Capítulo 31
La puerta de la limusina se cierra tras de ella y todos los sonidos de la gente corriendo, hablando, los flasehs de las cámaras y su propia voz hablando en la gran pantalla se apagan.
La limusina empieza a caminar dejando atras el colegio.
Mientras el señor Stephan le dice unas palabras de alientos la chica sigue con los oídos tapados, sin o+ir nada más que su corazón palpitando rápidamente.
Sus ojos voltea hacia su derecha, y por un milisegundo, entre el gran mar de gente, puede ver la foto de ella y Anthoine, en los vidriosos ojos del chico.
Los labios del chico están medio abiertos, sus guardaespaldas lo tienen rodeado, hablan por los monitores y tratan de controlar a los reporteros al mismo tiempo, pero él está ahí, parado, sin apartar sus ojos de la foto proyectada frente a él.
—Lo hizo bien, todo salió como previsto.—la voz del señor Stephan logra hacerse presente.
Everleigh deja caer su espalda en el asiento y mira hacia arriba tratando de controlar las intensas ganas de llorar que le surgieron al pensar en el día en que se fue de Francia, dejando al que era su mejor amigo solo.
—Quiero irme.—las palabras de la chica sonaron secas.
Una pequeña lágrima cayendo por su mejilla hace que el señor Stephan, dispuesto a negarse, cerrara la boca uno segundos.
—Al aeropuerto por favor.—el chofer asiente ante la orden.
El señor Stephan toma su celular y empieza a hacer algunas llamadas mientras que Everlegih mira la ventana sin poder quitar sus manos del dije en su cuello.
Hay mucho ruido a su alrededor, su hermano lo ha jalado hasta dentro del colegio, los guardaespaldas siguen tratando de controlar a los fotógrafos mientras por los altavoces un señor le ruega a los invitados que regresen sus asientos, que la cena será servida en unos minutos.
Anthoine escucha como del otro lado de la puerta del director los gritos de Meredith Halmiton llenan el lugar.
El director parecía más sorprendido que cualquiera por la falta de control.
Su padre trata de calmar a Meredith diciéndole que no se preocupe, que el hecho que su nieta no haya llegado no es tan importante, que de seguro ella tendría sus razones.
Pero aunque sus palabras tratan de calmar a la señora Hamilton sé bien que no es verdad, él, como todos los reporteros que al parecer le han seguido la pista a la chica, querían verla después de haber estado desaparecida por tanto tiempo.
El corazón del chico sigue palpitando fuertemente, a su mente llegan preguntas y más preguntas.
Su hermano mayor le toca el hombro y trata de hablarle, pero Anthoine simplemente no escucha, no puede, no cuando hay tatas preguntas que no tienen respuesta inmediata.
La chica de vestido rojo.
La chica de vestido rojo que sale en sus sueños.
No era imaginaria, si existió.
¿Y porque siento que está más cerca de lo que esta?
¿Ella...ella estará aquí?
—Necesito salir de aquí.—la voz de Anthoine suena más fuerte de lo que él esperaba que sonara.
Thierry y el señor Courtois se paran de sus asientos al mismo tiempo que el rubio chico lo hace.
Los dos voltean a verse, sin saber si detenerlo o dejarlo partir.
—Iremos con él.—la voz de Damien se hace presente, y es ahí cuando Anthoine se da cuenta de que en ese asfixiante cuarto estan sus amigos, pendientes de los movimientos de Anthoine.
Gaspard se levanta al mismo tiempo que Damián, los dos abotonan sus sacos y asienten hacia Thierry, como si fueran cómplices de algo que Anthoine no entiende y no quiera entender en ese momento.
Anthoine estira su palma hacia el señor Courtois, pidiéndole las llaves de su auto, pero estás tiemblan. Temblor que no pasan desapercibido para nadie más que el mismo Anthoine.
—Manejaré yo.—dice Gaspard mostrando sus llaves, todos asienten, Anthoine lo mira extrañado, pero Damien palmea su hombro para que salga de la habitación.
El rubio no pone mucha resistencia, sale de la habitación y es guiado por sus amigos hasta la parte de atrás del colegio, donde toman el camino largo hacia el parqueo, para evitar a todas las personas que siguen en la fiesta de inauguración.
—¿Adónde?—pregunta Gaspard mirando el espejo retrovisor, viendo a Anthoine que tiene la mirada en la ventana mientras que Damien se sube en el asiento de copiloto.
—A casa de Alessia.—dice y los dos amigos se voltean a verlo sorprendidos y confundidos.—Necesito... Siento que necesito hablar con ella.
Gaspard mira a Damien, dudando, este se encoge de hombros y toma su celular para hacer una llamada y descubrir adonde es que vive esta chica nueva.
Anthoine mira su celular, entra a contactos y busca el número de la chica.
Recuerda que su número fue de lo poco que el investigador que contrató pudo averiguar de ella.
Su pulgar duda si llamarla, como si de alguna manera pensara que es lo correcto antes de solo llegar a aparecer en su casa. Pero el miedo que la chica se negara a verlo es más grande, así que decide no presionar el botón.
Anthoine se queda mirando la gigante casa blanca delante de él, la mira sin mirarla realmente, el chico está tan metido en sus pensamientos que no nota cundo sus dos mejores amigos se acercan al luego de ir a tocar a la puerta.
Cuando tocan su hombro el chico se sobresalta, comprende que sus amigos habían estado llamandolo por algún tiempo sin que él pudiera reaccionar.
—No esta.—Anthoine mira los labios de su amigo, escuchando sus palabras sin comprenderlas.
Porque no tiene sentido.
Nada de sentido.
¿No está? Justo cuando la necesita ¿ella no esta?
Es enojo lo que invade el pecho del rubio. No solo porque la chica, sin ninguna obligación realmente, no está para él, sino porque tiene una inexplicable necesidad de que ella si lo estuviera.
—¿Estará en la cena? Ella... Que estupidez, ella de seguro está aún en la cena.—dice dándose la vuelta, queriendo subirse al auto e ir al colegio a encontrarla.
—Los mayordomos dijeron que salió del pais, ella, regresó de la cena antes del discurso de tu padre, dijeron que fue una emergencia familiar y se fue a Estado Unidos.—Anthoine voltea a ver a Damien, que lo mira serio.
El rubio abre la boca para discutir, pero la cierra entendiendo lo ridículo de la situación.
—Entiendo.—dice luego de un rato.
Anthoine pasa sus manos por su cabello, deja salir un suspiro y se pone recto, asintiendo a sus amigos.
—Entiendo.—repite.— Quiero ir a casa, por favor. Necesito descansar.—asiente, como convenciéndose que es lo mejor.
Gaspard y Damian se miran antes de asentir.
Se suben al auto los tres y manejan hasta la mansión St. Clair.
(unas horas antes)
Desde pequeño habian pocas cosas que le emocionaba. Los autos de su padre, los juguetes gigantes, hasta su mansión. Eran tan aburridos.
Tan pequeño y comprendió que podían tener todo si solo lo pedía. Pero, si todo es tan fácil ¿cuál es el punto?
¿Qué sensación le daba tenerlo? Si no se había esforzado, sino le había costado, sino había sufrido consiguiéndolo.
Cuando cumplió los cuatro años, por primera vez, hubo algo que quería.
No va a negar que ver a la chiquilla muy cerca de Anthoine le molestaba. No era tan irritante como las otras chicas que llegaban a casa, pero aun así, ella se llevaba toda la atención de su mejor amigo y eso le molestaba.
Paso más tiempo del que le gustaría admitir observándolos, entendiendo después de un rato que no le parecía irritante ella, sino la relación que tenían. Anthoine podía abrirse fácilmente con ella, la chica lo hacía reír y la pasaban bien juntos.
Con ella todo parecía emocionante, los juegos ya no eran tan aburridos y los días pasaban más rápido. El quería una relación igual. No como las niñas que llegaban porque su madre pedía que jugaran con él, quería poder conectar con alguien para que todo se sintiera diferente.
Cuando la chica desapareció Anthoine no fue el único que tuvo que afrontar esa perdida.
Pero aunque dolía, era un dolor bueno. Porque al menos no era el mismo vacío de siempre.
El resto de su vida ha pasado buscando sensaciones, de chica en chica, de pelea en pelea, de bar en bar. No importaba cómo, con quien o donde, el punto era sentir algo.
El entendía en lo que lo convertía, mujeriego, fiestero... No es su culpa que las relaciones se vuelven aburridas, no es su culpa que en las fiestas encuentre emoción.
No es su culpa ¿no?
Supongo que le es más fácil culpar a todos menos a el mismo. Es más fácil lidiar con los sentimientos sean buenos o malos luego de tomar decisiones impulsivas.
Como esta.
—¿Qué haces aquí?— Valerie entra al salón y el chico no puede evitar sonríen grande.
La chica de cabello corto parece exaltada, como si hubiera corrido escaleras abajo desde su cuarto.
Ha puesto un clip en su cabello para que este no se manche por su maquillaje, lleva puesto un vestido de una tela fina, una que podría pasar por un pijama sin ningún problema. La chica esta descalza.
Realmente no esperaba que Damian llegara.
Bueno, ya son dos.
—Vine por ti, para ir juntos a la cena.—dice tranquilamente, evitando reirse por su rubor, al notar la mirada del chico, ella se da cuenta de cómo ha bajado.
Una sirvienta que parecía correr tras de ella llega a dejarle unas pantuflas y una bata, la chica se lo pone encima y se pone los zapatos.
—No necesito escolta, aun...—toca su cabello y se quita el clip peinándolo un poco.—Aún no estoy lista y yo...
—No te preocupes, te esperaré.—responde, desabotona su saco antes de sentarse en el sofa frente a ella.
Valeria abre la boca para decir algo, Damian levanta su ceja, sabe que es una pelea que no ganará.
—Maldición.—la chica sale del salón mientras la risa del chico llena el salón.
Este último mira su reloj y se acomoda, ansioso por ver qué traerá esta cena.
—Llegamos señor.—el chofer frena justo en las puertas del colegio, algunos reporteros buscan acercarse al carro, pero los de seguridad los paran con brusquedad.
—¿Lista?—le pregunto a la chica a mi lado, se ha mantenido callada todo el viaje, ignorando sus intentos de sacar una conversación.
Valerie mira a los reporteros sería, el chico nota como muerde su labio inferior lo que lo hace fruncir el ceño.
—¿Todo bien?—pregunta, tratando de acercarse a ella pero la chica gira bruscamente asustándolo un poco.
—Sal tú.—dice, Damian frunce el ceño nuevamente.—¿Puedes decirle a tu chofer que me deje en la otra entrada? Mis amigas me dijeron que está abierta.
Los ojos de Damian la observan, Valerie lo mira seria, toca nerviosa su collar de perlas que está en su cuello.
La chica se ha puesto un vestido morado claro que le queda perfecto. No va a negar que le costó no elogiar tanto como quiso cuando entró al salon nuevamente.
Damian asiente un poco. Toca sus dientes superiores con su lengua antes de salir del auto.
Las fotos empiezan a cegarlo pero camina rapido hasta la otra puerta.
Sorprendiendo a la chica la abre, toma su mano. Valerie pone resistencia, pero por el susto no logra ser lo suficientemente fuerte para evitar salir del auto.
Los flashes los rodean, los de seguridad tratan con todas sus fuerzas alejarlos de ellos.
La sonrisa de Damian crece cuando ve furia en los ojos de la chica de cabello corto.
—Vinimos juntos ¿no? Pues juntos.
El teléfono de Damian vibra, le responde a Gaspard, le dice que acaba de llegar y que aún no ha visto a Antoine. Levanta la vista mientras caminan hacia el lugar donde han puesto las mesas, buscando con la mirada a su amigo.
Aparta la mirada cuando Valeria aparta su mano de la él bruscamente.
Empieza a caminar hacia otro edificio. Chista con la lengua tratando de encontrar a Anthoine, pero no logra ver nada.
Damian mira a Valerie y camina para alcanzarla.
—Entiendo que no puedas nadar, pero no es tan fácil saber guiarse hacia un lugar lleno de mesas y personas.—alarga su mano para tomar su brazo, pero Valerie lo aparta bruscamente.
Me encara molesta. El ceño de Damian se frunce confundido. ¿Qué esta chica solo enojada pasa?
—No me toques.—sus palabras son afiladas.
—Trataba de ayudarte a ir al buen camino.—dice señalando la fiesta.
—No necesito tu ayuda, es más, sí. Necesito que me ayudes en algo.—Valerie aparta exasperada su cabello con sus manos. Damian levanta una ceja ante el repentino cambio.—Alejate de mí. Por favor, yo...—Valeria pone sus ojos sobre los míos y me sonprendo al verlos un poco llorosos.—Por favor deja de buscarme, deja de seguirme en el colegio, por favor ya no... Te acerques a mí.— la chica deja salir el aire fuertemente por sus fosas nasales y empieza a parpadear rápidamente para eliminar las lágrimas que amenazan con salir.
Valerie empieza a alejarse del chico, decidida a irse a la fiesta.
Damian la detiene nuevamente.
—¿Hice algo que...?
—Por favor.—suplica la chica, apartando delicadamente la mano del chico de su brazo.
Damian deja caer su brazo y deja ir a la chica.
Su cerebro empieza a pensar en todas las veces que estuvo cerca de ella, en todo lo que dijo o hizo. Pero no hay nada, nada que haga que la chica lo rechazara de la manera en que lo hizo.
"Espero que podamos reencontrarnos pronto, ¿qué te parece Tonny?"
Como un puñetazo justo en la mejilla, Damian se quedó completamente paralizado al ver la foto de la chica con Anthoine.
A diferencia de su amigo a él nunca se le olvidó la chica, pero como ninguno de sus amigos la mencionaron luego de su partida sintió que era algo de lo cual ya nadie podia hablar.
Cuando Anthoine mencionó matrimonio no pudo evitar sentir celos. Después de todo el sí recordaba todo lo que los chicos habían pasado, todo lo que el sintió al verlos juntos. El matrimonio no era algo tan malo si se llevaban tan bien de pequeños ¿no?
La pregunta era, que es, exactamente lo que le molestaba.
—¡Anthoine!—el grito de Thierry lo saca del trance.
Su cuerpo se mueve por inercia. Sus ojos buscan desesperados un vestido morado entre la multitud de reporteros violetos y gente conmocionada.
—¡Oye!—Damian logra localizarla, empuja fuertemente al reportero que se acercó directo hacia la mesa de las amigas de Valerie.—¿Estás bien?—pregunta mirando su rostro.
La chica está asustada, sus ojos no están quietos.
—Alessia...—susurra buscando entre la multitud. Alessia se habia ido al baño, Valeria la habia perdido de vista desde entonces.
—Vamos.—tiro de la chica empujando a varios reporteros. Logramos llegar a la entrada, abro la puerta de la limusina y la chica entra.— Llevala a casa.
Hago el ademán de cerrar la puerta, pero Valerie me toma del brazo.
—Lo siento, tengo que buscar a Anthoine él... Iré a verte. Esperame ¿si?—la chica, aun conmocionada logra asentir.
Cierro la puerta, le pego un poco al auto, no entro al colegio hasta que ya no logro ver a la limosina.
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