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Capítulo 9

—¡Gracias!— Everleigh sale de la limusina, camina hacia el primer edificio para poder sacar algunas cosas que le faltan.

Al subir las escaleras escucha el murmullo de las personas cuando pasaban junto a ella. Antes hablaban de la chica nueva,ahora hablan de lo que hizo en el momento de la pelea. Everleigh, ignorandolos, abre su casillero y saca sus cosas. Cuando lo cierra se va hacia su aula.

Camina por los largos pasillos por varios minutos hasta que siente que alguien la toma del brazo. Sin que haya tenido tiempo de reaccionar ya está dentro de una clase vacía.

—¿Pero qué..?— Everleigh se da la vuelta para ver a la persona que está junto a ella.

—Alessia, lamento traerte así.

—Philipe. ¿Que pasa?

—Solo quería agradecerte por lo de ayer.— el chico se mueve con un poco de dificultad. La chica supone que los golpes aún le duele, como no, lo hirieron muy feo.

—¿Por qué no lo hiciste afuera? Me refiero... Con gente.— Everleigh se toca el pelo y trata de peinarlo un poco.

—No quería causarte más problemas de los que ya te he causado.

—¿A qué te refieres con problemas?

—Todos están hablando de lo que pasó ayer, de lo que hiciste por mí. No quiero que nos vean juntos, al menos por el momento.— Philipe se da cuenta de lo confundida que se ve la chica asi que sigue hablando.— Por favor no te lo tomes a mal, enserio estoy agradecido, solo que no quiero que al estar juntos te cause más problemas con los chicos.

—Que amable eres, enserio, pero no me dan miedo. Lo que te hicieron estuvo mal y el hecho que no seas el único que puede sufrir este tipo de cosas está mucho peor. ¿Por qué no se lo dices al director?

—¿Hablas enserio? Sabes que uno de los chicos tiene el apellido de esta escuela ¿no?— Everleigh suspira, sabiendo a lo que el chico quería llegar.— No harán nada, nunca lo hacen y nunca lo harán. Solo ¿olvídalo si? Estoy bien y quiero que tu lo estés.— se escucha el sonido de la campana lo que hace que los dos voltearan hacia la puerta.— Me tengo que ir, gracias de nuevo.— dicho esto sale del aula.

—No hay de que...

⭐️⭐️⭐️⭐️⭐️

Ya han pasado varias horas pero Everleigh, por alguna razón que ella no comprende, no logra concentrarse en ninguna clase. Su mente está demasiado alterada. En una de sus clases estaba demasiado perdida que hasta recordó algo que creía haber olvidado por completo.

Era ella de pequeña, estaba en un enorme jardín enfrente de una gigantesca mansión. Aunque no pudo recordar de quién era, se acordaba que ella pasaba mucho tiempo ahí. Pudo verse, tenía a un lindo vestido rojo y unos zapatos negros. De su cuello colgaba el dije que sus padres le regalaron. Pero no estaba sola, la pequeña Everleigh estaba con un niño. Lo reconoció en seguida, Anthoine odiaba que agarraran su camión, por esa simple razón ella amaba hacerlo. Le divertía verlo enojado. Pero no solo fueron esos recuerdos los que tocaron los pensamientos de Everleigh, recordó una pequeña parte de su infancia con los tres chicos que hacían que todo el mundo les temiera. Recordó la vez que ayudó a Damien a armar una torre con bloques, o cuando ella y Gaspard robaron su primer dulce, aunque técnicamente el guardaespaldas que iba con ellos lo pagó, pero para ellos fue real.

Por alguna razón la chica sonríe al recordar todo eso, aunque tanto como sus pensamientos y su sonrisa desaparecen al realizar que los tres pequeños chicos ya no eran los mismos y que en vez de ser los amables chicos que conocía crearon su propio imperio construido con el dinero de sus padres.

—¿Alessia?— la chica sale de sus pensamientos. Delante de ella, viéndola confundida, estaba Valerie.

—Valerie, lo siento no te vi.— Everleigh se da cuenta que ya no hay nadie en la clase, todos ya habían salido porque la campana ya había tocado. La chica se levanta y agarra su maleta. Se toca el pelo tratando de verse lo más normal posible.

—Claro que no lo hiciste estabas completamente ida. ¿Te encuentras bien?— preocupada agarra su brazo y trata de verla directamente a los ojos, aunque Everleigh trata de apartarlos a toda costa.

—Si, lo estoy, solo estaba pensando en lo que tengo que hacer para aprobar economía.— inventa rápido la chica.

—¿Economía?—

—Si, como vine este año no tengo todos los apuntes del año pasado. Así que se me está complicando un poco llevar el ritmo.

—Oh pequeña Alessia.— dice Valerie tomándola nuevamente del brazo y las dos comienzan a caminar fuera de la clase.— Me lo hubieras mencionado antes. Mi mamá tiene una obsesión rara, ella guarda absolutamente todos mis cuadernos desde que entré al colegio, dice que me servirán en algún momento.— dice y ríe.— Estoy segura de que los cuadernos del año pasado no son la excepción. Puedo llevarlos a tu casa después del colegio.— Everleigh se queda pensando un momento sobre si sería una buena idea dejar que Valerie llegue a su casa.

—Esta bien, te lo agradecería muchísimo.—acepta finalmente.

—No hay problema. Ven vamos a comer que muero del hambre.

⭐️⭐️⭐️⭐️⭐️

Las chicas hablaron durante todo el almuerzo, Valerie presentó a Everleigh a sus compañeras y todas resultaron muy simpáticas. Ellas empezaron a hacerles varias preguntas a Everleigh, lo que hace que se pusiera un poco incomoda ya que la mayoría de ellas no podía revelarlas.

Justo en el momento donde la insistencia de las chicas está a punto de hacer colapsar a Everleigh de los nervios, alguien llega corriendo a la cafetería y grita haciendo que todos los presentes se callen y lo voltearan a ver.

—¡Hay una pelea en el patio principal!

El tiempo pasa pero no puede concentrarse. Cada vez que trata de prestar atención en lo que el profesor esta comentando sus pensamientos viajan por otro lado y eso lo enoja mucho.

Anthoine, Damien y Gaspard, luego de desayunar se fueron a sus clases. Los tres chicos no asisten a las mismas aulas que los demás estudiantes del colegio. Ellos tienen su propia clase asignada, los profesores les daba clases exclusivamente a ellos. Fue otra cosa que Anthoine le pido a su padre. Él necesita privacidad hasta para concentrarse en clase, no iba a aceptar que alguien lo molestara.

Aunque nadie lo creía, Anthoine, al igual que sus otros dos amigos se interesan mucho por tener un buen nivel académico. Los chicos saben bien su situación económica, pero desde muy chiquitos tomaron la decisión que lo más rápido que puedan se independizarán de sus padres para poder ganar su propio dinero a su manera.

—¿Anthoine?— el chico aparta la vista de la ventana para ver a Damien, se había vuelto a distraer lo que lo hizo resoplar.— ¿Estas bien?

—Si, solo... Si.

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Un par de horas después los tres chicos están tomando un descanso. Los tres regresaron a su sala privada y se quedaron conversando mientras miraban por el balcón. Anthoine cerró los ojos unos segundos para tratar de apartar los pensamientos que no lo dejaban concentrarse. Él está cansado de que cada vez que su padre llegaba al país no lograba prestar la atención requerida.

—Necesito irme.— declara por fin, sus dos amigos lo voltean a ver preocupados

—¿Estás seguro?— Anthoine solo asiente.

—Bien. Nos vamos contigo.— Gaspard iba a tomar sus cosas pero Anthoine lo detiene

—No, no tienen porque a faltar. Tienen que quedarse para tomar notas de las clases. Solo necesito despejarme un poco de todo. Este asunto de mi padre me tiene nervioso aún.

—Bueno, pero te acompañaremos hasta tu auto.— los tres chicos sin decir nada salen de la sala privada.

Caminan por los pasillos llamando la atención de todas las personas. Ellos siguieron caminando ignorando a todas las chicas que quieren hablar y a todos los chicos que los quieren saludar. Como de costumbre ninguno de los tres se detuvo para tener una conversación.

Cuando llegaron al primer piso, Anthoine empieza a ponerse más nervioso de lo normal. La gente se le está acercando demasiado, están haciendo mucho ruido y eso no le ayuda en nada. Trata de caminar un poco más rápido para irse enseguida.

Cuando salen del edificio, Anthoine logra respirar con más tranquilidad. Está cerca, ya casi podría irse y olvidar completamente ese horrible día.

Luego de dar un par de pasos más siente un líquido helado que se desliza desde su cabeza hasta sus pies. Anthoine se queda paralizado, al igual que todos los que están cerca.

Todos se quedan completamente callados. Las chicas ponen sus manos enfrente de su boca, sorprendidas. Nadie respira. Unos segundos después Anthoine abre los ojos, siente como, en cada partícula de su cuerpo, el enojo aumenta.

Se da la vuelta para ver quien había osado derramar algo encima de él. Anthoine mira a un chico. El pobre culpable es uno de primer año, al ver la cara de enfado de Anthoine siente miedo. El chico había escuchado lo que todos decían sobre los tres chicos, pero nunca los había visto, hasta ahora.

Antes de que alguien parpadeara, Anthoine ya tiene al chico agarrado del cuello de su camisa. Lo tiene tan cerca de su cara que el pequeño siente la irregular respiración de Anthoine.

—Yo.. yo... lo lamento tanto.— el tartamudeo del chico no es más que un susurro. Trata de soltarse del fuerte agarre de su atacante pero por la expresión de él supo que era inútil luchar.

—¿Lo sientes? ¡¿Lo sientes?!— cada vez que le pregunta lo agita, el pequeño cierra los ojos.— ¡¿Es que acaso no tiene ojos para ver hacia dónde caminas?!

—Yo...—todos miran la escena con mucha atención, algunos con miedo, otros con emoción.

—Anthoine.— Gaspard, pone su mano en el hombro de Anthoine con la intención de pararlo. Pero este lo aparta inmediatamente y pone nuevamente su atención al chico que tiene entre las manos.

—Por favor...— la cara del chico se vuelve más pálida cada vez por el miedo. Anthoine ya no aguanta y levanta su puño con toda la intención de darle un fuerte puñetazo y así descargar todos los sentimientos de las últimas horas.

—¡Detente ahora mismo!— el inmenso silencio se ve interrumpido por una voz, todos se giran a mirarla. La persona que gritó, se abre paso entre toda la gente aglomerada alrededor de los chicos.— ¡Suéltalo ahora mismo!— Everleigh aparta a todas las personas hasta estar al lado de ellos. Todos están sorprendidos al ver de nuevo a la nueva chica.

—¿Quién te crees que eres?— Anthoine la mira fijamente. Trata de recuperarse rápidamente de la sorpresa que le dio ver que alguien lo desafia.— ¡Vete de aquí ahora mismo!

—No lo haré, suéltalo.— cuando Everleigh se da cuenta que Anthoine no planea soltarlo se acerca más a él y lo empuja. Anthoine sin esperar ese acto suelta al chico. Este último cae al piso y empieza a toser a causa del aire que llega a sus pulmones.

—¿Pero qué..?— todos están sorprendidos. Everleigh se agacha para ayudar al chico a levantarse.— ¡Oye!— Anthoine toma a Everleigh del brazo para impedir que toque al chico. Ella sin esperarse aquel gesto casi se cae por el repentino jalón. Los dos quedan cara a cara, transmitiendo el mismo sentimiento a través de sus ojos: odio.

—Suéltame.— Everleigh trata de zafarse pero no lo consigue, así que regresa su mirada a la de él.

—¿Por qué no te metes en tus propios asuntos?— todos logran sentir el desagrado en sus palabras.

—Lo haré cuando dejes de hacer este tipo de cosas. ¿Tan importante te crees como para hacer esto sin consecuencias?— una risa amarga sale desde la garganta de Anthoine.

—Aléjate de mí.— Anthoine la suelta de una manera tan brusca que hace que se tambalee. Él se dirige al chico que está en el piso aún. Pero Everleigh es más rápida y se pone entre los dos.

—¿Qué haces? ¡Dije que te alejaras!— Anthoine vuelve a apartarla pero Everleigh vuelve a ponerse en medio.

Nadie puede creer lo que están viendo. Anthoine pierde completamente la razón y empuja a Everleigh tan fuerte que ella cae al piso.

La chica cierra los ojos y luego siente el dolor que proveniente de sus manos y de sus rodillas. Supo en ese instante que en sus rodillas y en sus manos aparecerían raspones feos. Sin rendirse Everleigh se para y nuevamente se pone delante de Anthoine impidiéndole el paso.

La mirada que ella le da a él es desafiante, lo que provoca aún más enojo de parte de él. Pero antes de que Anthoine la toque nuevamente, Everleigh levanta su mano y le da un puñetazo en la mejilla. Anthoine sorprendido por el golpe se tropieza y cae.

Silencio, nadie respira, nadie se mueve.

Todos están congelados. Todos pasan su miradas entre la chica nueva y Anthoine que está en el piso con la mano en su mejilla. Anthoine no dice nada, su enojo no se ha ido pero por alguna razón no se mueve. El corazón de Everleigh palpita demasiado fuerte, su respiración es irregular y sus rodillas le duelen.

Unos segundos después Anthoine se levanta, sus amigos intentan ayudarlo pero él los quita. Anthoine mira a Everleigh y se acerca lentamente hacia ella.

—Anthoine...— Damien trata de pararlo pero no lo consigue. Everleigh se queda firme y espera a que Anthoine llegue a su lado. Cuando está en frente, Anthoine se acerca al oído de la chica, ella instantáneamente deja de respirar.

—Lo pagarás.— le susurra y un escalofrío pasa por el cuerpo de la chica. Luego de eso se separa y la mira por última vez antes de darse la vuelta y marcharse. Anthoine se va y sus dos amigos lo siguen.

Everleigh logra respirar. Ignora la mirada de asombro y admiración de todas las personas que los rodean y se da la vuelta para encontrarse con el chico que aún seguía en el piso tratando de respirar.

Se agacha tratando de no lastimarse más sus rodilla y le pregunta si se encuentra bien, luego de un par de agradecimientos la chica se va al edificio de las aulas de baile y entra al baño.

Limpia toda la sangre y desinfecta sus heridas con el alcohol del mini kit de emergencia que las empleadas habían puesto en su maleta. Se mira al espejo y se queda ahí por un par de minutos. Finalmente ordena su despeinado cabello y al darse cuenta que su siguiente clase comenzaba en poco tiempo salia rápido y sigue con su agenda.

Nadie lograba concentrarse, todas las chicas la miran con odio, ella supone que por golpear a su queridísimo amor. Otras la felicitan por la valentía que tuvo.

Pero otros tienen miedo aunque no lo dicen, esa chica había venido a cambiar el poder impuesto en el colegio y no saben si la reacción de los tres chicos seria buena o mala.

Todos saben que el que Everleigh haya llegado ha provocado un gran cambio para todos pero nadie sabe si hay que temer por esos cambios o sentirse aliviados.

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