Capítulo 6 17 de Junio
Susan
Me despierto de golpe al escuchar el grito de Darío. Miro a mi alrededor, alarmada, y veo en el reloj de la pared que es tarde. Me giro hacia Darío y nuestras miradas alarmadas se cruzan durante un segundo.
—¡Hace media hora que tenias que estar en la tienda!— le digo levantándome de un salto aún desorientada.
Él se gira murmurando algo incomprensible, y sale corriendo tropezando con la manta del sofá. Le persigo por el pasillo mientras se dirige a la habitación.
—¡Darío! Dúchate y vete, ya me encargo yo de todo esto.
Le escucho decir "gracias" a lo lejos y encerrarse en el baño.
Empiezo a recoger los platos y las cajas con restos de pizza de la noche y cuando acabo de recoger me tiro nuevamente en el sofá disfrutando de la sensación de estar libre de las obligaciones cotidianas. No tener que enfrentar los correos electrónicos, las prisas, ni la presión del trabajo es sencillamente indescriptible.
Solo el hecho de no tener que trabajar hoy me resulta un regalo perfecto.
Escucho la puerta del baño abrirse, Darío ya está preparado para marcharse, se pasa las manos para peinar su pelo mojado y me aprieta el brazo en señal de despedida.
—¡Nos vemos luego! —me dice con prisa abriendo la puerta.
—Claro. —respondo, dando por sentado que recuerda la cita que tenemos hoy a la hora de comer para celebrar mi cumpleaños.
Cierra la puerta de golpe y la sensación de soledad en un día tan especial se instala de repente en mi.
Me preparo un café con calma, disfrutando del aroma que llena la cocina, y me siento frente a la ventana para saborear cada sorbo mientras observo la tranquilidad de la calle. Después, sin prisa, voy al baño y deshago el moño despeinado, me quito el vestido con el que me quedé dormida en el sofá y abro el grifo en busca de un baño caliente.
Salgo de la ducha y cojo el móvil. Nada de mensajes de Darío. Supongo que, al llegar tarde a la tienda, tendría trabajo acumulado.
Me consuelo contestando a las demás felicitaciones, me emociona tener tanta gente buena a mi alrededor, soy una afortunada.
Decido desistir y dejar un mensaje a Darío, me preocupa que no recuerde nuestra cita. He reservado en el restaurante donde tuvimos nuestra primera cita cerca de Plaza Bra.
De pronto suena el teléfono , es Darío.
—¡Perdón! Con todo el lío se me había olvidado por completo —dice con la voz temblorosa.l
—No te preocupes, iba al apartamento a recoger las cosas, la reserva era hace media hora, pero ¿quizá tengas tiempo para un helado...?
— Claro. Feliz cumpleaños Susan.
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