gustaría que llegáramos a ser buenas amigas.

- No – aquella simple palabra detuvo el discurso bien pensado de la oriental – no necesito amigos – gruño molesta la chica levantándose de su escondite – solo sal de mi camino - termino para acercarse a la ventana e ignorarle.

Lonnie soltó un suspiro derrotada dirigiéndose al baño para una relajante ducha, saliendo con renovadas fuerzas, ella no se rendiría.

- Es toda tuya – señalo la oriental causando que la loba le mirara confusa ladeando la cabeza como un cachorro – la ducha, puedes ir a bañarte.

- Ya me eh lavado antes – frunció la nariz – Evie me hizo tomar uno cada día que me veía.

- Ahora tienes la oportunidad de tomar otra - sonrió cálidamente – debió ser un largo día, solo ve y relájate- aplaudió con sus manos casando mas confusión, pero aún así la chica sintió.

Lowell entro al baño por que recordaba lo cálido que eran los baños con Evie, recordando entonces todas sus instrucciones ella entro a la bañera quitándose la ropa miro las manijas frente a ella y tratando de recordar que era lo que hacia la princesita giro una de estas, el agua hirviente no tardo en caer en su espalda, rodando por sus hombros y quemándole hasta hacerle gritar de dolor.

- ¿Lowell estas bien?- Lonnie no lo pensó dos veces al escuchar aquel grito por lo que abrió la puerta para entra y ver a la chica pegada en una esquina en dolor.

- Quema – jadeo levantando su rostro rojillo por las quemaduras, en sus hombros aun podía ver la carne levemente enrojecida.

- Tienes que mover la otra manija – de inmediato abrió la otra manija para nivelar la temperatura del agua - vez esperas a que se ponga tibia – sonrió cuando el agua era perfecta al fin - estas toda quemada déjame ver – trato de acercarse a Lowell pero esta de inmediato se alejó de su toque.

- ¡¡No!! – gruño.

- Solo quiero... - pero un nuevo gruñido la detuvo- bien saldré tu termina de bañarte y lo veremos después – suspiro ella saliendo del baño y dejándole continuar.

Con mucha precaución aquella chica toco el agua asegurándose de que no le quemara, sonrió al ver lo cálida que era y definitivamente era igual a los baños de la princesa por lo que de inmediato procedió a bañarse, usando demasiado jabón y secándose con cuidado al terminar, cuando salió del baño la otra chica no parcia estar por ningún lado, entonces mientras ella secaba su cabello la puerta se abrió nuevamente.

- Mira tengo este bálsamo para tu espalda date la vuelta y yo puedo – aquella, su compañera entro de pronto asustándole, pero aun parecía querer tocar su espalda.

- Dije que estoy bien – volvió a gruñirle en un intento de alejarla pero está nuevamente se acercó más pasos a ella.

- Te quemaste con la ducha solo déjame ver – insistió Lonnie ella no se iba a rendir gruñidos o no.

- ¡¡¡Aléjate de mí!!! – trato de saltar lejos pero aquella chica logro jalar la toalla que le cubría su espalda quedando en silencio de inmediato.

- Te has curado... - murmuro sorprendida, Lowell miro sus hombros salpicados en pecas libres de toda irritación, miro en el espejo del pequeño tocador su espalda completamente curada, aun sorprendida camino hasta donde un cuchillo se encontraba y corto su brazo causando un chillido de la oriental pero llenándole mas de confusión y asombro pues de inmediato aquella herida se fue cerrando lentamente– que estas haciendo.... ¿Cómo hiciste eso? – mas esta le ignoro para entrar nuevamente al baño.

Lowell no lo podía creer, ella recordaba como su padre se curaba en cuestión de horas grandes heridas en su pecho cuando era niña pero todo había cambiado en la isla, el no solo había perdido la capacidad de cambiar sus pieles sino que además la curación era demasiado lenta y ella jamás pudo sanar tan rápido, entonces lo recordó, el momento en el que llegó de la isla cuando sus costillas rotas fueron lastimadas por aquel joven moreno ella haba despertado horas después sin dolor alguno y todas sus marcas desaparecieron después de eso, no se había percatado antes pero realmente parecía como si aquella barrera había suprimido su poder, corrió de vuelta al baño ignorando a la chica que le gritaba tras cerrar a puerta, parándose frente aquel espejo y concentrándose lo más que pudo suspiro para dejar salir su lobo interior.

Sus colmillos se alargaron como los de un feroz lobo, garras afiladas se aferraron al lavabo, sus orejas crecieron hasta hacerse enormes y en puntas pero lo que realmente le sorprendió fue como aquellos puntos rojos le miraban atreves del cristal, sus dorados ojos habían sangrado a rojo en cuestión de segundos, ella era un alfa, ella era igual a su padre, la emoción le envolvió al igual que un montón de dudas, sobre todo aquella que desde hace tiempo rondaba por su cabeza.

¿Tal vez ella sería capaz de cambiar como su padre?

Lowell esperaba poder convertirse en un gran lobo.

******************************

Caminaba con toda velocidad por el campus en sus brazos un montón de libros se apretaban contra su pecho, le había dado el día libre de estudios, algo sobre exámenes de no sé qué mantuvo ocupado a todos sus tutores, maestros incluidos pero si ella se sentaba a no hacer nada nunca se graduaría y terminaría en ese lugar de por vida, "tal vez eso era lo que el alfa planea" gruño pensándolo, por lo que sin perder el tiempo corrió a la biblioteca a buscar lo necesario para estudiar, casi se distrae al mirar aquella hermosa colección de clásicos, joder era enorme y tenía todos los libros que su padre solía contarle los favoritos de su madre.

Sin embargo al parecer muchos otros estudiantes tenían la misma idea ya que aquello era un hervidero de gente, Lowell apenas había encontrado una mesa para si cuando las sillas a su alrededor se llenaron con estudiantes ruidoso, claro que ella los ignoraba pero su sola presencia le afectaba por lo que tomando sus libros, todos los que pudo cargar y eran muchos porque hola fuerza sobre humana aquí, salió corriendo a buscar un mejor lugar para estudiar.

Cuando creyó encontrar una mesa vacía alejada de todos con buena sombra y sobre todo cerca del bosque Lowell sonrió con triunfo entonces aquella joven de aroma a jazmín, su irritante compañera de cuarto llego para hacer compañía y lo peor es que no se callaba porque ella gruñía y se alejaba de esta, por cada paso que ella daba lejos aquella chica parecía dar dos más, era simplemente exasperante, con un último gruñido y luego de que al parecer dos chicos más se unieran a la mesa, una de ellos tenía un aroma demasiado dulzón y el otro parecía bañado en cedros, debió usar mucho de ese perfume que Lonnie tanto mencionaba, ella salió de ahí molesta.

Encontró un reducido espacio detrás de unos arbustos y debajo de un frondoso árbol en los bosques de la escuela, aquello era simplemente perfecto, no había gente molesta, su compañera nunca le encontraría ahí y no solo podía estar en paz si no disfrutar de la naturaleza, de inmediato se quitó sus botines, aquellos que debía usar todo el tiempo, alejo sus medias y dejo que sus dedos de los pies de fundieran en el pasto, escarbando en la tierra donde al fin se relajó, tomando un libro se dispuso a leer al fin en paz.

Diez minutos después boto el libro muy lejos por que enserio ¿para que necesitaba saber lo que era un jodido electrón? eso nunca lo necesitaría, abatida y sin posibilidad de continuar aquel estudio, esperaría a que Evie terminara su dichoso examen para que le explicara con claridad tomo uno de sus otros libros, el libro favorito de su madre, uno del cual su padre le hablaba todo el tiempo, la historia que escucho para dormir durante años, tan inmersa se encontraba en su lectura, asombrada por tantos detalles que su padre nunca recordaba que no lo escucho, no fue sino hasta que una pequeña nariz toco la punta de sus dedos que reacciono a la criatura que invadía su espacio.

Un perro, un pequeño animal que olfateaba con gran curiosidad su espacio personal, pensó en gruñirle para alejarlo pero en lo personal prefería mil veces este tipo de compañía que las personas, entonces aquel perro ladro suavemente y supo que buscaba una pelota la cual se encontraba a un costado había rodado hasta ella sin notarlo, ese libro sí que era bueno.

Con una enorme sonrisa y luego de acariciar sus orejas y unas cuantas lamidas de agradecimiento después entrego la bola al animal que salió justo cuando aquella voz sonó.

- Dude ven aquí – Lowell se congelo, ella conocía aquella voz, olfateo el aire solo para estar segura y si efectivamente era el mismo aroma a chocolate y tierra mojada que tanto anhelaba.

Con mucho cuidado coloco su libro a un lado para luego gatear suavemente hasta los arbustos donde abriéndose paso entre las ramas y hojas pudo observar lo que pasaba, un montón de chicos parecían jugar con aquel perro y ahí estaba el.

Carlos de Vil

Aquel chico que parecía completamente feliz reía cuando aquel pequeño cachorro le pido sostenerlo, entonces ese animal lamia su rostro con gran entusiasmo y Lowell pudo observar aquella alegría en el pecoso, sus ojos parecían llenos de amor y felicidad, su sonrisa era radiante como un gran sol iluminándolo todo, y ella lo odio, le odio por que no podía comprender como aquel niño que tanto dolor le causo ahora era tan feliz.

En un instante junto a Carlos la princesa de los bosques se encontraba a su lado acariciando al perro, detrás de ellos riendo como jóvenes enamorados estaba la chica alfa junto al alfa de cabellos dorados y cuando creyó que nada podía ser peor aquel glorioso aroma le golpeo de frente, trotando detrás de ellos llego el, con su inconfundible aroma, el joven que le causaba tanta confusión, el sudor corría sobre su piel causando una mueca de desagrado de la princesa quien se alejó de inmediato cuando este intento abrazarla, ella no entendía lo intoxicarte que era aquel aroma, la pureza de su fragancia natural, fue entonces que aquel brazo se perdió en los hombros de Carlos para atraerlo así entre protestas y empujones totalmente falsos.

Toda la ira que ella había reprimido regreso entonces, aquel niño tenía una familia, el había reemplazado lo que ella una vez le ofreció con aquellos jóvenes, le vio sonreír y reirás, bromear felizmente, incluso parecía totalmente gusto con aquel perro cuando durante mucho tiempo ella le vio temblar ante cada mención de su padre, Carlo de Vil era feliz, él tenía un nueva manada y eso no le gusto.

Aquello no era justo, no era justo que aquel chico que le arrebato todo lo tuviera ahora, las garras en su manos se incrustaron sin poder evitarlo en las frágiles ramas que crujieron suavemente bajo la presión, sus dientes amenazantes querían saltar a la garganta del niño y destrozarlo en un instante, ella ansiaba venganza, el recuerdo de su padre le hizo detenerse, ella no podía matarle, ella había prometido además al alfa no derramar sangre en la escuela.

Entonces la suave risa de aquel chico le trajo nuevamente a la realidad, pues mientas aquel otro joven de intoxicarte aroma le abrazaba los ojos de Carlos nunca dejaron de mirarle, ella lo supo entonces, entendía por que Jay olía tan embriagador, porque parecía atraerle, aquel joven olía a compañero, podría ser que Carlos no fuera un lobo pero definitivamente se sentía atraído por este otro chico, ella vio su oportunidad.

Carlos le había arrebatado todo, ella tomaría lo más preciado para él.

Lowell se encargaría de destrozar su pequeño corazón, después de todo no dijo nada de derramar algunas lágrimas.

Notas:

Lowell llama a Ben Alfa porque al ser un rey es el que manda y también ve a Mal como un Alfa, aun cuando hace caso mayor parte a Ben se rehúsa a inclinarse con Mal.

Por si no les ha quedado claro Lowell es como un hombre lobo, corre muy rápido, se cura con facilidad, tiene más fuerza y su olfato es muy bueno, casi tanto como su oído, así que recapitulemos los aromas importantes hasta ahora, como podrán haber notado voy a tomar muchas similitudes con los hombres lobo de Teen Wolf, el que los ojos de Lowell brillen rojo como signo de ser un alfa es una de ellas.

Tuve una gran discusión para elegir el libro favorito de Lowell con mi padre, la cuestión es que no nos pusimos de acuerdo porque mi libro favorito es la sirenita pero la versión original y aparte de eso me encanta la Iliada pero como que no pegaría mucho con la madre de Lowell así que chicos cuál es su libro favorito?

El que Jay huela a compañero no es la razón por la que Lowell se siente atraída a el pero como apenas si tiene experiencia y realmente no ha convivido con seres humanos en mucho tiempo se equivoca.

Jay huele a desierto y especias picantes.

Evie a Manzanas dulces y hojas del bosque.

Carlos a chocolate y tierra mojada.

Mal cenizas, hierbas silvestres y magia.

Ben a madera, lavanda y libros viejos.

Lonnie, Jazmín y Bambús.

======L

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