Capítulo 15: La verdad dentro de mí.
Notas: Antes que nada quiero que entiendan una caso siempre trato de transmitir un mensaje en mis fics, por lo regular es recalcar el mensaje que da dicha historia en la que me baso, en Descendientes habla sobre la aceptación, sobre no buscar la aprobación de los padres ni la de los demás, de ser lo que uno quiere ser simplemente, así que chicos sonara cursi pero como dijo Ben "solo sigan a su corazón" sean fieles a ustedes y recuerden no por que no sean como los demás significa que hay algo mal en ustedes, todos somos diferente y eso es lo que nos hace únicos e incomparables.
Capítulo 15: La verdad dentro de mí.
"No soy tan bueno como parezco. Nadie lo es. Todo el mundo guarda algún secreto que lo atormenta" - Benito Taibo
- ¿Mamá? – el susurro casi inaudible lleno la habitación - ¡Mamá! – grito con más fuerza cuando el rugir del cielo se hizo más fuerte.
- Shhhh tranquilo Jayden estoy aquí – y aquella mujer acuno con suavidad el cuerpo del pequeño niño reconfortándole – todo estará bien –murmuro acariciando sus cabellos mientras afuera la tormenta se desataba – tu padre estará en casa pronto.
- Tengo hambre mamá – la pequeña voz se alzó entre las ropas de la mujer y la mirada anhelante de su hijo le miró fijamente.
Y ella le sonrió acuno su mejilla con suavidad para llevarle lejos de la cama, ahí la pequeña mesa en la habitación y tras sentarlo en aquel viejo banco de madera busco entre los estantes de la pequeña cocina algo para su pequeño, afuera la lluvia parecía bajar, las suaves gotas de lluvia golpeaban las láminas que serían de techo y ella al fin encontró algo, un pedazo de pan duro algo mohoso lo limpio lo mejor que tuvo derrotada por no tener algo mejor para su pequeño y con el corazón en la boca y el estómago vacío le dio a su hijo el ultimo trozo de alimento de toda la habitación.
- No quiero – frunció la nariz aquel pequeño tras examinar el pan, cansado de comer siempre desperdicios, molesto por su madre por darle tan poco, y se cruzó de brazos aun cuando la mujer intento darle pequeños trozos de pan - ¡no! – gruño frustrado lanzando con fuerza el trozo de alimento hasta el otro lado de la habitación en un berrinche colosal – quiero otra cosa, quiero a papá – chillo el niño, llorando entre la impotencia y el hambre, entre el orgullo y deseo de algo mejor para su estómago.
La mujer suspiro levanto el trozo de pan para colocarlo sobre la mesa, miro por la ventana y a la puerta, observo el viejo reloj en la pared contando las horas que su esposo llevaba ausente, miro al pequeño niño que lloraba de hambre y acuno su vientre hinchado, ella se decidió, tomo el pequeño manto para cubrir su cabeza y tras una última mirada a su niño salió de la casa "No abras la puerta, no abras a nadie" fueron las últimas palabras que Jay escucho de su madre.
Afuera la lluvia arreciaba cada vez más.
Su padre regreso horas más tarde en sus brazos aquella mujer dormía plácidamente, Jay no entendía lo que sucedía al principio su padre dejo a su madre en la cama para salir corriendo, un hombre extraño entro entonces miro a su madre en la cama negó con la cabeza, su padre grito, corrió al hombre entre maldiciones y se inclinó contra la cama abrazando a su mujer, Jay solo vio caer la mano laxa de su madre desde donde Jafar la sostenía.
- ¿Mami? – pregunto dudoso, cuando los gritos y maldiciones de su padre se volvieron lagrimas - ¿Papi que le pasa a Mami?- acercándose aquel pequeño niño apretaba sus pequeñas manitas en puños nervioso pues todo aquello era confuso para él. – papi porque...
- ¡Cállate! – y la voz de su padre le asusto, aquel hombre que jamás le había gritado por primera vez levantaba la voz en su presencia - ¡esto es tu culpa! – y soltó el cuerpo de su mujer para acercarse al niño donde una bofetada resonó por toda la habitación – la has matado – gruño sacudiéndole, asustándole aún más – los has matado – repitió mientras las lágrimas del pequeño llevaban su infantil rostro – ¡eres un maldito asesino! – y el hombre lo pateo, le saco de la habitación para llorar a una esposa amada.
Jay no entendía mucho, sabía que algo malo le había pasado a su madre, pero no entendía que, ella le había protegido durante mucho tiempo de los horrores de la isla, de la maldad de los hombres, del temperamento de su padre y ahora, cuando ella le dejo no tenía a nadie, Jay acuno su mejilla sollozante por el dolor esperando que su madre despertara y le abrazara otra vez, se dejó caer en una vieja alfombra bajo los estantes de la tienda de su padre y ahí en la soledad Jay se quedó dormido entre lágrimas y sollozos.
Años después entendería lo que sucedió realmente, lo que era una madre capaz de hacer por sus hijos, cuando una mujer intentó robarle y el sin dudar enterró su cuchillo afilado en su costado, demasiado tarde noto al niño escondido detrás de ella, aquel pequeño que al igual que el alguna vez lloraba de hambre, Jay se dijo que no importaba se alejó de ahí ignorando los gritos de un hijo intentando despertar a su madre al borde de la muerte, él definitivamente no le importaba aquel pequeño.
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Estar en el equipo de animadores tenía que admitir Jay no era tan malo, no solo había logrado hacer que Carlos le volviera a hablar y si está bien tal vez las cosas no eran como antes pero al menos el niño ya empezaba a bromear más con él, la razón Lowell, la chica que lo había utilizado vilmente era lo único porque Carlos volvía a tener esa alegría a antes de que esta llegara, de hecho casi estaba seguro que cuando estaba con la chica su rostro se iluminaba.
Lo más extraño era que cuando antes Lowell gruñía a Carlos empujándole lejos ahora parecía buscar su tacto, la chica extrañamente sonreía más en su dirección y gruñía a él pero por los gestos de Carlos esos gruñidos eran más que palabras entre ellos, de mala gana tuvo que aceptar que la loba había sido fundamental para que Carlos volviera hablarle aun cuando de verdad debía odiarla, ese era otro asunto, Jay empezó a recordar cosas de su relación con ella, más en específico aquellos momentos.
El deseo incontrolable por poseerla, el placer de someterla bajo de su piel y la sensación de anhelo por enterrar su nariz en el cuello pálido de la chica pero lo que más recordaba era el dolor, no el suyo si no el de ella, sus ojos llorosos cuando le pedía parar, sus lamentos empujándole, Jay podía sentir como cada fibra de su ser quería alejarlo y sin embargo el nunca dio marcha atrás, así que la duda era esa, ¿Por qué si Lowell lo hechizo para salir con ella odiaba tanto su toque?, ¿Por qué parecía más que mortificada que orgullosa?, ¿Por qué de ellos dos ella parecía la más miserable?
- Así que simplemente enloquecí a tu alrededor – Había empezado al fin aquella charla tan necesaria - y para ser francos no era normal mis amigos pensaron que estaba hechizado e intentaron romperlo varias veces sin éxito, así que mi pregunta es...
- Estaba en mí, el hechizo hizo mi calor más potente - explico sin dejar de mirar sus notas, evitando completamente su mirada - y te hice el blanco de él, solo tu podías olerlo – soltó en un suspiro.
- Eso explica mi obsesión por olfatearte siempre – pensativo Jay se quedó varios minutos asimilando lo que había dicho la chica, realmente todo tomaba sentido - y que ni el lago encantado funcionara – gruño lo último no tan convencido pero bueno si el hechizo estaba en ella era más fácil seguirle la pista y mantenerlo.
- Lo siento – soltó cerrando los ojos completamente mortificada.
- Un hechizo que vuelve a su víctima loco de amor por ti – tras la disculpa de la chica Jay se quedó en silencio para finalmente hablar - ¿Qué era lo que querías lograr? - pregunto al fin - lo siento pero es obvio que el ser tocada de aquella forma fue algo traumático para ti, no era yo mismo y está tu cero afinidad al contacto que...
- Quería hacerle daño a Carlos – respondió ella apretando los puños con fuerza no queriendo revelar esa información, no cuando ella empezaba a llevarse mejor con el niño, no cuando su rota relación empezaba a curarse.
- ¿Qué? – Jay se tensó entre molesto y confundido, enojado porque Lowell quisiera dañar a Carlos y confundido por que no entendía que tenía que ver en todo eso.
- Tú eras la mejor opción – continuo ella sin explicar - solo quería verle solo, quería venganza - murmuro bajito casi en un gemido de dolor y Jay lo entendió entonces, Lowell estaba enojada, había sentido celos de lo feliz que era Carlos ahora de la pequeña familia que tenía mientras ella lo perdió todo, había perdido a su padre y por los relatos de Carlos también perdió al niño - pero entonces todo se sentía tan mal y tú eres muy agradable cuando no estás loco por la magia.
- Valió la pena – soltó cuando al fin entendió los verdaderos motivos de la chica - ¿sufrir tanto por una estúpida venganza?
- El mato a mi padre Jay – respondió pero aun no le miraba y la joven parecía repetir eso, como para convencerse a sí misma, como si estuviera buscando una justificación adecuada al martirio que sufrió.
- No lo hizo – respondió en cambio - el cometió un error, todos lo hacemos Lowell – Jay ya no estaba molesto toda la ira que Lowell había causado en él se había esfumado en un instante pues ahora solo veía a un niña perdida, a alguien que lo perdió todo y nunca tuvo una mano amiga, a alguien que perdió su único pilar por un pequeño error.
- Tú no lo entiendes – negó con la cabeza apretando más los puños pues sentía las garras filtrarse - él era todo lo que tenía, él estaba dispuesto a suplicar porque me dejaran en Auradon- jadeo recordando aquel horrible recuerdo, el momento en el que vio cómo su orgullo padre se sometió ante cazador, al recordar rogar como un vil omega - Jay vi a mi padre doblegarse ante un hombre y rogar por mi vida, le vi sufrir una dolorosa transformación – y su voz sonaba cada vez más estrangulada - no pude volver a escuchar su voz y entonces cuando los cazadores vinieron le distraje y lo mataron – sus hombros se sacudieron con fuerza entonces, las lágrimas al fin empezaron a salir manchando las hojas en la mesa - Todo fue mi culpa – apretó los ojos con fuerza admitiendo al fin su error - yo fui quien atrajo al primer cazador – murmuro mucho más bajo - yo lleve a Carlos con mi padre y le suplique dejarlo entrar, yo lo mate Jay – continuo, porque si ella no le hubiera desobedecido, si nunca se hubiera alejado más allá de su cabaña en el bosque aquel humano nunca le hubiera visto, nunca la hubiera notado y tratado de tomar su padre nunca le hubiera atacado y los guardias jamás le hubieran encontrado, ellos jamás hubieran sido enviados a la isla de no ser por ella - yo mate a mi padre, pero era más fácil culpar a Carlos que aceptar mi culpa – admitió al fin, lo que tanto temía, la verdadera razón por la que huyo al bosque y nunca respondió a los aullidos de Carlos, el por qué aun cuando le dolía tanto lo que le hacía Jay seguía dejándose, se castigaba, ella quería sufrir, pues de no ser por ella, por hacer caso a un cachorro perdido y suplicar a su padre nuevamente, su padre aun seguiría con vida.
- Tu no lo hiciste – Jay sorprendido por aquella repentina declaración trato de tranquilizarle - escúchame Lowell – y la tomo por lo hombros para obligarle a mirarle - ni tú, ni Carlos tiene ninguna culpa ok – levanto su barbilla para que ella viera la sinceridad en sus ojos - tu padre murió en manos de un cazador sin escrúpulos y tú y Carlos se han estado culpando todo este tiempo – continuo lentamente asegurándose que la chica entendiera cada palabra - pero ninguno la tiene.
- Realmente soy una calamidad- más ella no quería escuchar, al fin había aceptado el dolor, la responsabilidad de sus acciones, una mala decisión tras otra - incluso mate a mi propia madre al nacer – susurro sorprendiendo a un más a Jay - nunca debieron sacarme de esa isla - y sus ojos parecían vacios, llenos de dolor y mortificación, Jay vio como el rostro casi siempre cerrado a las emociones de esa niña finamente se habría y le dolió lo que vio, soledad, resignación pura, odio a sí misma, pues aquella chica estaba completamente segura de que todo el mal que le pasaba, de que las acciones de terceros eran su culpa, que todo el dolor que sufría lo merecía, el simplemente no podía dejar que eso continuara.
- Yo fui el único de nosotros cuatro que conoció a su otro padre – susurro bajito soltando un poco el firme agarre de sus hombros - mi madre era muy hermosa, ella solía contarme hermosos cuentos sobre tesoros y ladrones de Agrabah – sonrió un poco ante el recuerdo de su madre - en mi casa solo existe una cama los tres dormíamos en ella, mi padre en aquel entonces no era como lo es hoy, aún era avaro y ansiosos por tesoros pero sus métodos eran más suaves, un día simplemente llore que tenía hambre – y un nudo en su garganta se formó al empezar a relatar - la comida es escasa en la isla pero aun así me negué a comer aquel pan rancio, mi padre estaba fuera buscando mercancía para tienda y mi madre me cuidaba, ella estaba embarazada – cerro los ojos para soltar un suspiro buscando fuerzas, pues el dolor de aquel recuerdo siempre le perseguía - tanto fue mi llanto que ella salió a buscar otra cosa, algo para alimentar a su niño pequeño, pero la isla es un lugar peligroso y fue atacada - Lowell levanto la mirada entonces, aquella que bajo en cuanto Jay le había soltado - padre no me dijo más, deje de dormir en la cama y mi nuevo lugar de descanso fue una vieja alfombra bajo una repisa, por mucho tiempo apenas si me alimentaba, y me culpe por mucho tiempo, aun a veces lo hago pero entendí una cosa – él ahora la miraba no había dolor en sus ojos sino todo lo contrario parecía paz, algo muy cercano al amor - ella me amaba y cuando un padre te amaba lo suficiente hace cosas estúpidas para ti, supongo que no pudo evitar verme llorar, la desesperación le hizo salir – y sonrió entonces una ella parecía débil y pequeña sonrisa - no fue mi culpa fue algo que simplemente tenía que suceder, la muerte de tu padre no fue tu culpa él te defendió porque te amaba y mucho menos la de tu madre lo es – termino mirándole fijamente tratando de transmitir todo aquello en una mirada.
- ¿Realmente lo crees eh? – y ella parecía realmente un poquito esperanzada sus palabras.
- Ciento por ciento – sonrió nuevamente esta vez mucho más alegre.
- Hueles bien – dijo ella luego de varios minutos desviando la mirada con vergüenza.
- ¿Qué? – aquellos sí que lo confundió.
- Esa es otra razón por la que lo hice – explico realmente mortificada - hueles bien.
- ¿Bien? ¿Cómo flores o cómo qué? – Jay estaba mucho más confundido, sabía que Lowell tenía una nariz muy fina había escuchado llamar a Evie princesa de los bosques un par de veces y cuando ella pregunto por qué Lowell simplemente respondió algo sobre aromas silvestres así que si tenía curiosidad de saber cuál era ese aroma que le incito a tal cosa.
- Al igual que el desierto, especias picantes, pero también a varias cosas más – ella trato de explicar, pero era extraño, difícil, las cosas no olían igual para los hombres lobos y un aroma podía ser muy diferente ante su nariz - hueles como a mi padre.
- ¿A desierto y especias? –Jay enarco una ceja preguntándose en donde había Lowell olido el desierto y las especias, ya que estaba seguro que en la isla no fue o porque su padre olería así.
- No, a protección, seguridad, a casa – trato de explicar nuevamente aquello que simplemente no podía ponerse en palabras - al igual que Carlos.
Y se quedaron callados por un momento, solo la respiración de ambos se podía escuchar, esos dos jóvenes se negaban a mirarse, Jay repitiendo las palabas que la chica había dicho en su cabeza, aquello sobre la seguridad, sobre el hogar, sobre Carlos y ella la historia de Jay, porque tal vez tenía razón, tal vez eso no era su culpa y simplemente debía de dejar de tratar de tomar todo ese dolor, ella no debía seguir castigándose.
- ¿Confías en mí? – pregunto suavemente recordando las palabras exactas con las que lo había descrito, seguridad, protección, casa, Lowell confiaba en el por lo que levantando una mano acuno su mejilla – ¿esto está bien?
- Si –susurro ella cerrando los ojos tratando de normalizar su respiración, porque si era verdad en algún momento dejo que sus sentidos se hicieran cargo y solo podía confiar, Jay no era una amenaza, aun dolía, dolía todo lo que había pasado con el joven pero ahora, sin el control de esa horrible poción ella simplemente confiaba en Jay.
- Necesito probar algo- murmuro el joven mirando sus labios queriendo ver su reacción al besarlos libres, así por propia voluntad, sin que Lowell se presionara para esto, sin que ella lo viera como un castigo, y ella asintió, aquel pánico que nuevamente se hacía presente mientras se preparaba para lo inevitable.
Jay entonces se inclinó solo un poco, su pulgar acariciando su labio le permitió abrir aquella boca, fue entonces que la beso que sus labios nuevamente se unieron esta vez en un pequeño beso muy diferente a los demás, no hubo pasión, no hubo deseo, ni una pisca de lujuria solo y simplemente cariño.
- ¿Y bien?... –pregunto separándose de aquél toque - ¿cómo estuvo?- dejo de acariciar aquella mejilla al notar como ella aun temblaba alejándose entonces.
- Asqueroso – susurro ella abriendo los ojos mirándole con verdadera confusión – lo siento solo... es solo que no se siente bien – bajo la mirada angustiada preguntándose si es que había algo mal con ella.
Lowell realmente no lo había pensado antes en su aversión por ser tocada, siempre creyó que era producto a aquel doloroso percance de su pasado pero ahora cuando finalmente encontraba a una persona, a alguien con quien se sentía segura y realmente olía muy deseable aquel acto tan inocente como un beso aun le causaba incomodidad, creyó que el sentirse así fue por el efecto de la poción, por saber que solo utilizaba a Jay y sin embargo ahí estaba con uno de los chicos más sexys del instituto por si ella podía reconocerlo y simplemente no vio estrellas o fuegos artificiales, simplemente se sentía tan mal que le hizo preguntase si estaba rota por reaccionar así.
- Está bien – Jay noto todo la confusión que pasaba por la cabeza de aquella joven, hace mucho tiempo paso por lo mismo con Evie, vio aquélla inseguridad y el miedo en aquella pequeña niña, en la chica que le había usado, en aquélla que estaba intentando superar un odio de años – no pasa nada – suspiro buscando la manera de evitar que ella se sintiera mal – no hay nada mal contigo – adivino sus pensamientos en un segundo – el besar no es lo tuyo – sonrió cuando aquella al fin le miraba nuevamente – ¿qué tal los abrazos? – y extendió sus brazos en una invitación, Lowell dudo un momento miro a Jay y aquél abrazo que entusiasma le regalaba, observo al chico que tanto daño le había hecho perdonarle, aquel que olía a hogar, ella se rindió, dejo caer la última pisca de auto control y se derrumbó contra aquellos brazos para perderse en la calidez.
- Abrazar está bien –susurro luego unos minutos – de hecho creo que abrazar es lo mejor.
Y Jay se limitó a reír mientras le sostenía contra su pecho, se quedó ahí hablándole sobre las hazañas de la isla, sobre sus besos más vergonzosos y sobre cualquier anécdota graciosa, se quedó ahí intentando reconstruir a una niña rota que pedía a gritos una nueva familia.
Jay no entendía muy bien porque aquella chica que debió odiar por sus acciones le causaba aquel sentimiento y no le importo por que se prometió aquel día que se encargaría de protegerla, Lowell ahora era parte de la pequeña y rota familia que poco a poco se habían ido construyendo y no dejaría que nadie le dañara.
Más allá de su rango de visión, a sus espaldas de aquellos dos chicos que finalmente se habían arreglado un pequeño niño miro aquel bello abrazo malinterpretándolo, algo en el pecho de Carlos volvió a agrietarse ante esa escena.
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Sentada frente a un espejo Evie cepillaba sus largos cabellos, su mirada parecía perdida entre el reflejo de sí misma, sumida en sus propios pensamientos dejo caer entonces el cepillo colocándole sobre la mesa para después tomar una toallita y quitar aquel maquillaje que con gran maestría se aplicaba cada mañana, el rímel en sus ojos desapareció, sus pestañas quedaron libres de la máscara y su piel de todo el maquillaje ahí pues sus mejillas perdieron su rubor y pronto aquella chica se visualizó libre de cualquier pintura, se miró nuevamente, sus mejillas pálidas harían enojar a su madre, sus labios levemente rosados se entre abrían ansiando el brillo para darle color y sus ojos parecían mucho menos profundos totalmente libres.
Soltó un suspiro solo uno mientras se miraba fijamente, tomo entonces su cabellos recogiéndoles detrás de su cabeza con ayuda de su mano en un efecto de cabello corto, levanto la barbilla entones buscando cada ángulo de su rostro, admirando lo que posiblemente era su otro yo, el chasquido de una puerta cerrándose le hizo voltear de inmediato, soltó entonces sus cabellos y con gran horror miro a aquella que ahora le miraba desde la puerta de la habitación.
- ¿Evie? – musito Mal aquella que había entrado sin notarlo frente a el momento más vulnerable de la chica, como aquella vez en la isla - ¿está todo bien? – pregunto tentativa pues el pánico en el rostro de su amiga parecía decir lo contrario.
- Lo siento – soltó de golpe rehuyendo a su mirada – yo solo estaba.... No estaba – su respiración se hizo más rápida, su ojos se cerraron con fuerza y su corazón empezó a latir con mucha más fuerza – no... no estaba... no le digas a mi madre – balbuceo en un arranque de pánico.
- Evie está bien – Mal de inmediato corrió a auxiliarla – respira estas a salvo tu madre no está aquí – y acaricio sus cabellos para darle comodidad ella no le había visto tener un ataque de pánico en mucho tiempo, no desde la isla, no desde aquella noche en su habitación – está bien Evie... está bien que seas tú.
Y aquello fue suficiente para la chica quien se aferró a Mal empezando a llorar, a dejar salir por fin todo aquello que tenía acumulado por tanto tiempo, se dejó finalmente desear lo que por mucho tiempo temió demostrar.
Tres días más tarde, porque eso tardo en reunir el valor, aun después de que Mal le animara a cada minuto y porque también eso tardo en hacer el traje perfecto Evie se miraba frente al espejo, su acostumbrado vestido fue sustituido por un par de pantalones negros de vestir, su pecho era abrazado por una camisa azul profundo de manga larga y un chaleco negro de bordes azules una pequeña cadena conectaba el primer botón con su bolsillo y su cuello abierto dejaba relucir su hermoso cuello, su sostén aquel que levantaba sus pequeños pechos fue sustituido por una camiseta ajustada que aplanaba a un más su pecho para darle aquel porte, y su cabello, sus hermosos y largos cabellos fueron atados en una coleta baja con un lazo negro en su espalda, pequeños mechones cubrían su frente pues se negó a que Mal le cortara el cabello con magia aun cuando esta aseguro que volvería a crecer en tres días.
Mal le sonrió entonces, admirando al joven que ahora le devolvía la mirada frente al espejo le tomo del brazo y así juntas caminaron a la cafetería, todo estuvo bien, algunos ni la reconocieron y aquellos que le hicieron pudieron importarle poco a la princesa quien con la frente en alto les ignoraba, el pánico regreso justo al entrar a la cafetería, pues ahí en la mesa donde todos tomaban su almuerzo antes de ir a clases estaban ellos, sus amigos y eso le dio terror, pues Evie no sabía cómo la mirarían, como reaccionaria Carlos, como le miraría Jay después de verla así, tras darle tantos problemas.
Volvió a ser empujada, Mal le llevo casi a rastras al notar su indecisión, en la mesa todos les ignoraron Ben y Chad parecían muy entretenidos en alguna discusión Lonnie de vez en cuando enviaba pequeños comentarios sin dejar de mirar sus notas al final de la mesa, en medio de esta Lowell con la cabeza totalmente sobre la mesa estiraba su brazo donde frente a ella Audrey terminaba de dar los últimos retoques a sus uñas en un extraño patrón indefinido, Carlos colocaba pequeños bocados de alimentos en su boca mientras esta murmuraba sobre lo innecesario que eran pintarlas, Jay por otro lado sentado junto a Carlos totalmente inmenso en la música de sus audífonos mantenía el ritmo golpeando con un bolígrafo los platos de sus alimentos.
- Hey chicos – Mal decidió llamar la atención de ellos, pronto aquellos ojos cayeron sobre la figura de la princesa nerviosa.
- Sí que se toman su tiempo chic... - y el comentario de Jay murió en sus labios mientras se quitaba sus audífonos mirando sorprendido el gran cambio de Evie, el silencio entonces inundo la mesa, nadie parecía decir nada, Chad parecía querer preguntar pero Lonnie le cayó con una mirada, Audrey se quedó sin palabras mirando entre Evie y todos en la mesa esperando una reacción.
- Te eh guardado un pudin – fue Lowell quien rompió aquel amargo silencio, pues para la loba no veía la razón para tan alarmante silencio – Chad intento comerlo pero lo protegí con mi vida – continuo totalmente ajena a la tensión en la mesa.
- ¡Hey! – aquello fue suficiente para hacer hablar a Chad al parecer – tomaste los últimos tres ¿qué más podía hacer? – molesto parloteo - ¿no puedes comer tres pudines? – señalo.
- Solo comí uno el otro se lo comió Carlos – Lowell empezó a sacudir sus manos como había sido enseñada con anterioridad para que estas se secaran más rápido.
- Es que Jay se comió el mío – Carlos de inmediato se defendió y como si aquello fuera una señal la tensión en la mesa se evaporo.
- Es porque eres muy lento C – Jay sonrió – necesito comer soy un chico en crecimiento – y se levantó entonces para dejar lugar a la princesa quien se sentó de inmediato mientras un pudin era empujado a sus manos aquellas cuyas uñas no estaba adornadas como siempre, y Mal procedió a sentarse junto a Ben y todo volvió a continuar como si nada pasara, cuando Jay paso un brazo sobre los hombros de Evie esta soltó un suspiro que no sabía que contenía – luces bien E – fue algo simple, algo totalmente vago y sin embargo ella tuvo que reprimir las ganas de llorar.
No tuvo miedo de ir a su clase, no cuando Jay le acompaño hasta la puerta del salón de química, eran pocas las clases que compartía con sus amigos y solo con Jay y Mal tenía una pero esta, la primera del día se encontraba sola, con algo de ansiedad entro para sentarse en su mesa, en el lugar que había reclamado desde el primer día, casi quiere volverá correr cuando le vio Doug le miraba, sus ojos se abrían cómicamente en una expresión casi con horror, sentado en la otra mesa, justo al final pero desde donde podían verse perfectamente, Evie se congelo, podía sentir el ataque de pánico golpearle, pues aquel joven parecía a punto de decir algo, entonces la visión fue bloqueado por un cuerpo, Chad por primera vez desde que compartían la clase se sentó junto a ella, interponiéndose entre el objeto de su pánico, le sonrió entonces guiñándole un ojo y procedió a mirar al pizarrón.
Evie se relajó al instante y cuando el profesor llamo su nombre ella aun temblaba, mas este se limitó a enarcar una ceja y pedir su respuesta como siempre, ella no lo noto pero en cuanto tuvo la oportunidad Chad lanzo una mirada a Doug para callarle, aquel príncipe no sabía lo que pasaba, había escuchado los rumores el mismo había esparcido algunos pero después de tanto tiempo, de tratar con los amigos de Ben y conocerlos se le hacía completamente increíble que Evie fuera la aterradora y materialista chica que todos decían, así que en la mañana cuando le vio trasformada en un chico se confundió, tras salir para sus clases y verla partir con Jay pudo escuchar a Mal decir gracias.
- Gracias por no decir nada - musito la hija del dragón bajando la mirada, él quería preguntar tenía muchas dudas al respecto pero entonces Lonnie volvía a adelantarse.
- está bien, ella sabe que está bien ¿no? - hablo la oriental ganándose la mirada molesta de Mal quien casi gruñe a ella.
- claro que está bien, no somos idiotas lo sabemos - Chad perdió todo interés de preguntar temiendo ser mordido por la hada molesta.
- Mal - musito entonces Carlos – lo siento Lonnie – se disculpó el niño – sabemos que está bien pero es difícil – susurro evitando mirar a los de la mesa – ir en contra de las costumbres.
Y nadie dijo nada más, ellos supieron entonces lo difícil que debió vivir en la isla de ser educados de una forma completamente diferente, Audrey asintió sonriente tranquilizando a Mal, Lonnie palmeo la espalda de Chad y le pidió no pensar demasiado en ello, aquellos chicos cuya vida era un cuento de hadas aceptaron no preguntar más aun cuando lo ansiaban, ellos respetarían sus deseos.
Por eso cuando Chad observo las señales de pánico en Evie durante la clase no dudo en mostrar su apoyo, había sido un completo idiota la primera vez cuando se conocieron actuó contrariamente a como su madre siempre fue por eso, aquella vez Chad hizo lo correcto se sentó justo al lado de la chica cuyo pánico parecía aumentar y con su simple presencia le dio todo su apoyo, claro que platico con ella, comentando sobre la clase intercambiando notas sobre lo que no entendía o lo aburrido que era, ella le agradeció cuando la clase termino y ya más animada continuo a la siguiente.
Evie no miro atrás, evito escuchar los susurros maliciosos y sobre todo no pensó en lo que Doug quería decir claro que no en lugar de eso se empeñó a poner atención como cualquier otro día en sus clases, sus amigos le apoyaron, incluso Ben en aquella clase a la cual casi nunca asistía debido a su apretada agenda ahí estaba, se sentó a su lado y le dio todo el apoyo que un amigo podía dar, cuando Ethan debatió otro de sus argumentos dos clases más tarde no pudo evitar sonreír porque aquel chico que estuvo callado toda la mañana al fin parecía actuar con normalidad.
Ethan había estado sorprendió, claro que empezaba a llevarse un poco mejor con todos esos chicos, Lowell le había arrastrado desde su preciada sala de música un día para presentarle a todos alegando que si ella un lobo solitario le hacía bien tener amigos para Ethan era igual, así que habían tenido roces, muchos de ellos, pero las cosas entre el príncipe y la chica parecían mejorar, entonces aquella mañana durante química ella vestía diferente algo que le desconcertó completamente, termino de asimilarlo dos clases después y cuando tomaron su última clase juntos Ethan no dudo en sentarse junto a ella para así poder discutir con más facilidad, el profesor de su última clase simplemente les dejo argumentar los últimos minutos de la clase de literatura solo porque era realmente interesante el punto de ambos.
El rumor de el cambio tan drástico de Evie llego a oídos de la directora, el hada madrina le llamo a su oficina donde después de asegurarle que todo estaba bien ofreció amablemente el hablar con la sicóloga de la escuela.
- No es necesario – respondió a chica – se quién soy – repitió – soy solo yo – repitió esta vez mas confiada – soy una chica – afirmo firmemente
- - pero a veces me siento como un chico – continuo ante la mirada asombrada de la directora por tales palabras – solo quiero poder ser capaz de ser quien soy – termino mirando a la mujer que se limitó a sonreír y a abrazarle con ternura.
- Entonces hazlo – le apoyo – se solo tu Evie.
Un enorme peso cayó de su pecho entonces algo que realmente había estado reprimiendo desde siempre, Evie se dejó envolver abrazo a la mujer, aquella que le daba todo su apoyo e imagino a su madre y lloro, dejo caer lagrimas porque estaba feliz, porque al fin se sentía aceptada por una figura materna, Evie agradeció una vez más estar en Auradon.
Sus amigos le estaban esperando a las afueras de la dirección, en cuando la puerta se abrió todos ellos empezaron a defenderle, argumentar sobre la libertad, sobre la aceptación y todo lo que la escuela enseñaba, incluso Chad y Audrey quien parecía citar el reglamento escolar tenían argumentos muy preparados, Jay parecía estar a punto de saltar sobre cualquiera que le negara a Evie ser ella misma y Ben intentaba recalcar la importancia del auto descubrimiento, Lowell aquella chica que fue arrastrada aun no entendía por qué el alboroto solo estaba ahí asintiendo a todo lo que los demás decían, pues ella no entendía por qué estaba mal vestirse como un chico cuando era una chica, tardaron 10 minutos en entender que el hada madrina no estaba en contra de Evie, que solo quería ofrecerle su apoyo y asegurarle que todo estaba bien, para terminar en un gran abrazo iniciado por Lonnie a pesar de las protestas de Mal.
Al día siguiente Evie regreso a sus hermosos vestidos y su maquillaje, ella no quería ser un chico, solo era que a veces cuando despertaba en su cama y simplemente no se sentía una chica, no quería usar vestidos ni lucir linda, solo eran contadas ocasiones donde Evie amarraba sus cabellos y usaba pantalones, cuando apretaba su pecho para aquellas camisas, solo era a veces que Evie era un varón.
Nadie a parte de sus tres amigos sabían la verdadera razón por esa ansiedad de ser un chico al menos un solo día.
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Carlos no había llorado, desde aquel día Carlos se negó a llorar, porque se suponía que ya lo había asimilado, sabía muy bien que Lowell y Jay eran un conjunto, que esos dos chicos salieron y si tal vez se pelearon por un rato y pusieron distancia, cosa que agradece ya que gracias a eso Lowell parecía más abierta con él, así que él no iba a llorar, no cuando los vio abrazados en una de las bancas, no cuando poco a poco Lowell volvía a reír cerca de Jay, no cuando ella buscaba su calor.
Carlos no iba a llorar porque simplemente no tenía derecho, porque Jay no era suyo, nunca lo fue y nunca lo seria, él no iba a pelear con Lowell por aquel chico y robarle otra cosa de su vida, claro que no así que no iba a llorar en su lugar lo ignoro, empujo su dolor en lo más profundo y actuó como si nada, siguió charlando con Jay, sonriendo a Lowell y durante las prácticas de animadoras ignorado la cantidad de miradas que aquellos dos novios volvían a darse.
Pero el dolor era difícil de controlar, de dejar pasar al sentir a su pecho abrirse, así que lo hizo, tomo el pequeño cigarro que Joanna le había dado y lo encendió, solo quería olvidar, relajarse por un momento perderse entre las sensaciones y no tener que sentir aquel dolor, Carlos de vil se dejó caer en su cama e inhalo el humo de aquel cigarro para luego soltarlo al aire con toda la elegancia de un De Vil.
- ¿Qué diablos estás haciendo Carlos? – la voz de Jay le sorprendió, había llegado temprano, estaba casi seguro que gastaría esa tarde también con Lowell que no creyó ser atrapado, y en un dos por tres Jay había cruzado la habitación y tomado el cigarro en sus manos enojándole.
- No es de tu incumbencia - frunció su nariz molesto, porque Jay no tenía derecho, no cuando el mismo se había embriagado varias veces en la isla, no cuando lo había visto fumarse los cigarros de su madre, Jay simplemente no podía ser un hipócrita tal.
- Veneno de hadas – Jay lo ignoro, en cuanto vio a Carlos tendido sobre la cama fumando se molestó, porque Carlos no era una dicto, el pequeño niño siempre fue muy cuidadoso, de todos ellos él era el más imprudente, era quien había bebido hasta hartarse, era quien había fumado todas y cada una de las drogas, era quien se había acostado con media escuela y sin embargo Carlos y las chicas siempre se mantuvieron al margen, así que si estaba preocupado porque si ni todos los años de soportar a Cruella lo habían orillado a usar algo así no veía como en Auradon lo hacía - ¿de dónde lo sacaste? – y su voz sonaba peligrosa, pues conocía muy bien esa droga, conocía sus efecto y definitivamente no era bueno para Carlos.
- Como dije no es de tu incumbencia – gruño esta vez Carlos levantándose para quitarle dicho cigarro de la mano pero Jay fue más rápido y empujo de nuevo a la cama.
- Esto puede matarte- agito el cigarro aun encendido en el aire aun sosteniéndole en la cama con el otro brazo.
- Tú no eres mi madre Jay – de un manotazo empujo a la mano del mayor para poder rodar fuera de la cama del otro lado - vete con tu novia a joder o algo – soltó con verdadero veneno.
- Qué diablos, son los gemelos verdad, juro que voy amatarles – Jay confundido por la actitud de Carlos se limitó a cerrar su mano, apagando el cigarro contra su piel sin importarle totalmente molesto.
- Ellos son mis amigos – los defendió - son mejores amigos que tú y siquiera ir y fumar veneno de hadas con ellos es algo que a ti no te incumbe – y Jay casi tropieza ante eso, pues aquel pequeño niño le hablo con total veneno, el escupió en la cara su amistad aquella que se rompía a cada minuto, Carlos aun creía que estaba saliendo con Lowell y lo que era peor él creía que esos dos idiotas, aquellos que lo molestaron durante años eran sus amigos pero bueno, Jay también lo molesto por mucho tiempo antes de volverse su amigo verdad.
- Carlos – le llamo con miedo, temiendo que perderle esta vez para siempre.
- No – le detuvo sin mirarle dándole la espalda - simplemente no Jay - y le vio caminar hasta la puerta - déjame tranquilo – dijo el sonando completamente roto.
Le vio salir entonces de la habitación, vio a su mejor amigo ir a pasar tiempo con aquellos chicos poco fiables, algo dentro de él se estrujo, fue muy doloroso, mucho más de lo que se imaginaba, porque Carlos prefería la compañía de los gemelos a la suya, porque aquel niño parecía no importarle ya nada sobre él y eso dolía mucho más que todos los golpes de su padre.
Jay miro el cigarro en su mano, volvió a mirar la cama de Carlos y la puerta no sabiendo bien cuando aquella necesidad por ser notado por Carlos se hizo tan grande, él no recuerda cuando de la nada empezó a notar aquellos hermosos ojos chocolate siguiéndole en cada minuto.
Lowell tenía razón alejar a Jay de Carlos era lo más doloroso que podía hacerle, porque si se sentía aunque solo una décima parte de lo que él sentía ahorita Carlos definitivamente sufrió.
**************
Tocaba por milésima vez en el día aquella hermosa melodía, la canción en su cabeza que solo tocaba y tocaba sin parar, aquella que le recordaba a tan estimulante joven, aquella de rizos azulados y sonrisa adorable, Ethan se había dado cuenta en algún momento que Evie era hermosa, ok él estaba consciente del hecho de que era bellísima, pero no fue sino hasta que dejo de atacarla que se dio cuenta de otros aspectos de la chica, de lo que realmente era esa chica, pero no fue hasta que la vio totalmente cambiada, hasta que le vio vestida como un chico que se dio cuenta de aquellos sentimientos.
Se había enamorado, Ethan estaba tan enamorado de Evie que cuando la vio como un chico en lugar de espantarse o parecerle extraño simplemente sonrió, se alegró por que la chica era al fin quien quería ser, se llenó de júbilo al verla totalmente como era pero sobre todo se dio cuenta que incluso así ella era hermosa y no podía sacarla de su cabeza, así que ahí estaba con una melodía que fue escribiendo poco a poco solo para la chica que era tan compleja y llena de misterios que solo hacia amarla más.
- ¿Que querías mostrarme? – Lowell entro a la sala de música, se había despedido de Jay temprano aun cuando este se ofreció a ayudarle a estudiar ese día al igual que los otros, pero tras recibir el mensaje de Ethan, ella ya había prendido a usar el vendido celular todo un logro.
- Escucha esto – aquel príncipe sonrió al verla entrar y de inmediato procedió a tocar la bella melodía que había compuesto.
- Me gusta – aminada Lowell se sentó cerca del chico que simplemente continuaba tocando el piano.
- Le compuse una canción – al terminar de aquella melodía Ethan al fin confeso a lo que era su única amiga.
- ¿a quién? – pregunto, ella sabía la respuesta, había olido todas la emociones de Ethan para Evie desde hace tiempo pero simplemente empujo, quería que él lo admitiera en voz alta.
- A la chica más hermosa de todas – respondió en cambio sosteniendo la mirada de Lowell quien simplemente sonrió en respuesta.
- Es bellísima – dijo empujando su hombro suavemente, ella estaba mejorando bastante en eso del contacto incluso se sentaba más cerca del príncipe.
- ¿Crees que le guste? – pregunto dudoso no muy seguro si Lowell entendía para quien era.
- La amara Ethan – respondió con firmeza - creo que es perfecta para Evie – y aquel príncipe se sorprendió para después suspirar aliviado de al fin compartir su secreto con alguien, feliz de que Lowell parecía igual de animada que él.
Evie había estado pensativa desde hace mucho tiempo, cuando Ethan la había aceptado en silencio durante su día especial algo en su interior se sintió bien, por eso quería agradecerle, ellos no eran amigos, o al menos no había hablado sobre eso, en algún momento sus ojos empezaron a buscarlo por la habitación y su irritación por argumentar con él se había vuelto algo ansiado por la chica, así que había horneado una galletas para agradecerle, nada fuera de lo normal también le había hecho unas a Chad aunque Lowell se comió casi todas pero el punto era que iba a agradecerle, y como sabía que siempre estaba en la sala de música iría a dejarla entrar y salir fácil.
Pero entonces la suave melodía le había llegado al alma, era tan bella y hermosa y cuando se dispuso a entrar lo escucho o mejor dicho los escucho, Ethan estaba hablando con alguien, sobre la música, sobre aquella pieza que había escrito para una persona en especial y esa persona era Lowell.
Se asomó solo un poco, porque se suponía que Lowell y Jay salían, porque si habían peleado pero aún estaban juntos, así que solo quería ver la reacción de la chica y cuando vio su sonrisa y la del príncipe algo dolió, en su pecho, algo definitivamente no estaba bien.
Porque su pecho dolía, mucho más que las palabras de su madre, dolía a horrores, ella salió corriendo repitiéndose que el dolor y aquella ansiedad se debían solamente porque Lowell salía con Jay y que este la perdiera lo iba a hacer muy infeliz, Evie solo estaba triste por Jay, por el chico al que amaba como un hermano.
Ella se negó a admitir otra cosa.
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Carlos llego molesto a la habitación de Joanna, Jay no tenía ningún derecho, el simplemente trataba de divertirse y Jay solo lo trataba como a un jodido niño, aquellos gemelos vieron su ira, su dolor, una oportunidad, Joanna sonriente asintió de inmediato a los chicos detrás de ella y pronto una botella fue empujada a los brazos de Carlos.
El los miro confundidos olfateando tentativamente el líquido marón en ella, era alcohol, aquellos chicos habían conseguido alcohol de alguna manera, volvió a dudar otro momento más porque sabía que no era bueno porque se perdería y pronto la promesa de no recordar su dolor de olvidarse de todo fue muy tentador, lo suficiente para opacar las voces de advertencia en su cabeza.
No recuerda cuanto bebió, solo que cuando la botella en su mano se vació fue sustituida por otra llena, aquella que pasaba entre todos ellos mientras reían, mientras cantaban canciones de la isla que realmente no recordaba mucho, canciones que más que nada se cantaban en la taberna de Gastón, aquella para alabar al cazador expulsado, y siguió riendo, cantando a todo pulmón, hasta que sus mejillas se volvieron rosas, hasta que todo dio vueltas y se desplomo contra una cama.
Aquellos chicos sonrieron al fin, dejaron de cantar se miraron unos a otros y la blanca sonrisa de Joanna ilumino toda aquella habitación.
Notas:
Así que la vida de Lowell es un drama, Carlos no se queda atrás y qué decir de Evie y Ethan por lo que Jay tenía que ser el siguiente, aun no sé qué pasara con Mal ella no tiene trauma todavía que superar lol.
Evie es transexual ella es mentalmente una chica pero a veces se siente como un chico y en la isla simplemente no podía serlo, no con su madre amante de la belleza, ya explicare esto con más detenimiento, Sip la sexualidad de Evie tiene algo que ver con su rompimiento con Doug, pero como dije ya lo veremos más adelante, Lowell no ve mal la forma de vestir porque ella aun no comprende bien los estereotipos del genero para ella las hembras y los machos pueden vestir como quieran, en parte porque ella fue educada como un lobo macho por su padre y en parte porque este le contaba que no importaba si era una niña podía golpear a un hombre si este se lo merecía.
Jay está dándose cuenta de ciertos sentimientos para Carlos y Evie se niega a los de Ethan esto simplemente no parece terminar bien.
Evie tenía miedo de las reacciones de Carlos pero sobre todo de Jay este es muy importante en este punto por eso ella teme que la rechace.
Chad y Audrey de verdad están intentando con todo ser mejores personas, el apoyo del príncipe era necesario para demostrarlo.
La canción que Ethan le compuso a Evie es de una película llamada "The Good Night" del 2007 una película romántica que si bien tiene una trama algo floja esta Buena, tiene un gran mensaje y me encanta porque sale uno de mis actores favoritos Martin Freeman. En la película el personaje de Martin se la compone a su esposa para recuperarla, se los digo porque sé que no la van a ver, así que simplemente se me ocurrió usarla para que Ethan se declare a Evie, simplemente Hermosa.
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