Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

2

Su sonrisa no era engreída, pero sus ojos me decían que sabía controlar a la perfección sus impulsos. Sejeong no separaba su vista de nuestras manos, lo solté con ligereza y mantuve mi posición. Él no se inmutó por la brusquedad, solo regresó su mano y la apoyó a un costado de su cintura.

—Ya tengo que irme. —Revisó su reloj—. Fue un gusto verte otra vez, Sejeong.

Parpadeé ante su repuesta y presioné mi mandíbula. Él se aferró al picaporte de la puerta y cerró. Mi novia atinó a dar unos pasos, pero le pedí que se sentara.

Íbamos a hablar.

—Sé que no es un amigo un amigo. —No dejé que apartara la idea de mi cabeza—. Además, hoy saliste con tu grupo de trabajo y no hay personal masculino en tu zona; tampoco es tu jefe, porque lo conozco.

—Es un amigo nuevo, lo conocí en el bar esta noche —me respondió con seguridad—. ¿No te agrada? ¿No notaste lo bueno y educado que es?

—¿Por qué tendría que pensar eso de un hombre que solo he visto una vez? —Recogí los papeles importantes que dejé olvidados sobre la mesa por culpa de la visita—. ¿Piensas traerlo a casa otra vez? ¿Tengo que estar presente?

—Sí. Y te encantará estar presente. —Removió las lapiceras que estaban sobre el escritorio—. Será nuestro gran amigo, los vecinos dirán que es el mejor amigo de la pareja.

Negué son una sonrisa; algún descabellado plan estaba a la vuelta de la esquina.

—¿Él es consciente de las cosas que circulan por tu cabecita? —Apunté con mi dedo índice a mi cien.

—Está más que de acuerdo. El único cobarde aquí eres tú. —Liberó un quejido molesto a modo de queja—. Mañana voy a invitarlo a cenar y tienes que estar a una hora decente o comenzaré con el juego sin ti.

—¿Me estás amenazando, Sejeong? —Me picó mi garganta por el tono bajo que utilicé—. ¿Quieres que terminemos con esto de una buena vez?

—Eso te gustaría, ¿no? —Me apuntó con un cortapluma—. Te he dejado claro que necesitamos algo que reavive nuestra relación, porque los viajes y cenas románticas no están funcionando. Necesitamos una descarga potente, algo que sacuda los cimientos de nuestra relación y la ponga patas para arriba, en el buen sentido.

—¿Y piensas lograr eso metiendo a un tipo a nuestra cama? Solo dime que quieres acostarte con otro y ya.

—Permíteme corregirte; los DOS nos vamos a acostar con él. —Su voz subió y bajó de forma sugerente—. Hice una investigación a fondo, y Sehun cumple con los gustos de ambos.

—A mi no me calientan los hombres, Sejeong.

—Ese es problema tuyo. —Se rio—. Elegí una persona elegante, con buenos modales y con una mente abierta. Probaremos un par de veces y si no te gusta, no habrá problema.

—¿Y qué hay de él?

—No tienes que preocuparte. —Agitó su mano y se levantó; segura de que me había convencido—. A Sehun no le interesan los compromisos. Él me dijo que, si las cosas se ponen turbias, será el primero en abandonar el barco.

—Que considerado de su parte —carraspeé.

—Le prometí que solo serían encuentros sexuales, ningún contrato o sentimiento de por medio. Su libertad debe estar garantizada y tú y yo sabemos que lo importante aquí es nuestra relación.

—Pero me estás pidiendo que sea paciente cuando un hombre...

—¿No vamos a llegar a ningún puerto verdad? —Recogió su bolso del sofá—. Voy a estar en la habitación, si se te ocurre algo mejor me avisas. También puedes ponerte a pensar en la frase que copiaste de un libro y escribiste en tu guitarra favorita. ¿Cómo era... —No terminó la frase; solo señaló hacia la guitarra que reposaba entre otros trofeos—. Buenas noches, Chanyeol.

Ignoré sus provocaciones y sus evidentes ganas de reprimirme para usarme, ella siempre empujaba a mi paciencia hasta el borde y se quejaba cuando las cosas salían mal.

Me levanté del escritorio y fijé mi atención en los trofeos que estaban mezclados en la biblioteca. La cita gravada con un fibrón permanente de color azul decía:

"(...) El que no está a la altura de su deseo, (...), ese es uno a quien el mundo puede llamar cobarde (...)"

Era una frase tonta que solo podía sorprender a un adolescente que creía, en la plenitud de la edad, que la muerte era una preocupación de los viejos; como si la vida tuviera un trato especial para aquellos que caminaban por primera vez en el mundo, solos y sin el cuidado de sus mayores. Veinte palabras no te podían fortalecer para la vida, ni ser alimentado correctamente durante toda tu niñez garantizaba tu resistencia frente al plomo.

—No quiero ser un cobarde, pero tampoco soy un suicida. —Me senté en el sofá y saqué mi celular; iba a buscar información sobre la propuesta de Sejeong, siempre hay algún psicólogo/a o sexólogo/a que publica páginas enteras que solo curiosos y no practicantes leen—. Tiene que haber un punto medio. —Cerré la página antes de leer y apagué el teléfono—. ¿Qué me garantiza que no te vas a enamorar de él, Sejeong?

...

Ella compró comida y la repartió en tres platos de forma ordenada; se estaba esforzando mucho para llevar adelante la reunión. Tenía un vestido bonito, un maquillaje básico y no dejaba de mover los cubiertos y las copas. Sejeong no podía entender que el problema no estaba en el tamaño de las copas o en la cantidad de comida en los platos; la desproporción era por culpa del número impar.

En un momento revisó su teléfono, caminó con el artefacto colgando de un lado a otro en su mano hasta la puerta. Tomé la copa en mis manos y bebí un gran sorbo de vino.

—Chanyeol... —Regresó hasta la mesa—. ¿Qué haces?

Me quitó la copa y la llevó hasta la cocina. ¿Por qué no dejaba la botella en la mesa? Se iba a acostar con el tipo, no íbamos a convivir.

—¿Por qué te enojas? —Escuché unos pasos en la entrada.

—Porque sé que lo haces para molestarme.

—Eso jamás —le respondí algo indignado.

Sehun cruzó la entrada al comedor con el celular en sus manos y unos auriculares blancos que colgaban. Traía ropa elegante, pero cómoda: un blazer negro, debajo este una remera entallada del mismo color, unos jeans negros y zapatos que combinaban. Venía sonriendo de forma dulce, casi aniñada, sus hombros relajados hacia atrás y un peinado libre que dejaba ver la longitud correcta de su cabellera (unos cinco centímetros debajo de las orejas).

Solo cuando retiró los auriculares y tomó asiento pude notar la perla que llevaba en su oreja izquierda.

—Buenas noches, Park Chanyeol —dijo con un tono complaciente—. ¿Cuándo quieres comenzar? —se dirigió a Sejeong.

—No estaría mal que empecemos. Vamos, yo te sigo —dijo con algo de duda. ¿Acaso habían acordado algo?

—¿Segura? —Ella asintió; y no sé por qué repetí el mismo gesto.

Sehun miró hacia la mesa, solo hizo un pequeño paneo de dos o tres segundos, se acomodó y empezó a moverse de acuerdo con los protocolos de mesa; quise hacer a un lado eso, pero no pude quitarle los ojos de encima.

—No te sientas inhibido, Chanyeol —me dijo con una voz amable—. Puedes comer como quieras, por mi parte, no puedo evitarlo. Fui criado de esta forma.

—No te dejes engañar —intervino Sejeong—. Las costumbres de Chanyeol en la mesa son igual de rectas que las tuyas. Si te está mirando raro es porque él no cree que mis amigos tengan buenos modales.

—Jamás he dicho eso —me defendí—. Nunca espero que alguien más tenga una educación tan rígida y "anticuada" como la mía —así me solía decir Sejeong—. Me sorprendió que Sehun accionara con tanta naturalidad de esa forma, incluso cuando faltan cosas en la mesa.

—Sí, sí. —Me cortó Sejeong—. Para que veas que te conozco mejor que nadie... —Se calló y dejó caer el tenedor. Sus mejillas estaban rojas y no dejaba de parpadear.

—Es bueno que sea una comida ligera —me comentó Sehun. Sejeong bajó su mirada y después fue a buscar el tenedor—. La ensalada es muy deliciosa.

Le di un rodillazo a la mesa, Sehun levantó su mirada, sonrió y probó otro bocado. Una mano estaba presionando entre mis piernas, sujetando y frotando sobre mi pantalón, fui liberado en un instante y Sejeong tomó su lugar otra vez en la mesa. Yo estaba en la cabecera, Sejeong a mi izquierda y Sehun a mi derecha; tomé la copa de vino, el contenido temblaba dentro del cristal, la copa aterrizó sobre la mesa cuando la fricción regresó a mi entrepierna. Esta segunda vez el agarre era más delicado y menos invasivo que el anterior, con el primero había sentido hasta un dedo buscando clavarse debajo de mis testículos.

—Cahnyeol, ¿por qué no pruebas la comida? —Sejeong miraba curiosa mi plato—. Te juro que yo no cociné nada de lo que está ahí.

—¿No cocinaste? —preguntó Sehun.

—No —respondió coqueta—. Y no nos conviene que eso pase. ¿No es así, Chanyeol? —Asentí en respuesta y comencé a comer, porque cada vez que tocaba la copa de vino algo raro pasaba debajo de la mesa. 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro