
Capítulo 10
Sus manos están fuertemente agarradas al volante, tanto que sus nudillos están blancos.
Muchos carros pitan cuando él pasa a la par de ellos rápidamente. Se que está muy arriba del límite de velocidad pero no le importa, el viento en su cara, el ruido del motor, todo eso le ayuda a relajarse. El solo piensa una cosa, tiene que alejarse, lo más rápido posible y lo más lejos que pueda.
Su mejilla aún dolía por el golpe, aunque nunca no lo admitiría. En su mente aún se repite esa escena, esa chica llegó de la nada. Era pequeña, muy delgada pero tiene bastante fuerza y se lo demostró a todo el colegio.
Al pensar en eso hace que acelere cada vez más, su enojo aumenta y su respiración se agita. Finalmente empieza a presionar el freno hasta bajar la velocidad considerablemente. Luego de un rato se parquea delante de su mansión y piensa seriamente si entrar o quedarse ahí.
No está de humor para hablar con el señor Courtois pero no puede quedarse ahí, también podía encender su carro e ir a hacer una gran escena para desquitarse con su padre y deshacerse de todos esos sentimientos que lo han atormentado últimamente.
Haciendo lo más coherente sale de su carro y camina hacia la entrada de su mansión. Al parecer ya lo están esperando porque la puerta se abre antes de que él meta la llave.
Delante de él está el señor Courtois muy serio.
—No estoy de humor para tus sermones.— pasa a la par de él.— Iré a mi habitación y que nadie me moleste.
—Señor St. Clair, es su madre.
Antes de entrar repite en su mente lo que le iba a decir al señor Stephen sobre sus raspones. Al principio había pensado decirle que se los había hecho en deporte, pero él podía averiguar que ese día no tenía esa materia. Luego pensó en decirle que se cayó en las escaleras, pero eso no iba a ser muy creíble, porque si te caes así, normalmente te quedan moretones no raspones. Como último recurso pensó en decirle que alguien la había empujado sin querer, lo que no era completamente mentira ya que si la había empujado, pero si fue queriendo.
Para su suerte el señor Stephen había salido por una reunión en las afueras de la ciudad y volvería después de cena. Así que la chica tiene tiempo para pensar en una mejor mentira o simplemente para ponerse pantalones y rezar por que los raspones se curaran lo más rápido posible, de preferencia para el día siguiente.
Entra a su cuarto, se quita su uniforme y se pone ropa mucho más cómoda. Peina su largo cabello y lo sujeta en una cola alta. Se quita todas sus joyas, dejando solo su collar colgando de su cuello. Normalmente ella ocupa camisas que ocultan el dije, para que la gente no hiciera preguntas, pero como está en su casa y ninguna empleada podía ni debía hacer preguntas se puso una camisa que lo deja ver. Sale de su cuarto y va a su oficina para trabajar un rato.
Metida en correos, esquemas y números pierde la noción del tiempo. Everleigh está a punto de llamar al señor Stephen para preguntarle la hora de su llegada pero antes de hacerlo tocan a la puerta. La chica extrañada se levanta para abrirla. Según ella el señor Stephen llegaría más tarde, cuando abre la puerta se da cuenta que no era él sino que una empleada. La chica está aún más confundida porque las empleadas no tien permitido subir por toda la información de su verdadera vida que está escrita en cada papel de la oficina.
—Señorita Leblanc, una tal Valerie, dice que es amiga suya. Venía a preguntarle si la conoce o si le pido que se retire.— en ese momento Everleigh se acuerda que habían quedado que llegaría a dejarle los cuadernos. La chica mira su desarreglado atuendo y pasa su mano por su cara tratando de pensar qué hacer.
—Si, es amiga mía, puede dejarla pasar, díganle que me espere en la sala que bajo en un momento.— la sirvienta asiente y se va. Everleigh, va hacia el armario que tiene la oficina para ver si ahí hay algo para parecer más arreglada.
Ahí encuentra una chaqueta azul oscuro. Se la pone y observa su atuendo en el espejo. Se sorprende al verse, está muy elegante con esa chaqueta, los pantalones negros que se había puesto para ocultar los raspones y su cola alta la hacían ver más esbelta y hacía lucir sus pómulos. Satisfecha baja las escaleras y suspira para calmarse antes de entrar a la sala.
Podía ver a Valerie sentada en uno de los sillones con la mirada fija en las grandes ventanas que dejan ver una hermosa vista del bosque. Frente ella hay varios bocadillos y dos tazas de lo que parece ser café.
—Valerie, perdón por hacerte esperar.— la chica se levanta del sillón, se acerca a Everleigh y la abraza, feliz.
—No te preocupes, nunca acordamos una hora, espero no haber interrumpido.
—No, no lo hiciste. Gracias por venir.—Everleigh algo incómoda se separa disimuladamente.— Siéntate por favor. Espero que te guste el café y los postres que hace la cocinera son los más ricos que he probado.— las dos chicas se sientan.
—Si, muchísimas gracias.— pasan varios segundos sin decir nada, Everleigh no sabe de qué hablar, no tenía planeado que ella se quedara, pensó que Valerie mandaría a alguien a dejar los cuadernos, no que ella llegaría.
Luego del accidente de sus padres no había socializado mucho así que no sabe muy bien cómo seguir la conversación. Bebe un poco de café para tratar de ganar tiempo y pensar qué decir.
—Tienes una casa muy bonita y muy grande también.— dice sonriendo, como si no notara lo incómoda que esta Everleigh.— ¿En qué trabajan tus padres?— la chica se atraganta con su café. No esperaba esa pregunta.— Lo lamento no quería meterme, solo que ya sabes, todos los rumores en el colegio, eres la nueva y todo eso. Nadie sabe mucho sobre ti.
—No te disculpes, solo me tomaste un poco desprevenida. Pero tienes razón no he hablado mucho de mis padres. Ellos son abogados. Mi madre es de Italia y mi padre es de aquí. Pase la mayoría de mi infancia allá, pero mi padre recibió un puesto aquí así que nos mudamos hace un par de meses. No muchos en realidad. Por eso tengo apellido francés.— dice y ríen.
—Abogados, amo esa carrera, cuando salga del colegio me encantaría estudiar eso, aunque mis padres preferirían que fuera médico o algo así.— Valerie por un par de segundo se entristece pero luego su sonrisa vuelve.— Me encantaría conocer a tus padres, seguro son muy buenos abogados, tal vez podrían darme algunos consejos y me puedan ayudar a convencer a mis padres.— Everleigh sonríe falsamente, se toma su tiempo para contestar. Ella sabía que en algún momento esto iba a pasar, pero esperaba que no fuera tan pronto.
—Claro, se los comentaré. Aunque la mayoría del tiempo pasan de viaje por su trabajo, pero estoy segura de que cuando les hable de ti estarán muy emocionados de hablarte sobre su trabajo. Ya sabes como son los padres, cada vez que alguien les pregunta sobre lo que hacen se emocionan y cuentan absolutamente todo.
—Me imagino.— las dos voltean a ver a la ventana, como el sol poco a poco empieza a meterse. Por la oscuridad que está cayendo las luces de la sala se encienden.— Supongo que tu seguirás esa carrera ¿no? Digo, para seguir el trabajo familiar.
—En realidad, ser abogada no es algo que me llame mucho la atención, estudiaré administración de empresas. Tengo la esperanza de poder crear una gran empresa algún día.
—Claro, debí imaginarlo por la economía.— Valerie señala los cuadernos. Everleigh asiente.— Oh que lindo dije, siempre ame los diamantes.— Everleigh rápidamente pone su mano encima de su collar y siente como se le eriza la piel. No pudo creer que se le hubiera olvidado.— ¿Tu segundo nombre empieza con "E"?— Everleigh se para con la intención de contestar rápidamente y hacer que Valerie se marche para evitar las preguntas.
—No... Mi abuela, se llamaba Eloise, ella me lo dio antes de morir.
—Oh, siento mucho lo de tu abuela.— Everleigh iba a dar las gracias pero escucha como la puerta principal se abre, las dos chicas se quedan en silencio. Everleigh aprovecha para calmar su respiración que se había agitado por la adrenalina. Pero al ver entrar al señor Stephen suspira aliviada. Él al ver a Valerie se sorprende pero se acerca a saludar.
—Señor Stephen, ella es Valerie Lombard, la chica de la que te había hablado, vino a dejarme algunos cuadernos para poder estar al corriente de todo lo que no vi el año pasado.
—Claro, mucho gusto.— dice dándole un beso en cada la mejilla.
—El gusto es mío.— responde Valerie devolviéndole el saludo con una sonrisa.
—El señor Stephen es el ayudante de mi padre en el bufete de abogados.
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Luego de despedirse de Valerie, Everleigh sube a la oficina como el señor Stephen le había pedido que hiciera.
Cuando lo hace hablan, Everleigh le cuenta lo que le había comentado sobre sus padres y el señor Stephen la felicita por no entrar en pánico y por decir exactamente la historia que había planeado en caso de que alguien preguntara.
Tomó varias semanas tener unos buenos padres falsos, ya que si cualquiera busca a la familia Leblanc, pueden encontrar a una pareja de abogados. Claramente ellos aceptaron ser sus padres falsos con mucho gusto, claro que la paga no está nada mal.
Hablan también sobre la reunión que tuvo y sobre los nuevos inversionistas que querían ser parte. Uno de ellos era la empresa St. Clair, que ansiosamente solicitan una reunión exclusiva con Everleigh. Cuando terminan de pasar la información importante del día, cada quien se va a su respectiva habitación para descansar.
Las cosas no pueden estar peor, o al menos él lo siente así. Todas esas emociones lo iban a matar en cualquier momento.
Pensó que este año seria tranquilo pero las cosas se están saliendo de su control y apenas es el inicio de clases. El no podía esperar a graduarse para finalmente irse y estudiar algo que lo alejara lo suficiente de su familia y de todo que conlleva ser un St. Clair.
Llegó del colegio luego de una terrible mañana, pensando que podría irse a su habitación y descansar un poco y tal vez más tarde encontrarse con sus amigos y distraerse de todo esto. Pero las cosas, como de costumbre, no le salieron como él quería. El señor Courtois le dio una de las peores informaciones que él ha podido recibir: le había pasado algo a su madre.
Anthoine no recuerda hace cuánto fue que tuvo una conversación realmente larga con su madre, su trabajo y la abertura de sus tiendas en diferentes partes del mundo han hecho que la comunicación entre ambos haya llegado casi a su extinción.Pero eso no significa que él no la ame.
Antes de que su carrera estallara pasaban grandes momentos juntos y ella era la única persona que le defendía de su padre y eso es lo que extraña más que todo.
El señor Courtois le dijo que había recibido información que su madre se había desmayado y que la llevaron al hospital directamente. No era nada para preocuparse, o al menos eso le dijeron. Pero Anthoine le exigió que le dijera exactamente todo lo que le habían informado. Como el señor Courtois no podía mentirle le dijo que su madre solo había tenido un bajón de azúcar, por no alimentarse bien a causa del estrés del trabajo, en efecto no había que preocuparse, a menos que su madre decidiera ignorar las indicaciones del doctor y seguir sin alimentarse bien, lo que podría producir un nuevo bajón que sería muy dañino para su salud.
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Anthoine está acostado en su cama, con la mirada perdida en el techo. Tiene la intención de dormir pero no logra conciliar el sueño. Su celular empieza a sonar así que lo saca de su chaqueta. La que llama es la novia de Gaspard.
—¿Delphine?— Anthoine se levanta y se dirige al baño para ponerse la pijama.
—Anthoine, lamento llamarte ,sé que tienes muchos problemas últimamente.— Anthoine levanta una ceja, ella nunca se ha dignado siquiera en mirarlo y ¿ahora quiere hablar? Anthoine no entiende nada.— Pero necesito que me digas donde esta mi novio.— la voz de la chica era demandante, el chico trata de no reírse de ella. ¿Quién se creía que era?
Anthoine se acuerda que en uno de los muchos viajes que Gaspard hace por el mundo con su padre, encontró a esta chica. Según lo que él dice la chica le gustó bastante pero no lo suficiente como para traérsela a la misma ciudad. Pero la chica insistió tanto que no pudo negarse, actualmente los dos tienen bastantes discusiones. Ya que según todos, hasta el mismísimo Gaspard, la chica está completamente loca.
— Oye, Delphine, no sabes como me gustaría ayudarte pero no me importa en absoluto tus problemas y el hecho de que solo llames para obtener algo de mí, hace que mi interés hacia tu problema disminuya. Que tengas buen día.— y antes de que contestara cuelga.
Por alguna razón el humor de Anthoine cambia levemente, le alegró molestar a alguien. Piensa en todos los años que lo había hecho, desde el jardín de niños hasta ahora. Como la gente lo sigue por un poco de atención y como todos hacen lo que él quiere, cuando él lo quiere, el siempre se ha aprovechado de eso.
Se mira en el espejo de su baño con una sonrisa en el rostro. Pero esa sonrisa que costó que llegara, por todo lo sucedido, se va rápido al notar el leve color rojo en su pómulo. Recuerda que después de todos estos años, una niña había venido a enfrentarlo, algo que nadie había hecho, algo que nadie se había atrevido a hacer.
Su enojo vuelve a su sistema. Esto no se iba a quedar así, Anthoine se promete que esa chica no va a salirse con la suya. Así que toma su celular y les dice a sus mejores amigos el plan que tiene contra la chica. Lo que quiere hacer, lo que necesita averiguar y lo que espera que pase.
Anthoine durmió bien esa noche. Soñó con esa nueva chica y lo emocionado que estaba por el día siguiente.
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