Capítulo 24
Unos meses antes:
—Señorita sabe que a su padre no le gusta que usted ande sola por el bosque.
—Por esa misma razón estás aquí conmigo ¿o no?— la chica sonríe divertida mientras que la pobre sirvienta asiente, preocupada.—No tienes por que preocuparte, solo quiero ver el lago más cerca. Estar encerrada en esa mansión todo el día me aburre demasiado. Claro que no significa que no paso increíbles momentos contigo pero las dos necesitamos aire fresco ¿no crees?
—Pero señorita, su padre...
—Él no está aquí, él no ha estado aquí durante mucho tiempo. Sabes que él está en eso de los negocios día y noche. No puedo pasar mi vida en esa mansión sin hacer nada. Sabes que ni siquiera quería venir a este pequeño pueblo, tuve que dejar a todos mis amigos. Sé que mi padre va a ver unos muy buenos inversionistas aquí y que es todo para el bien de la empresa pero me aburro. Aquí no hay nadie interesante.
—¿Nadie interesante?— la chica se sobresalta al escuchar una voz. Al darse la vuelta logra ver a un apuesto muchacho que está sentado mientras pela una manzana con una pequeña navaja.
—Señorita, es mejor regresar.— la sirvienta se puso más nerviosa, agarra a Meredith del brazo pero esta quita el agarre y se acerca más al muchacho.
—Nadie interesante.—le contesta.— Desde que vine aquí no hay nada ni nadie que me haya sacado de este estado de aburrimiento. No hay nada que hacer en el pueblo y en mi mansión no cambia mucho la cosa ¿No le parece increíble?
—Según lo que escuché no ha salido mucho, ¿cómo lograría conocer las maravillas de este pequeño pueblo?— el joven le sonríe a la chica, este, al ir vestido con pantalones de tela y camisa blanca luce muy elegante.
Meredith sabe que él era extranjero debido a su raro acento pero a pesar de ello su ingles es impecable.
—No ha habido nada que llegue a interesarme lo suficiente como para salir.
—¿Y qué fue lo que la animó esta vez?
—El lago se ve muy hermoso desde la mansión.— dice la chica señalando el balcón que se ve desde donde se encuentran. La gran mansión se logra distinguir desde cualquier lado, es la más grande del pequeño pueblo.—Pero estoy cansada de verlo desde ahí.
—Señorita es peligroso estar aquí, deberíamos regresar.—la sirvienta vuelve a jalar a la chica.
— Escuchala, el bosque no es lugar para una niña como usted.— Meredith que se zafa del agarre una vez más, se cruza de brazo y mira al joven.
—¿Disculpa? No soy una niña.
—No quise ofenderle de ningún modo, señorita, solo que el bosque es muy peligroso, puede que sus zapatos se ensucien con la tierra.— Meredith está enfadada, él se está burlando de ella.
Mientras que el chico le da una sonrisa divertida la chica lo mira seria.
—Tú no me conoces.
—No. Sé muy bien que no, pero conozco a las de su tipo.
—¿A las de mi tipo?— Meredith no cree lo que escucha.
—Bien, le explicaré. Usted es una niña que ha vivido toda su vida en mansiones lujosas y grandes. Le dan todo lo que usted quiere en el momento en que lo pide. Jamás ha hecho nada por si sola, porque no puede. Pero tranquila, señorita, que no es su culpa, la han hecho de esa manera. Inútil y elitista.
—¿Cómo te atreves a hablarme de esa manera?— la chica se pone enfrente a él, que sigue sentado en un tronco.
Este al verla caminar hacia el, se ríe para luego pararse. La chica es claramente más pequeña que él.
—Como dije, no quise ofenderla en ningún momento.
—Tú no sabes nada de mi vida y no permitiré que un desconocido venga a mi propiedad a insultarme.
—Lo siento pero ahí se equivoca, esta no es su propiedad.— dice el chico señalando la tierra bajo sus pies. La chica lo mira confundida.— Yo vivo ahí.—dice el chico señalando la mansión que se encuentra del otro lado del lago, la chica ni siquiera la había visto.— Y justo donde estoy parado es el límite de mi propiedad y su propiedad. Es más, usted, señorita, casi atraviesas mi propiedad. Pero descuide, lo dejaré pasar.
—¿Te crees muy listo?
—Claro que no, solo sé exactamente lo que te ocurre. Sobre lo que dije de tu modo de vida, hablaba enserio sobre lo que no quería ofenderla. No es nuestra culpa que nuestros padres nos limiten tanto.
—¿De qué hablas?
—Mi nombre es Didier St.Clair, el heredero de la empresa St.Clair, o debería decir ¿esclavo de la empresa St.Clair?
"¿Cenamos juntos?"
—¿Porqué nadie me deja respirar?
—¿Qué?— Damien aparta la mirada del televisor y mira a Anthoine, que está viendo su celular molesto.
—Thierry está aquí.— dice Anthoine mientras guarda su celular luego de borrar el mensaje que su hermano le mandó.— Y quiere que cenemos hoy.
—Espera, ¿cuando llegó?— pregunta Gaspard luego de agarrar una botella de agua de la refrigeradora.
—Ayer. Dice que solo quería ver como estaba, pero estoy seguro de que mi padre lo mandó para que no eche a perder la alianza con la señora Hamilton.
—¿No has hablado con ella luego de esa noche?
—He tratado de evitarla lo más posible, aunque la verdad es que no ha sido tan difícil, ayer no cenó en la mansión. Según lo que el señor Courtois me dijo, ella tenía una cena de negocios o algo. Posiblemente se esté organizando con alguna planeadora de bodas.— dice Anthoine antes de pasarse las manos por su cara y pelo, desesperado.
—No te preocupes por eso ahora, solucionaremos eso de tu casamiento.
—Temo que con Thierry aquí todo sea más difícil. Quiere formar lazos o algo. ¿Quién se cree que es para venir luego de todo lo que hizo y querer cenar conmigo? Estoy harto de esta familia.— los dos amigos de Anthoine se le quedan mirando sin saber bien qué hacer. Ellos también estaban hartos de cómo Anthoine ha tenido que hacer su vida.
La verdad ni para Damien ni para Gaspard había sido tan fácil ya que tampoco tenían una familia de la que sentirse orgullosos.
Damien vive con el peso de un padre mujeriego y una madre alcohólica. Damien vivió la mayoría de su infancia con sirvientas mientras que su madre estaba en un hospital de rehabilitación y su padre se hacía rico en los tribunales mientras que secretamente tenía la cadena de casinos más grande del mundo. Así que pasaba los días en los tribunales protegiendo a gente poco inocente y en las noches ganaba millones estafando a la gente en los casinos. ¿Qué podía hacer él, si a la gente le gustaba apostar?
Mientras que Gaspard estaba condenado a ser doctor como sus padres. A diferencia del padre de Damien, los negocios de los padres de Gaspard son completamente legales. La fama de sus padres llegó a niveles muy poco esperado para unos médicos independientes. Gaspard desde pequeño se le había enseñado que de grande sería lo que su padre quería, un títere con el futuro escrito.
Los tres chicos se hicieron amigos desde muy pequeños, ya que la familia St.Clair prestaba su mansión para que todas las sirvientas cuidaran a los niños de familias ricas. Pero cuando Anthoine tuvo la suficiente edad le pidió a su madre que pararan esas reuniones y que los únicos niños que podrán seguir llegando eran Gaspard, Damien y claro que la pequeña Everleigh que muy pocas veces llegaba ya que sus padres preferían que ella pasara con ellos.
—¿Ya hablaste con el señor Courtois sobre lo del matrimonio?— pregunta Gaspard rompiendo el silencio.
—No he tenido tiempo, está muy ocupado atendiendo a la reina.—responde Anthoine refiriéndose a Meredith Hamilton. En ese momento el timbre suena dando por finalizadas las clases.
—Tengo que irme, mi padre abrirá un nuevo casino fuera de la ciudad y quiere que yo vaya a ver si todo está en orden.
—Voy contigo, mi padre de seguro estará para la gran abertura.— Gaspard se para y sigue a Damien.— ¿Vienes Anthoine?
—No. Me quedaré un rato.— sus dos amigos se le quedan mirando un rato antes de asentir e irse.
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Anthoine se queda mirando la televisión sin prestar atención. El chico aún no puede creer que su vida vaya a cambiar tanto. Matrimonio, pero que locura. Anthoine sacude la cabeza y agarra su celular mientras toma sus cosas y sale de la sala.
Mientras camina a la salida se da cuenta que su limosna no está ahí esperándolo. Agarra su celular y se da cuenta que tiene un nuevo mensaje de su hermano.
"Pasaré a recogerte hoy, hay cosas de las que tenemos que hablar aun. Me retrasé un poco pero esperame."
Anthoine rueda los ojos y responde rápidamente.
"Damien me llevará. No vengas" Su celular empieza a sonar, es su hermano el que llama.
Anthoine suspira antes de apagar su celular. Sé queda mirando el gran portón mientra piensa en qué hacer. No sabe si llamar a un taxi o si llamar a sus amigos.
—¿Necesitas que te lleven?— Anthoine se da la vuelta. Sus nervios están por explotar y no sabe si va a aguantar
—Entonces, ¿estas segura que todo bien?
—¿Enserio seguirás preguntando? Has pasado todo el día así.— Everleigh sonríe mientras sale de su última clase.
—Lo siento, es que no es normal en ti.— contesta Valerie.
—Lo sé, lo sé. Pero estoy bien, ya no lo volveré a decir.— la chica mira su celular.— Bueno tengo que irme, gracias por los apuntes, prometo que te los devolveré mañana.
Las chicas se despiden. El celular de Everleigh empieza a sonar así que la chica contesta.
—Señorita Everleigh.
—Hola señor Stephen ¿pasa algo?
—No, nada de qué preocuparse, solo quería saber si se encontraba bien.
—Ya me estoy cansando de que pregunten eso.— dice la chica riendo.— Estoy bien, enserio lo digo.
—Me alivia oírlo.— responde. Everleigh sonríe, ella ama tenerlo en su vida, ama que se preocupe por ella.
—Ya voy para la limusina. Yo...—la chica mira a Anthoine y casi ríe al ver lo enojado que se ve.— Creo que llegaré un poco tarde, te mando un mensaje explicándotelo.—dice y luego cuelga.
—¿Necesitas que te lleven?— Anthoine parece sorprendido al verla.
—¿Tan desesperado crees que estoy para dejar que tú me lleves?— Everelgih sonríe con los labios cerrados. La chica no quiere pelear y el chico se da cuenta de eso por su reacción.— Lo siento, no quería ser grosero.
—¿Tu? ¿Grosero? No, imposible.— Anthoine la mira y se da cuenta que Everleigh se está riendo. Sin siquiera notarlo él empieza a reír junto a ella.— ¿Entonces?— pregunta señalando a su limusina.
—Si no es problema, aceptaré tu oferta.—dice. Everleigh sonríe y asiente. Los dos entran en silencio.
—¿A donde señorita?— pregunta el chófer.
—A la mansión St.Clair.
Pasaron varios minutos en lo que no decían nada.
Everleigh está nerviosa, la verdad no se esperaba que los dos estuvieran juntos tanto tiempo sin pelear. Anthoine, se siente raro, porque a pesar de que no se llevaban bien se siente realmente cómodo en esa limusina.
—¿Te olvidaron hoy?—pregunta la chica tratando de sacar conversación. Claro que su pregunta fue bastante tonta.
—Las cosas estan algo complicadas en casa. Llego una invitada de mi padre así que mis empleados le han dado completa prioridad. Aparte de que mi hermano decidió aparecer de la nada lo que complica más las cosas y yo...—Anthoine se queda callado, él no entiende de donde había sacado todo.
¿Porqué se lo está contando a ella? Everleigh se da cuenta que el chico empieza a ponerse incomodo.
—No sé lo que pasó con tu hermano pero yo me alegraría si fuera tú. Yo soy hija única y la verdad me hubiera gustado tener a alguien con quien compartir.
—Es...complicado.
—Las familias siempre lo son. ¿Pero no crees que lo que les pase puedan arreglarlo? Después de todo es tu hermano y si vino hasta aquí.— Everelgih decide no seguir con el tema ya que Anthoine se queda mirando a la ventana.— Lo siento, siempre he sido una entrometida. La verdad es que me gusta ayudar a la gente.—el chico solo asiente, no sabe que decirle.
—Llegamos señorita.—el chófer se parquea junto la mansión.
—Gracias por traerme.
—No hay problema.— los dos se quedan sin saber qué decir.— ¿Quieres pasar?—Everleigh se sorprende por la pregunta, de hecho hasta Anthoine se sorprende por la pregunta. La chica no sabe si es buena idea, ahí estaría su abuela y Thierry. Everleigh no se da cuenta que lo está pensando mucho y eso pone a Anthoine nervioso.— Si no quieres, no hay problema.
—Espera.— Everleigh lo toma del brazo.— Sería un placer.— los dos chicos se quedan mirando a los ojos antes de que las puertas de la mansión St.Clair se abrieran sobresaltandolos.— Por favor espérame aquí, saldré en un momento.
—Claro señorita.—responde el chófer.
Los dos chicos salen de la limusina. Anthoine se adelanta para hablar con el señor que había abierto la puerta.
Everleigh se toma su tiempo para mirar la mansión, esa mansión que está en sus recuerdos.
No sabe porque había accedido a entrar pero sabe que había sido una mala idea.
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