Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 27 El hilo rojo

Darío

Aún no creo que lo que empezó hace tanto tiempo se haya logrado esta noche, han pasado muchos años y diferentes personas por nuestra vida pero, a pesar de todo, siempre he sentido que había una especie de hilo rojo, invisible pero irrompible que me ataba a ella. Es curioso, ¿no? A veces, la vida nos lleva por caminos inesperados, y uno podría pensar que esos lazos se desvanecen, pero no, en mi caso, ese hilo se ha mantenido firme, como si el destino nos hubiera entrelazado desde el principio. No importa cuántas personas hayan pasado por mi vida, siempre he sentido que Aless es esa constante, esa conexión que nunca se ha roto.

Después de aquella noche en el campamento, de aquella larga conversación, los dos llegamos a la misma conclusión: Decidimos que, aunque el beso había sido especial, lo que realmente valorábamos era la conexión que teníamos y así, con una sonrisa y un abrazo, sellamos nuestra decisión. Aunque el beso había encendido algo nuevo entre nosotros, sabíamos que nuestra amistad era un tesoro que no queríamos arriesgar. Nos prometimos seguir apoyándonos mutuamente y disfrutar sin presiones ni expectativas. Ella comenzó sus estudios universitarios y eso añadido a la muerte de mi madre y a los cambios que se produjeron en mi vida, nos vimos envueltos en una rutina donde vivíamos el día a día sin cuestionarnos nada, solo dejándonos llevar, hasta ahora.

No puedo creer que hayamos llegado a este punto ahora, no quiero hacerla daño y ahora mismo no me gusta lo que soy, lucho día a día contra mis putas adicciones, no quiero arrastrarla a una relación donde haya mentiras o algo que ocultar, se merece todo lo mejor, no quiero que sufra ni por mí ni por nadie.

— ¡El café está listo!

Oigo su voz lejana, apago el cigarro contra la tierra de una maceta del balcón y me pongo en pie. Avanzo hasta la cocina y la veo untando la mantequilla en un trozo de pan recién tostado.
No puedo evitarlo, la abrazo por detrás y tiro de ella pegando su espalda a mi pecho. La doy un beso en el cuello que la produce cosquillas.

— Mmm...huele de maravilla. —robo un bocado de la tostada que tiene en la mano y se da la vuelta entre curiosa y enfadada.

— Si quieres algo pídemelo. —toca su nariz con mi nariz y me pasa los brazos por el cuello.

— Te quiero a ti, Alessia.

Mis manos se deslizan por su cuerpo acariciando cada esquina, me da un beso en los labios y sonrío contra ellos.

— Esto es real.

— Lo es, y me gusta. —distingo el brillo en sus ojos oscuros, se retira de mi agarre y señalándome el reloj me recuerda que el día sigue.

— ¿Estás sugiriendo que vayamos a la ducha? —digo riendo mientras paso una mano por su cintura y la pego a mi.

— ¡Te estoy recordando que tenemos que abrir la tienda en apenas una hora! —Sonrío encogiéndome de hombros.

—Está bien, pero no olvides que mañana es sábado. ¡Día libre! Podríamos dar una vuelta en moto por la mañana.

— Me parece genial. Además voy a quedarme en mi casa esta noche. Es noche de chicas con mi madre —dice bailando con los pies descalzos deslizándose sobre los azulejos de la cocina.
Levanto una ceja divertido.

—¿Noche de chicas, eh? Pues espero que esta vez elijas una película de risa, no soportaría pensar que estás llorando por la muerte de Mufasa una vez más.

Suelta una carcajada que me vuelve loco, la cogería en brazos ahora mismo y la llevaría a la ducha conmigo pero no voy a jugar con fuego, voy a portarme bien, por ahora.

—Tal vez un poco de eso y algo de chocolate.— dice relamiéndose.

Intento mostrar indiferencia a ese gesto que me ha provocado un escalofrío brutal.

—Buen plan. Por cierto, mañana podrías quedarte en casa ya que hoy voy a dormir solo. —me vuelvo hacia ella poniendo un puchero mientras avanzo por el pasillo hacia el baño.

—Ya veremos.—contesta guiñándome un ojo dando un mordisco a la tostada.

— Te espero en la ducha.

Con un gesto casi involuntario, llevo mi mano al pecho, mis dedos se posan sobre mi corazón, sintiendo el ritmo acelerado que resuena dentro, en ese momento, con una sonrisa traviesa, hago un movimiento fluido y decidido, retiro la mano del pecho y extiendo los dedos hacia adelante, como si lanzara algo invisible al aire, como si estuviera arrojando mi corazón al viento, ofreciéndoselo a ella sin reservas.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro