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3

Sejeong y yo nos besábamos de tan fuerte mientras el sonido de la ducha era lo secundario en la habitación. Ella hizo que me quitara la corbata y la camisa, sus manos tocaron mi torso y bajaron hasta la hebilla de mi cinturón; Sejeong miró varias veces hacia atrás, hacia la puerta abierta del baño, donde el cuerpo desnudo de Sehun apenas se podía ver por el vapor.

Al finalizar la cena, mi novia me había llevado hasta la habitación, hizo que me sentara y ambos, Sehun y ella, comenzaron a desvestirse mutuamente. Contuve un suspiro: Sejeong, completamente desnuda, se pegó al cuerpo de Sehun, metió su lengua en la boca de este y llevó sus manos hacia atrás para sujetar sus glúteos. Sehun sonrió y después se alejó de ella para entrar al baño.

—Sejeong... —Sujeté su cabello y empujé mi pene hasta tocar en lo profundo de su garganta—. Eso es... Un poco más...

Ella me soltó por completo y retrocedió para quejarse de una bofetada que le dio Sehun en el trasero. Sejeong fue a gatas hacia él, pero este la frenó con un gesto negativo y la obligó a volver a mi regazo.

—Toda la atención debe estar en tu hombre, linda. —Él la tomó de la cintura y la levantó hasta que estuvo de rodillas sobre mis piernas—. Bésalo, ¿qué estás esperando? —Le dio un nuevo golpe.

Entre besos podía ver la sonrisa de Sehun detrás de ella, cerré los ojos porque le beso se volvió más profundo y demandante; nos separamos para tomar aire y Sehun ya no estaba en mi radio de visión. Sejeong apretó sus uñas en mi espalda y gritó con vehemencia sin control en mis oídos. No podía entender nada; hasta que algo esférico y frío cruzó en forma recta entre mis testículos, mojando también mi pene y, finalmente, incrustándose en el meato, entró y salió.

Sejeong me besó otra vez, mordió mis labios y se removió con exigencia. Un líquido pegajoso goteaba y hacía ruidos obscenos. Mi pene estaba duro y ardía como el infierno, estiré mi mano para tomarlo, pero algo sedoso llegó antes a mis dedos. Acaricié con cuidado y solté una maldición cuando bajó y escapó de mis dedos.

—Mierda... —Sujeté los muslos de Sejeong y traté de no pensar en la presión húmeda que se había apoderado de mi pene. El mismo sonido húmedo de antes, el goteo y la voz ahogada.

Iba a venirme, no dude en soltar toda mi carga, pensaba dejarme llevar por la situación y, entonces, la deliciosa presión se fue y Sejeong fue empujada con brutalidad hacia abajo.

Ella no soltó un solo sonido, como si se hubiera quedado sin aire, boqueó varias veces y sus brazos se aflojaron. Nos vinimos al mismo tiempo.

Una brisa sutil llegó hasta nosotros, Sehun había levantado su ropa y se la estaba poniendo de espalda a nosotros. En ningún momento me di cuenta de la enredadera que circulaba, como si tuviese vida propia, sobre su espalda. Las hojas eran delicadas y tenía u tono verde delicado que resaltaba sutilmente en su piel; su cabello no dejaba ver hasta qué punto de su nuca llegaba la planta. Gruñí porque la remera cubrió todo rastro y luego le siguió el blazer.

—Fue divertido —comentó mientras se daba la vuelta para buscar sus zapatos—. Me gustaría quedarme, pero tengo que irme.

—¿Fue por la llamada? —Sejeong se levantó temblorosa.

—Tengo que irme. —Terminó; había hecho una mueca, casi imperceptible—. Buenas noches.

Sejeong reaccionó de alguna forma, porque entró al baño y me dejó solo en la habitación. Busqué un pijama, una remera y caminé hasta la sala. Podía ver a Sehun hablando por teléfono en el jardín, él alejó el parlante y guardó el artefacto en sus bolsillos, caminó hasta la acera y subió a un lujo audi.

...

Sejeong se movía inquieta en la cama y no me dejaba dormir en paz. Teníamos que hablar, aunque no era necesario que fuera a las cuatro de la mañana. Me cubrí la cabeza con una almohada y dejé que se retorciera hasta que cayó rendida.

...

—¿Qué te pareció? —soltó como si nada en medio del desayuno.

—Estuvo bien. —Mordí un gran pedazo de mi tostada.

—¿Solo eso? —Levantó su mirada, recelosa—. ¿No sentiste nada más?

—¿Qué quieres escuchar? —Me levanté para colocar otro pan en la tostadora—. Es sexo, obviamente se sintió bien.

—Espero que no se seque la lengua por la cantidad de palabras que usas. —Revolvió su taza de café hasta que se creó un remolino—. Pasado mañana lo volveremos a repetir.

—¿Qué? —La tostada se cayó al suelo, estaba muy caliente—. Dijiste que solo probaríamos. Ya está. La pasión sigue estando, solo teníamos que jugar un poco más.

—No seas ingenuo. —Dejó la cuchara sobre una servilleta—. No hicimos nada, y lo sabes. Tu rostro estaba desencajado cuando todo acabó. —Alejó un poco su taza—. Y no te equivoques, yo también quería un poco más. —Se cubrió el rostro con ambas manos—. Jamás había odiado tanto a un objeto inanimado.

—¿El celular?

—No, el tiempo. —Se mordió los labios—. Sabía que teníamos que saltarnos la cena.

—Pero esa fue tu idea. —Ella me fulminó con la mirada—. No intentes culparme. Hice lo que me pediste, me dejé llevar.

—Uh. —Sonrió y me guiñó un ojo—. Estabas dominado Park Chanyeol. —Extendió su mano con la palma hacia arriba—. Pocas veces te había visto tan receptivo y predispuesto.

—Eso solo me pasa contigo, cariño.

—Eso esporo. —Volvió a su desayuno—. La próxima vez no dejaremos que se escape tan fácil. —Me señaló—. Ese día quiero que estés más dominante que nunca. 

Me imaginé la expresión de ambos, los muslos de Sejeong, sus pechos, las manos de Sehun, su espalda tatuada y el piercing que tenía en la lengua. No podía equivocarme con esa sensación fría y metálica. Evidentemente, Sehun era increíble en el sexo y sabía lo que hacía. 

Esperaba que el siguiente encuentro fuera más potente, porque Sejeong tenía razón, habíamos regresado a los viejos tiempos y, aunque mi mirada esa noche viajaba de la oscuridad de los párpados cerrados a Sehun, la pasión con mi novia se había hecho presente y me vine pensando en sus besos.  

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