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Capítulo 6




El viento se está volviendo más fuerte cada vez, los árboles se mueven de un lado al otro. Las clases pasaron rápido en el segundo día de Everleigh, algunas chicas le dirigían la palabra pero nada novedoso.

A la hora del almuerzo Everleigh se lo pensó bien antes de salir a los jardines. Todos los estudiantes se habían refugiado dentro de los edificios para no ser arrastrado por los fríos vientos.

Everleigh aprovecha su falta de apetito para ir a conocer las salas de baile. El día anterior estaba demasiado ocupada tratando de no ser vista que se le olvidó.

Para llegar a las salas tiene que atravesar los dos jardines. Se abraza a sí misma y empieza a caminar. Sus dientes tiritan y su pelo no la deja ver. Después de un largo camino llega al edificio. Está completamente solo, las grandes paredes están llenas de fotografías de bailarines, hay varias salas con instrumentos, una piscina, muchos balones para todo tipo de deportes y las salas de baile.

Como el director le había dicho, las salas estaban abiertas, al entrar pudo ver un gran espejo que cubre toda una pared. Hay unas barras para bailar ballet y algunos colchones.

Everleigh por alguna razón inexplicable se siente aliviada al estar ahí. Después de la muerte de sus padres decidió abandonar la danza, pero ahora que ya habían pasado varios meses, la necesidad de sentir la música en su cuerpo y moverse no la dejaba respirar. Y de eso se da cuenta en ese preciso momento.

Everleigh conecta su celular en uno de los grandes altavoces. Busca entre su música y pone una canción al azar. Al principio solo mira su reflejo pero poco a poco empieza a moverse al ritmo de la música. Sus ojos se cierran mientras su cuerpo deja salir todos los sentimientos recaudados.

El timbre que da fin a la hora de almuerzo hizo que Everleigh parara de bailar. Mira el reloj que estaba en la pared y sale corriendo, agarrando sus cosas, para no llegar tarde a clases.

La chica sale de la sala y se va sin siquiera darse cuenta que un chico bastante alto y con el cabello mojado, gracias a su largo entrenamiento en la piscina, se encontraba en la puerta.

Él no había podido evitar verla mientras bailaba, tenía en mente decirle lo bien que lo hacía pero la chica salió muy rápido y sin siquiera voltearlo a ver.

Una sonrisa se forma en su rostro, había un pez nuevo en el océano, él estaba seguro de que caería igual que todas. Toma su celular y le manda un mensaje a otras dos personas, mientras sale del edificio.

Everleigh había olvidado por completo que no había tomado los cuadernos de la clase siguiente. Luego de salir del aula de baile corre lo más rápido que puede para llegar a su casillero y luego ir a la clase. Como pudo predecirlo llega tarde pero por ser nueva la dejaron pasar.

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Las clases pasaron relativamente rápido, el cuaderno de Everleigh se llenó con apuntes sobre las materias, sus compañeros ni siquiera trataban de disimular que las clases le importaba de lo más mínimo. Todos saben muy bien, y la Everleigh del pasado también sabía, que teniendo papas con mucho dinero, no importaba si les iban bien en el colegio o no, después de todo, la vida ya está hecha para todos. Everleigh, tras su pérdida, cambio ese pensamiento de ella y ahora está en primera fila de la clase anotando todo lo que el profesor dice para sacarse adelante.

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La última clase ya había llegado a su final. La chica recibe un mensaje del señor Stephen comentándole que irían a dar una vuelta por la ciudad para que la conociera un poco. Everleigh va a su casillero para sacar todo lo que necesita para sus deberes.

Ella siente que algo andaba mal, todas las personas salen corriendo de la clase y bajan rápidamente las escaleras. Lo primero que piensa es que los tres chicos de los que no paran de hablar, han hecho acto de presencia. Así que, rodando los ojos, termina de guardar todo en su maleta. Ya esta bajando las escaleras cuando unos gritos la hacen salir a los jardines. Hay mucha gente aglomerada, formando un círculo. Sin tomarle mucha atención Everleigh se dirige a la limusina que ya la esta esperando. Pero unos fuertes gritos la hacen detenerse.

—¡Pelea! ¡Pelea! ¡Pelea!— Everleigh mira a la multitud confundida, desde lo lejos que esta trata de ver pero le es imposible hay mucha gente. Voltea a ver al chófer que la espera, él la mira extrañado. La chica mira sus dos opciones, irse e ignorar lo que están haciendo o ir a ver y tratar de entender porque la gente estaba tan exaltada. Mira nuevamente al chófer que, un poco preocupado, levanta la mano para llamarla. Everleigh no lo piensa mucho y se va corriendo hacia la multitud de gente. El chófer sin entender nada, acerca su muñeca a su boca y manda un mensaje pidiendo indicaciones.

Everleigh trata de abrirse paso entre toda la gente, algunas personas la insultaban y otros solo la toman del brazo para ayudarla a adelantarse y mirar lo que pasa. Cuando ya esta lo suficientemente cerca pudo ver que en el centro del círculo esta un chico tirado en el piso, sangre sale de su nariz y de su mejilla. Everleigh esta desconcertada, hay dos chicos bastante altos que están golpeándolo brutalmente. La mente de Everleigh viaja demasiado rápido, los gritos hacen que no pueda pensar con claridad, ella no entiende qué hacen, porque no lo ayudan, porque ríen. La gente grita muy fuerte, ríen, graban. Everleigh solo mira golpes y más golpes.

No sabe bien lo que sucedió o qué fue lo que la impulsó a hacerlo pero ella grita tan fuerte que todos se quedan callados, corre, sin siquiera notarlo, hasta que lo que se interpone entre un puño y el chico ensangrentado era ella.

—¡Ya basta!— sus ojos y puños se cierran, espera el golpe que venía, pero nunca llega, el chico que tiene adelante pudo verla mucho antes y bajo su puño.

—¿Qué crees que estás haciendo niña?— el chico no era tan alto como parecía, la gente empieza a abuchear por la falta de violencia, uno de los tipos toma al chico ensangrentado y con poca sutileza lo levanta. Su cabeza cuelga y su respiración esta entrecortada. Las manchas de sangre en su camisa son muy grandes.

—¿Qué, qué hago? ¿Qué es lo que tu haces?— dice la chica apuntándolo.— ¿Qué es lo que todos ustedes hacen? ¿Qué acaso les divierte ver el sufrimiento de las personas? ¿Tan insensibles son?— la gente no para de reír y de grabarla.—¡Suéltenlo!— empuja a uno de los chicos pero él no lo suelta.

—Oye.— la toman de uno de los brazos alejándola del chico ensangrentado.— Vete de aquí.

—No me toques.— lo aparta. Vuelve a empujar a los chicos hasta que pudo liberar al chico ensangrentado, puso el brazo de él por atrás de su cuello y mira a los dos abusivos.

—Se acabó.— con mucha dificultan la chica camina hacia la enfermería con el chico.— Quítense de mi camino, a un lado.

La gente comienza a irse, todos ríen o hablan sobre la chica loca que les grito a todos. Algunos están enojados porque el espectáculo había terminado muy pronto. Pero todos, disgustados o no, se fueron a sus respectivas casa.

En una de las terrazas del edificio principal estaban tres chicos observando todo. Uno de ellos sonríe.

—Ella es la chica de las que les hable. Tiene carácter ¿eh?— riendo entra al cuarto.

—Dicen que las estadounidenses están locas, ¿crees que sea cierto?— habla el segundo siguiendo al otro. El último chico se queda un rato más en la terraza y observa como la chica carga con chico hasta entrar a uno de los edificios. Se acuerda que su madre le habló sobre una chica extranjera que iba a llegar solo por un año. Pero no dio tantos detalles. No podía creer que esa niña llegara y decidiera enfrentarse a esos chicos, no cuando él merecía la paliza que le estaban dando.

—¿Vienes Anthoine?— el chico mira una vez más hacia el edificio donde entró la chica y se va.

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—Ya casi llegamos, aguarda.— Everleigh llega al edificio con el chico ensangrentado en manos. El letrero de la enfermería al final del pasillo alivio mucho a la chica, porque creyó haberse equivocado de edificio.

Cuando estaban delante de una puerta con un montón de pegatinas de instrumentos de medicina, Eveleigh se alegra. Con mucho cuidado tratando de no lastimar al chico toca la puerta, esta se abre sola. Everleigh entra.

—¿Hola? Necesito ayuda por favor.— adentro hay un escritorio junto a una camilla. En la parte del fondo hay un gran mueble donde se veían muchas cajas de medicina. Everleigh sienta con mucho cuidado al chico en la camilla. Este gime un poco por el dolor de sus costillas. Everleigh busca en el escritorio si hay una nota o algo que la enfermera pudiera haber dejado para decir adónde iba o cuanto tardaría, pero no hay nada. Corre hacia el mueble y saca lo necesario para curar al chico. Se acerca a él y le pone un poco de alcohol al algodón y se lo acerca a la herida de su mejilla.

—Esto tal vez te duela un poco.— al sentir el ardor en su mejilla el chico cierra los ojos. Everleigh términa de curarlo. Ninguno de los dos dice nada, solo se puede escuchar el sonido del aire acondicionado de fondo. El silencio fue interrumpido por una breve vibración proveniente de la maleta de la chica.

—¿No contestarás?— pregunta el chico.

—No, llamaré luego.

—¿Segura? Es la sexta vez que llama.— Everleigh solo asiente y termina de enrollar un pedazo de hielo en papel para que él se lo ponga en su mejilla.

—Listo.— dice tirando todos los algodones con sangre a la basura.

—Muchísimas gracias por todo.— dice el chico.

—No hay de que.— se quedaron un rato callados.— ¿Cómo te llamas?

—Philipe

—Yo soy Alessia... ¿Porqué te golpeaban?— Philipe levanta la vista del piso y la mira a los ojos. El chico parece nervioso, Everleigh pudo notarlo por la manera que mueve sus dedos en su cuello.

—No es nada.— susurra

—¿Me estas diciendo que eso chicos te golpeaban por nada? No te creo.

—No es importante.— el chico trata de levantarse pero el dolor que siente es insoportable y se vuelve a sentar.

—Philipe quédate ahí, hay que esperar a que la enfermera venga para que te revise bien.

—No tienes que quedarte.

—No me iré.— la chica toma asiento en la silla frente al escritorio.— Aún tienes que decirme porqué te golpeaban.— el chico respira hondo.

—Es una estupidez.

—Con más razón quiero saber.— la chica sonríe, lo que pone más nervioso al chico.

—Rompí la regla azul.—la chica resopla ya abatida por la situación.

—Bien, si no quiere decirme esta bien, pero lo averiguare de todos modos.— la chica ya se esta desesperando, mira el reloj de la pared y se da cuenta que la enfermera si se estaba tomando su tiempo.

—Hablo enserio.— el chico había logrado subir sus pies a la cama y se sienta con las piernas cruzadas.

—¿Rompiste la regla azul? ¿Estas bromeando?

—Supongo que nadie te ha dicho las reglas del colegio.

—Espera, ¿estás diciendo que los castigos de esta colegio son a golpes? ¿Este colegio no era conocido como moderno, en que siglo estamos?

—No son reglas impuestas por el colegio, si no por Anthoine, Gaspard y Damien.

—¿Y porqué todos les hacen caso? No tiene sentido. ¿Porqué tienen tanto poder en este colegio?

—Bueno este colegio es prácticamente de Anthoine.— Everleigh estaba desconcertada, no entendía cómo había llegado a tanto. Es increíble cómo la gente los sigue.

—Espera. ¿Y qué hiciste exactamente?.— Philipe suspira.

—La regla azul es que no puedes meterte con ninguna de las chicas de Damien o las ex-chicas. O de cualquiera de ellos tres en realidad. Hay una de ellas que está en mi clase de literatura, ella era nueva hace un par de años y no sabía la reputación de los tres, lastimosamente nadie le advirtió y terminó siendo una de muchas, otro juguete de Damien. Ahora ningún chico se le acerca, por temor a los dos chicos que viste hoy, que son los que hacen el trabajo duro de los tres chicos. La chica es verdaderamente muy dulce, solo traté de ser un poco amigable con ella, después de lo que le hizo Damien todos la han tratado mal, cuando su padre ha ayudado a los padres de prácticamente todos. Pero a nadie le interesa.— el chico finalmente se calla, Everleigh no podía estar más enojada.

—No puedo creerlo.— el celular de Everleigh suena nuevamente.

—Deberías de contestar, pueden preocuparse.— Everleigh voltea a ver su maleta y asiente.

Se aparta un poco y finalmente contesta.

—Señorita Leblanc, gracias al cielo.— la preocupada voz del señor Stephen la hizo sentir culpable, tenía que haberle escrito para avisarle

—Lo lamento, estoy bien no te preocupes, en cinco minutos salgo, te explicaré todo. Lo lamento de nuevo.— y la chica cuelga.—Perdóname, pero tengo que irme.—dice la chica volteando a ver al chico

—Esta bien, gracias de nuevo por ayudarme.

—Veré si veo a la enfermera afuera para que venga.— el chico asiente lentamente.— Fue muy amable lo que hiciste por esa chica y creo que es una completa estupidez que te golpearan de esa manera solo por hablar con ella.— dicho esto la chica sale de la enfermería.

La limusina sigue ahí, el chófer al verla suspira aliviado y manda un mensaje para avisar de la llegada de Everleigh. Cuando la chica ya estaba cerca se disculpa con el chófer y entra en la limusina.

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