Capítulo 5: Diez vueltas alrededor del sol.
La tarde era hermosa, y pese a ser los últimos días de verano, había una suave brisa fresca que hacía amenas las últimas horas de trabajo. No obstante, noten que se usó el verbo "ser" en pretérito imperfecto, porque para Elizabeth, la tarde "era" hermosa, pero ya no, totalmente imperfecta. El tener al odioso y estúpido William Darcy frente a ella, en su trabajo, en su espacio personal, en un lugar seguro donde ningún estudiante de Dante Cardenal University se encontraría, hizo que le cambiara el humor con un chasquido de dedos. Se pregunto por qué vino acá y por qué no estaba en algunos de los cafés caros que frecuentan sus compañeros, pero no, el señor arrogante tuvo que venir hasta acá, con la mala suerte de llegar cinco minutos antes de terminar su horario laboral. Si tan solo él hubiera llegado un rato después, ella no estaría pasando por este martirio.
―Hola, trabajas aquí ―dijo Darcy, sin embargo no fue una pregunta.
―En realidad pasaba y me dije "qué lindo día para escribir el letrero de una librería" ―bromeó, pero William no sonrió, generando más incomodidad y un silencio que se prolongó más tiempo del que Lizzy quiso.
―Claro...
―Mi turno acaba de terminar, así que le diré a alguna de mis compañeras que te atienda ―Se apresuró a decir para no tenerle que ver su tonta cara y se alejó de él.
Cuando fue en busca de sus compañeras, todas estaban ocupadas en el café y en la librería solo se encontraba ella. No supo que hacer, sentir la mirada de William Darcy en la nuca, le causaba ganas de escapar. Sí, las ganas de decirle "ya vendrá alguien a atenderte" eran demasiadas tentadoras, sin embargo, ella no era así con ningún cliente y su jefa confiaba bastante en ella. No conocía a Darcy lo suficiente y lo poco que conoció de él no le gustó para nada. ¿Qué pasaría si comienza a divulgar cosas malas del café librería por doquier? Porque la gente como él, tan arrogante, insoportable y adinerada, es muy capaz. A ella le han hecho muchos comentarios despectivos sus primeros días en el Dante Cardenal, incluso le hicieron tirar su almuerzo varias veces al ponerle el pie y hacer que tropiece. Exacto, como niños de secundaria estando en la universidad. Entonces fue que todos se enamoraron del talento y simpatía de Pilar, y eso la ayudó para que la dejaran de molestar a tal punto de ser invisible. Así que, pese a todo, no tuvo más opción que voltearse, y con la mejor cara posible, decir:
―Te atenderé yo, ¿qué necesitas? ―Forzó notablemente una sonrisa.
Darcy no respondía y el silencio y la incomodidad entre ambos se acrecentaba cada vez más. Elizabeth se preguntó si ella habló lo suficientemente alto como para que la escuche, ya que él no hacía nada más que mirarla a los ojos, lo que a Lizzy le pareció lo más tenebroso que vio en su vida, hasta que por fin dijo:
―Diez vueltas alrededor del sol, de Kéven Rousseau, la editorial es...
―C&R ―«La conozco como a la palma de mi mano», pensó en decirle, pero dio por sentado que a Darcy no le importaría en lo absoluto y a la señorita Ángelo mucho menos de que sepa más sobre ella.
C&R es uno de los imperios editoriales más grandes de habla hispana, aunque tienen una sección en inglés y francés, además es la editorial de su poeta favorita: Cielo Rojas, que da la casualidad que está casada con uno de los dos directores y escritores de C&R: Kéven Rousseau. ¿Cómo alguien tan idiota como William podía leer algo tan bueno, bonito y bello como cada libro de C&R? Su razón quedó perpleja, pero la hizo a un lado y se concentró en concretar la venta. Mientras más rápido lo atienda, más rápido se irá de la librería.
―Sí.
Ella no dijo nada más, ya que a solo dos estantes, se encontraba uno de los últimos ejemplares que le quedaban. Se lo tendió a Darcy y le pidió que la acompañara hasta la caja. «Solo un minuto más y se irá», Elizabeth se dijo para sus adentros.
―Son trecientos veinte pesos ―Le informó Lizzy.
―Aquí tienes ―dijo Will al entregarle dos billetes de doscientos pesos argentinos.
―Tu vuelto ―Lizzy le entregó el cambio por ochenta pesos.
―Oh, no, descuida...
―Tu vuelto ―vociferó más firme aún y él no tuvo más opción que aceptar su cambio―. Gracias por la compra, que tenga una buena tarde. Adiós.
―Adiós... igual para ti ―masculló Will y se fue de la tienda. A la muchacha le dio la impresión que deseaba decir algo más, pero Darcy no lo hizo y se sentía muy agradecida por ello.
Apenas lo hizo, Lizzy sintió como si no hubiera podido respirar esos pocos minutos que él estuvo presente. Nunca se imaginó que podría detestar tanto a una persona y que esa misma la haga sentir tan incómoda y con una tensión desesperante.
Al día siguiente, mientras las hermanas Ángelo desayunaban antes de comenzar sus actividades normales, la madre de ellas hablaba por teléfono con algunas amigas jactándose que Charles Bingley, hijo del dueño del imperio del entretenimiento europeo, se había enamorado de Pilar. No dejaba de alardearlo por todos lados y eso estaba avergonzando a ambas muchachas. Agradecieron el hecho de que nadie de la universidad estaba al tanto de las redes sociales de ellas, porque de lo contrario sería todo un bochorno. Lucía, la menor, se pintaba cual fiesta nocturna para asistir a clases... y de día. Además de no respetar el uniforme de su colegio como lo establecía el reglamento. Lo peor de todo es que su madre nunca reprendía las actitudes de la menor, era como si la dejara hacer y deshacer lo que quisiera siendo tan chica. ¡Y Lucía siempre buscaba ser el centro de la atención! ¿Dónde quedaron los límites y comportamientos que a ellas le inculcaron?
Pilar y Elizabeth, ante el mal momento por el que estaban pasando, terminaron de desayunar lo más rápido posible y salieron con apenas un saludo apresurado.
―Hay algo que no te dije ―habló Pilar cuando estaban a una cuadra de Dante Cardenal. Lizzy es quien iba al mando de su amado Fiat 600 de color crema―, Charles quiere que vaya este fin de semana a las sierras con él...
―¿Solos? ―cuestionó Lizzy, con la vista puesta al frente.
―¡No! También irá su hermana, Will... y vos.
Elizabeth frenó de golpe.
―¿Qué? Estás completamente loca, Pilar ―sentenció―, ni se te ocurra pensar que yo podría ir con ellos.
―¡Por favor, por favor, por favor! ―Le rogó su hermana.
―Ellos son...
―Ellos no son como los demás, sé porque he hablado mucho con Bingley y sabés que le conté todo sobre mí y no pareció tener problema por ello ―expuso Pilar.
―Exacto, porque nosotros no tenemos ningún problema, ellos están mal al discriminar a las personas que no tienen los mismos recursos ―habló Lizzy, mientras estacionaba su auto.
―Ya sé que no tenemos ningún problema, pero sabés a qué me refiero ―Le respondió―. Sé que no te llevas bien con Caroline, pero es una buena chica y Will seguro lo es, pero es algo más difícil de tratar.
―Pilar, para vos todo el mundo es buena persona. Hace meses, meses y meses que no te he escuchado hablar mal de nadie, así que es mi deber hacer eso por vos ―sonríe―. Así que andá si querés, pero no contés conmigo...
―¿O sea que tampoco lo harías por mí, tu mejor amiga y hermana? ―susurró Pilar casi en un puchero.
―Ay, no... No lo hagas, Pilar, no me hagas esto ―gruñó―. Sabés que no puedo decirte que no cuando hacés esas caras. Te odio con toda mi alma.
―¿Eso quiere decir que vendrás conmigo? ―hizo un puchero y abrazó a su hermana.
―En lo absoluto ―sostuvo.
―¿O sea que me dejarás sola con ellos? ―cuestionó Pilar.
Lizzy pareció pensarlo y comenzó a preocuparse.
―Está bien, iré.
―¡Gracias!
―Sí, pero solo si no cambio de opinión. Además, me debés potes y potes de helado de frutilla ―respondió.
―¡Los que quieras! ―chilló de emoción―. ¡Ay, te amo, sos la mejor del mundo!
Lo mejor del día fue cuando llegó a su amado salón de ensayo. Respiró el aire fresco a desodorante ambiental con aroma a frutillas que había comprado especialmente para el lugar. Abrió el ventanal de par en par y al instante el lugar quedó más iluminado que unos segundos atrás. En el jardín desierto fuera del salón, se veía el árbol de ciruela con hojas rojizas que lo hacían digno de una obra de arte. Se sintió privilegiada por tener esta preciosa vista que no se compra con nada y que es solo para ella y nadie más. Puede ser un poco egoísta, pero adoraba que a nadie más que a ella, le llamara la atención este lugar y que ni el conserje se moleste en venir a esta sala de ensayo. De lo contrario, ¿a dónde podría escapar de todos esos alumnos? De solo pensar que no existiera el salón 25, se estremece por completo.
Debe ensayar más de lo habitual porque mañana tendrá la primera clase con Alexandra, la profesora más exigente de toda la universidad, y para su alivio, con la que mejor se lleva. Sin embargo, tener una buena relación con ella, no quita que debe esforzarse al máximo para superar sus expectativas... y mantener la beca. Así que tomó asiento en su piano favorito, y cerrando los ojos, se dedicó a tocar la canción que compuso gracias a la cantidad de veces que la había soñado. Literalmente esa melodía era un sueño para ella, que la trasportaba a otro mundo, otra galaxia, otro hemisferio personal. Así que ella tocaba y tocaba, y sin siquiera pensarlo, le dio letra a esa canción y su voz la acompañó a la perfección y no había momento más lindo que ella y su música tan digna de una ovación.
Darcy no la quiso interrumpir, sí, él estaba escuchando desde la primera nota. Verla ignorar siempre al resto y caminar hacia aquel lugar, donde lo llevó la primera vez que se vieron, hizo que su irracional corazón latiera más y más fuerte con cada paso que daba tras ella. Más cuando la escuchó ejecutar la preciosa melodía de la que él fue partícipe en algunos arreglos. «¿Qué estás haciendo, William?», se dijo a sí mismo en contra de toda razón. Ella no era buena para él, definitivamente no estaba a su mismo nivel social, pero no podía evitar sentirse de esa manera.
―¡Aquí estás William! ―Caroline se escuchó tan fuerte y chillona que podría haber destrozado cualquier vidrio del campus.
Automáticamente la voz de Lizzy, acompañada celestialmente con la melodía del piano, se silenció. Darcy maldijo el momento en que la hermana de su mejor amigo apareció, aunque después de pensarlo unos segundos, le agradeció mentalmente a Caroline por haberlo encontrado. Porque cuando la señorita Ángelo terminara su concierto privado, iba a entrar a ese salón e ignoraba la manera en la que actuaría frente a la chica de boina roja. Así que para evitar que Elizabeth los viera, Will se llevó a Caroline lo más rápido posible.
―¿Qué hacías allá? Además, esos pasillos parecen abandonados ―Lonie hizo una mueca de asco.
―Exploraba el campus ―Fue todo lo que le respondió. Él no tenía por qué darle explicaciones a ella.
―¿Quieres que sigamos explorando juntos? ―preguntó con genuina emoción.
―No, vamos a clases ―contestó para el pesar de Caroline.
En el interior de William Darcy se estaba llevando a cabo una guerra entre los insoportables latidos de su corazón y su más sano juicio. La verdad es que su intachable comportamiento lo estaba dejando a un lado y era lo que más se temía. Lo supo cuando el día anterior salió con dos ejemplares de Diez vueltas alrededor sol de la librería; uno que le acababa de comprar a la señorita Ángelo y otro que tenía en la mochila desde hace tres semanas y que leyó dos veces.
HOLAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA.
Espero que estén disfrutando de este domingo de flojera 7u7. Por mi parte yo los amo con todo mi seeeeerrr.
Ayayaya, amo taaanto esta historia, les juro. Estos dos días estuve leyendo unos books sobre Darcy, miraré la serie o la peli y estoy taaaaaaaan inspirada. No puedo amar tanto a Jane Austen y su mente. LA AMO. Es más, estoy decidida a adaptar cada una de sus novelas (con mucho respeto, obvio) sbdcihsdbspabdjj que emocionada estoy.
¿Les está gustando la historia?
Si es así, amaría que voten, comenten y compartan todo el mundo y sus redes.
Gracias por todoooooooooo y nos leemos estos días.
Les dejo unas fotitos del darsi pake no sufran tamto
Uiii 7u7
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