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Capítulo 1: La hermana de Pilar.


―A ver, sonreí un poco más Lizzy ―Gruñó la señora Ángelo―, es tu primer día de universidad y tenés la misma cara de siempre.

―¡Ay, mamá! No es como si fuera mi primer año, es el segundo, ya conozco a todos allá y créeme que no tengo ganas de sonreírle a ninguno ―Se excusó Elizabeth.

A su lado, Pilar soltó una risita que la apagó cuando su madre la miró.

Ellas asisten al Dante Cardenal University, la universidad más prestigiosa de toda Argentina. El instituto es una sede de la universidad oficial en Inglaterra y el año académico se cotiza en Dolar, pese a que la moneda oficial sea otra, así que, para una estudiante de clase media, es imposible de costear. Marcela Ángelo estaba orgullosa hasta la coronilla de tener dos hijas tan inteligentes como para obtener una beca y estudiar al lado de cientos de jóvenes importantes y adinerados. Bueno, importantes según su punto de vista, porque el dinero no es quien te da relevancia, pero todos sabemos que aquella mujer piensa diferente. Su sueño es que todas sus hijas atrapen a un heredero de una importantísima empresa, tal vez un hijo de algún político, famoso o alguien lo suficientemente influenciable para llevarlas a lo más alto de la sociedad. Además de la inteligencia, las dos señoritas Ángelo tenían a su favor que ambas eran bellas, aunque todos notaban a solo una de ellas: Pilar.

―Este año será diferente, ya vas a ver ―señaló Pili a su hermana y mejor amiga.

Pilar es el optimismo en persona, además de ser simpática, buena y llevarse genial con sus compañeros, a diferencia de Elizabeth, que no tiene la más mínima intención de agradarles, porque ninguno se interesó en ella al enterarse de que era una alumna becada. Entonces, ¿por qué Pilar se lleva tan bien con sus compañeros? Porque ella canta tan hermoso que es la voz principal de toda la universidad; eso y todos sus atributos mencionadas. Ambas estudian Música, el arte ha formado parte de sus vidas desde la niñez y nunca pudieron soltar su mano.

Lizzy solo le sonrió y se colocó su boina roja que le regaló su papá la semana anterior. Su color favorito es el rojo, su instrumento predilecto es el piano y ama leer con su vida; eso es lo único que todos sabían de ella... bueno, en realidad no todos, la mayoría la llamaban "la hermana de Pilar", casi ninguno conoce su nombre. ¿Y qué si le dolía? Eso fue solo al principio, ya que en la secundaria si tenía muchos amigos y mostraba a la verdadera Lizzy que brillaba por doquier. Pero todo cambió al poner un pie en Dante. Sin embargo, al pasar los días, semanas y meses, ella se conoció de una manera distinta como nunca lo había hecho, porque a veces la soledad hace eso; te quita el ruido, limpia, separa lo que no es importante dejándote abrazada a vos misma. Se dio cuenta de lo mucho que le gustaba cantar sin que nadie la oyera y que la sala número 25 tiene la mejor acústica, a pesar de que nadie acude a ella por no ser tan linda, estéticamente hablando. Y cuando son las 11:00 de la mañana, el sol la ilumina a la perfección dándole la mejor luz para leer sus partituras o el libro que tenga en su bolso. Que el helado de frutilla sabe mejor en el silencio y que las noches oscuras ya no le dan miedo. Pilar es la única que la sabe acompañar en sus andanzas, pero como Lizzy es consciente de que acompañarla sería limitarla a vivir toda la "experiencia universitaria", termina pidiéndole que vaya con los demás compañeros. Pilar se ha negado cientos de veces y por eso todos la conocen como "la hermana de Pilar", así que no la tratan de manera inferior o se burlan de no tener tanta ropa de marca como hacían al principio, nada de eso, directamente no la tratan. Pero Elizabeth con eso está lo suficientemente agradecida.

―Ay, mi Pili hermosa, estás más deslumbrante que nunca ―ostenta Marcela.

―Gracias, mamá ―Pilar se limita decir.

―Lizzy, Lizzy, si tu cabello es de un lacio tan hermoso, ¿por qué esa boina que lo oculta?

―¿Por qué me gusta? ¡Me la regaló papá y es hermosa! ―Le respondió a su madre.

Ella abrió la boca de par en par e indignada le reprochó a su esposo:

―¡Ángelo, no puedo creerlo! ―Le chilló a su esposo.

Él despegó sus ojos del crucigrama y miró a su esposa.

―Cariño, a Lizzy le encantó esa boina del centro comercial. ¿Por qué estaría mal? ―alega.

―Ay, no lo entiendes ―Le gruñó a su esposo pero volvió a mirar a sus hijas―. ¿Acaso no están enteradas de los alumnos de intercambio que vendrán de Inglaterra?

Ambas lo sabían, pero le restaron importancia ya que el tema no era de su interés.

―Sí, lo sabíamos ―respondió Elizabeth, la hija del medio―, y si tu intención es que alguno se enamore de nosotras, es obvio que a Pilar no le hace falta nada para que alguno lo esté.

―Lizzy ―Pilar, la hermana mayor por algunos meses, la miró con el ceño fruncido―, ¿por qué decís eso si cualquier chico puede enamorarse de vos? Sos hermosa.

―Pero no quiero ―Ella se negó.

―¿Cómo que no quieres? ―inquiere su madre―. El piano no te dará de comer ―Pilar iba a levantarse en su defensa, pero su madre la interrumpió nuevamente―, y a ti el canto tampoco.

Las dos hermanas se quedaron calladas porque sabían que era imposible luchar contra su madre, ya tenían la suerte de que las dejaran estudiar algo que no sea medicina, abogacía o ingeniería, así que no querían ni abrir la boca para desperdiciar aquella suerte.

―Sí, mamá ―respondieron al unísono.

―Los muchachos se llaman Charles Bingley y William Darcy ―informó la señora Ángelo y las jóvenes no se sorprendieron al escuchar nombres tan pomposos, porque el Dante estaba lleno de ellos. Antes de ser una persona, sos un apellido―, así que estén atentas y sean amables con ellos. Hagan lo posible de ser sus amigas, ¿me escucharon?

―Sí, mamá ―Volvieron a repetir juntas, pero es algo que iban a negarse en lo absoluto.

Elizabeth no se equivocaba al decir que nada cambiaría, porque desde el primer momento que entró en el establecimiento, todas las miradas, sonrisas y saludos fueron dedicados a su hermana, dejándola libre para escoger el asiento que quisiera en la clase, pedir un café con leche, porque no estaba lo suficientemente despierta después de haber compuesto una canción que tenía en mente durante la gran parte de la noche. No obstante, tenía una pizca de frustración porque no sabía cómo escribir algunas notas de su arreglo al cuaderno personal. Tendrá clases de composición en dos días y teme olvidarse de la melodía que resuena en su cabeza una y otra vez, por lo que decide ir hacia la biblioteca para tratar de ayudarse mientras logre ubicar a la profesora fuera de clases.

Al llegar se encuentra con pocas personas y va directo hacia el sector de Lectura y Composición, donde se concentra en leer cada uno de los títulos y el contenido de los libros. Cinco minutos después no encuentra ninguno que la ayude con un arreglo compuesto y su paciencia llega al límite, hasta que ve un libro con el título "Arreglos compuestos parte II" y no duda un segundo en tomarlo, sin embargo, alguien lo hace antes que ella.

―¿Me estás charlando? ―espeta de la frustración, al ver cómo se le escapa de sus manos la oportunidad para retener la melodía en su cabeza.

Levanta su rostro y se encuentra a un chico mirándola extrañado ante la reacción peculiar que tuvo dentro de una biblioteca. Le es inevitable notar el celeste de sus ojos, los lunares en su rostro y como algunos risos le caen en su frente, pero disipa toda clase de pensamientos que vayan en contra de una de sus más grandes reglas: no debe gustarle ni interesarse en ningún chico de Dante Cardenal University, nunca de los nuncas. Es un sufrimiento seguro de hecho.

―Lo siento, ¿ibas a tomarlo? ―Le oye decir llevándose la sorpresa de escuchar tonada extranjera, no hacía falta ser inteligente para darse cuenta que él no es de acá.

―Sí, lo necesitaba, no sé qué haré si no logro escribir mi arreglo compuesto ―responde, pero en realidad habla para ella misma. Tiene esa extraña manía.

―Oh... ―Él parece pensarlo unos instantes―. No creo que sirva de mucho, porque ten en cuenta que este libro no te enseña exactamente a escribir arreglos, solo es algo de teoría ―Sostiene la copia frente a ella.

―Ay, no ―Ella expresa con frustración clara en la voz.

―¿Quieres que te ayude?

―¿Por qué me estarías ayudando? ―cuestiona Lizzy sin entender, nunca ningún alumno le ofreció su ayuda, además de su hermana y Charlotte, una amiga de ambas hermanas que a pesar de no ser becada, siempre está con ellas.

Él volvió a mirarla extrañado sin entender su pregunta.

―Soy nuevo, mi amigo es más sociable que yo y desconozco donde estará, al parecer tú estás en apuros y da la casualidad de que mi especialidad son los arreglos compuestos ―El muchacho no sonríe en lo absoluto, pero no tiene una mirada tosca, todo lo contrario, parece amable.

A Lizzy le volvió el alma al cuerpo; después de todo no se perderá esa canción tan hermosa que tenía en su mente.

―Está bien, acepto y te lo agradezco muchísimo ―expone con total sinceridad.

Sin embargo, ella se da cuenta lo inevitable: tiene que aprovechar este momento para salvar su canción gracias a la ayuda de este desconocido, que es obvio de que no sabe quién es ella ni su situación económica y académica. Porque cuando terceros se lo informen, pasará a ser otro más del montón que le negará una oportunidad de conocerse. Eso lo tiene más claro que nadie.

―Oh, no me he presentado, mi nombre es William Darcy ―Le tiende la mano.

Casi se le escapa un grito al escuchar su nombre, pero lo apaciguó. Definitivamente este chico se alejará de ella al darse cuenta de que no tiene un apellido importante para esta universidad, por lo que solo le dijo:

―Soy Lizzy ―Le aceptó su mano.

―Bien, Lizzy, es un placer conocerte. ¿Debemos reservar algún estudio en particular? ―preguntó Will.

―No hace falta, siempre tengo uno a mi disposición y a las 11:00 será el mejor de toda la universidad ―Sonríe al hablar de la sala 25, la extrañaba con todo su corazón.

―¿Ah, sí? ―Esta vez él sonrió y Lizzy intentó a toda costa no pensar en lo linda que es su sonrisa―. Vamos, faltan veinte minutos para las 11:00 y me acaba de picar la curiosidad. ¿Tiene algún nombre en particular?

―Sala 25 ―Ella encogió los hombros y ambos comenzaron a caminar hacia la salida de la biblioteca―, solo es la sala 25.

POR FIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIINNN

Bienvenidos al primer capítulo de Lo que sé de tu orgullooooooooooooo.

Estoy muy nerviosa porque esta es una obra basada en otra de una autora con TODAS las letras, así que espero que les haya gustado y estoy como que aaaaaaaaaaaaaaaahjkenfjkwenfjkenwjkfrif.

Gracias por todo el apoyo que le dieron a esta historia desde antes de comenzaaaarrrrrr. Estén atentos a las redes de los bebis porque esta semana comenzarán a estar hiper activooooos y...

¿Quieren saber qué pasará en la sala 25? 

En los Instagram se enterarán de un par de cosillas 7u7

¡Nos leemos pronto!

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