《27》No será fácil.
Óscar
Termino de acomodar mi miembro dentro de mi pantalón y fijo mi mirada en ella, aún sigue en ropa interior, su rostro está completamente rojo, sus labios se encuentran hinchados, varios mechones de su cabello se encuentran levantados. Me encanta verla de aquella forma, recién follada. Muerdo mi labio inferior admirando su exquisito cuerpo. No importa el hecho de que hace minutos mis manos hayan recorrido cada centímetro de su fascinante piel, las ganas de sentirla contra mi cuerpo jamás desaparecerán.
Una parte de mí quiere seguir detallándola, pero sé que debo salir de aquí; permitir que se mida el resto de los vestidos sin mi presencia.
—Mejor te espero afuera, mientras te pruebas los otros—Le informo.
No confío en mi autocontrol. Luego de tanto tiempo he vuelto estar dentro de ella, he escuchado sus gemidos, he sentido como tiembla ante su orgasmo y mentiría si dijera que no ansío con cada fibra de mi ser, volver a experimentarlo.
—¿Tú crees? —Ella enarca una ceja—¿Acaso no se cree capaz de solo mirar?
Ella cruza sus manos sobre su pecho con una sonrisa juguetona sobre sus labios.
—Tu respuesta está allí—Señalo el vestido de color azul milenio el cual se encontraba totalmente roto en la parte inferior.
Me acerco a la puerta. Debo ir por otro, ella tiene que quedárselo, ese vestido hace que todo mi autocontrol se vaya al mismo infierno. Sé que me tocará pagar por los dos. Pero no me importa, necesito quitárselo otra vez y espero que la siguiente vez, pueda controlarme lo suficiente para no volver a destruirlo.
La escucho soltar una leve risilla cuando estoy a punto de abrir la puerta. Debería irme y no dejar que la curiosidad me invada. Pero es tarde. Me giro para poder mirarla.
—¿Qué te causa gracia? —pregunto con mi mano aún sobre el llavín.
—Que tu autocontrol ceda...—Retira otro de los vestidos de los ganchos— ante algo tan sencillo como un vestido.
Mis cejas se arrugan ante su comentario. Mis pies se mueven hacia ella y en un movimiento la coloco contra la pared. Me inclino lo suficiente para estar a la altura de su cabeza. Rozo mis labios con una de sus orejas.
—Mi autocontrol no tiembla ante un vestido, ni una cosa tan sencilla como esa—Poso mi mano sobre su cintura y hago presión en esta—Lo hace, solo ante ti.
Mi voz sale más grave de lo normal. Su olor entra por mis fosas nasales y aunque quisiera seguir disfrutando de esta exquisita mujer. Pongo distancia entre ambos sin dejar de mirarla con determinación a esos ojos esmeraldas.
—Vístete, nos llevaremos todos. Es evidente que, si te sirvió el primero, los demás también lo harán—Me giro sobre mis pies para volver a la puerta —Te espero afuera.
Salgo del vestidor. Paso mi mano por mi cabello tratando de peinar este, aunque sea un poco. Busco en el lugar a la chica que nos recibió para así pedirle otro vestido del que acabamos de romper.
Cuando me lo entrega, le pido que pagaré por todos y me acerco a la caja para entregar mi tarjeta. Al finalizar el pago logro ver que Isabela salir del vestidor, la misma joven que nos ha ayudado se le acerca y le ayuda a colocar todo en dos bolsas.
Cuando Isabela llega a mí, retiro las bolsas de sus manos. Con mi mano libre busco la suya para entrelazarla y poder salir de la tienda.
—¿Quieres comer algo? —cuestiono notando que ha empezado a oscurecerse.
—En realidad sí, pero quisiera volver al hotel. Estoy algo cansada.
Su comentario hace que la mire.
—¿Cansada? —Enarco una ceja—Me disculpo por haberla dejado cansada.
—Para nada, —Se encoge de hombro mientras sus mejillas se ruborizan —es solo que hemos caminado bastante.
—Por supuesto.
Caminamos hasta el auto. Al llegar le abro la puerta del copiloto para que pueda entrar y luego dejo las bolsas de lo comprado en el baúl del auto. Al terminar introduzco en este.
—¿Qué tienes ganas de comer? —pregunto al colocar el auto en marcha.
—¿Tú de que tienes ganas?
—Pregunté primero.
—Mariscos, tal vez—La observo unos segundos para notar que sonríe.
—Pues eso comeremos, —expreso con seguridad.
—Pero y ¿tú?
—A ti, siempre tengo ganas de comerte.
—Óscar.
Sé que lo dice en forma de regaño, queriendo que no siga por ese rumbo.
—Bien, guardo silencio—rio un poco sin poder evitarlo.
Llegamos al hotel más rápido de lo esperado. Desde que entramos a la suite, llamo al servicio a la habitación para que preparen la comida. Ambos necesitábamos un baño y aunque hubiera preferido dárnoslos juntos, cada uno entra a su respectiva habitación para poder ducharse.
Me estoy colocando una camiseta blanca cuando escucho que el teléfono del lugar suena. Me comunican que ya estaban en la puerta, no dudo en abrir la puerta para permitir que entren. En ese momento logro ver a Isabela salir de su habitación. También ha optado por colocarse el pijama.
—¿Dónde se lo colocamos señor Baracchi? —me pregunta una de las jóvenes.
Miro a Isabela para que ella elija. Ella se toma unos segundos observando todo el lugar.
—Justo aquí, por favor —dice señalando la mesa frente al sofá.
Las jóvenes asienten y no dudan en comenzar a dejar todo sobre aquella mesa. Me concentro en observarla. Lleva un pantalón de pijama lleno de libros, el cual hace juego con su camiseta, es imposible no sonreír ante eso.
Cuando terminan de acomodar todo, se marchan. Isabela se acerca a la mesa y mira la comida con ojos brillosos mientras deja caer varios cojines al suelo, supongo que para que nos sentemos en este y estar más cómodos.
—Hasta en el pijama, les gritas tu amor —comento acercándome.
Ella se fija en su pijama y luego me mira con una sonrisa sobre su rostro.
—Es un amor que no pienso esconder—Libera una leve risa para luego acomodarse en el suelo.
—Ningún amor debería ser escondido.
Me dispongo a sentarme a su lado. Para llevar uno de los bocadillos que han preparado los cocineros expertos de este hotel.
—Me gusta el servicio que brinda este hotel, todos son amables y eficientes, eso habla bien de ellos—agrego cuando Isabela empieza a comer.
—No me digas que estás pensando en comprarlo —Logro detectar el tono de broma en su voz.
—En realidad si, —comento mirándola.
—¿Es en serio? —Ella abre sus ojos más de lo normal
Asiento con mi cabeza.
—Grecia es un gran turístico, este hotel es asombroso—agrego para luego tomar un poco de agua —Cuando te dije que me quedé a trabajar aquel día, lo dije en serio. Acepto que una gran parte fue para cuidarte y asegurarme que tú estuvieras bien.
Observo como sus mejillas se enrojecen con suavidad, ella enfoca su vista en la comida para seguir comiendo o para que yo no lo note, pero lo hice y no se imagina lo que me encanta verla de aquella forma.
—Pero necesito inversionistas primero, debo reunirme con ellos para convencerlos de invertir en este proyecto, estoy seguro de que será prolífero. —Le explico con algo de entusiasmo— Aunque si quisiera pudiera comprarlo sin ayuda de nadie, tengo el capital para hacerlo, sin embargo, considero que la mejor opción es invertir lo menos posible e igual multiplicarlo en gran cantidad.
—No se equivocaron entonces, en definitiva, eres uno de los magnates más emprendedores que haya podido ver este mundo.
Reconozco las palabras de la revista Negocies & power. Me hicieron una entrevista hace un año y aunque no soy fan de hablar con la prensa, mis encargados de marketing dijeron que fue todo un éxito.
—La leíste.
—Era la única forma de saber de ti —se limita a decir.
Ella baja su mirada.
—Lo sé y lamento eso.
Ella se encoge de hombros queriendo restarle importancia.
—Aunque hubiera sido agradable, saber de ti. En todo este tiempo.
—Lo intenté, te juro que sí. Pero no quería que sintieras que podía sacarte de mi vida cuando yo quisiera y dejar que vuelvas a entrar cuando yo lo diga.
—¿No es eso que está pasando ahora?
—Isa...—Me interrumpe.
—Olvídalo, ¿sí?
—No vamos a olvidarlo. Si tienes algo que decir dímelo, no te lo guardes. Si sientes que estamos aquí porque de alguna forma te obligué, me voy. No quiero que pienses que yo soy el que decido por ti. Si estás aquí a mi lado, quiero que sea porque tú lo elijas.
Ella asiente, pero no sale ni una palabra más de ella. Solo se limita a comer, quiero insistir, pero sé que no debo. Así que guardo silencio también.
—Creo que me iré a dormir—comenta al haber lo comido lo suficiente para no ser descortés.
—Sí, ha sido un día largo.
La veo levantarse del suelo y no dudo en imitar su acción. Ella se acerca a mi para rodearme con sus brazos, le correspondo el abrazo de inmediato.
—¿Te molestaría que no durmamos juntos? —pregunta en un hilo de voz. Como si le temiera a mi respuesta.
—Para nada.
Una parte de mí me dice que los dos necesitamos descansar por separados. Ambos debemos tener un tiempo a solas con nuestros pensamientos, más adelante habrá ocasiones para dormir juntos o eso espero.
—Sé que no será fácil, pero si estoy seguro de que valdrá la pena.
—Lo sé —dice rompiendo el abrazo, el cual hubiera querido que durara más.
—Descansa—Deposito un corto beso en su mejilla.
—Tu igual —Me regala una pequeña sonrisa —Hasta mañana.
La observo entrar en su habitación y cerrar la puerta.
Hubiera querido hablar con ella, que al final del día todo no se volviera pesado e incómodo. Pero también sé que ha sido un día largo y que es imposible que en unos días pueda borrar todo lo sucedido entre ambos. Debo ser paciente. Además, ambos necesitamos dormir.
Este día contiene la carga emocional de una semana. Han sucedido demasiadas cosas.
Mi vista se fija en el pequeño bar, mi cuerpo me pide un pequeño trago. Pero sé que no debo así que llamo para que vengan a retirar lo que ha quedado de la cena y luego voy hasta mi habitación, me dejo caer sobre mi cama, queriendo quedarme dormido lo más pronto posible.
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Doble actualización, porque me he tardado.🫶🏼❤
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