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→ Castigo

—Buenos días, Geagles-san, Narumi-san, Kagiyama-san —pronunció Crowley en un gesto serio pero tranquilo.

Como había pensado en la noche, Guren sí citó la reunión y como el incidente de la pelea se había dado, no fue un problema que se la dieran rápidamente para la mañana; no obstante, a él le habían pedido que llegara media hora más tarde de lo que realmente era el encuentro.

—Buenos días —saludaron los adultos, cada uno con un gesto severo.

El día de hoy los cité para platicar sobre dos temas de los que me han llegado quejas —dijo el pelirrojo—. Rn el salón de clases de sus hijos ha habido un reciente crecimiento de bromas a un estudiante.

—¿Bromas? —inquirió la madre de Makoto—. ¿Por una niñería como esa nos citó?

—Narumi-san —llamó Ferid, que también estaba presente y de pie en una esquina de la oficina—, su hijo es uno de los involucrados en ello.

—¿Qué fue lo que pasó? —inquirió el padre de Tarou.

—Makoto está haciéndole bromas a un estudiante —dijo Crowley; la mujer se removió incómoda en su silla—. Y Tarou y los demás alumnos se burlaron de ello, lo que es considerado también como fomentación de bullying —el padre de Tarou hizo una mueca disgustada—. Por último, Mikaela se metió en una pelea.

—¿Qué? —Krul frunció su ceño—. ¿Por qué?

—Tarou se burlaba del alumno que tuvo que irse a su casa, y Mikaela lo defendió —explicó el director—; aunque sus motivos fueron nobles, se metió en una pelea y eso es algo que no toleraré en mi escuela —advirtió.

—Entiendo —suspiró la ojirubí—. Hablaré con él.

Está bien, pero igualmente, los tres obtendrán una suspensión, para Makoto y Tarou será de dos días, y para Mikaela de un día —dijo, a lo que la madre de Narumi y el padre de Tarou protestaron—. Lamento informarles que así funciona esta escuela, y no voy a permitir ningún acto de bullying aquí.

—¡Me parece el colmo que solo por un juego vaya a suspender a los niños! —renegó la castaña mujer—, ¡mi hijo es un ángel!

—Con permiso... —Guren apareció en la oficina, causando que los presentes se quedaran en silencio—. Buenos días.

—Ichinose-san, buenos días —Ferid se apresuró a caminar hacia él—. ¿Cómo está Yuu-kun?

—Se quedó en casa —musitó el azache—. Después de lo de ayer, dijo que ya no quería volver a la escuela —sinceró sentándose frente al director en la silla que el peliplatinado le había ofrecido.

—¿Usted es...? —indagó Krul.

—El padre del niño afectado —respondió el ojiamatista seriamente.

Los adultos en la oficina se miraron entre ellos, haciendo que el ambiente se pusiera bastante incómodo.

—Eusford-san, espero que los mocosos causantes de lastimar a mi hijo sean firmemente castigados —pidió el azabache poniendo una expresión altiva—; si mi hijo no quiere seguir viniendo a este lugar es porque piensa que en su salón lo van a agredir.

—Está llamando a nuestros hijos unos maltratadores —espetó el padre de Tarou, molesto.

—Eso es lo que son —insistió firme Guren—. No sé si ustedes pueden arreglar el comportamiento de sus mocosos, pero nadie se mete con mi hijo sin que yo lo defienda.

—Ichinose-san, mi hijo defendió al suyo, y esa es la razón de que yo esté aquí —intervino Krul con aparente calma—. Mi hijo no es un maltratador, y aunque comprendo perfectamente su postura de padre molesto, le pido que controle lo que dice.

—Ferid-sensei, quiero que los niños pasen un momento —pidió Crowley ignorando la discusión de los progenitores.

Asintiendo, el peliplatinado obedeció a su esposo e hizo a los infantes entrar en el salón; ellos, apenas avistaron a sus padres, fueron hasta ellos para ser cargados.

Chicos, quiero que me digan porqué y cómo pasó el incidente de la brillantina, y el de la pelea —expresó el pelirrojo con una sonrisa amable.

—E-En la mañana —Mikaela empezó a hablar con cierto nerviosismo—, Yuuichirou iba a exponer sobre el sistema solar y Makoto le puso el pie para que se cayera, pero él no lo hizo—relató; el castaño apretó los puños—. Luego, Makoto volvió a ponerle el pie, pero como Yuuichirou lo vio y no se tropezó, le echó el bote de brillantina en la cabeza.

—¿Qué? —la castaña mujer se sobresaltó—. ¡Eso es un disparate! —aseguró—. Makoto, ¿es eso cierto? —exigirió saber mirando a su pequeño hijo, pero este no respondió—. ¿Es o no es cierto?

—E-Es verdad —murmuró apretando sus ojitos; sabía que se iba a ganar unos buenos golpes en su casa.

—¿Qué pasó luego, Mikaela? —inquirió el director analizando el comportamiento del infante en el regazo de su madre, que temblaba levemente.

Ferid-sensei trajo a Makoto aquí, y llevó a Yuuichirou fuera del salón —relató mientras la ojirubí le acariciaba la espalda tratando de darle apoyo—. Luego los demás empezaron a reírse, y yo me enojé porque no es bueno burlarse de los demás —expresó—. Tarou dijo cosas feas, empezamos a pelear y luego Ferid-sensei nos separó y nos trajo aquí.

—Tarou, dime la verdad —ordenó el patriarca Kagiyama.

E-Es verdad, ¡p-pero él empezó! —intentó defenderse el chiquillo.

—Eso no te salvará de tu castigo —declaró el hombre de tez oscura.

—Entonces, el asunto está aclarado —zanjó el rector—; Mikaela, Tarou y Makoto están suspendidos, y se encargarán de la limpieza de su aula durante un mes.

—Es un castigo justo —"únicamente porque son mocosos", razonó Guren pensando que si esos enanos fuera mayores, él mismo los habría golpeado. 

—Lo es —Crowley sonrió—. Y también, los tres, le deben una disculpa a Yuuichirou.

—No quiero que algo como esto vuelva a suceder, ¿entendido? —anexó Ferid viendo a sus alumnos.

—Sí... —aceptaron los tres pequeños, resignados.

—Entonces gracias por venir —sonrió el director levantándose para darles la mano a los adultos.

Los cuatro adultos salieron de ahí, dos de ellos con un sabor amargo en la boca por lo sucedido y los otros dos pensando que el castigo era, dentro de lo que cabía, justo.

Sowy si el cap estuvo algo aburrido, pero era importante la interacción de los padres por los incidentes anteriores ah

Espero les haya gustado

Bye!

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