Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 23

Cualquier persona podía llegar y preguntarle: ¿Cuál es el mejor recuerdo que tienes con tu hermano? Y la verdad Anthoine no podría responder jamás. La vida de esos dos chicos no fue tan sencilla, desde muy pequeños les enseñaron a no sentir, a no mostrarse débiles, a no amar.

Los dos hermanos tuvieron que aprender a sobrevivir bajo el mando de su padre, tuvieron que crearse su propio imperio para protegerse.

Thierry nunca tuvo la oportunidad de cuidar a su hermano como él lo hubiera querido.

Cuando él cumplió los once su padre lo mandó a un internado en Estados Unidos, con la intención de que aprendiera inglés. Fue por eso que el chico se sintió aliviado de que su hermano tuviera una gran amiga como Everleigh porque a pesar de que él tuviera que irse, sabía que Anthoine no se quedaría solo y que esa pequeñita siempre estaría con él.

Las cosas no salieron como él pensó, días después de que entrara al internado, Thierry recibió una llamada de su madre donde le preguntaba si sabía algo de la pequeña Everleigh, su madre le dijo que la chica se había marchado con sus padres y nadie sabía bien adonde se encontraba.

Thierry trató de convencer a su padre de volver, él sabía que su hermano lo necesitaba, que él no podría solo con su padre y mucho menos ahora que la pequeña no estaría ahí para ayudarlo. Pero este último se negó.

Cuando Thierry cumplió los quince años tuvo la oportunidad de salir del internado y fue ahí cuando llegó a visitar a su hermano. Anthoine, a sus cortos diez años, ya no era el mismo. Su padre lo había convertido en una persona completamente diferente. El pequeño que reía y corría ya no existía más.

—¿Supieron algo de Everleigh?

—Se mudó a Nueva York con sus padres, Charles Hamilton ha llevado a su empresa a niveles que nadie ha llegado jamás. Han viajado mucho estos últimos años y según los aeropuertos, la pequeña Everleigh ha viajado con ellos.— contestó el señor Courtois al joven Thierry.

—¿Nunca supimos porqué se fue tan repentinamente?

—No señor, nunca recibimos ninguna llamada. Su hermano quiso contactarla muchas veces, luego de un año se rindió. Estaba destrozado, no salía de su cuarto, comía en muy pocas ocasiones. Solo dejaba que Gaspard y Damien jugaran con él. Desde ese momento nadie puede mencionarla. Ya pasaron cuatro años de eso, su padre le ha exigido mucho, él... Anthoine ya no es el mismo.— Thierry simplemente asiente, sin despejar la vista de su pequeño hermano que está sentado junto a la piscina.

—Yo encontraré a Everleigh, se la traeré a Anthoine. Lo prometo.

—Cómo extrañé esta mansión.— dice Anthoine respirando el fresco aire.— Canadá es hermoso y todo pero no hay nada como Francia.— Thierry sonríe y mira a su hermano que aún sigue en la puerta del jardín. Anthoine la verdad aún no cree que su hermano esté ahí.—¿Pasa algo?

—¿Qué haces aquí?— la sonrisa de Thierry se hace más grande.

—Sabía que me extrañabas, por eso vine.—responde encogiéndose de hombros

—Thierry...

—¿Qué? ¿No puedo venir a visitar a mi hermano?

—Nunca lo habías hecho.— Thierry hace una mueca.

—Lo sé. Pero ya estoy aquí así que...¿Cómo has estado hermanito?

—¿Mi padre te mandó?

—Claro que no.

—Tú sabes lo que quiere de mí ¿cierto? Lo apoyarás como siempre.

—Bueno, bueno, bueno.—dice levantando sus manos a forma de rendición.— Vamos a calmarnos. No sé de qué hablas. Siéntate, hablemos.— Anthoine duda un par de segundo pero luego decide sentarse frente a su hermano.— Mi padre no me mandó. Sabía que él había estado en contacto contigo últimamente así que aproveché y le dije que quería verte y cuidarte. El aceptó claro está, dice que necesitas a alguien que te guíe. Así que aquí estoy.

—¿Cuánto tiempo?

—¿Qué?

—¿Cuánto tiempo estarás aquí cuidándome como si fuera un bebe?— Thierry suspira ante la actitud de su hermano.

—El tiempo de mi estadía no es relevante en este momento. El punto es que estoy aquí y no me iré. No por el momento.— los dos chicos se quedan callados.

Anthoine se queda mirando fijamente a la piscina, no se atreve a mirar a su hermano. Anthoine no recuerda cuándo fue la última vez que tuvo una conversación larga con él, Thierry fue otra de las personas que lo abandonó, que se fue sin decir adiós.

Aunque Anthoine no lo admitiría está feliz de tener a su hermano ahí, está feliz de tener a alguien que sabe que lo protegería o que al menos lo intentaría. Aunque pasa mucho tiempo cuestionando si Thierry está más del lado de su padre, sabe que así como él, Thierry está en contra de muchas de las decisiones que toma su padre. Por muy feliz que está tiene miedo que la llegada de su hermano signifique que la alianza es más urgente de lo que pensaba.

Thierry se pregunta qué es lo que piensa su hermano, sabe que las cosas con su padre se han complicado y, según todo lo que Everleigh le comentó, las cosas en el colegio tampoco iban tan bien.

Anthoine había logrado construir una coraza y protegerse completamente de todo lo que pueda hacerle daño. Pero pasó mucho tiempo con esa coraza que ni siquiera él sabe dónde empieza y dónde termina.

Thierry se siente culpable, sabe que si él hubiera luchado un poco más contra su padre su hermano no hubiera sufrido de esa manera. Esto no significa que su vida haya sido fácil, las horas eran eternas en el internado, no tenía permitido ningún tipo de comunicación con su familia y eso para un niño de once años era tortura pura. Lo que sí tenía era acceso a las redes sociales, donde día a día se torturaba al ver las noticias de su padre y hermano.

Para Thierry, nunca fue una opción seguir con la empresa, pero claro que su padre ni le preguntó qué es lo que realmente quería estudiar. Ahora el chico ni recuerda cuáles eran sus sueños.

—¿Cómo están tus amigos?

—Como siempre.

—Ya me di cuenta que no estás muy hablador.

—¿Sabes? Estoy un poco cansado que la gente espere de mí algo que jamás ofrecí.

—No tengo ni la menor idea de lo que hablas, pero claro que puedes contármelo.

—Olvídalo, tengo tarea que hacer.— dice el chico levantándose.

—Anthoine. Sé que no estuve cuando lo necesitaste, conoces bien a nuestro padre no tenía muchas opciones. Estamos juntos en esto y yo siempre estaré de tu lado, pase lo que pase. Así que aunque trates de alejarme como le haces con cada persona que siquiera intenta demostrar algo no va a funcionar. No fui el mejor hermano y llevo culpándome por eso desde el día en que me obligaron a ir a ese asqueroso internado, pero ¿puedes pensar un poco en los demás? Yo jamás quise irme y lo sabes. Yo jamás quise tomar este estúpido puesto ni vivir en la estúpida Canadá. Lo sabes bien, así que deja de estar enojado porque tú bien sabes que ni tú ni yo tuvimos opción. Jamas la tendremos a menos que hagamos algo y estemos juntos. Somos lo único que tenemos y espero que cuando te des cuenta de eso ya no sea tarde.— Thierry termina y trata de regular su respiración.

Anthoine se le queda mirando, sabe que su hermano mayor tiene razón pero el orgullo es mucho más fuerte.

—Mi padre tiene una invitada en esta casa, supongo que ya estás al tanto.—dice y se va.

Thierry suspira y se levanta de la silla. Se queda mirando el bosque frente a él mientras toma su celular.

"Mi hermano me odia."

"No lo hace, está enojado, como siempre. Pero se le pasará"

"Jamás me perdonará. Ni siquiera yo puedo hacerlo"

"Ya veras que todo estará bien. No tienes que preocuparte"

"Gracias Everleigh Hamilton"

"No hay de que Thierry St.Clair"

Thierry sonríe mientras guarda su celular luego de leer ese último mensaje. Suspira una vez más y entra a la mansión.

Le costó levantarse esa mañana, la verdad estuvo leyendo el diario de su madre y no pudo evitar ver las fotos de ellos en su computadora la noche anterior. Everleigh no durmió mucho y eso para su humor no le ayudaba en nada. Luego de recibir los mensajes de Thierry decidió apagar su celular, había recibido algunos mensajes de compañeros preguntándole si se encontraba bien o si podían pasarles la tarea, así que la chica decidió no contestar nada.

Esa mañana Everleigh desayunó tranquilamente mientras hablaba con el señor Stephen, claramente él siguió sin aceptar desayunar con ella, ni siquiera quiso sentarse.

Cuando entra a la limusina la chica repasa mentalmente todo lo que tiene que hacer, por haber faltado el día anterior tiene que pedir todos los apuntes que no escribió. Tiene que disculparse con los profesores y buscar algunos libros.

La verdad Everleigh quiere que ese día fuera tranquilo, no tiene humor para drama solo quiere ir al colegio a hacer lo que tiene que hacer y regresar a su mansión para dormir.

—¡Alessia!— ese grito sobresalta a la chica que está tranquilamente metiendo sus libros en su casillero. Por esto mismo algunos de sus libros caen al piso haciendo mucho ruido. Muchos de los alumnos se voltean a verla y ríen .— Lo siento lo siento,lo siento.— dice Valerie ayudándola a recoger los libros.

—Tranquila, no pasa nada.— las dos ríen mientras guardan todo.

—¿Te encuentras bien? Estaba bastante preocupada, tu no eres de las que faltan nunca así que pensé que era algo grave. Y si era algo grave la verdad me iba a sentir muy mal porque me caes muy bien y sentí que fue mi culpa, ya sabes por lo de la reunión. Yo sé que no fue muy buena pero no sabía si te habías sentido incómoda o era algo más yo...

—¡Valerie! Tranquila. Estoy bien, enserio.— la interrumpe ya que la pobre chica ni siquiera respiraba por lo rápido que hablaba.

—Lo siento. Estaba preocupada.

—Ya me di cuenta.— dice Everleigh riendo.

—Oye no te burles. Yo ya te daba por muerta.— dice y las dos chicas empiezan a reírse y a seguir haciéndose burlas.

En eso tres chicos se acercan. Valerie se queda paralizada y se endereza como si fuera un soldado frente a su general. Everleigh, con su sonrisa todavía en su cara, los mira interrogantes ya que estos no dicen nada.

—¿Podemos ayudarlos?

—Estoy notando que tu pequeño perro encontró a su dueño.— dice Anthoine de una manera tan tranquila.

—¿Disculpa?

—¿No te contó tu amiguita? Ayer irrumpió en nuestra sala para preguntar por ti.

—No no me lo comentó, pero que considerada es ella ¿no crees?

—Me parece una falta de respeto, puesto que a nosotros no nos importa tu existencia.

—Claro, por eso pierdes tu valioso tiempo en venir aquí y contármelo.

—El porque es irrelevante solo comentarte que eduques bien a tu mascota y que deje de molestar a los demás.

—Espero que no estés hablando de Valerie de esa manera porque sino...

—¿Que harás Alessia?

—Yo te voy a...—el timbre interrumpe a la chica. Todos los presentes se quedan completamente callados.

—No vales la pena.— dice Anthoine antes de irse.

—Gracias por defenderme.—suspira Valerie.

—No te preocupes, esos chicos se creen más de lo que deberían. Bueno así que ¿fuiste a preguntarles y entraste a su salón?— dice Everleigh levantando una ceja, divertida.

—Es una historia bastante interesante.— responde Valerie y las dos ríen mientras se van a sus clases.

Enfadada, demasiado enfadada. Había trabajado demasiado como para que de un día para otro todo se derrumbara. Su nieta no está pensando claramente, no puede hacerlo.

Meredith Hamilton está furiosa cuando sale del restaurante esa noche. Sus planes no habían salido como ella quería y su nieta, una vez más, había logrado enfadarla demasiado.

Ella había trabajado muy duro, durante muchos años. Esa empresa es suya y siempre lo será, no importa si tiene que falsificar un acta que diga que Charles Hamilton no es su hijo verdadero para que así Everleigh Hamilton no pueda tener la presidencia.

Entra a la limusina y se tranquiliza, sabe que esa falsificación podría hacerse pero sabe que no es una buena decisión.

Respira hondo y trata de calmar sus agitados pensamientos. Su nieta siempre lograba hacerle esto y ella solo quiere explotar, explotar y explotar. Había manejado esta empresa durante mucho tiempo e iba a recuperarla.

—Espero que tu bienvenida haya sido de tu agrado Meredith.— escucha una voz familiar cuando acepta la llamada.

—Didier St.Clair, pero que agradable llamaba y qué oportuno.

—Como siempre.

—Tu hijo es encantador, la pasamos muy bien, lastima que la noticia de su casamiento arruinó el momento. No me sorprendió para nada que me lo hayas dejado a mí, nunca te gustó hacer el trabajo sucio.

—Sabes que no tengo tiempo para esas cosas.

—Es tu hijo, Didier.—dice Meredith firme y el señor St.Clair se queda callado por un momento.— Vendrás ¿no es cierto? Para hablarlo claramente con él. El pobre ha de tener muchas dudas y...

—Meredith...

—Eres igual que nuestros padres.

—Meredith...

—Los padres que nos arruinaron la vida. Que nos obligaron a seguir caminos que no queríamos.

—¡Meredith!

—¡No! Tú sabías muy bien cómo fue para mi y aun así me dejaste para que se lo dijera. Para que le dijera a tu hijo que ya no puede elegir nada de lo que quiera hacer de su vida.

—Los dos acordamos que es lo mejor.

—Eso no lo hace más fácil.

—Meredith.

—Buenas noches Didier.— dice y cuelga.

Meredith llega a la mansión St.Clair y se dirige hacia la habitación que le asignaron. Pero antes una sirvienta se le acerca y le entrega un sobre que tiene la dirección del hotel donde el señor St.Clair se hospeda.

—Meredith.— la chica se sobresalta al oír la voz de su padre.

—Padre, no sabía que habías llegado de tu viaje.

—Llegué esta mañana.

—¿Madre vino contigo?

—No.— la chica solo asiente, decepcionada.—¿Qué tienes en tus manos?— la joven Meredith se tensa al recordar la carta que estaba leyendo, esa carta que la había puesto tan feliz. La chica la oculta tras su espalda.

—Nada padre, una carta boba que una compañera me ha enviado.

—Enséñamela.

—Enserio, no es importante, son bobadas.

—Meredith.— el padre de la chica estira la mano mientra uno de los sirvientes le prepara un poro.

—Padre por favor.

—No volveré a pedírtelo.— la mirada que le da es muy dura, la chica lentamente le entrega la carta mientras su corazón se acelera. Su padre la observa detenidamente por unos minutos y sin que la pobre chica pudiera detenerlo tira la carta en la chimenea.

—¡Padre no!— la chica corre hacia las llamas con toda la intención de salvar la carta pero su padre la agarra del brazo.— ¡Por favor! ¡Por favor!— la chica trata de zafarse del agarre pero no lo logra. Su padre la sostiene firme y la obliga a mirar como su amaba carta se consume en el fuego.

—Eres una deshonra para esta familia.— dice soltando bruscamente. La chica cae al suelo derrotada.— ¿Cómo se te ocurre escribirte de esa manera con ese maldito? ¿Es que acaso no piensas en tu futuro? ¿En nuestro futuro?

—Padre...

—¡No puedes volver a hablar con él! ¡Jamás volverás a verlo!

—Por favor, yo lo amo.

—Nunca te permitiré casarte con un St.Clair. ¡¿Escuchaste?!

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro