Capítulo 18 Sentimientos
Aless
Las primeras semanas desde que Darío salió del hospital transcurrieron entre el trabajo y las visitas al psicólogo.
Algunas noches, cuando la sesión del psicólogo se le hacía más dura de lo habitual, me pedía que me quedara a dormir en su casa. Hablábamos hasta la madrugada, sentados en el suelo del balcón, entre risas y recuerdos felices. Luego Darío se ofrecía a dormir en el sofá, mientras yo me acomodaba en su habitación.
A veces, me preguntaba si era correcto disfrutar tanto de esos momentos; la cercanía entre nosotros crecía inevitablemente, pero me necesitaba y yo prometí estar a su lado en cada paso, siempre.
Esperar fuera de la consulta se convirtió en una rutina; mientras él hablaba sobre sus miedos y esperanzas, yo reflexionaba sobre mis propios sentimientos observando la pecera de la sala de espera con un café de la máquina entre las manos.
¿Qué sentía?
Sentía que nunca me cansaría de huir.
¿Por qué tenía que ser todo tan complicado?
Mientras tanto, los peces nadaban con una tranquilidad que no entendía, siguiendo una corriente artificial invisible, sin cuestionarse el rumbo. A veces deseaba ser como ellos: libre, instintiva, sin el peso de un corazón que siempre se enredaba en dilemas y dudas, simplemente dejarme llevar.
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