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Epílogo

Ya a pasado un tiempo desde que él se marchó para siempre de nuestras vidas, no nos fue fácil el poder comprender que ya no lo volveríamos a ver jamás, a veces vagábamos con la esperanza de que solo hubiese sido un sueño y que pudiésemos encontrarlo en su oficina, o en el sillón de la sala que solía usar para dormir cuando nadie lo veía.

Todo el ruido al cual estábamos acostumbrados desapareció junto a su presencia, nadie tenía la energía como para pelear por algo, era incluso llamativo el que se hablasen en algún momento, todos estaban cada vez más distanciados. Reborn no lo pudo aceptar de ninguna manera y luego del funeral desapareció, desde entonces no se lo ha vuelto a ver, nadie tiene ni idea de que esta haciendo, o de a dónde se encuentra.

La muerte del decimo Vongola fue un shock para muchos de los que lo conocían o eran cercanos, lo habían conocido por mucho tiempo y sabían muy bien de lo que era capaz... no llegaban a comprender de que manera alguien tan fuerte como él había terminado de esa manera. Era confuso el pensar que alguien que con solo su presencia imponía muriera de una forma tan... ¿Común?

Aun así, a pesar de que costaba para todos el aceptar que ese adorado cielo que todo lo abarca ya no está, y que solo quedaba un vacío el cual nunca podrían llenar, aun así, solo quedaba... el seguir, pero... ¿Seguir cómo?, ¿Cómo es que esperaban que solo aceptaran que el ya no estaba?... ciertamente, no estaba, los había abandonado para siempre sin ellos poder hacer nada para evitarlo.

Al que mas le afecto todo esto fue al Hitman, aquel que paso años de su vida junto al castaño, aquel que estuvo en todos esos momentos en los que mas lo necesito, el que lo vio crecer, que lo ayudo a convertirse en ese gran hombre que era... aquel que lo amo con cada centímetro que su alma abarcaba, con cada suspiro, con todo su ser... y como entrego todo se quedo sin nada, no era mas que un ser vacío, su todo... se había ido, se esforzaba por simplemente respirar, por hacer algo... nunca antes había estado tan falto de todo... una vez mas sentado en el sillón de ese hotel alquilado miro hacia el techo dejando caer unas lágrimas que nunca antes se habían mostrado en ese ser, en alguien como él. Diariamente se torturaba con pensamientos de cómo podría haberlo salvado, si solamente hubiera estado con el antes, si no se hubiese guardado todo, si le hubiese prestado mas atención... miles de pensamientos lo atosigaban constantemente y las noches lo torturaban con las imágenes de este muerto en sus brazos, siendo inútil una y otra vez... sin poder hacer nada incluso cuando era el mejor.

Sostenía su arma favorita entre las manos como siempre lo había hecho, pero no con la misma intención que había tenido en anteriores tiempos... nunca pensó que alguien como el que había estado durante tanto esforzándose por vivir con tanto fervor llegaría a esto en algún momento, sus pensamientos solo parecían alentarlo contantemente a una acción que sabia su cielo nunca habría perdonado, pero... el ya no estaba para detenerlo de tal estupidez.

Una sonrisa se dibujo en su rostro, pero no una de las que siempre había usado, sino que esta era una de pura resignación, una que demostraba la perdida de la poca cordura que le quedaba, quito el seguro del arma y lentamente la acerco a su cabeza, el mas que nadie sabia perfectamente lo que sucedería, donde debía disparar en ese momento, estaba a punto de jalar el gatillo... pero sintió su cuerpo arrastrarse hacia una dirección, a causa de esto su arma se cayo.

Una vez abrió los ojos no pudo evitar el que las lagrimas se escaparon, y de alguna forma tampoco pareció el intentar evitarlo, frente a el estaba Tsuna... aunque un tanto más pequeño, ahí es cuando noto que al que veía no era a su castaño sino al de 10 años antes, una triste risa se escapo de sus labios.

El pequeño cielo no llegaba a comprender que es lo que sucedía, ese hombre que lo había ayudado había aparecido y se notaba bastante triste, en un impulso por calmar esas lagrimas que le causaban una gran opresión al pecho, se agacho y con las mangas de su buzo limpio con suavidad las mejillas de este, el hombre no pareció oponerse a su tacto y simplemente lo observo atentamente como si lo estuviera admirando, intentando grabar ese momento en sus retinas... pero el tiempo se había acabado y como llego tuvo que volver.

Una vez mas estaba en ese lúgubre hotel, el sicario se recostó en el suelo mirando hacia el techo, en verdad había extrañado el ver esos ojos, ese extraño y sedoso pelo, esos rosados labios, esa blanquecina piel, y ese suave tacto que solo él le podía proporcionar.

Se giro mirando hacia un costado en donde encontró su arma junto a un papel el cual antes no se encontraba ahí... estiro su brazo para observar el contenido y con una inconfundible letra perfecta como el dueño encontró escrito: "No dejare que pase".

Una sonrisa se escapo de sus labios, al menos ese pequeño de ojos brillantes podría sobrevivir en otro lugar en el, aunque no sea el aquel que se encuentra allí sabia que su otro yo no rompería la promesa. En ese momento pudo cerrar los ojos para descansar por un momento, y en sus sueños encontrarse con su Tsuna vivo en ellos sonriéndole y permitiendo que lo amara por fin.

Nunca nadie volvío a ver a ese legendario hombre al que todos conocían como el mejor.

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